Ally Davis
Salgo de la cocina para poder ir a clases y me percato que es un poco tarde. Rectifico mirando el reloj de péndulo que está en la cocina. Corro a mi habitación a buscar mi mochila. Al tomar mis cosas tiro fuertemente la puerta sin querer.
«Un poquito tarde» Pienso. Solo faltan 5 minutos para que cierren la entrada.
Tomo mi patineta y salgo rápido a la calle, el instituto no está muy lejos. Es algo curioso como quienes vivimos más cerca de nuestros institutos, escuelas o lo que sea, somos quienes llegamos siempre tarde. Yo no era la excepción.
Después de recibir algunos gritos y pitidos por carros que se atravesaron en mi camino, una moto. SentÃa como a mi cuerpo ya le faltaba oxÃgeno, pero si no llegaba a tiempo tendrÃa que quedarme esperando en la entrada hasta que se acabe la primera clase o peor aún, quedarme en casa dos horas más con mi padre.
Cuando por fin llego veo que a la entrada del instituto está Lina, mi mejor amiga.
—Hola Ally, llegando tarde otra vez.
—Si —Respondo mientras llevo patineta a mi espalda detrás de mi mochila. —Me quede leyendo un libro hasta tarde y la alarma no sonó.
—SÃ, si cosas que siempre te pasan— Dice levantando una ceja.
—Cállate, yo llego tarde por leer, pero tus llegas tarde seguro por tu flojera de despertarte temprano.
—Primero. Estaba dejando que mi organismo descansara lo suficiente y Segundo yo no querÃa venir. Me aburrà de estar en mi casa y me vine a aburrir al instituto.
Lo raro seria que eso no le pasara a Lina en las mañanas, en las tardes o en cualquier hora que se pueda dormir y tomar cualquier lugar para aburrirse.
Estaban a punto de cerrar la entrada del instituto, asà que Lina y yo corrimos antes de que la cerraran. Atrás de nosotros venÃan más personas que se iban a quedar a fuera de sus clases.
—¡Un momento! —Grité lo más fuerte que pude al guardia de la entrada.
QuerÃa que ellos no se quedaran a fuera y mi cuerpo no daba para correr más.
Cuando noto que el guardia mueve la puerta para cerrarla pongo mi pie en la parte inferior impidiendo que le cierre la entrada a los chicos que viene tarde. Le digo que los espere un poco. Él espera impacientemente que los chicos lleguen para cerrar la entrada.
—Gracias. —dice una de las chicas que venÃa corriendo. La única persona que fue amable incluso con el guardia al darle los buenos dÃas.
—No hay de qué.—Me alejo de la chica y me dirijo hacia los vestidores donde usualmente dejo mi patineta. —Me tengo que ir a clase de educación fÃsica.—Le digo a Lina y nos separamos en medio del pasillo—Llegaré tarde si no me doy prisa.
—Yo también tengo esa clase, tonta. Creo que es mejor que no nos apuremos, no quiero llegar a hacer ejercicios.
Cruzamos en una esquina cerca del salón y vemos a la profesora a fuera e intentamos entrar sin que nos vea.
Si llego otra vez tarde o tengo una falla más, lo más seguro es que me tendré que hacer muchos más ejercicios y abdominales, como recuperación de la materia. Yo con una vuelta al campo ya estoy cansada.
—Señorita Davis. —Escucho a la profesora Marta antes de poder entrar a la clase sin que me viera.
—Ese es mi nombre, profesora. —Digo y me detengo ya adentro del salón.
—¿Se puede saber a donde iba? —Entra con su café detrás de mÃ.
Usualmente, no soy muy buena diciendo mentiras, pero cuando improviso una siempre me salgo con la mÃa. Eso si no me pongo nerviosa o roja primero.
—Él... el profesor de Ciencias paso a darme una información sobre un proyecto futuro.
—Está en mi clase, señorita Davis, cuando sea el momento puedo buscar a su profesor.
—Si profesora, lo buscaré más tarde, no la interrumpiré más.
Nos sentamos en la parte de atrás del salón porque somos los últimos en entrar y todos demás asientos están ocupados.
—Cámbiense, vamos a ir al campo. —Vocifera la profesora mientras pasa cuerdas de saltar a algunos asientos.
Me cambio rápido para no llegar tarde al campo. Solo me quito mi sudadera, el short ya lo traÃa puesto desde la casa. Muy detrás de mà viene Lina a pasos muy lentos.
—¿Por qué lo haces? —Me detengo a esperar que llegue
—¿Hacer qué? —Lina no escucho lo que dije por estar distraÃda.
—Dije que caminas muy lento, pero eres más alta que yo. —Lina mide como 1.77. Se supone que con sus piernas largas deberÃa caminar el doble de rápido que yo.
—Porque me gusta caminar lento y disfrutar de la vista. —Frena el paso y camina el doble de lento.
—Aun asÃ, camina rápido o la profesora nos mandara a recoger las cosas cuando se termine la clase.
Llegamos al centro del campo y en eso escuchamos que la profesora dice que hagamos en parejas, asà que le digo a Lina si se quiere hacer conmigo para trabajar en clase.
—Un momento. —La profesora me detiene con él indicie antes de acercarme a mi Lina— Señorita Ally usted no trabajará con Lina esta vez.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Porque tiene ir a revisar su proyecto con el profesor de ciencias y no quiero que tenga mala nota, con su mala nota de mi clase ya es suficiente. Tal vez la haya propuesto para trabajar en más proyectos con el profesor.
Me quedo en silencio sin saber qué hacer o decir
—No me mire asÃ, Llego tarde y usted sabe que no me gustan las mentiras. Alégrese de que no pedà una nota de detención con el director.
Dejo el campo. No puedo hacer nada. Yo pensaba que era buena mentirosa, pero cada vez confirmo que realmente no lo soy.
La profesora ya me tenÃa vigilada, ahora será peor. Como castigo tengo que hacer un proyecto con alguien del club de lectura y no sé que otras cosas del instituto.
Voy a los vestidores buscar mis cosas. Al llegar pateo un balón de fútbol que estaba cerca a los lockers. Escucho que alguien se queja luego de haber pateado el balón.
Una chica se sienta en una de las banquetas sobándose la nariz.
—Te dolió. —Me acerco a ella y me siento a su lado.
—Claro que me dolió imbécil. —La voz de la misma chica de la entrada habla.
La chica está sangrado por la nariz y con su camiseta toda llena de sangre.
—Lo siento. —Digo arrepentida luego de ver como le deje la cara roja y ensangrentada por el golpe.
He visto a esta chica algunas veces y no se ve como una persona mala, pero tiene todo el derecho de enojarse.
—DeberÃamos ir a la enfermerÃa para asegurarnos de que no tienes una fractura o que no es nada grave. —Le levanto la cara para que no le baje mucho la sangre.
—No es nada. Me pasa todo el tiempo.
—Pues no es normal que alguien te golpee con un balón.
—No me referÃa a eso, pero vamos.
Nos movemos hacia la enfermerÃa. Lleva su cabeza hacia arriba y yo tengo una camiseta por si le baja más sangre. Ya que no puede ver muy bien por donde vamos se recuesta en mi hombre.
—Perdón por el golpe. —Digo otra vez. —Como te sientes...
—Sally. Me duele, pero no es para tanto.
—Perdón Sally. —Me rio antes de decir un chiste en este mal momento.Â
—¿Te parece graciosa mi sangre?
—No, no, no. Solo que nuestros nombres son muy parecidos. Me llamo Ally.