Sin embargo, el humano se negaba a morir así que Luna se preparó para otro ataque, esta vez a la cabeza. Por desgracia, el humano esquivó el golpe y Luna fue golpeado contra el techo debido a una pared de hielo que surgió bajo sus pies súbitamente.
Miriam aprovechó ese momento para curar a Adam y empujarlo al pasillo.
Adam estaba muy aturdido para responder, por lo que apenas podía entender lo que estaba sucediendo. Dos curaciones seguidas comenzaron a afectarlo seriamente. Todavía no sentía cansancio, pero una horrible hambre comenzaba a afectar su estado mental, por lo que Ivy y Tarin se encargaron de la batalla.
Ivy aprovechó toda su energía para crear una pared de oscuridad que impulsó hacia el Breeder, en un intentó de detenerlo, pero este parecía ignorar todo y simplemente seguía avanzando hacia ellos.
—Necesitamos acabar con esto ahora. A Adam no le queda mucho tiempo y quedará completamente inconsciente dentro de unos minutos —gritó Miriam, que intentó paralizar de nuevo al Breeder. El efecto acabó en un parpadeo, pero le dio tiempo a Ivy para esquivar un ataque que la hubiera matado.
Miriam se cargó a Adam sobre un hombro y retrocedió hacia la habitación donde estaba Miguel. Tarin e Ivy le siguieron y el primero bloqueó el pasillo con una pared de hielo. Momentos después, el Breeder impactó contra esta y la dejó agrietada, por lo que Tarin levantó otra antes de retroceder.
En la habitación, encontraron a Miguel despierto. El viejo militar sostenía en su mano una granada de mano. Antes de que Miriam pudiera decir algo, el viejo militar habló con una voz agotada.
—Quítame el cansancio.
—Está bien, ¿pero de donde sacaste esa granada?
—Una nueva habilidad que acabo de ganar, espero que sea útil, pues parece que estamos en problemas.
Miriam no dijo nada más, pues seguir hablando les quitaría el poco tiempo que tenían. Activó su habilidad y observó cómo Miguel se levantaba, revitalizado, pero aún con el movimiento limitado.
En ese momento el Breeder rompió la pared de hielo y corrió en cuatro patas hacia la habitación, en donde embistió con fuerza la puerta.
Antes de que pudieran hacer algo, Tarin fue enviado a volar y golpeó su cabeza contra la pared, lo que le dejó inconsciente. Ivy logró usar su oscuridad para detener los pedazos de puerta que salieron volando por todas partes. Miguel saltó sobre Miriam, la cual todavía sostenía a Adam. Los tres cayeron al suelo y lograron esquivar por muy poco un enorme trozo de madera que terminó clavado en la pared.
Luna aprovechó ese momento para saltar sobre sus presas más cercanas, que resultaron ser Miguel, Miriam y Adam.
El viejo militar sintió el peligro, por lo que tomó la decisión en un momento. Quitó el seguro de la granada y luego se levantó a tiempo para interceptar el ataque del Breeder, que se dirigía al casi inconsciente Adam.
Las garras de Luna atravesaron a Miguel por el pecho. El zombie fue tomado por sorpresa, pues esperaba que el viejo humano esquivara. Cuando su ataque conectó fácilmente, fue arrojado momentáneamente del estado mental en el que se había sumergido. Miguel aprovechó ese instante y dio un paso hacia adelante, empeorándose sus heridas. No tardó en perder sus fuerzas, por lo que levantó la mano con la granada y la arrojó a la cara del Breeder.
La explosión lo tomó por sorpresa y apenas tuvo tiempo de cerrar los ojos. Luna evitó quedar completamente ciego, pero la explosión de la granada justo a su lado le desfiguró parte de la cara y le arrancó la mitad de los dientes. Miguel se cubrió la cara en el momento de la explosión, pero aún así fue impulsado hacia atrás, lo que logró liberarlo de las garras de Luna.
El zombie retrocedió hasta pegar con la pared y abrió los ojos, solo para que estos fueran cubiertos por una gran cantidad de sangre.
Mientras se recuperaba, escuchó nuevas voces que entraban en ese momento al apartamento. ¿Más humanos? pensó, pero no había forma que pudiera ocuparse de ellos en el estado en el que estaba. Había presionado su cuerpo hasta el límite. En estos momentos ni siquiera regeneraba energía.
Todas sus ganas de matar a los humanos desaparecieron. Estaba cansado, agotado y sin ninguna duda, derrotado. Al iniciar el ataque creyó que no sería mucho problema, pero ahora estaba al borde de la muerte y prácticamente ningún humano había muerto. Eran pocos, pero eran poderosos y sus habilidades eran completamente diferentes e impredecibles. Si tan solo hubiera sabido más sobre ellos desde el principio, hubiera podido prepararse mejor. Fue en ese instante en donde cayó en cuenta de su error. ¿Acaso Arnold no le ofreció esta información y él la había ignorado?
Luna se detuvo un momento, pues en ese instante se encontraba intentando salir del cuarto en el que estaba y abrirse paso hacia el exterior. Si solo hubiera escuchado a Arnold, quizá hubiera podido ganar, quizá hubiera logrado matar a todos los humanos sin muchos problemas.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Alfred, que justo en ese momento había visto al Breeder.
—¡Ataquen, no se contengan!
El equipo de Alfred estaba conformado por novatos, pero ya habían estado en varias batallas. Sin embargo, ninguno de ellos superaba el nivel 5, por lo que a pesar del mal estado en el que se encontraba el Breeder, los ataques no le causaron muchos problemas, con excepción de uno solo.
El ladrido que Alfred había obtenido al adaptar su cuerpo a las características de un perro, logró afectar el equilibrio del Breeder. Los ataques sónicos parecían ser una de sus peores debilidades y a pesar de que el daño no fuera suficiente para matarle, le impedía luchar.
Momentos después, un orbe de oscuridad, lanzado por Ivy le impactó en su espalda, en especial en un lugar donde su plumaje había sido arrancado. Por primera vez, la oscuridad de Ivy mostró su poder corrosivo y comenzó a consumir la carne, lo que causó que el Breeder cayera de rodillas.
Bajo la lluvia de ataques, supo que probablemente había llegado su final. Ya no tenía ni fuerzas para levantarse. Sin embargo, para sorpresa de todos, Sombra apareció de la nada.
El diminuto zombie había sido desfigurado por el fuego, parte de su cara y pecho mostraban una horrible cicatriz. El zombie apareció en el mundo material por un momento, sostuvo a Luna por un brazo y lo trajo consigo al mundo de las sombras. Allí lo arrastró por el suelo hasta alcanzar la sombra que les permitiría escapar.
Sin embargo, traer al Breeder consigo demostró ser más difícil que arrastrar a los humanos, por lo que apenas logró salir al pasillo y ambos se materializaron de vuelta al mundo material.
Sombra estaba agotado, pero reunió la poca energía que le quedaba y se decidió a saltar de nuevo al mundo de las sombras.
Sombra y Luna no tardaron en volver a aparecer en el estacionamiento, completamente agotados. Luna estaba confundido, no podía entender por qué Sombra lo había salvado, pero eso ahora no le importaba, lo importante era alejarse de los humanos.
El diminuto zombie quedó inconsciente luego de materializarse una última vez, por lo que Luna lo agarró con cuidado y se concentró en volver al refugio. Observó el edificio de los humanos. Un ejército de zombies todavía atacaba, pero sus números disminuían con cada segundo. En algún momento, de alguna parte, habían aparecido más humanos. Eran solo tres y estaban débiles, pero comenzaron a ayudar a los que estaban luchando y no tardaron en hacer retroceder a los zombies.
Luna ignoró esto y decidió volver, pero algo con lo que no contaba se interpuso en su camino. El zombie siamés apareció frente a él. Luna le miró con desconfianza, pues percibió enseguida que lo que estaba observando no era el verdadero cuerpo del zombie, sino una ilusión. Apartó la vista de este y buscó al verdadero con atención.
—No podemos engañarte ni siquiera con esas heridas. ¿Te retiras?
Luna simplemente asintió y siguió buscando al otro zombie.
—Es una decepción, no eres tan poderoso como esperábamos. Quizá deberíamos matarte y tomar el refugio, los humanos prácticamente han hecho todo el trabajo por nosotros.
El Breeder se alertó ante estas palabras.
—Si crees que puedes matarme así de fácil, entonces te llevarás una sorpresa.
Luna sabía que era mentira, pero no se le ocurría nada más que le sacara de encima a ese extraño zombie.
—Mientes, podemos sentirlo. Matarte en ese estado es algo sencillo y nuestros instintos nos dicen que si consumimos tu corazón nos convertiremos en un Breeder
Luna miró otra vez a la ilusión.
—¿Por qué no lo haces entonces? Para qué hablarme de esta manera.
—Porque ser un Breede implica estar ligado a un refugio y ser el líder de tu refugio es una pérdida de tiempo. Esos humanos lo conquistarán después de este fracaso, ya no hay suficientes zombies en este lugar para contenerlos.
Luna sintió un escalofrío, el Siamés hablaba demasiado coherentemente, lo que le recordaba a la forma de hablar de Arnold.
—¿Qué quieres? —preguntó Luna, estaba seguro de que el Siamés tenía una razón para todo esto.
—Hacer un experimento. Quiero saber si un Breeder acorralado como tú, puede cortar lazos con su refugio y aún así vivir para contarlo.
—¿A qué te refieres?
—¿Acaso tus instintos no te guían a defender tu propiedad? Esto sucede con nuestro edificio y simplemente supusimos que sería más grave en un Breeder.
Luna miró a sus espaldas, hacia el refugio humano. Antes de que pudiera responder, el siamés habló de nuevo.
—Con mi magia he hecho que tu y Sombra sean invisibles, nadie nos molestará por ahora.
El Breeder apartó la vista, le avergonzaba admitir que sentía miedo hacia los humanos que hasta hace poco consideraba su presa, pero no había mucho que pudiera hacer al respecto, así que decidió seguir adelante con la idea del Siamés. Se había dado cuenta de que el extraño doble zombie tenía razón, cuando escapó todo lo que pensaba era en volver a su refugio. ¿Pero qué pasaría cuando llegara allí?
—Acepto ayudarte, solo dime qué debo de hacer.
—Lucha contra tus instintos. Estos son nuestra salvación, pero también nos imponen límites. Intenta vencerlos. Yo observaré el resultado.
Luna asintió, ya lo había hecho antes, pero esta vez sabía que separarse del refugio le costaría todas sus energías.
—Vamos, es hora de volver. Además, tenemos que pasar recogiendo a alguien, si es que aún está vivo —Ahora que Luna sabía la utilidad de Arnold, no le dejaría que muriera o se escapara con tanta facilidad.
—Como desees —dijo el Siamés antes de desaparecer.
Luna se volteó a mirar por última vez el refugio de Nuevo Sol. Recordó los rostros de todos los humanos que le habían atacado y los grabó en su mente. De algo estaba seguro, algún día volvería.