Miguel se dirigió hacia el apartamento de las hermanas, pero no logró despertarlas, así que decidió dejarlas tranquilas. El problema era que se encontró sin mucho que hacer.
Por un momento pensó en visitar a Krieg otra vez, pero cambió de opinión al recordar que Zack vigilaba el exterior con su equipo. Por lo que se dirigió al estacionamiento y de allí hacia el bloque 3. Miguel tenía que admitir que, después de ver a la monstruosidad, el Breeder ya no le asustaba tanto, pero sabía que tampoco sería una pelea fácil. Ese zombie se había vuelto más fuerte, el anterior ataque a la monstruosidad lo demostraba.
Eso significaba que probablemente habría muertos, él incluido, si tenía mala suerte. En ese momento, Miguel llegó junto a Zack, que observaba el cielo junto a Anin.
—No hay muchos Windwalkers ¿No?
—No, esa monstruosidad nos ha hecho un gran favor.
Miguel asintió a las palabras de Zack y luego ambos se quedaron en silencio. El militar observó a Anin, que se encontraba en el techo de un auto y observaba el bloque 3.
—¿Alguna idea de lo que conquistó el bloque 3? —preguntó Miguel de repente a Anin. Este negó con la cabeza, preocupado.
—No hay ni el más mínimo rastro de él. Es la misma situación que encontramos al adentrarnos anteriormente.
Miguel frunció el ceño.
—¿Tú crees? En ese caso ¿Crees que ustedes le arrebataron territorio al Breeder cuando entraron?
Anin miró a Miguel momentáneamente antes de continuar vigilando.
—No lo sé, Adam no mencionó nada por el estilo.
Miguel miró el bloque 3. Era probable que ni siquiera hubiera un enemigo presente en los edificios que había limpiado Zack. Este había abandonado la zona antes de entrar en todos los edificios, por lo que el bloque 3 nunca había pertenecido al refugio por completo. Existía la posibilidad de que un zombie en uno de estos edificios fuese el responsable de la captura. Aun así, no había rastros de un zombie poderoso, lo cual ponía nervioso a Zack.
Miguel observó el edificio en el que él y Leonard entraron para observar a la monstruosidad. Se suponía que ese era uno de los edificios que Zack no había limpiado, pero aún así, la cantidad de zombies dentro del mismo era mucho menor de lo esperado. No había ningún zombie poderoso en él, lo cual fue muy extraño. Esto, sin embargo, seguía el patrón que comenzaban a observar. Miguel sospechaba que la causa era el Breeder, quizá su presencia llamó la atención de otros zombies poderosos en la urbanización y, tal y como Miguel había huido al refugio de Nuevo Sol, los zombies se acercaron al Breeder.
Miguel observó hacia el bloque 2, donde el Breeder debería estar en alguna parte. ¿Cuántos zombies había reunido ya y cuándo pensaba atacar? ¿Atacaría siquiera o acumularía más y más fuerza? Miguel no sabía por qué, pero sospechaba que lo segundo no pasaría. En los últimos días había cambiado de opinión en lo que debían hacer, pues ahora creía entender, aunque fuera un poco, la mentalidad de los zombies. Consumir y evolucionar era la máxima prioridad, por lo que ese Breeder sin ninguna duda atacaría pronto, pues su grupo era la fuente de comida más cercana.
—¿Te asusta algo viejo?
Miguel se volteó a mirar a Zack.
—Sí, me temo que ese Breeder nos atacará pronto, solo espero que sea mañana y no esta noche.
La sonrisa que mantenía Zack se borró de su cara.
—¿Crees que podamos resistir?
—Eso espero. Hemos hecho todo lo que hemos podido, pero somos muy pocos.
—Bueno, pero te aseguro que no pienso morir aquí, si las cosas van mal no dudaré en huir.
—Al menos eres sincero. Pero yo creo que superaremos esto de alguna manera. No será fácil eso sí.
Zack se encogió de hombros y continuó vigilando.
Unas 5 horas después, como a las 7 de la noche, la ceremonia estaba preparada. El lugar donde todos habían decidido cremar los cadáveres era en un jardín adyacente al superbloque. Allí, unas horas antes, Adam cremó los cadáveres de todos los zombies que habían matado en los últimos días.
Debido a ello, el jardín se convirtió en una capa de cenizas, sobre la cual se depositaron los cadáveres de todos los humanos que habían muerto. Eran muchos más de los que Adam esperaba, por lo que decidió no contarlos. Cada uno de los cadáveres estaba cubierto con una sábana blanca para evitar que se vieran las heridas que habían recibido. Adam observó la escena en silencio.
Adam fijó su vista en el cuerpo de Jane, que estaba oculto bajo la sábana. No podía ver la herida en su pecho, pero aún así Adam recordaba una y otra vez a Jane tirada en el suelo y cubierta de sangre, lo que le causó un escalofrío.
A su lado, Miguel también observaba la escena con solemnidad, junto a Leonard e Ivy, ambos en silencio. Noah se unió a ellos poco después, junto con Marlem y Miriam, quien no podía parar de llorar.
—¿Cuándo creen que sea nuestro turno? —preguntó Noah.
—Será mejor que cierres la boca, no es momento para decir esas cosas.
Para sorpresa de todos, Noah no le respondió a Marlen, solo siguió observando a los muertos en silencio.
Zack, mientras tanto, observaba la escena desde el primer piso del superbloque. Desde donde estaba no podía ver muy bien la ceremonia, pero esto no le importó mucho. No le veía mucho sentido a este tipo de actos, para él, los muertos se habían ido ya y era mejor dejarlos así.
Tarin no había asistido siquiera, no porque no le importara, sino que en parte se sentía culpable por no haber estado allí cuando sucedió. Justo ahora se encontraba en su casa, en el taller de su madre. Tracel le había contado a ella la posibilidad de subir de nivel realizando actividades de su clase, por lo que ella, por primera vez, comenzaba a recuperarse al sumergirse en su pasatiempo favorito y la profesión de la que vivía anteriormente, la alfarería.
Tarin al menos estaba aliviado de ver a su mamá trabajar en sus vasijas de nuevo, por lo que no tardó en volver a lo que había estado intentando descifrar durante mucho tiempo. Aprender [Bola de fuego] estaba resultando muy difícil, pero él creía que no era imposible. Solo debía practicar más. Si él era bueno en algo, era en eso, concentrarse en una tarea en específico y no pensar en el mundo exterior.
En la ceremonia, todos los supervivientes miraron a Adam, quien sacó su lanzallamas y disparó. Los cadáveres no tardaron en incendiarse.
Todos observaron cómo las llamas consumían los cadáveres a gran velocidad. Muchos supervivientes se alejaron, pues el olor a carne quemada era nauseabundo, pero Adam se había acostumbrado a ello. Sabía perfectamente que esta no era la manera de cremar un cuerpo, pero no había otra opción. Además, descubrió que su fuego era capaz reducir casi cualquier cosa a cenizas si pasaba el suficiente tiempo.
—Lo siento Jane, espero que puedas perdonarme, estés donde estés —susurró, sin que nadie lo escuchara. Para su sorpresa, ya no se sentía tan triste o deprimido por lo sucedido. Quizá era más insensible de lo que pensaba. Jane y él habían sido amigos durante años. No muy cercanos, pero ambos se llevaban bien.
Adam pensó de nuevo en su hermana y en sus padres. Le parecía que habían pasado siglos desde la última vez que había pensado en ellos. ¿Cómo reaccionaría si recibía noticias de la muerte de alguno de ellos? No lo sabía y era un asunto en el que prefería no pensar.
Pensó en decir unas palabras para todos, pero no se le ocurrió ninguna. ¿Qué más podía decir? ¿Pedirles perdón por dejarlos morir? Puede que Adam sintiera algo de culpa, pero tampoco era estúpido. Aceptar la total responsabilidad de las muertes era insensato. Los principales culpables eran los que habían inventado todo el sistema, fueran quienes fueran. Sin embargo, al respecto, muy personalmente, sentía cierta ambivalencia. Por un lado, el número de muertes era horrible, pero por otro lado, su vida era mucho más interesante.
¿Era una mala persona por pensar así? Quizás, pero a medida que pasaba el tiempo, esto le importaba cada vez menos.
Los cuerpos no tardaron en ser devorados por el fuego y Adam extinguió el resto. La ceremonia fue sencilla y rápida. Sin embargo, había otro problema que atacar. Miguel habló con Adam y le informó sobre las malas noticias que tenía Carlos, por lo que era hora de intentar que las cosas no se salieran aún más de control. Adam miró a Tracel y este asintió.
—¡Esperen un momento! Creo que necesitamos hablar.
La voz de Tracel hizo que todos los supervivientes le miraran. Algunos ya se encontraban un poco retirados de la zona, pero Miguel les detuvo y les dijo que era importante que escucharan. Adam miró a los supervivientes y no pudo evitar sentirse un poco nervioso. Prefería enfrentarse a un grupo de Zombies que tener que lidiar con esto, pero era necesario.