Mientras se acercaban al superbloque, Arnold cayó en cuenta de que seguía muriéndose, por lo que necesitaba una poción. Por alguna razón, no había encontrado ningún paquete especial que no hubiera sido abierto en el edificio en el que estaba. Sospechaba que esto tenía que ver con el Breeder, por lo que se armó de valor y le habló.
—Necesito una poción de salud.
El Breeder miró a Arnold.
—¿Qué es eso?
—Es un frasco con líquido que es capaz de curar heridas. Sin uno de esos terminaré muriendo.
El Breeder continuó su camino. Arnold creyó que el zombie le dejaría morir, pero luego de un momento volvió a hablarle
—¿Crees que funcione en zombies también? Háblame solo a través de nuestra conexión mental, no quiero que el Siamés se entere.
Arnold estaba confundido. ¿Siamés? ¿Qué estaba hablando el Breeder? Después de un momento de silencio, decidió responder.
—No lo sé, pero sí sé que funcionan en mí y soy en parte un zombie, por lo que existe una probabilidad de que funcionen. El único problema es que después de curarte te sentirás agotado y con mucha hambre.
Luna pensó que esto en efecto era un problema, pero supuso que tendría una mayor probabilidad de vencer al Siamés en ese estado que con todas las heridas que tenía ahora.
Luna jamás se había sentido tan débil como en este momentos. La situación era tan grave que sospechaba que si Arnold estuviera curado por completo, no podría contra él. Podía sentir que comenzaba a curarse, pero el proceso era lento. Sería mejor encontrar una de esas pociones y probarla.
—¿Dónde puedo conseguir una? —le preguntó a Arnold.
—En los paquetes especiales que eran de los humanos originalmente. Son cajas blancas que deberías haber visto.
Luna entendió de inmediato a lo que se refería. Parecían estar por todos lados, así que le ordenó a los Windwalkers que las acumularan y las apartaran de su vista.
Esto había resultado ser una mala decisión, pues no tenía ni idea de dónde sus windwalkers habían acumulado los paquetes y ahora todos estaban muertos.
Luna pensó en dónde podría conseguir una y por suerte se le ocurrió una idea. No había explorado muchos apartamentos de su refugio y estaba seguro de que en alguno de ellos podría encontrar un paquete.
—Escúchame bien Arnold…
Al principio, Arnold se sorprendió de que el Breeder usara su nombre, pero pronto se concentró en las palabras que siguieron. El zombie le explicó lo que había pasado y el problema que tenía con el zombie siamés, el cuál parecía planear algo.
Arnold tragó saliva, la situación era peor de lo que imaginaba, pero si quería sobrevivir tendría que ayudar al Breeder y matar al Siamés. Él recordaba haber visto al zombie, pero no sabía sus habilidades.
Luna y Arnold discutieron cómo proceder y, para cuando llegaron al bloque 2, ya tenían un plan concreto. El Breeder se concentraría en intentar liberarse del condenado refugio, mientras que Arnold intentaría encontrar una poción de salud en las habitaciones cercanas.
El problema era que ninguno de los dos sabía dónde se encontraba el Siamés. Luna tenía una idea de cómo intentar un ataque, pero para ello tendría que recuperar un poco más de energía.
Al llegar al estacionamiento del superbloque, Luna se encontró con otro problema. Sus instintos sabían que el refugio estaba perdido, por lo que estos le gritaban con fuerza que saliera y matara a todos los humanos. Resistió esta tentación y se acercó a la entrada con lentitud.
Al entrar al refugio, Luna gritó con tanta fuerza que consiguió que todos los Stalkers en el edificio se paralizaran del miedo. Sin embargo, la llamada de sus instintos era tan fuerte que no pudo hacer mucho más por Arnold. Dejó en el suelo al infectado y a Sombra, se sentó en el suelo, cerró los ojos y se concentró por completo en luchar contra sus instintos.
Arnold se levantó del suelo con dificultad, todavía sangraba. Reunió fuerzas y se dirigió hacia el primer apartamento. Esperaba encontrar un paquete especial en la planta baja, pues dudaba que le quedaran fuerzas para subir un piso.
Mientras tanto, Luna intentó resistirse a sus instintos. Ya lo había hecho antes, así que decidió repetir la experiencia, pero no tuvo el mismo resultado. Cerrar los ojos le ayudó a concentrarse, por lo que comenzó a resistirse con más y más fuerza. No sabría explicar muy bien lo que pasó, pero en algún momento, entró en un extraño trance.
Luna abrió los ojos y se encontró en el estacionamiento del superbloque, pero todo era diferente. Había mucho menos desastre a su alrededor, todo parecía ordenado, como si nunca hubiera ocurrido una batalla en ningún lugar, como si el mundo estuviera en paz. Sin embargo, había sombras. Eran cientos y cientos de siluetas oscuras y opacas de Stalkers que ocupaban todo el estacionamiento por todas partes y lo observaban fijamente. El Breeder se acercó a una de ellas y la atacó, pero su mano pasó a través de ella sin hacerle nada. Observó la sombra un rato más, hasta que algo llamó su atención a la izquierda.
Una sombra en el estacionamiento desapareció repentinamente. Esto bastó para que Luna se diera cuenta de que algunas sombras estaban desapareciendo de manera constante. Luna se acercó a todas las sombras cercanas y no tardó en percatarse de que algunas eran diferentes, como si fueran otros tipos de zombies. No tardó en sospechar que lo que observaba eran los zombies que habitaban su refugio y que estos estaban muriendo constantemente.
Esto le dio una idea. Mientras observaba las sombras, sus instintos seguían presionando, pero decidió ignorar esto por completo y comenzar a buscar en todos sitios una sombra en específico. Para su sorpresa, tuvo que salir del estacionamiento hacia los edificios del frente. Allí, para su consternación, las sombras de sus zombies estaban desapareciendo a un ritmo alarmante.
Pero siguió su búsqueda y no tardó en encontrarse frente a la sombra del siamés. La sombra de este zombie era más grande que su forma real. Luna pensó por un momento que este era el sitio donde se escondía, pero se dio cuenta de que esto no tenía sentido. No había Stalkers en el estacionamiento, pero allí, en ese lugar había cientos de sus sombras.
Luna rodeó la sombra del siamés una y otra vez, intentando pensar en algo que hacer. Finalmente, se acercó a ella y metió su mano en su interior. En esa posición, Luna se concentró en pensar en el zombie y en tratar de establecer una conexión. Para ello, sus instintos resultaron inútiles, pues continuaban empujándolo en otra dirección con una fuerza que cada vez era mayor. Luna no tenía mucho tiempo, por lo que intentó hacer algo, lo que fuera.
Para su suerte, sus torpes intentos tuvieron un limitado éxito. Sin saberlo, Luna accedió a la conexión que mantenía su refugio con sus habitantes. El sistema había creado una red de almas, todas conectadas al reconocerse como habitantes de un refugio. Incluso el Siamés, el cual no se había unido con una intención sincera, estaba atado al refugio por este vínculo.
Luna accedió a esa conexión, pero, por desgracia, era muy débil y solo pudo usarla para sentir dónde estaba el Siamés. Luna desvió la mirada a uno de los edificios cercanos a su refugio, en el que antes vivía el molesto humano que podía esquivar todo.
Antes de que pudiera seguir experimentando con esta conexión, el empuje de sus instintos creció hasta un nivel insoportable. Luna se vio obligado a apartar la vista y dejarse llevar por esta fuerza. Antes de darse cuenta entró al superbloque, donde encontró una escena completamente diferente.
Todo el interior se había vuelto pedazos, las paredes estaban corroídas, las puertas caídas y trozos del techo estaban desperdigados por el suelo, que también estaba carcomido. Sin embargo, lo que atrajo la vista del Breeder eran las extrañas manchas que se encontraban por todas partes.
Estas manchas se encontraban en todas las superficies y parecían tener vida. Se movían, temblaban y carcomían poco a poco el refugio a medida que avanzaban. Además, estaban formadas por cientos de rayas negras, blancas y grises que titilaban a gran velocidad, cambiaban de color y se movían ligeramente.
Luna apartó la vista de una de ellas cuando comenzó a confundirse y se acercó al origen de la fuerza que le atraía. Se dio cuenta de que a medida que se acercaba, las manchas a su alrededor comenzaron a calmarse, como si su cercanía las aliviara.
Se acercó a las escaleras, subió hasta el quinto piso y se paró frente a un apartamento. El Breeder se preguntó la razón de que fuera este lugar en específico, pero no tardó en recordar. Era el lugar en donde había aparecido, en donde había comenzado su vida hace apenas unos pocos días. La curiosidad se apoderó de Luna, que golpeó la puerta hasta abrirla y, tal como recordaba haber hecho en el pasado, entró.