El Dios Bestia rio. Rio como nunca antes lo había hecho. Era como si un tapón se hubiera desecho y sus sentimientos brotaran salvajemente hacia el exterior.
Presionó su estómago que vibraba ante sus carcajadas.
"Mocoso ¿hablas en serio?"
"¿Cómo puedes dudar cuando me tienes delante? Soy el perfecto ejemplo de que es posible escapar de los mundos. Solo hace falta una pequeña ayudita"
Astu miró hacia el cielo y llamó a Lumie. La bola de pelos color rosada apareció por arte de magia, despertando la curiosidad del Dios Bestia. Estiró su dedo hacia él y lo palpó con cuidado. Pudo sentir una textura esponjosa y cálida que le agrado. Sentía como si estuviese tocando la piel de algún animal.
"¿Qué quieres hacer humano?". Preguntó confundido Lumie.
"¿Podrías vincularte al Dios Bestia? Al igual que lo hiciste conmigo ¿hay alguna posibilidad de que se convierta en tu anfitrión?"
Lumie, a pesar de ser un conjunto de datos, sentía como su frente temblaba. Venas invisibles, y de seguro rosadas, se habían marcado en su rostro dejando en evidencia su enfado. Estaba molesto ante las palabras de Astu.
"¿Me consideras una mula de carga o que? Es imposible que transporte a dos anfitriones. ¿De dónde piensas que obtendré la energía necesaria para eso? Es imposible. En mi estado actual no es factible"
Astu analizó otra posible opción.
"¿Y si lo convertimos en una existencia similar a un sistema?"
"¡¿Ah?! ¿Estas demente humano? ¿Crees que por viajar entre mundos ya eres un Dios y puedes transformar a un personaje como te plazca? Estás loco. Completamente loco"
"Deja de gritar". Astu sujetó a Lumie con fuerza. Lo sacudió un par de veces para tratar de que retomara el control de sus emociones. Estaba bastante alterado. "¿Acaso no olvidas algo importante? Él es un Dios. Su poder es diferente al que tenía yo como villano. Si es él, pienso que es posible convertirse en sistema"
Lumie guardó silencio. Contempló al Dios Bestia de manera profunda. Analizó las corrientes de energía que emanaba su cuerpo, tratando de determinar qué tan viable era la idea de Astu. Y tenía que admitir que no era nada descabellada.
Si se tratase de un personaje común y corriente, claramente sería imposible. No cuentan con el poder suficiente como para liberarse de las leyes del mundo y transformarse en un sistema independiente que sea capaz de viajar entre mundos y recolectar energía. Pero si colocamos a una deidad en esa ecuación, todo cambia.
El Dios Bestia cuenta con los elementos indicados para dar ese paso. Tan solo faltaría que se vinculara con un anfitrión, por medio del cual haría misiones y repondría sus fuerzas infinitamente.
Lumie asintió.
"Es posible humano. Puedo guiarlo en el proceso y asegurarme de que se transforme en sistema con éxito"
"¿Escuchaste? Si hacemos eso podrás escapar. Pasarás a ser un sistema, una herramienta capaz de viajar entre mundos. Ya no estarás conectado a esos desagradables dioses. Serás…libre"
El semblante del Dios Bestia cambió. El ambiente se aligeró y las luces regresaron al espacio. El aura que emanaba retornó a su paz habitual y transparencia.
"Pero no debe ser gratis ¿verdad?". Comentó con seguridad el Dios Bestia.
"Por supuesto, te unirás a mi causa. Viajaremos por miles de mundos, reuniendo poder, y cuando estemos listos, destruiremos a esos desagradables dioses. Si me ayudas con mi plan, te daré una mano"
El Dios Bestia no se lo pensó dos veces. Estiró su mano hacia Astu, aceptando el trato. Así se concretó la alianza que, en un futuro no tan lejano, traería terror a los creadores de mundos.
"Pero para poder transformarlo deberemos encontrar un anfitrión primero"
Explicó Lumie.
"¿Anfitrión?"
"Si. Es la persona con la que harás un trato. Te acompañará en tu viaje y se encargará de realizar las misiones con las que repondrás fuerzas. Es importante que esta persona acceda a colaborar con nosotros y no se desvíe del objetivo. No podemos seleccionar a un humano cualquiera porque podríamos terminar relacionados con una especie de Eluney…puedes darte una idea de lo que sucederá"
¿Eluney?
Hablando de ella, Astu no podía evitar sentir curiosidad. Hacía varios días que no la había visto rondar por la tribu. ¿Algo le había pasado sin que se percatara?
Astu se asignó mentalmente la tarea de preguntarle a Lumie sobre su paradero. Lo haría una vez que resolvieran estos temas.
"¿Dices que la personalidad importa?"
"Si. Debe ser una persona íntegra, responsable y de buen corazón. Un aliado incondicional y que aporte en la causa"
El Dios Bestia se llevó la mano hacia el mentón y pensó con detenimiento. Recorrió con la mente las distintas personas que formaban parte del mundo primitivo. Sin embargo, por más que buscó y buscó, no pudo encontrar a una persona que cumpliera con esas características. Todos los humanos presentes eran simples, fáciles de engañar y manipular. No tendrían la cabeza, ni el corazón lo suficientemente fuerte, como para enfrentarse a lo que este viaje representa.
El Dios Bestia se había topado con una barrera que no podía saltar; lo mismo le había sucedido a Astu y Lumie. Escoger un anfitrión no parecía ser tan sencillo.
En ese momento, el Dios Bestia abrió los ojos ampliamente. Subió su mirada hacia el cielo y extendió su poder. Astu se sorprendió ante su repentino cambio de actitud.
"¿Qué sucede?"
"Esa persona…¿porque…?"
"¿Cómo está Astu? ¿Todavía no despierta?"
La voz de Rimu irrumpió en el espacio. Al parecer, había ingresado en la tienda de Yaax para tratar de ver como estaba Astu.
Se acercó hasta su cama y lo tomó de la mano. La palmeó suavemente mientras contemplaba su rostro dormido y sereno.
Todavía le costaba creer que la persona con la que había crecido había alcanzado un estadio impensable. Ya no era ese simple hermano que conocía, sino el elegido del Dios Bestia. Eso lo ponía feliz, ya que siempre había sabido que Astu era especial.
Yaax y Rimu comenzaron a hablar, pero sus palabras quedaron en segundo plano. Astu estaba más concentrado en los dichos del Dios Bestia, los cuales parecían ser toda una revelación.
"Ese no es el Rimu que conozco. El Rimu original no es así. Es como…es similar a ti"
El corazón de Astu comenzó a latir con intensidad.
"¡Sistema! Escanea el alma de Rimu y dime qué está sucediendo"
Lumie desplegó sus datos y comenzó a analizar el alma de Rimu. Los primeros resultados fueron tal y como lo había manifestado el Dios Bestia. Su alma no encajaba con la del mundo primitivo. ¿Qué estaba sucediendo?
"No. No es como tu". Siguió comentando el Dios Bestia. "Su alma no es de este mundo, pero él no tiene ningún sistema. Parece haber viajado por cuenta propia". El Dios Bestia no podía evitar admirarlo. "Nunca había presenciado algo parecido, pero es lamentable. Su alma parece estar herida. Tal vez el viaje ejerció una gran presión sobre él. Es probable que desaparezca cuando se produzca el reseteo del mundo"
Un miedo inconmensurable estrujó el corazón de Astu. Se esparció por sus huesos, órganos y músculos. Se sentía entumecido, paralizado, controlado por esa sensación desagradable.
Astu estaba desconcertado. ¿Por qué se sentía tan aterrado? Cuando escuchó las palabras del Dios Bestia, sintió un fuerte dolor y pavor. ¿A qué se debía? ¿Era por el estado de esa alma? ¿Por qué?
Pronto Astu tuvo la respuesta.
"Termine con la investigación". Dijo Lumie. "Es…algo sorprendente. Jamás pensé que fuera posible pero hay un ejemplo delante de mí. Es un alma que escapó de su mundo original. Por deseo y fuerza de voluntad propia, rompió con las cadenas de su plano y viajó hacia otro mundo"
"Si que tiene valor"
Sonrió el Dios Bestia. Este Rimu era una persona poderosa, que no temía la montaña delante de él. Había logrado escapar de su mundo original por cuenta propia. Había conseguido algo que él se había rehusado a pelear. Sin lugar a dudas, era más valiente de lo que podría ser alguna vez.
"Humano…Él…él es…"
BUM BUM
El corazón de Astu latía cada vez más de prisa. Sentía el retumbar en sus oídos, mientras sudor empapaba las palmas de su mano.
"El actual Rimu es en realidad Jael. Escapó del mundo y te siguió. Él vino por ti humano"
Astu cayó de rodillas al suelo. Presionó su pecho y trató de regular su respiración. Jael lo había seguido. A pesar de los riesgos, y la locura que eso suponía, se aferró a él y luchó contra las reglas de su plano.
Ahora podía comprender sus emociones. Podía entender porqué se había sentido tan cercano a él y lo apreciaba de esa forma. Se trataba de Jael; su hermano; siempre había sido él.
Astu sonrió. Estaba experimentando el segundo momento más feliz de toda su vida. El primero había sido el reencuentro con su hombre y ahora con Jael. Su pecho saltaba de felicidad. Jael ya no iba a seguir sufriendo por esa trama sin sentido sino que iba a poder viajar con él. Era un privilegio que no esperaba, pero que había caído como un regalo del cielo.
Astu respiró hondo y trató de calmarse.
"¿Lo conoces mocoso?"
"Fue mi hermano en otro mundo. Creamos un vínculo especial, que puede haber sido el causante de impulsarlo a escapar". Astu miró atentamente al Dios Bestia. "Hemos encontrado a tu anfitrión. Harás un contrato con Rimu y salvarás su alma"
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Astu abrió los ojos. Derrotó esos pesados párpados, pegados entre sí, y se despertó de su largo sueño.
Cuando las imágenes se tornaron claras a su alrededor, identificó a Yaax y a Rimu conversando a su lado. Se callaron en el momento en el que notaron su estado.
"¿Despierto?"
Yaax acarició la mejilla de Astu. Su mano estaba tibia y callosa, pero aún así se sentía agradable para él.
"Astu ¿cómo te sientes? ¿Estás cansado? ¿Te duele alguna parte de tu cuerpo?"
Astu esbozó una sonrisa al verlo. Rimu y Jael podían tener distintos cuerpos, pero su esencia seguía siendo la misma. Para ambos, su estado de bienestar era lo primordial. ¿Cómo no podía sentir cariño por una persona así?
Impulsado por sus sentimientos, Astu se levantó y lo abrazó fuertemente. Las telas que cubrían su cuerpo, descendieron al compás de sus movimientos. Astu abandonó el calor que lo cobijaba para refugiarse en los brazos de esa persona con la que había experimentado toda una vida en familia.
Yaax frunció el ceño. Observó con descontento como su bebe abrazaba a otra persona. No pudo evitar emitir una fragancia agria, característica de los celos.
"Gracias"
Pronunció sutilmente Astu. Rimu apenas pudo escuchar su balbuceo, el cual no pudo comprender bien. ¿A qué se debía su agradecimiento?
Lo que Astu le había tratado de transmitir es: gracias por seguirme, acompañarme y convertirte eternamente en mi familia.
"Suficiente"
Yaax no soportó más los celos y apartó bruscamente a Rimu. Sujetó con fuerza a Astu y lo sentó en su regazo. Su bebé sólo podía permanecer cerca de él y de nadie más.
Astu rio y dejó caer un beso en las comisuras de su boca. Calmó rápidamente el corazón agitado y agrio de su hombre.
"¿Ya todo terminó?"
"Si. La tribu lobo pagó por sus actos y no volverán a ser una amenaza. Estamos a salvo"
Astu asintió y se relajó en los brazos de su hombre. Aspiró su inconfundible aroma, sintiéndose satisfecho, cómodo y seguro. Su corazón se sentía completo. Estaba rodeado por dos personas que significaban mucho para él; aunque su hombre seguía teniendo un lugar especial en su corazón.
Rimu contempló la dulce escena sintiéndose desplazado. Su hermano lo abandonaba cada vez que ese hombre estaba cerca. No podía ocultar el intenso amor que sentía por él.
Quizás podría darle una mano y convencer al curandero. Este hombre no parecía ser una mala persona y de seguro haría feliz a Astu.
"Bueno, será mejor que regrese a la carpa de enfermos. Todavía me queda trabajo por hacer"
Astu se sorprendió.
"¿Trabajo? ¿No curé a todos los pacientes?"
"Si, pero algunos resultaron heridos durante la guerra"
"¿Debería curarlos?"
Yaax intervino en la conversación. Sus brazos envolvieron con mayor intensidad a Astu.
"No". Comentó con severidad. "No vuelvas a hacer uso de tus poderes hasta que no estés completamente recuperado"
"Si, Yaax tiene razón. Te desmayaste por agotamiento. Aprovecha este momento para descansar. No hay nadie grave que necesite ser sanado, asique no te preocupes"
Astu asintió en comprensión y se despidió de Rimu. La tienda quedó habitada únicamente por dos personas que se aferraban con firmeza y compartían su calor corporal.
Yaax acarició el largo y sedoso cabello de Astu. Jugó con sus mechones oscuros, enroscándolo entre sus dedos y besándolos de vez en cuando.
"Cuando llegue la primavera nos casaremos"
Astu se acurrucó en sus brazos. Buscó la posición más cómoda y cerró los ojos. Colocó su cabeza en la abertura del cuello de Yaax y respiró hondo, dejando que su aliento caliente golpeara contra su piel.
Yaax se estremeció ante su contacto y lo presionó aún más fuerte entre sus brazos.
"Si"
Fue todo lo que pronunció Astu.
Ambos permanecieron en silencio, descansando uno al lado del otro. Lo más difícil ya había pasado. El invierno estaba llegando a su fin y muy pronto arribaría la primavera.
La tribu había sobrevivido y solo restaba por que se hicieran más fuertes para el próximo invierno. Les quedaba un largo camino por recorrer, pero mientras tanto, se tomarían las cosas con calma.