El sol comenzaba a desaparecer en el horizonte, teñiendo el cielo de tonos dorados y naranjas mientras Mateo emprendía un viaje emocional hacia la redención. Después de descubrir los secretos oscuros que habían marcado su vida, se encontraba en un punto crucial: sanar las heridas del pasado y encontrar la redención que tanto anhelaba.
Decidido a liberarse del peso que llevaba consigo, Mateo se embarcó en un viaje hacia un lugar remoto y lleno de significado: el rincón perdido de su infancia, donde todo comenzó. El viento soplaba suavemente mientras conducía por carreteras sinuosas, rumbo a su destino.
A medida que se adentraba en el paisaje familiar, los recuerdos inundaban su mente. La casa donde creció, ahora vacía y en ruinas, parecía guardar los secretos de su pasado. Cada paso que daba resonaba en el eco de sus propias experiencias, reviviendo momentos de dolor y tristeza.
Al llegar a la desvencijada casa, Mateo se sumergió en un torbellino de emociones. Cada rincón, cada habitación evocaba recuerdos tanto amargos como dulces. Se detuvo frente a la puerta principal, donde una vez había experimentado tanto sufrimiento. Con manos temblorosas, giró la llave oxidada y empujó la puerta entreabierta.
El interior de la casa era un testimonio del tiempo que había pasado. El polvo cubría los muebles y las telarañas se extendían en las esquinas. Mateo avanzó lentamente, explorando habitación tras habitación, reviviendo fragmentos de su pasado.
En el antiguo dormitorio que una vez fue suyo, se encontró frente a un espejo roto. La imagen reflejada en él era la de un hombre marcado por las cicatrices del pasado. Sus ojos se encontraron con los del niño que alguna vez fue, lleno de inocencia y esperanza. Era el momento de reconciliarse con su yo más joven y perdonarse a sí mismo.
En medio del silencio que envolvía la casa, Mateo cayó de rodillas y dejó que las lágrimas brotaran libremente. El dolor acumulado, las injusticias sufridas y la culpa que lo había atormentado durante tanto tiempo se liberaron en un torrente de emociones.
Desde lo más profundo de su ser, Mateo se perdonó a sí mismo y se permitió sanar. Prometió honrar su pasado y usar su experiencia para ayudar a otros que habían pasado por situaciones similares. Se levantó con determinación, listo para enfrentar el futuro con valentía y compasión.
Con cada paso fuera de la casa abandonada, Mateo dejaba atrás los fantasmas del pasado. Cerró la puerta con suavidad y se dirigió hacia un nuevo horizonte, con el corazón lleno de esperanza y la convicción de que el perdón y la redención son posibles para todos.
El capítulo 17 marcó un hito en el viaje de Mateo, uno de autodescubrimiento y transformación.