Adam se despertó para encontrarse con que una horda de Stalkers se abalanzaba sobre el refugio desde los demás bloques de la urbanización. Su pequeña incursión al bloque 2 parecía haber molestado un avispero. Debía de haber cientos de ellos.
La lucha duró horas y fue agotadora, pero el número de luchadores había aumentado significativamente, por lo que al final ambos edificios lograron aguantar sin ninguna pérdida. El verdadero problema era la cantidad de cadáveres que se estaban acumulando.
—Creo que todos los que no hayan colaborado en la defensa deben encargarse de los cuerpos —dijo Leonard.
—El problema es que algunos de ellos están exigiendo un pago —respondió Adam
—Pues entonces espero verlos matar al menos un Stalker esta noche, porque no estoy de acuerdo en pagarles nada —Zack estaba cansado y enojado. Además, ¿quién nos paga a nosotros por hacer el trabajo más peligroso?
—Estoy de acuerdo en que la protección que ustedes ofrecen no debe ser gratis. Creo que, con el tiempo, los no combatientes podrán ocupar más y más posiciones vitales de apoyo, dependiendo de sus habilidades.
Carlos era el representante de los no combatientes e intentaba mediar con los demás. Adam se llevó las manos a la cabeza. En solo un día ya estaba agotado de ser el líder. La cuestión con los supervivientes era complicada y las tensiones estaban aumentando entre ambos bandos.
—Pues espero que empiecen a ser útiles muy pronto —Leonard presionó a Carlos—. Porque justo ahora necesitamos ayuda para eliminar a los zombies y no somos suficientes.
Carlos suspiró. Al igual que Adam, tampoco le gustaba el camino que estaban tomando las cosas. Él había combatido a los zombies, pero luego de lo sucedido con el Ambusher, las ganas de enfrentarse a ellos desaparecieron.
Él comenzaba a ver un problema serio. Los combatientes tenían, sin ninguna duda, el completo control del refugio. Una parte de él se sentía aliviado de que hubiera gente dispuesta a luchar, pero por otra parte, se daba cuenta de que se estaba quedando atrás en cuanto a los niveles. Estaba casi seguro de que si intentaba enfrentarse con Leonard, perdería de una manera humillante.
Mientras Carlos intentaba pensar en una solución, Adam interrumpió la conversación.
—Estoy de acuerdo en pagarles, pero Carlos, escúchame bien. La condición para darte los cristales es que, además de recoger los cuerpos, organices a los supervivientes. Necesitamos conocer sus clases, habilidades y talentos. Piensa también, cómo pueden ayudarnos.
Carlos asintió. Él también creía que era mala idea mantener la situación como hasta ahora. Creía firmemente que algo tenían que hacer los supervivientes, pues esto les ayudaría con la grave depresión que había notado en la mayoría de ellos.
—Espero que empiecen a ser útiles pronto, porque cuando escasee la comida, serán ellos los primeros en salir a la calle —dijo Zack.
Adam le miró con el ceño fruncido.
—Con algo de suerte no llegaremos a dichos extremos, pero me temo que en parte tienes razón. Necesitamos apoyarnos entre nosotros si queremos levantar este refugio y no morir en el intento.
Miguel decidió opinar antes de que la situación empeorara. Zack abrió la boca para decir algo, pero Adam interrumpió.
—Ya basta. Pasemos a otro asunto importante. Necesitamos asegurar los edificios cercanos. Nos dividiremos en varios grupos y cada uno se encargará de un objetivo. ¿Alguna objeción? —Después de que nadie dijera nada, Adam continuó—. Zack, Miguel, cada uno de ustedes dirigirá un grupo, pueden elegir sus miembros de entre los que estén dispuestos a correr el riesgo.
—¿Quieres que haga de niñera con los cobardes? No lo creo, será mejor que todos ellos se vayan con Miguel, porque mi grupo no los aceptará —gritó Zack.
Miguel negó con la cabeza.
—Está bien, creo que esa es la mejor opción —Luego se volteó hacia Adam y le preguntó—: ¿Qué hará tu grupo, Adam?
—Limpiaremos el edificio vecino. Sobre el cual Terry nos advirtió ayer —Miguel asintió antes de responder.
—Ten mucho cuidado. Tengo un mal presentimiento sobre ese edificio.
Adam asintió, él sentía lo mismo. El anormal silencio que parecía reinar adentro le ponía los pelos de punta.
Unas horas después, todos los equipos estaban preparados. Miguel estaba con Leonard y un puñado de supervivientes que habían decidido unirse a la lucha, entre ellos resaltaba Alfred, el hijo de Carlos. Luego de experimentar durante el día anterior, se había encontrado con una forma de combate con la que estaba satisfecho. Había logrado obtener, después de numerosos problemas, la fuerza de un gorila macho. Además, también podía ladrar como un perro y liberar una especie de ataque sónico.
Alfred tenía que admitir que usar sus habilidades podía ser bastante vergonzoso, pero pronto se encontró fascinado con lo que era capaz el sistema. Para obtener una característica de un animal, tenía que conocerlo a fondo y, por suerte, gracias a su experiencia de ayudante de veterinario, el sistema le permitió profundizar su conocimiento sobre los perros al elegir su clase de biólogo. Sin embargo, no podía simplemente copiar cualquier cosa que deseara. Pudo modificar su mano a una pata de perro y la experiencia había sido tan incómoda que abandonó tal idea de inmediato. El ladrido fue la opción con la que estaba más a gusto.
Aprender sobre los gorilas tampoco le llevó tanto trabajo, aunque no conocía mucho sobre ellos. Esto gracias a que en su paquete venía incluido un libro que los detallaba con precisión. Al principio, creyó que tendría que pasar toda la semana leyendo, pero se encontró con que podía usarlo como cuando un mago aprende un hechizo. Solo tenía que tocarlo y pensar en aprender el contenido. El resultado fue un dolor de cabeza y un profundo conocimiento de los gorilas. No tardó en decidirse por la musculatura.
También era una suerte que el sistema ajustara los cambios en su cuerpo a su forma humana. Esto evitaba que sus músculos fueran tan voluminosos como los de un gorila, lo que habría sido todo un problema. Alfred no podía esperar a probarse en combate, para horror de su padre, quién no estaba de acuerdo en lo que estaba haciendo.
Por desgracia, Ivy aún no era capaz de levantarse luego de absorber toda esa energía en la huída de ayer. Aunque, para alivio de todos, parecía que su cuerpo se estaba adaptando a ello. Los mayores cambios que había sufrido eran venas negras que cubrían parte de sus brazos, y sus ojos se habían coloreado de un negro oscuro.
Por otro lado, Zack reunió a sus hombres del bloque 2. Anin, quien era el único con la clase [Pícaro] en todo el grupo, y otros tres. Un Guerrero, un Arquero y un Sanador que había decidido comenzar a combatir; y que Zack había aceptado solo porque necesitaba un curador urgentemente.
El grupo de Adam se encontró con los otros dos en la salida del estacionamiento. Zack seguiría hacia el bloque 3, donde Tracel había perdido contacto con otro pequeño grupo de supervivientes . Miguel se encargaría de limpiar el edificio del que había salido el perro el día anterior. Esperaba que el combate en el mismo no fuera tan intenso para los numerosos novatos que lo acompañaban.
Adam, finalmente, miró con atención el bloque vecino al refugio. La tranquilidad que gobernaba sobre el mismo era antinatural. Los zombies en su interior no parecían ser afectados por el ruido en el exterior y ninguna de las presencias humanas cercanas, lo que ya era de por sí extraño.
De repente, Adam sintió algo y volteó a mirar hacia el suelo. Podía sentir algo allá abajo. La noche anterior, luego de irse a dormir, había subido a nivel 10 y consiguió una habilidad interesante: [Intuición geológica avanzada]. Esta le permitía detectar recursos valiosos bajo tierra. Justo ahora podía sentir la presencia de algo que emanaba poder unos pocos metros bajo la superficie. Otra muestra de las ridículas habilidades que podía demostrar el sistema.
—Será mejor que vean esto —Zack gritó desde la calle que daba hacia el bloque 3. Miguel y Adam se miraron, preocupados. El tono de Zack era titubeante.
Todos se acercaron y no tardaron en darse cuenta a lo que se refería Zack. Comparado al día anterior, la calle principal de la urbanización estaba despejada de zombies, pero en su lugar había algo peor. Una masa de carne palpitante se extendía desde la plaza hasta las calles. Aún mientras miraban, la masa parecía extenderse centímetro a centímetro sobre las calles.
—Creo que esto significa un cambio de planes —dijo Adam. Cerró los ojos momentáneamente e intentó encontrar alguna manera de matar a esa cosa. Por desgracia no se le ocurrió nada, por lo que se sintió muy frustrado.
—No —respondió Miguel, para sorpresa de Adam—. Mi grupo no está preparado para algo desconocido, necesitamos más tiempo.
Adam se dio cuenta de que la mitad del grupo de Miguel estaba a punto de vomitar.
—Lo que nos faltaba, otra monstruosidad al acecho.
Adam estuvo de acuerdo con Zack, esto ya era ridículo ridículo.
—Además —continuó Miguel—, no podemos olvidarnos de que el Breeder puede aparecer en cualquier momento. Si justo entonces estamos enfrentándonos con esa masa las cosas se pondrán feas.
—Retrocedamos, creo que me estoy enfermando de solo ver esa cosa.
Todos estuvieron de acuerdo con Leonard y retrocedieron de inmediato. Adam sacó su teléfono y llamó a Terry, que atendió de mal humor.
—¿Qué?
—Hay problemas, necesitamos que Rony explore la plaza para saber qué está pasando allí, mantenlo alejado.
—¡Oh! Está bien, parece más grave de lo que creía.
—Despejaré el bloque vecino, así que contáctame en unas horas.
—Ok, suerte jefe.
Adam guardó el teléfono y Miró a su equipo. Estaban todos menos Tarin, que al parecer se había pasado intentando aprender el hechizo [Bola de fuego] y ahora tenía que descansar para recuperarse. Al parecer aprender algo de la manera en la que Tarin lo estaba intentando conllevaba una gran cantidad de energía. Marlen, por otro lado, no estaba a tope, pero había dormido durante el ataque de la noche anterior. Por lo que despertó con mucha más energía y dispuesta a seguir combatiendo.
—Es hora, prepárense. —les dijo Adam a todos.