—No estoy seguro. Aunque si alguien tiene buenas probabilidades de sobrevivir en la capital es él.
El dictador de Benintia tenía un poder absoluto en el país. Bajo su régimen la mayoría de las instituciones públicas quedaron inutilizadas. Las consecuencias de esta centralización excesiva fueron catastróficas para el desarrollo del país, pues nadie podía hacer nada sin el permiso del presidente. Ni siquiera había mucho espacio para la corrupción, a menos que fueras un amigo cercano del dictador, por supuesto. Tracel había tenido suerte de no acabar en la cárcel, pues solo era un pequeño colaborador en el escándalo de corrupción en el que se había envuelto.
—De todas maneras, creo que es inútil hablar de esto por ahora. Ni siquiera hemos acabado con los problemas en esta urbanización. Por cierto Adam, necesitas una nueva armadura ¿No? —preguntó Miguel.
Adam había estado luchando con piezas de armaduras diversas que habían ido soltando los zombies, pero la armadura que tenía estaba ya bastante desgastada y no había forma de arreglarla, por ahora.
—Sí. Oí que se decidió usar el antiguo cuarto de la basura en mi edificio como almacén.
Miguel asintió.
—Sí, veamos qué te sirve.
El almacén estaba en lo que hace muchos años era un contenedor de basura. Adam no lo había llegado a utilizar, pues ya estaba inutilizado cuando se mudó. El espacio era amplio y había un largo tubo que conectaba todos los pisos del edificio, desde donde se podía arrojar la basura. Ahora estaba repleto de guantes, armaduras y botas de cueros, los equipos más comunes que daban los zombies. También había todo tipo de armas sencillas y algunas mochilas. Lo más valioso ya estaba siendo utilizado por los más indicados, por lo que aquí solo quedaba lo sobrante. Adam tenía que admitir que era mucho más de lo que esperaba.
Adam no tardó en tener una nueva armadura. No era nada especial ni mucho menos, pero se sentía más seguro en ella. Sin embargo, esta no duraría mucho tiempo, pues la última armadura había quedado destrozada en menos de dos días.
—Miguel, creo que sería buena idea repartir armaduras y armas entre todos los supervivientes. Aunque es solo para situaciones de emergencias, asegúrate de decirles eso. Por cierto, ¿estás seguro de que ese Breeder atacará mañana?
Miguel y Adam hablaban mientras se dirigían al apartamento del segundo. La situación parecía estable por ahora, pero ambos estaban frustrados con el enigma que era el bloque 2. ¿Cuál era la fuerza de los zombies que tendrían que combatir? ¿Estaba el Breeder pensando siquiera en atacarlos? Ellos pensaban que sí pero la pregunta más importante era ¿Cuándo? Incluso podría atacar durante la noche, lo que ponía bastante nervioso a Adam.
—No puedo estar completamente seguro, pero el avance hacia nuestro territorio puede ser una buena señal. Además, puede que esté enojado por la muerte de tantos Windwalkers.
—Por más que quiera creer que esto afectará sus fuerzas, me temo que la cantidad de Windwalkers muertos en solo unos pocos días indica que puede que estén recuperando su ejército justo en este instante.
—Me temo que tienes razón, pero igual es importante, si la monstruosidad no hubiera matado tantos probablemente tendríamos que lidiar con el doble.
Adam simplemente asintió. Para ese momento ya se encontraban en su apartamento, por lo que abrió la puerta y ambos entraron a la sala.
—Bueno, será mejor que sigamos con las preparaciones.
Mientras tanto, en el bloque 2, el Breeder estiró con cuidado su recién curada ala. Por fin estaba sana de nuevo. Sin pensarlo mucho, saltó desde el techo y se elevó por los aires con una satisfacción inigualable. Por encima de su cabeza se alzaba la majestuosa luna, que le llamaba con su curioso brillo.
El Breeder intentó acercarse al cuarto creciente en el cielo, hipnotizado por su belleza, pero se detuvo pronto al recordar que era inútil intentar acercarse. Su primitiva mente estaba fascinada al pensar en algo que se veía tan grande mientras estaba tan lejos.
Volvió al edificio y juntó a los pocos Windwalkers sobrevivientes. No esperaba la muerte de tantos, pero no se preocupó mucho por ello. Por un momento pensó en producir nuevos Windwalkers, pero para ello necesitaba alimentarse mucho y crear molestos huevos dorados que tenía que escupir uno a uno. Además, sus instintos lo estaban impulsando a atacar rápido con bastante fuerza.
Sin embargo, si no podía contar con más Windwalkers, tenía que recurrir a otras fuerzas. El Breeder había logrado atraer la atención de varios zombies poderosos en la zona. Todos ellos se acercaron por sí mismos. Uno de ellos era especialmente curioso, pues le gustaba siempre estar escondido. Estaba seguro de que si intentaba buscarlo tardaría unas cuantas horas en encontrarlo.
Sus Windwalkers se habían topado con algunos otros zombis poderosos en algunos edificios y la mayoría de ellos se habían unido a su bando después de una breve pelea. El Breeder no entendía muy bien por qué había sucedido eso, pero no podía quejarse. Sin embargo, la mayoría de los zombies fuertes ofrecieron resistencia y sus nuevas tropas tuvieron que encargarse de ellos y matarlos. Por desgracia, en estas peleas había perdido más zombies, por lo que su ejército de zombies era más débil de lo que esperaba, pero tendría que arreglarse con lo que tenía. Usaría una gran cantidad de Stalkers en el ataque.
Curiosamente, uno de sus grupos de exploración encontró a más humanos, pero estos no tardaron en morir todos. El Breeder aún estaba confundido ¿por qué algunos de ellos eran tan poderosos y otros tan débiles?, pero supuso que era algo parecido a lo que sucedía entre los zombies. Los Stalkers eran tan estúpidamente débiles, que El Breeder no entendía cómo había sobrevivido cuando era uno.
Volvió a mirar hacia el lugar donde habían muerto la mayoría de sus Windwalkers. Sabía que allí, en el pasado, había una criatura de su mismo nivel de poder. Incluso después de atacar con todas su fuerzas, no pudo hacerle mucho daño, por lo que estaba sorprendido de que los humanos hubieran logrado asesinarla.
No entendía muy bien cómo podía saber tal cosa, pero notó que parte de lo que observaban sus Windwalkers cuando estaban lejos era transmitido a él, razón por la cual había logrado apuntar a esa masa de carne en la plaza.
Los humanos habían usado una especie de trampa que la envió a un lago que parecía un fuego líquido peligroso. Uno de sus Windwalkers supervivientes había logrado verla. El Breeder no le tenía mucho miedo a una trampa de ese estilo, pues podía volar, pero su refugio no era inmune a esto. Supo que tenía que atacar a los humanos antes de que pudieran destruir el edificio. El Breeder notó en ese momento que sus instintos lo impulsaban en esa dirección. Intentó resistirse un momento, pues le irritaba mucho esa situación, pero pronto se rindió, ya que su plan inicial era matar a los humanos de todas formas.
Para ello comenzó por reunir a todos sus zombies en el estacionamiento. Solo tenía que pensar muy fuerte en que todos vinieran y simplemente sucedía, lo cual era sin duda muy útil. Todos tardaron unas horas en reunirse, por lo que se puso un poco impaciente.
Pronto sería el momento de atacar, pues el Breeder sentía que en unos días ocurriría un gran cambio. Uno que sería tan grande como el que lo trajo a la vida, aunque esto solo lo entendía de una manera abstracta.
Miró hacia el estacionamiento, hacia todos los zombies reunidos, y decidió que el ataque sería mañana en la noche, cuando los Stalkers pudieran beneficiarse de ello. Cuando todo estuvo listo, se sintió muy emocionado. Por fin había llegado el momento. Esperar a que su ala sanara fue la experiencia más aburrida que había vivido, por lo que estaba impaciente por saltar encima de sus presas y tener una pelea entretenida, pero sabía que debía de esperar hasta que los Stalkers crecieran en poder o serían aniquilados demasiado rápido.
El Breeder entendía muy bien que el combate sería difícil, sobre todo si la habilidad que había matado a la masa de carne en la plaza era usada contra su ejército. Pero entendió que solo era cuestión de encontrar al responsable y matarlo antes de que pudiera hacer algo. Satisfecho con su sencillo plan, bajó hasta el estacionamiento y se puso enfrente del desordenado grupo de zombies.
Había un Berserker muy cerca, que le observaba con enojo. Los Windwalkers lo habían vencido simplemente atacando desde el aire, mientras no podía hacer nada, por lo que todavía estaba enojado. El Breeder lo ignoró y siguió su camino. También había un par de Ambushers, un peculiar zombie con una espada enorme de hueso que le recordaba a su lanza y un par de zombies siameses que podían emplear poderosos ataques mentales. Estos últimos, por suerte para el Breeder, se unieron voluntariamente, pues dudaba mucho que sus Windwalkers hubieran podido hacer algo contra él.
El Breeder ignoró a todos estos poderosos zombies, pues intentaba conseguir al elusivo zombie que fue uno de los primeros en unirse a él el día anterior. El zombie era diminuto, incluso más pequeño que un Stalkers, pero su poder no era ninguna broma. Era capaz de fusionarse con cualquier sombra y ocultarse por completo. Es más, él mismo dudaba de poder matarle. Por ello era su subordinado favorito, pero por desgracia, no lo veía por ninguna parte.