Los días fueron pasando y Sara no solo fue cicatrizando sus heridas emocionales, sino además empezaba a demostrar su intenso amor hacia Nick con mayor énfasis.
Adoraba a sus bebes, en especial a Anthony por ser igualito a Nick en todo sentido. Por supuesto que el rubio sentía especial amor hacia Ana, la beba, ya que su condición de niña la hacía parecida a Sara.
El señor Archer era un abuelo baboso, porque se desvivía por sus nietos. Ésto le fascilitaba las cosas a Nick para ocuparse de esa maldita agencia que amenazaba a su familia continuamente.
Sara sabía que Nick haría hasta lo imposible por cuidarlos, pero exponía su vida en continuo peligro. Y lo último que deseaba era perderlo. Ahora que al fin lo había encontrado no iba a soportarlo.
Esa agencia le arruinó la vida, y no permitiría que siga desvastándola, ni amenazando a su beba, su preciosa Ana.
Esa tarde Sara salía de casa rumbo al sitio donde había quedado en verse con Nick, cuando su celular sonó.
Era su amado dorado, sonrió y atendió.
- Hola mi amor, estoy en camino.
-Estupendo porque si no obedeces nuestras órdenes Nick muere y recibirás su cabeza en una caja por correo.
La voz metálica resonó del otro lado y Sara supo que se trataba de la agencia. Tenían a Nick. Cerró los ojos con pesar.
-¿Qué quieren?
-Bien, al fin estás entendiendo que luego de tu alta traición jamás te librarás de tu castigo.
-Repito ¿qué quieren?
-A tí Sara, solo a tí
-¿Por qué a mí?
-Porque eres la chica imperfecta. Y te volverás la esclava perfecta.
- ¿Dejarán...tranquilos a mis bebes?
- Por supuesto
-¿Liberarán a Nick? ¿No volverán a molestarlo nunca más?
- Será liberado inmediatamente. Ven al lugar donde todo empezó Sara.
Luego colgaron, la joven lloraba amargamente. No quería regresar a ese infierno, por dios que no deseaba eso. No quería separarse de Nick ni de sus bebes. Pero ¿qué más podía hacer?
Mientras se dirigía al sitio donde fue secuestrada la primera vez, Sara pensaba en su amado Nick.
Te amo Nick, eso jamás cambiará. Precisamente porque te amo tanto, es que no soportaría saber que tuve la posibilidad de salvarte y no lo hice.
Al llegar al lugar empezó a temblar, debido a todos los recuerdos que empezaban a agolparse en su mente, justo cuando había comenzado a olvidar.
Un auto negro se detuvo y unos hombres robustos salieron, se dirigieron a ella y le amarraron las manos por detrás mientras le colocaban una cinta plateada en su boca.
Instantes después la subieron al interior del auto donde le quitaron los zapatos y le ataron los pies. Sara respiraba entrecortado, había regresado al infierno mismo.
El auto se puso en marcha, mientras que un desconocido sentado junto al chofer volteaba para contemplarla con burlista expresión.
- No quisiste ser la chica perfecta. Mal por tí. Ahora serás la eslcava perfecta. Pero tu esposo aristócrata está a salvo ya y tus hijos crecerán libres y sin amenaza alguna.
Luego volteó otra vez, sacó su celular y marcó un número. Al poco tiempo dijo:
- Listo, tenemos a la traidora.
Sara lloraba en silencio, ya que era consciente sobre lo que le harían, además de saber que nunca más volvería a ver a su amada familia.
Lejos de ese lugar Nick era liberado por sus secuestradores quienes lo tenían en un auto.
- Agradecele a tu juvenil esposa. Eres libre porque Sara se entregó a nosotros. Por supuesto que no volverás a verla nunca más.
-¡No crean que triunfaron malditos! ¡Salvaré a mi esposa!¡Salvaré a Sara! ¡Y los hundiré a todos ustedes!
- Muy gracioso. Por más aristócrata que seas, jamás encontrarás a Sara y de más está decir que nunca nos podrás tocar un pelo. En cuanto a los individuos que asesinaste, la agencia te está eternamente agradecida ya que debían ser castigados por traidores. Como verás, no nos gusta la deslealtad.
Luego lo empujó del auto, estando aún en movimiento, arrojandolo al pavimento para seguir avanzando y desaparecer entre la multitud.
Nick tenía las manos amarradas a su espalda y sus tobillos atados también. Respiraba entrecortado.
- Ayúdenme....por favor....por favor....Sara...mi amor....te....te salvaré...
La oscuridad se apoderó del rubio en ese instante perdiendo así la consciencia.