¿Crees que la vida es justa?
Yo no.
Mi familia y yo hemos vivido con nuestra gente en el bosque durante generaciones, nos apegamos a las doctrinas de la diosa, algo que las demás razas parecen olvidar cada vez más con cada generación.
Vivimos sin provocar a los demás y ayudamos a los viajeros perdidos pero conforme las demás razas se volvieron más numerosas que nosotros, también se volvieron codiciosos.
Persiguieron nuestra belleza para saciar su lujuria o nuestra sangre en busca de poder y vitalidad, aún así no perseguimos ciegamente la venganza, en su lugar decidimos adentrarnos más en el bosque y distanciarnos de los demás.
Pero no fué suficiente, cada año nuestros pueblos eran asaltados en busca de presas que capturar, los nuestros eran raptados para no volver a ser vistos.
Hace dos semanas en mi pueblo le permitieron la entrada a un grupo de humanos, parecían inofensivos y lograron engañar a los ancianos, dijeron que solo se detendrían para descansar, incluso ofrecieron alimento y bebida a los aldeanos en agradecimiento.
Pronto se volvió una celebración pero ese fué nuestro mayor error, la bebida estaba envenenada con un potente paralizante, una vez que los aldeanos cayeron comenzó el infierno.
Esos malditos masacraron a los hombres y usaron a las mujeres como juguetes para después matarlas también, para mí suerte o peor aún para mí tormento, a mí solo me golpearon, dijeron que necesitaban un solo prisionero virgen para algún encargo.
Después de dejarme atada y amordazada esos malditos me han golpeado durante días, ya casi no siento nada en el cuerpo por el dolor pero lo que me ha mantenido consciente es un solo deseo.
Justicia. Día y noche he orado a la diosa, si realmente existe, si realmente está ahí y se preocupa por nosotros, le pido que envíe a alguien que me dé justicia.
Estoy dispuesta a entregar todo mi ser a cambio de que se me cumpla este deseo, quiero justicia pero se que no soy capaz de tomarla con mis propias manos, me faltan la fuerza y el coraje para hacerlo, por eso sigo orando aunque se que nadie va a responder, me niego a aceptar que mi destino está sellado aún.
Hacía varios días desde que salimos de la aldea y estaba como de costumbre dentro de una celda en la carreta cuando un fuerte sonido llegó a mis oídos, gritos y el inconfundible sonido de espadas chocando eran perceptibles desde fuera de la carreta, demonios estaban matando a los humanos, deben estar detrás de mi también, los demonios ansían la sangre de los míos en busca de la inmortalidad.
Por si mi situación no era lo suficientemente mala… ahora seré asesinada por demonios, la poca esperanza que mantenía en mi corazón comenzó a perderse rápidamente, ¿Acaso es mi destino realmente morir? ¿Por qué todo tuvo que terminar así? ¿Acaso cometí algún pecado que justificara lo que me sucedió? Mi mente se sumió lentamente en la desesperación, todo el miedo, odio y tristeza que había escondido hasta ahora comenzó a desbordarse, me senté en el suelo abrazando mis rodillas, una lágrima escurrió por mi mejilla, la impotencia aplasta mi corazón y mi propia debilidad me lastima, al final todo lo que puedo hacer es esperar en silencio mi destino, tras un rato de escuchar la batalla los sonidos se detuvieron completamente
Para mí sería mejor que todos se mataran entre sí, pero todavía podía oír las voces de esos asquerosos comerciantes humanos, parece que alguien los salvó al último momento.
No obstante algo me inquieta, hay un sentimiento en mi pecho que me dice que mi salvación está cerca, que mi deseo se encuentra al alcance de mi mano, todo lo que tengo que hacer es extenderla y obtendré lo que deseo.
Con mis pocas fuerzas restantes intento arrastrarme desesperadamente hacia fuera de la carreta pero unos fríos barrotes de hierro me lo impiden, aún me encuentro dentro de una jaula.
Desesperada intento gritar lo más fuerte que pueda, no quiero que mi oportunidad se escape, yo misma no entiendo el origen de este sentimiento, es posible que todo sea un engaño, que todo sea una ilusión pero en este punto estoy dispuesta a tomar incluso la más mínima esperanza.
Una mordaza silencia firmemente mis gritos no importa que tan alto lo intente, las lágrimas caen por mi rostro cuando pienso en qué tal vez lo que sea que se encuentre allá afuera ya se esté marchando, sacudo todo mi cuerpo con violencia para intentar llamar su atención en lo más mínimo, abriendo heridas en mis tobillos y muñecas atadas pero finalmente mis últimas fuerzas se agotan.
Caigo boca arriba al frío suelo sollozando, todo está perdido, ya no tengo esperanza.
De repente una luz segadora entró a mis ojos, pensé que se trataba de alguno de esos humanos que venía a golpearme por causar un alboroto o tal vez para liberar estrés pero cuando mis ojos se adaptaron a la luz pude observar un rostro diferente.
Finas facciones que le daban un aspecto hermoso, digno y estoico, una piel ligeramente bronceada libre de cualquier imperfección, sin duda se trataba de un humano, pero era extremadamente guapo, su largo cabello dorado cubría ligeramente sus ojos violetas cristalinos, sus cejas pobladas le daban un aspecto rudo pero sus ojos solo mostraban una infinita compasión, por un momento quedé aturdida, sin palabras.
Entonces este hombre subió a la carreta, era alto, tal vez de 190 centímetros y portaba un extraño atuendo, una especie de prenda negra con tonos metálicos ceñida al cuerpo que revelaba una gran musculatura.
Él se acercó a mi jaula y con una mano arrancó el candado dejándolo caer al suelo, luego abrió la puerta y se acercó lentamente a mí, por alguna razón su aura me daba tranquilidad así que no me alejé de él ni tampoco me resistí cuando él quitó con delicadeza mis ataduras.
Aún después de liberarme ni él ni yo nos movimos y permanecí en una posición muy cercana a él, podía sentir su calida respiración en mi rostro, sin previo aviso me rodeó con los brazos para acercarme a él en un tierno abrazo, todas las emociones de mi corazón salieron de mí en forma de lágrimas.
Durante unos segundo seguí llorando sobre él dejando salir todo el dolor, enojo y desesperación de los últimos días, no quería separarme, aquí me sentía segura por alguna razón.
De repente una cálida sensación circuló por mi cuerpo, reduciendo el dolor, finalmente él habló con una voz baja en mi oído.
- Espera aquí un momento, tengo que encargarme de algo -
Tras decir eso, me recostó suavemente fuera de la celda y salió de la carreta, pude ver cómo la expresión de su rostro cambió de la simpatía a la rabia y el odio extremos cuando salió así que me imagino lo que va a hacer pero no me importa, yo prometí a la diosa entregar mi todo a cambio de justicia y no pienso olvidarme de mis palabras, desde este momento y para toda la eternidad mi vida está en sus manos, yo me convertiré en su fortaleza, su confidente y si lo desea, su escudo... todo para mi salvador y mi héroe...