Aquel día, como de costumbre, una pequeña de 6 años merodeaba a escondidas por la Gran Fortaleza Flotante, ahora llamada así, aunque su nombre original es otro, se perdió en el largo pasar de los años. Pero en "sus escapadas" Iris Barker, la pequeña de 6 años, escucho la mención de aquel misterioso nombre sin darle importancia y probablemente ni conciencia.
Para sus padrinos, encargados de su cuidado, siempre sería un dolor de cabeza cada que Iris quisiera desaparecer y ellos... bueno, que no quisieran perderla de vista era algo, pero aunque Iris no lo sabía, su madrina tenía una forma de encontrarla aun si la pequeña usaba su magia única de invisibilidad que la hacía casi imposible de encontrar para la gran mayoría de personas.
Cuando la magia de Iris se manifestó por primera vez, Iris tenía 2 años y su activación fue involuntaria, por lo que sus cuidadores pasaron cerca de 3 inolvidables horas buscando a la niña que estuvo dormida en su cama todo el tiempo sin dar señal alguna de estar ahí, pero ya sabemos como son los niños, especialmente los que usan magia, ¿cierto?.
Sin embargo, aquel día, 4 años después, bien pudo haber escuchado el mayor secreto de la fortaleza y no darse cuenta hasta mucho después.
Apenas lanzo su magia y desapareció a los ojos del mundo, Iris siguió la misma ruta de siempre; pasillo a la derecha, frente a la habitación de sus padrinos, hasta llegar a una puerta sencilla, pero pesada de madera que tras su leve rechinar aguardaba una biblioteca tan grande que bien podría haber una docena de enormes dragones volando con espacio de sobra en ella, eso sin exagerar, pero lo que más le fascinaba a Iris de aquel sitio era el gigantesco árbol en el centro que conectaba sus parpadeantes raíces lapislázuli con cada estante de la biblioteca, pues, en lugar de dar frutos, este misterioso árbol hacía crecer libros.
Incluso sin su magia única, una vez dentro de aquella biblioteca se volvía imposible encontrar a alguien. Si te preguntas la razón, es debido a su extrema abundancia de maná en el ambiente, pero ese maná pertenecía a las raíces del árbol y de alguna manera era lo que creaba los millones de libros que había en ese lugar.
━ Es precioso ━ Pensó Iris todas y cada una de las veces que vio aquel gran árbol, pero después de la contemplación diaria se dirigía a entrar al interior de este, o bueno, a intentarlo, puesto que nunca lo había logrado a pesar de que vio a su madrina desaparecer en él repetidas ocasiones, pero por más que lo intento, jamás pudo ver como o por donde lo hacía, cosa que solo terminó alimentando más su obsesión con entrar.
Frustrada, dio vueltas alrededor del árbol por un rato hasta que por un infantil descuido tropezó con su amarillento vestido pálido que se arrastraba muy ligeramente por el suelo debido a que le quedaba grande, pero solo un poco.
Siguiendo el cliché de cualquier trama genérica, Iris encontró la entrada por aquel accidente; cuando tropezó, manoteo por puro reflejo y tratando de sujetarse del árbol, lo traspaso inconscientemente con el sonido seco de su caída.
Cuando se levantó, la pequeña Iris escaneo la habitación; había un estante lleno de libros de apariencia mitológica, una elegante espada de doble filo con una gema azul en la empuñadura, al lado, una enorme daga de aspecto extraño permanecía enfundada y al final de la habitación había una decorosa puerta de madera.
Como a la pequeña Iris parecían gustarle mucho los clichés, fue hacia la puerta con la intención de cruzarla, pero un par de voces al otro lado de su meta la detuvieron.
━ Está listo Otto, pero sabes qué pasará si esto falla, ¿verdad? ━ La pequeña Iris reconoció esa voz, pues era la de su padrino, quien había sido un padre para ella, Reinhrd Rogdraing. ━ Sí, pero ━ Continuo la otra voz ━ también sé lo que pasará si funciona, además, es de suma importancia encontrar la piedra de Imus antes que "ellos" ━.
━¿Estás seguro de que ellos también la están rastreando? Sinceramente, me resulta difícil de creer que se enteraran de su existencia ━.
La charla continuó por un rato más, pero todo lo que Iris a su corta edad alcanzó a entender fue que tenían que impedir que alguien pudiera obtener la piedra de Imus o sería malo para ellos, por supuesto, entendió la seriedad del asunto por la gran tensión en las voces provenientes del otro lado de la puerta y conformándose con descubrir la entrada por esta vez, decidió que era mejor salir del lugar, pues si su padrino Reinhrd la descubría ahí escuchando a escondidas, era muy probable que la castigarían.
Iris era una niña más inteligente de lo que debería a su edad, pero los clichés la perseguían a donde fuera, por lo que incluso si era inteligente, su irremediable imprudencia opacaba su brillantez intelectual.
Cuando dio el primer paso hacia la salida, una presión repentinamente abrumadora la cubrió en cada célula de su cuerpo, y paralizándola, parecía decirle "te encontré" con arrogancia y opresión.
Instantes después, el mundo se le volvió negro e Iris no supo más.