Era una noche oscura y lluviosa en la pequeña ciudad de Redwood. El reloj marcaba las doce en punto cuando un sonido extraño rompió el silencio. Era como un lamento profundo, un sollozo que parecía provenir del suelo mismo. Al principio, pensé que era mi imaginación jugándome una mala pasada, pero cuando escuché el sonido una segunda vez, supe que algo estaba mal.
Me levanté de la cama y caminé hacia la puerta de mi habitación. El sonido se hizo más fuerte a medida que me acercaba al pasillo. Pronto descubrí que el lamento venía del piso de madera bajo mis pies.
Me arrodillé y coloqué mi oído contra la madera. El sonido era más claro ahora, pero no podía entender lo que decía. Era como si alguien estuviera hablando en un idioma desconocido, o quizás en un dialecto antiguo.
Fue entonces cuando noté que había una pequeña grieta en una de las tablas del piso. Me acerqué para examinarla más de cerca, y de repente la madera se agrietó y se abrió, como si alguien o algo estuviera tratando de salir de debajo de ella.
Me quedé sin aliento mientras una mano pálida emergió de la grieta. Lentamente, la figura emergió del suelo. Era una mujer, pero su piel era blanca como la nieve y sus ojos estaban en blanco. Llevaba un vestido antiguo y su cabello estaba desordenado.
"¿Quién eres?" le pregunté, pero ella no respondió. En su lugar, comenzó a gemir y sollozar de nuevo. Me acerqué para tocarla, pero cuando mi mano la rozó, desapareció en el aire, como si nunca hubiera estado allí.
El piso dejó de llorar y todo volvió a la normalidad. Me quedé allí, aturdido, preguntándome si todo había sido solo una ilusión. Pero la grieta en el piso seguía allí, como una cicatriz en la madera.
Esa noche, no pude dormir, y cuando finalmente lo hice, mi sueño estuvo plagado de pesadillas sobre la mujer del piso. Me desperté sintiéndome agotado y con una extraña sensación de que algo estaba mal en mi hogar. Pero nunca habría imaginado lo que pasaría después.