Dime ¿Cuál es tu sueño?—firme e imponente fue la pregunta que le hizo, tan así que aunque los fuertes vientos que soplaban dejarían sordo a cualquiera estos no fueron un problema para entenderle
Mi sueño es muy tonto....—responde Elizabeth murmurando
Ningún sueño es tonto, sin importar cuál grande, pequeño o imposible sea este, sigue siendo la razón por la cuál te levantas en las mañanas. Vamos dime sin miedo ¿Cuál es tu sueño?—su voz seguía siendo firme e imponente pero ahora está también estaba cargada de amor. Tan impactantes le sonaron estás palabras a Elizabeth que se sonrojo por qué le llegaron al corazón, entonces armandose de valor Le grito a quél hombre misterioso
¡Quiero ver la luz del sol!—tan fuerte fue este grito que dejó sordo por uno nos momentos a su salvador
No grites, no ves que te tengo al frente mío—su tono de voz bajo un poco y sus oídos empezaron a doler
Cómo voy a ver si soy ciega.....—dijo Elizabeth algo molesta
Verdad que eres ciega—tras reír un poco el siguió hablando y preguntando sobre el sueño de ella—Entonces quieres ver la luz del sol..... Está bien. Pero dime ¿Por qué la luz del sol? ¿Si sabes que hay una infinidad de colores y paisajes más hermosos que la luz que viene del sol?
Si. Se que hay cosas muy hermosas allá afuera pero... Quiero ver aquello que escuche una ves en la escuela—respondió Elizabeth
¿La escuela?—dijo la voz misteriosa
Si. Un poema que decía:
Sin importar cuan hermoso es el cielo y sus imponentes nubes o cuan hermoso son los valles y la praderas con sus infinitos campos de flores, estos no serían majestuosos sin esa luz que al amanecer inunda los valles y los cielos como si fuese el mismo mar y nos regala uno de los paisajes más hermosos que existen.
Cuando el profesor leyó eso me imaginé como sería, pero como para mí es imposible imaginarlo, ese deseo paso a ser un sueño—al terminar se quedó callada y el ambiente se llenó de un silencio incómodo. El hombre misterioso se le queda mirando y su corazón se conmueve al ver cómo una lágrima le bajaba por la mejilla.
Quédate quieta. No te vallas a mover por nada en el mundo—esa voz firme que había escuchado hace unos momentos antes había vuelto y al escucharla ella se queda quita. El la suelta en ese instante y con sus manos cubre el rostro de Elizabeth, con sus pulgares limpia sus párpados y las lágrimas que tenía en la mejilla, lentamente empieza a acercarse a ella mientras sus dedos acarician su rostro y de forma atrevida desliza el pulgar por sus labios. Mientras el hacía esto ella empezó a ponerse nerviosa y ansiosa ya que pensó por un momento que aquel "Salvador" no era más que otro hombre que solo la quería violar.
No tengas miedo no te haré lo que crees. Confía en mí—le susurro suavemente en el oído y estás palabras la tranquilizaron
En esos momentos donde ella se puso inquieta volvió a soltar una lágrima, después de limpiarla le pregunto
¿Crees en la magia?
No—respondió ella
Entonces haré que creas en la magia—con su mano izquierda agarro su barbilla y la levanta ligeramente como si fuera a besarla, y entonces besa con ternura los ojos de Elizabeth y le dice:
Abre tus ojos lentamente, para que no los lastimes.