-Es así...-
No niego que me hubiera gustado que mis soldados pudieran usar magia, pero tienen una gran aptitud con las armas, por lo que no estoy tan arrepentido.
-Sigue trabajando-
-A su orden-
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Mientras caminaba de regreso al gremio no puede evitar darle vueltas al asunto.
-Magia... ¿como podemos defendernos contra eso?-
Si la ciudad llega a mandar magos estaremos en problemas.
Podríamos poner trampas para matarlos, pero... no se si caeran en ellas.
Mientras pensaba en eso llegue al gremio.
Al entrar note que Numero 1 y Numero 2 ya estaban dentro.
-¿Ya terminaron?- Pregunte
-General, terminamos de enterrar las minas, estamos a la espera de ordenes- Dijo Numero 1.
-Por ahora pueden ayudarme con una pequeña tarea-
--Estamos a sus órdenes--
-Síganme-
Sali del gremio y me dirigí hacia una de las casas.
Ya adentro busqué hasta encontrar ropa femenina.
-Pónganse esto-
--Enseguida--
No me dieron tiempo a salir cuando ya se estaban desnudando.
-No no, esperen a que salga-
Sali rápidamente.
Después de unos minutos salieron, estaban igual que los civiles, con ropa sencilla y simple.
-Quiero que corran y alcancen a los aldeanos, ustedes los seguirá y nos dirán todo lo que pase- Diciendo lo anterior les pase un par de Walkie-talkie.
-Lleven suficiente comida para no sufrir hambre, también lleven sus armas y un par de cargadores por si acaso-
-A la orden-
Con esto podemos pensar en un plan según lo que pase.
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Mi nombre es Numero 1.
Un día simplemente aparecí, no tengo recuerdo de haber hecho algo antes.
Lo primero que vi fue a un hombre, no sabía quién era, pero...
-General-
Sabía que tenía que servirle.
-Tú... ¿Eres mi soldado?-
Obviamente soy su soldado, en cuanto a mi nombre...
-Soldado Numero 1 a sus órdenes-
Desde entonces sigo fiel mente sus órdenes.
Hoy nos ha llamado a Numero 2 y a mí, tenemos que perseguir al grupo de aldeanos y dar información sobre todo lo que hagan, es un trabajo fácil, supongo.
Junto a Numero 2 recogimos comida, nuestras armas y varios cargadores, luego corrimos en la dirección en que se fueron los aldeanos.
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El camino fue silencioso, aparte del viento golpeando mi cara no escuche ningún otro sonido.
Paso el tiempo y por fin pudimos ver a algunos aldeanos caminando.
Disminuimos nuestra velocidad y comenzamos a seguirlos.
Durante el camino se veía como los aldeanos hablaban entre ellos, diciendo quien sabe que.
-Voy a caminar cerca de ellos y ver que dicen, Numero 2, quedas en espera- Dije
-Intenta no acercarte mucho, nuestra imagen dejo un impacto en sus cerebros, es posible que te reconozcan-
-Lo sé-
Comencé a adelantar el paso.
Poco a poco me acerque a los aldeanos hasta quedar a pocos pasos de ellos.
-Esa casa era todo lo que tenia...- Una de las mujeres estaba llorando mientras abrazaba a otra.
-No te preocupes, somos ciudadanos del Reino Kal, no nos dejaran impunes ante un acto tan bárbaro- Dijo otra mientras rechinaba los dientes
-Espero que la ciudad actúe rápidamente, se acerca el invierno y todavía tengo que cuidar mis cosechas- Dijo un hombre
-Solo podemos esperar lo mejor- Dijo una joven
Parece que tienen gran Fe en la ciudad a la que van.
Habrá que reconsiderar nuestra estrategia dependiendo de sus refuerzos.
El tiempo paso lentamente hasta que comenzó a anochecer.
-¡Vamos a acampar!- Una voz fuerte sonó del frente.
Todos los aldeanos se detuvieron.
Caminamos fuera del camino hasta un pequeño claro cerca del bosque, luego nos detuvimos.
Algunos aldeanos se desplomaron por el cansancio.
-Los aventureros irán a cazar algunas presas, esperemos que sea suficiente para todos- Sonó la misma voz.
Algunos aldeanos murmuraron sobre si iban a comer o no.
Yo me senté un poco alejada del grupo, lo suficientemente lejos para que no me notaran y lo suficientemente cerca para escuchar lo que dicen.
Mientras veía al rededor observe como un hombre bajo y con bigote gritaba órdenes.
Posiblemente él sea el señor del pueblo Lila pues todos le hacen caso.
Paso el tiempo y los aventureros que entraron al bosque volvieron con algunas presas.
Aunque la cantidad era tan poca que no podría alimentar a las al menos 300 personas que había aquí.
Suerte que yo traía mi propia comida.
Con cuidado de que no me vieran la saque y comí un poco.
Paso el tiempo y solo menos de 50 personas pudieron comer lo que los aventureros habían traído, pero por lo que dijeron mañana dedicarán más tiempo para cazar más, por lo que más personas comerán.
-Duerman, mañana será otro día de caminar- Luego de que dijeran eso las fogatas creadas se apagaron, todo el lugar se volvió inmediatamente oscuro.
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Pasaron los días y la rutina fue la misma, caminar todo el día y comer en la noche.
Algunas de las personas mayores y niños habían caído en el camino, así que un grupo de aventureros se quedó con ellos cuidándolos mientras nosotros llegábamos a la ciudad.
Por suerte nadie noto que yo estaba en el grupo.
En el sexto día por fin se pudo ver un gran muro de piedra en el horizonte.
-Dentro de poco llegaremos a Ciudad Rosa- Grito el señor de la ciudad.