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Chapter 48 - Capítulo 48: Dos viejos amigos

—Sí, aunque Adam no parece querer despertar.

—¿Qué ocurre? —preguntó Tarin algo alterado.

Miguel procedió a explicarles en detalle lo que le había dicho Terry. Tracel frunció el ceño, mientras que Tarin se estremeció. El primero decidió que al día siguiente comenzaría a subir de nivel, pues cada vez que un nuevo monstruo aparecía le hacía entender la nueva realidad en la que vivía. Después del Berserker también se había dicho lo mismo, pero la verdad era que su cobardía no le permitía ceñirse a su palabra.

—¿Qué crees que debamos hacer? —preguntó Tracel—. Sé que debemos matarlo, pero con un poder tan increíble no sé cómo podríamos intentarlo.

—Tenemos que tener un plan. Por eso quiero hablar con Adam y llamar a una reunión.

—¿Y el Breeder? Ahora que mató a parte de sus zombies no crees que podría intentar matarlo. Si esperamos lo suficiente puede que el problema se solucione solo.

Miguel pensó que Tarin podía tener razón, pero no le gustaba depender de algo así. No podían predecir con precisión lo que haría el Breeder. De repente, mientras pensaba en una respuesta para Tarin, se le ocurrió una nueva idea.

—No me gusta depender de eso, Tarin, pero además, si nosotros conseguimos matar a esa cosa obtendremos niveles. Si le dejamos al Breeder un cadáver de ese tamaño pronto tendremos encima a una gran cantidad de Windwalkers y Windrunners.

Tarin asintió. Mientras tanto, Tracel intentaba pensar en una solución, pero solo era nivel 4 y cualquier cosa que intentara personalmente sería inútil. Nuevamente, sintió arrepentimiento por no haber decidido antes subir de nivel.

Sin embargo, no era el momento para dejarse llevar por el arrepentimiento, debían comenzar a actuar y organizarse cuanto antes.

—Será mejor reunirnos ahora todos los que estamos despiertos. Intentaré contactarlos por teléfono. La reunión puede ser en el superbloque. Tú intenta también hablar con los que encuentres.

Miguel asintió ante las palabras de Tracel y bajó las escaleras a toda velocidad. En el segundo piso, llamó a la puerta de la casa de Miriam y Marlen. La puerta aún estaba dañada, pero las hermanas habían improvisado una especie de cerradura para bloquear la puerta.

Por suerte, solo tuvo que esperar unos segundos para lograr hablar con ellas. Pero luego de contarles lo que había pasado, se llevó una decepción. Miriam se estremeció al escuchar a Miguel hablar sobre aquel monstruo.

—Lo siento, pero no puedo, necesito un descanso, así que esta vez no ayudaré.

Marlen miró a su hermana y luego también declinó. A Miguel se le hizo un nudo en la garganta. Miriam era la sanadora de mayor nivel y Marlen era la mejor guerrera, sin ellas la situación se complicaría mucho más. Pensó en continuar hablando, pero al cruzar la mirada brevemente con Miriam, se dio cuenta de que no conseguiría nada. Lo mejor era dejar que descansaran.

Marlen cerró la puerta y se volteó a mirar a Miriam.

—¿Estás segura? La situación no parece buena.

—Sí, estoy segura, ve si quieres, pero yo no puedo, me temo que ya no puedo seguirte.

— ¿Seguirme?¿De qué estás hablando?

—De nada. No es nada.

—Miriam…

Miriam cedió ante la mirada preocupada de su hermana.

—He intentado con todas mis fuerzas ayudarte a pesar de que realmente no quiera combatir pero tengo miedo de que termines muerta como… como Jane. Siento que no puedo dejarte sola.

Marlen no sabía que decir, por lo que solo abrazó a su hermana.

—Lo siento. Me temo que es lo de siempre ¿No? Siempre recuerdo que de niña era yo la que proponía todos los juegos y tú siempre me seguías. Sabes qué, por una vez dejemos que los demás se encarguen de este problema. Aunque no lo creas, creo que también necesito este descanso.

—¿Segura? ¿No crees que Adam se enojará?

—No lo sé y no me importa. Estoy segura de que él estaría agradecido de tener nuestra ayuda, pero tendrá que arreglárselas sin nosotras.

Miriam asintió y por fin pudo calmarse. Desde que habían llegado ninguna de las dos pudo conciliar el sueño, pero ahora estaba segura de que podrían dormir y olvidarse de todo por un momento.

Miguel, mientras tanto, había sido interceptado por Krieg cuando pensaba en volver al superbloque. Conocía al viejo policía y era uno de los pocos amigos que tenía en la urbanización.

—¿Qué me cuentas viejo amigo?

La voz de Krieg era amable, algo que sin duda hubiera sorprendido a todos en el edificio si le hubieran escuchado.

—Malas noticias.

—Parece que eso es todo lo que hay, pasa.

Miguel pensó por un momento en negarse, pero decidió que tenía algo de tiempo. No creía que la reunión fuera hasta dentro de 10 o 20 minutos. Entró a la casa de Kreig y observó sus alrededores con curiosidad. A pesar de haberlo conocido durante años, él nunca había entrado a su casa.

En la sala, lo primero que le llamó la atención fue el gigantesco bulldog acostado en una alfombra. El perro debía de ser Darry, pero él no sabía que era tan… monstruoso.

Con preocupación, notó que el perro estaba cambiando de color, su pelaje marrón claro poco a poco se estaba transformando a negro.

—Parece que está evolucionando. Bueno, eso es lo que cree Adam.

Miguel asintió, eso esperaba.

—¿No se estará transformando en un zombie o sí?

Kreig negó con la cabeza.

—No lo creo. Tengo habilidades que me permiten saber, de manera un poco abstracta, que está bien. Pero aún así no puedo evitar sentirme preocupado.

Luego de eso, ambos ancianos se sentaron en la sala de estar. Miguel procedió a contarle lo que había ocurrido con la monstruosidad de carne.

A Krieg no pareció afectarle en lo más mínimo, pero Miguel lo conocía mucho, sabía que el silencio del mismo era respuesta suficiente.

—No creo que estos viejos huesos puedan ayudar mucho, lo único que puedo hacer es disparar mi pistola. Además, dejé de avanzar de nivel cuando limpiamos el estacionamiento.

Miguel asintió y ambos se quedaron en silencio unos segundos. Por fin, Kreig volvió a hablar.

—No entiendo ni la mitad de las cosas que han pasado últimamente. ¿Niveles? ¿Habilidades? Todos son conceptos demasiado extraños para poder entender completamente.

—No creo que nadie entienda muy bien lo que está sucediendo.

—Bueno, solo entiendo una cosa y esa es que hasta hace unos días creí que no me quedaba mucho más por vivir y me equivocaba. —Miguel levantó una ceja antes las palabras de su amigo—. Creí que no tardaría en morir y volver a ver a mi esposa. Ahora siento que el mundo me ha hecho una broma. Dime una cosa, si todo esto es… falso ¿Acaso tuvieron sentido nuestras vidas?

Miguel se sintió incómodo con el asunto. Recientemente, algunos supervivientes habían tenido las mismas dudas.

—No lo sé, pero creo que preguntarse eso es inútil. Es decir, aunque todo esto sea una simulación aún estamos vivos y tenemos nuestros propios pensamientos ¿No?

—Ahora lo dudo. ¿Qué tal si solo somos personajes en uno de esos videojuegos que les gustan tanto a los niños? Peor aún, ¿es Dios siquiera real? ¿Está mi esposa esperándome en el cielo como esperaba? ¿O es que al morir simplemente eres borrado, como si borraras una carpeta en tu computadora?

Miguel se quedó callado mirando a su amigo. Nunca creyó que Krieg pudiera caer en una desesperación como aquella. Ese no era el viejo gruñón que conocía.

—No tengo respuestas a esas preguntas. Lo siento.

Krieg se desinfló en su asiento como si fuera un globo.

—Bueno, supongo que tendré que vivir con ello, una cosa más que agregar a la carga. Si en algo soy bueno es en aferrarme a estos viejos huesos hasta que se conviertan en polvo, de hecho, me sorprende que este no sea mi "talento".

Miguel respiró algo aliviado. Allí estaba el Krieg que conocía, golpeado pero nunca abatido por completo.

—Ayudaré a matar a esa cosa —continuó Krieg—. Solo llámame y estaré allí.

—Habrá una reunión pronto, será buena idea que asistas.

Justo cuando Krieg asintió, el teléfono de Miguel sonó. El número era el de Tracel y, con cierto nerviosismo, Miguel atendió.

—¿Está todo listo?

—Sí, será en 10 minutos en el superbloque.

—Está bien, ya voy. Llevaré a Krieg —Miguel miró a su amigo, que asintió.

—Está bien, si quieres me esperas afuera, voy bajando también.

Miguel colgó el teléfono y se levantó del mueble. Krieg le siguió poco después y juntos se dirigieron hacia la salida. Krieg se detuvo brevemente a mirar a Darry y luego abrió la puerta del apartamento.

Ambos esperaron unos instantes a que Tracel y Tarin les alcanzaran y juntos se dirigieron hacia el superbloque.

—¿Pudiste contactar con Adam? —preguntó Miguel.

—No, pero será mejor que descanse mientras pueda, me temo que falta mucho trabajo por hacer.

—Sí. Solo espero que no sea más trabajo del que podamos aguantar.

Tracel miró a Miguel unos segundos.

—Igual yo, por el bien de todos.

—Así que no has perdido el toque del todo ¿eh? Sigues hablando como todo un político.

Tracel no le prestó atención al comentario de Krieg y siguió adelante.