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Chapter 12 - ¡NOS VAMOS DE VACACIONES!

Durante los siguientes días la comunicación entre ambos se hizo cada vez más fuerte. Luciano llamaba a Rebecca a diario para saber cómo estaba. Él era un picaflor por naturaleza, por lo que no temía sacar todas sus cartas con esa chica que se había convertido en su pequeña obsesión. Sin embargo, Rebecca no era tan fácil como él hubiese esperado. Aun sabiendo lo valiente y aguerrida que ella era, por un momento él pensó que su talento con las mujeres surtiría efecto. Pero lamentablemente para él, esto no ocurrió y eso le estaba afectando.

Por su parte, Rebecca sí estaba perdidamente enamorada de Luciano, a quién ella conocía como Ángelo y cada día parecía que ese sentimiento se hacía más y más grande, pero al contrario de lo que cualquiera hubiese pensado, esto no quería decir que ella iba a salir corriendo a lanzarse en sus brazos. Rebecca era una chica fuerte e independiente que creía que una mujer no tenía por qué amarrarse a un hombre, ni su vida tendría por qué girar en torno a este.

Además, ella era un poco "chapada a la antigua" y necesitaba que el hombre que la pretendiera hiciera un mayor esfuerzo por ella que solo decirle palabras bonitas. Ella se consideraba a sí misma un gran trofeo y por tanto, no podía ser entregada a cualquiera, ese hombre que ella eligiera como su pareja, debía ganarse el lugar en toda regla. Por lo que Ángelo debía esforzarse más de lo que lo estaba haciendo.

Rebecca se encontraba sentada en uno de los jardines del campus de su universidad. Ese día había decidido quedarse un poco más para pensar sobre varias cosas. El semestre estaba a punto de terminar y las vacaciones de verano se acercaban, por lo que era necesario comenzar a pensar qué haría durante el receso. Iba a tener más tiempo libre y debía aprovecharlo al máximo, no solo se trataba de descansar, también debía ponerse al día con las cosas pendientes de la empresa. A veces se sentía agobiada entre tantas cosas por lo que unos días libres no le harían mal.

Sin embargo, había algo que le daba vueltas en la cabeza desde hacía tiempo. La muerte de sus padres adoptivos. Algo le decía que no su pérdida no había sido un simple accidente, por lo que tras pensarlo por largo tiempo, decidió que una de las primeras cosas que haría en sus vacaciones sería contratar a un detective que investigara a fondo todo lo que había ocurrido con sus padres y con el derrumbe de la mina, pues estaba segura que aquel suceso estaba conectado de alguna manera. Debía averiguar qué había pasado realmente. Se lo debía a sus padres.

Estaba sumida en sus cavilaciones cuando el teléfono sonó de golpe trayéndola de vuelta a la realidad. Rebecca miró la pantalla para descubrir que se trataba de Ángelo. Sonrió y se apresuró a contestar de forma alegre. Él saludó con el mismo entusiasmo desde el otro lado de la línea.

– ¿Qué estabas haciendo? –preguntó Luciano con curiosidad.

Ella comenzó a explicarle que acababa de hacer la entrega de sus últimos pendientes en la universidad y ahora se encontraba sentada en una de las mesas del campus intentando ordenar sus ideas. Estaba pensando en lo que haría en las vacaciones que estaban a la vuelta de la esquina.

– Tengo una propuesta para ti –le dijo Luciano de inmediato.

– ¿De qué se trata? –preguntó ella entre curiosa y emocionada. Mantenía en su rostro una gran sonrisa.

– Te quiero invitar a ir de vacaciones conmigo –Rebecca se sorprendió ante aquel pedido– espero que aceptes –insistió.

Ella se mordió los labios ante la duda. No sabía que responder a eso. Una parte de ella quería irse corriendo con ese hombre que la traía loca. Pasar las vacaciones con él parecía un plan de ensueño, sin embargo, una parte de ella le decía que no debía hacerlo. Una vocecita le recordaba lo peligroso que él podría ser, pues aunque usualmente no ignorara, estaba consciente que él no podía ser tan inocente como decía ser, pues la manera en que se habían conocido le decía que quizás estuviese involucrado en algunos negocios sucios.

Ella temía quedarse a solas con él, pero aunque se dijera a sí misma que era debido a que no sabía que tan peligroso era o no ese hombre, la realidad era que a lo que temía era a un encuentro íntimo. Estaba segura que ir de vacaciones con Ángelo significaba quedarse a solas con él en un lugar paradisíaco, un receta perfecta para terminar enrollada entre sus sábanas, pero el problema era que ella era virgen y tras todas las burlas y malas experiencias que había tenido con chicos, sentía pavor entregarse a alguien que le hiciera daño, que jugara con sus sentimientos y que solo la quisiera por una noche y lamentablemente estaba segura que ese hombre del que estaba tan enamorada, no era más que otro playboy. Su mente daba vueltas entre tantas dudas. En ese preciso momento y por primera vez en su vida, no sabía qué hacer. Se debatía en si dejarse llevar por su corazón o seguir su instinto. Toda esta situación la ponía mal.

– ¿Sigues ahí? –preguntó Luciano confundido. Habían transcurrido varios segundos de silencio.

– Sí, sí. Aquí estoy –respondió Rebecca un poco asustada tras salir de su debate interno– disculpa, es que me quedé pensando en algo.

– Ok… pero entonces dime ¿vendrás conmigo de vacaciones? –insistió de forma pícara.

– La verdad es que… no sé –confesó mordiéndose el labio. La mente ágil de Luciano comenzó a trabajar a toda velocidad buscando una manera de convencerla. Al instante se le ocurrió.

– ¿Qué tal si Marisa y Steve vienen con nosotros? –propuso de repente. Por lo que había vivido antes con Rebecca, sentía que la duda de ella se debía a que iría sola con él por lo que pensó en que quizás si la mejor amiga de ella y su novio los acompañaban, entonces aceptaría su oferta.

– Lo pensaré y te aviso ¿ok? –respondió Rebecca con duda– Adiós cariño, te llamaré cuando tenga una respuesta para ti –se despidió rápidamente colgando el teléfono.

Luciano se echó a reír, no podía creer lo que le estaba pasando, nunca antes le habían colgado el teléfono y mucho menos habían rechazado alguna de sus ofertas. Porque aunque Rebecca no se había negado aún, no se veía muy convencida de aceptar. Luciano suspiró pensando en que sus esperanzas quedaban en Marisa. Jamás le había tocado vivir algo así con una mujer, era primera vez que se la ponían tan difícil. Definitivamente Rebecca no era como las demás y aunque lo hiciera sufrir, eso le encantaba, pues sentía que de esa manera la aventura con ella era más entretenida y le hacía creer que al final, la recompensa sería mucho más satisfactoria.

Apenas salió del campus universitario, Rebecca fue a buscar a Marisa a su apartamento. Necesitaba hablar con ella. La chica la recibió con alegría como siempre lo hacía. Se encontraba trabajando en las cuentas del bar, pero su amiga era más importante, así que preparó café rápidamente para sentarse junto a ella en el sofá a conversar.

– ¡Cuenta el chisme! –pidió Marisa con emoción.

– ¿Cuál chisme? –preguntó Rebecca riendo.

– Si no hubiese un chisme, no estarías aquí, así que cuenta –ordenó.

– Está bien. Está bien –dijo riendo con más fuerza– Ángelo me invitó a ir de vacaciones con él –soltó con duda mordiéndose el labio inferior. Marisa abrió los ojos de la impresión y comenzó a dar pequeños gritos de emoción. Rebecca empezó a reír a carcajadas por la reacción de su amiga.

– Dime que aceptaste –quiso confirmar mientras se calmaba y acomodaba de nuevo en el sillón.

– Pues…

– ¡REBECCA! –la regañó.

– No le he dicho que no… –Marisa comenzó a emocionarse otra vez– pero tampoco le he dicho que sí –le aclaró. Su amiga la miró confundida.

– Y entonces, ¿Qué le dijiste?

– Le dije que lo iba a pensar.

– ¡REBECCA! –le regañó otra vez.

– Bueno, pero es que no estoy segura de si debo ir.

– ¡Claro que sí! ¿Cómo es que lo dudas? Ese hombre es espectacular, está loco por ti y a ti ya te hace falta un buena revolcada.

– ¡MARISA! –replicó Rebecca molesta. Su amiga se rió.

– ¡Cálmate! No sé porque le tienes tanto miedo a los hombres.

– No es miedo… es…

– Miedo –insistió Marisa. Rebecca no dijo nada– vete de vacaciones con él, te hará bien –le aseguró.

– Bueno… hay algo más –comenzó a decir con un poco de duda– como yo le dije que no estaba segura pues… él propuso que tú y Steve fuesen con nosotros –Marisa sonrió de inmediato, entendía muy bien los planes de Ángelo, sabía que solo lo estaba haciendo para convencer a la chica y pues ella le ayudaría un poco con la tarea.

– Me parece genial –respondió emocionada. Iba a ir al viaje, pero les daría su espacio durante este. Ese era su plan.

– ¿En serio? –preguntó Rebecca sorprendida. Una parte de ella esperaba que su amiga se negara para tener una excusa para no ir, pero ahora no le quedaba más remedio que aceptar ese viaje.

– SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ… ¡NOS VAMOS DE VACACIONES! –gritó Marisa saltando de emoción.