La oscuridad lo rodeaba todo. Sólo el sonido del agua salada golpeando contra la madera del bote y el sonido del viento que silbaba en sus oídos lo mantenían consciente. Había sido un día hermoso, con un sol radiante y un cielo azul sin fin, pero ahora la noche había caído sobre él como una manta pesada.
Había estado navegando hacia el norte durante días, en busca de una isla mítica que, según las leyendas, contenía un tesoro de incalculable valor. La isla estaba perdida en el océano, lejos de cualquier ruta comercial conocida, y se decía que estaba habitada por un antiguo pueblo que había sido olvidado por el mundo exterior.
Pero algo había salido mal en su viaje. Una tormenta se había levantado de la nada, con olas enormes que lo sacudieron sin piedad. El bote había sido destrozado, y él había sido arrojado al mar. Había luchado por mantenerse a flote, pero finalmente se había desmayado.
Ahora estaba a la deriva, sin saber hacia dónde lo llevaba la corriente. No tenía comida ni agua, y su ropa empapada y pesada lo arrastraba hacia abajo. Cada vez que intentaba nadar, sus músculos se cansaban más rápido de lo que podía imaginar.
Mientras luchaba contra la oscuridad, sus pensamientos se volvían cada vez más oscuros. ¿Qué había estado pensando al embarcarse en esta búsqueda absurda? ¿Por qué había arriesgado su vida por un tesoro que podría no existir? ¿Por qué no había prestado atención a las advertencias de aquellos que le habían dicho que era una locura?
De repente, algo tocó su pie. Gritó, aterrorizado, pero luego se dio cuenta de que era una roca. Había alcanzado la costa de una pequeña isla. Arrastrándose sobre la arena, exhausto y casi muerto de hambre, encontró refugio entre las rocas y se durmió.
Cuando despertó, el sol brillaba en el cielo. Se puso de pie y miró a su alrededor. La isla era pequeña, con palmeras y arbustos cubriendo la mayoría del terreno. No había señales de la civilización.
Entonces, recordó su objetivo. ¿Y si esta era la isla que había estado buscando todo el tiempo? ¿Y si el tesoro estaba justo aquí, debajo de sus pies?
Con nuevas energías, comenzó a explorar la isla. Sabía que la búsqueda sería peligrosa y que podría no encontrar nada, pero también sabía que no podía detenerse. Tenía que encontrar el tesoro, no solo por la riqueza, sino por su propia supervivencia.
Así comenzó su aventura en la Isla de los Recuerdos Olvidados.