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Chapter 48 - CAPÍTULO 48 LAS PREOCUPACIONES DE UNA DAMA

Perspectiva: Katherine.

Mirusmari, Mercurak 30 de December del 1575.

Al conseguir romper la maldición de Agis, pensé que los días de verlo retorcerse en agonía, habían terminado; sin embargo, la vida es muy injusta con aquellos que no lo merecen. A pesar de todo el sufrimiento que ha experimentado hasta ahora, todavía debe enfrentar mucha adversidad, pues el uso prolongado de los grilletes que absorben Poder Mágico, ha generado un trastorno en su magia, ocasionando que todos sus hechizos fracasen, y en algunos momentos, se producen fuertes explosiones, señalando una penalización por Falla y Omisión respectivamente. Como es bien sabido, cometer varias penalizaciones consecutivas, también da pie a otra llamada Sucesión, perdiendo la totalidad de sus Unidades Mágicas; en consecuencia, siempre que Agis se dispone a practicar sus hechizos, inevitablemente se ve sometido a un gran dolor en todo el cuerpo, ya que al estar en ceros, incurre en otra falta conocida como Agotamiento, dando como resultado un círculo vicioso lleno de sufrimiento.

Como la Santa que soy, no tardé en revisar la condición de mi Agis, con el fin de hallar una solución a este efecto secundario de esos grilletes; desgraciadamente, el único remedio es el tiempo y la práctica, ya que su cuerpo necesita habituarse de nuevo al Poder Mágico, luego de "atrofiarse" por ser privado de él tantos meses. Dicho esto, mi querido Agis debe practicar magia todos los días para recuperarse completamente, aunque signifique sentir un gran dolor. Por supuesto, no todo son malas noticias, pues ahora puede usar habilidades, Artefactos Mágicos, así como Objetos Mágicos y encantados con normalidad, además de que lo veo muy motivado y enérgico, algo que me hace muy feliz. Estoy segura de que mi amado Agis volverá a estar como antes dentro de un par de semanas más, solo es necesario un poco de paciencia y perseverancia.

Naturalmente, las demás se encuentran muy contentas sabiendo que Agis ya no sufrirá por la maldición, y un tanto preocupadas al ver que no puede lanzar hechizos; no obstante, el principal motivo, es que mi Agis es mucho más alegre y apasionado con todas. Antes, él era bastante moderado en el trato con nosotras, obviamente, de vez en cuando nos tocaba, abrazaba, besaba, y decía cumplidos, pero no lo hacía con la frecuencia que una mujer esperaría de su esposo; según él, se comportaba de esta manera, porque no quería que malinterpretáramos sus intenciones, pensando que querría tener sexo o algo parecido; por lo visto, mi querido Agis cree que somos unas pervertidas que solo pensamos en eso. Ahora es mucho más osado, pues nos abraza, besa, acaricia y pronuncia halagos frecuentemente; incluso realiza comentarios candentes sobre nuestro cuerpo, algo que nos hace amarlo aún más, haciendo que nuestra relación sea más transparente y profunda.

Personalmente, debo decir que estoy viviendo los días más felices de toda mi vida, y no puedo sentirme más complacida con la nueva actitud de Agis. Aunque no me guste admitirlo, tal vez mí amado Agis tiene razón cuando dice que somos muy pervertidas, pero no se puede evitar, a todas nos gusta mucho estar con él, tener sexo, que nos bese, abrace, acaricie nuestros cuerpos, y diga que somos hermosas; en mi caso, pasé años sin experimentar ninguna sensación de bienestar o satisfacción, por lo que me es imposible controlar el placer que siento cuando me toca, de hecho, a medida que pasa el tiempo, me agrada aún más, por lo que no tengo intensión de contenerme, ya estoy harta de eso.

Por otro lado, el hecho de que tengo que ocultar mi matrimonio, me está molestando desde hace tiempo. Cuando salimos a citas u otros eventos, no puedo portar con orgullo la hermosa gargantilla que me obsequió por medio de Bayardo; me encantaría usarla frente a todos, y así no sentirme inferior ante las demás, ni tener que inventar excusas estúpidas a periodistas y demás personas, que preguntan la razón por la que siempre estoy con él. Francamente, todavía no entiendo la razón detrás de esto, soy la Santa de la Curación, creo que tengo la suficiente influencia para lograr que los fieles acepten a Agis como mi esposo, y no cause tanto revuelo; dicho esto, tengo la intención de disuadir a mi mentora, para hacer pública mi relación y no tener que mentir ni improvisar pretextos.

Ahora mismo son las 7 de la mañana, así que es muy temprano para hablar con mi mentora, por tanto, primero voy a visitar a mis padres, con el fin de comprobar que se encuentran bien, y darles un poco de dinero para que no tengan dificultades económicas. Agis me enseñó el valor de la familia, y despertó en mí el amor por ellos; pensé que con el tiempo, podríamos desarrollar una buena relación, parecida a la que posee la familia Jardiel; no obstante, mis esperanzas fueron aplastadas. Con el paso de los años, me percaté de que Padre y Madre, no son, ni por asomo, buenas personas, y tampoco saben cómo criar niños; Madre es una mujer temperamental, agresiva y solo se interesa en el que dirán; Padre es un pusilánime que únicamente le importa trabajar y gastar su dinero en estupideces. Dichos comportamientos son incorregibles y empeoran cada día.

Cuando me encontraba sufriendo a causa de los tortuosos entrenamientos y demás lecciones, mis padres nunca me visitaron, ni se preocuparon por mí en lo más mínimo; en su lugar, me decían que debía obedecer todo lo que decían las monjas, y prepararme adecuadamente para ser la próxima Santa de la Curación. Posteriormente, tuve que realizar peligrosas misiones a lo largo del continente Humus; aun así, su inquietud fue mínima, y entonces entendí que ellos no saben cómo ser buenos padres; básicamente, mis difuntas hermanas y yo, nacimos porque es necesario tener niños, nada más. Su falta de compasión e indiferencia, son una clara señal de que en realidad no me aman; solo me ven como un familiar al que tienen que atender únicamente por compartir un lazo de sangre.

Debido a estos comportamientos y personalidad desagradable, decidí tomar distancia de mis padres, ya que no tiene caso hacerlos cambiar, o intentar llevarme bien con ese tipo de personas; por ello, me enfoqué en mis propias metas, como hacerme más fuerte, convertirme en una buena mujer para Agis, entre otras. Aun así, los visito de vez en cuando para saber que tienen buena salud, pues para bien y para mal, son mi familia; adicionalmente, si los abandono, sería igual que ellos, por lo que me odiaría a mí misma. De igual manera, me prometí ser una buena madre y esposa, evitando cometer los mismos errores que Madre; no deseo convertirme en una mujer molesta e iracunda, debo ser alguien mejor.

Actualmente, estoy viajando en carruaje a casa de mis padres; ya que el día de hoy el tráfico es muy congestionado, tardo un tiempo considerable en llegar. Al cabo de varios minutos, por fin me encuentro en la entrada principal, toco la puerta y una sirvienta abre la puerta.

- Su Santidad, es un gusto volver a verla después de tanto tiempo. – lo dice en tono formal.

- Buen día, Rútila, ¿Cómo están mis padres? – digo esto mientras ingreso a la casa.

- La Señora Rosalis y el Señor Sérvio gozan de buena salud, ahora mismo se encuentran desayunando en el comedor. – responde con cortesía.

- Ya veo, voy a saludarlos. – me dirijo al comedor con pasos llenos de confianza.

Obviamente, Rútila no es la única sirvienta en esta casa, también existen otras 5 que junto a ella, se encargan de atender a mis padres, cocinar, asear la casa, y realizar otros quehaceres. Aunque Madre y Padre pueden valerse por sí mismos, creo que es mejor si cuentan con otras personas, nunca se sabe lo que podría pasar; además, estas sirvientas me cuentan con detalle las cosas que ocurren en este lugar. Mientras camino, Rútila me informa de manera bastante general, los acontecimientos más relevantes, entre otras cuestiones; por lo visto, las cosas se mantienen igual que siempre: Madre pasa la mayor parte del día en la mansión de un noble, chismorreando con una de sus esposas; Padre se queda todo el día en su estudio, analizando reportes de sus inversiones y revisando catálogos para comprar Artefactos Mágicos inútiles.

- ¡Oh! ¡Hija! Así que eras tú la que estaba tocando la puerta, – Padre me saluda con sorpresa al ingresar al comedor – pensé que no querrías visitarnos ahora que estás cuidando al Señor Agis Jardiel.

- Katherine, es bueno verte, veo que estás llevando una feliz vida, eso me alegra mucho. – Madre me habla con amabilidad.

- Buen día, – saludo con educación – solo he venido a ver como están, y parece que se encuentran bastante bien; también he traído el dinero suficiente para pagar todos los gastos de la casa. – hablo sin rodeos mientras tomo asiento.

Aunque Padre y Madre se comportan amablemente, en realidad, es una fachada, una gran actuación, tanto para mantener las apariencias, como para no demostrarles a las sirvientas, que además de ser malas personas, también son malos padres. Por supuesto, ellos saben que estoy casada con Agis, pero sería el colmo de la idiotez, decirlo frente a las sirvientas, pues podría filtrarse al público, y aun no es el momento.

- Discúlpeme por importunar a Su Santidad, pero… ¿ya ha desayunado? Si no es el caso, permítame prepararle algo delicioso. – otra sirvienta me habla tan pronto termino mis palabras.

- Ya he desayunado, pero podrías traerme algo de Qawe y unos bocadillos. – le respondo con tono gentil.

- En seguida se los traigo, Su Santidad. – lo dice mientras se retira a la cocina.

- Gracias Bliselda. – realizo una sonrisa cortés.

Bliselda, Rútila, y las otras sirvientas, son mujeres que valoro mucho, no tanto por su trabajo, más bien, son las únicas empleadas que logran soportar el mal genio de Madre, y las estupideces de Padre; no obstante, estoy casi segura de que lo hacen porque así pueden interactuar conmigo, ya que son fervientes creyentes de la Diosa Fenicia; en consecuencia, debo ser amable con ellas, ya que es difícil hallar personas que puedan convivir tanto tiempo con seres como mis padres.

Continuamos hablando durante un tiempo sobre temas variados; mientras lo hacíamos, Bliselda trajo mi Qawe y deliciosos emparedados. Realmente, no tengo mucho que discutir con ellos, por lo que me limité a escuchar sus desvaríos, y realizar algún que otro comentario suelto; jamás me atrevería a tratar asuntos serios, o consultarles cualquier cosa, estoy segura de que recibiría pésimos consejos. Ahora mismo, pienso que Juno, Egeo, Ceres, Luzbel, y en general, todos los parientes de mi Agis, son mi verdadera familia, e incluso me atrevo a decir que Juno es mi madre de corazón; si necesito conversar con alguien, ella siempre está dispuesta a escucharme, además de que me entiende y apoya, algo que Madre realmente nunca hizo.

Hablando de la familia, debo decir que me siento mucho más cómoda conversando con las otras esposas de Agis, siento que puedo ser yo misma, además de que compartimos una relación mucho más profunda, después de todo, tenemos recuerdos muy importantes entre todas; aunque no me llevo bien con la Princesa Imperial, es solo cuestión de tiempo para reconciliarnos. Reflexionando un poco, Agis es la persona que más me ha dado y mostrado cosas bonitas: me dio esperanza, amistad, cariño y amor cuando más los necesitaba; me enseñó el valor de la familia, lo que implica ser una buena persona, además de otros valores como el compañerismo, humildad, bondad, entre muchos otros; realmente, Agis es mi mundo.

Después de mucho tiempo, mis padres por fin dejan su cháchara, y empiezan a preguntar cosas más o menos interesantes. Increíblemente, ya han pasado varias horas desde entonces, no sé en qué momento se aceleró el flujo del tiempo.

- ¿Cómo se encuentra el Señor Jardiel? – Madre pregunta con curiosidad.

- Está bien, pronto podrá volver a luchar como antes. – respondo con simpleza.

- ¿Entonces pudiste romper su maldición? – Padre me cuestiona.

- Si, aunque todavía necesita más tiempo para recuperarse. – lo digo con una sonrisa optimista.

- Qué bueno; – interviene Madre – cuando vino a visitarnos hace tiempo, se comportó con amabilidad, pero lo noté bastante decaído, dile que vuelva otro día, me parece un hombre muy agradable. – habla en tono alegre.

- Si, si, le diré cuando lo vea, jejejejejeje. – río para disimular mi disgusto.

Seriamente, no quiero que mi Agis vuelva a encontrarse con mis padres, la última vez que vino, me dijo que ellos hablaron muy mal de mí, declarando que soy una hija desagradecida, que los abandoné, además de maltratarlos cuando vengo a visitarlos, y un sinfín de mentiras; lo que más me molesta, es que tienen el descaro de pedírmelo a mí, como si fuera su tonta recadera.

- Agis es un joven muy apuesto, educado y talentoso, en verdad, me hubiera gustado tener un hijo tan bueno como él. – habla con añoranza.

- Sí, claro, de eso estoy segura… – digo esto mientras contengo mi rabia – en fin, [Almacenamiento]… – saco una bolsa con varios Reales y unas cuantas Blancas – aquí está el dinero, debo marcharme ahora, tengo que discutir algo con mi maestra en la Catedral. – dejo la bolsa sobre la mesa, y me pongo de pie, dispuesta a marcharme.

- Como tú quieras, hija. – Padre lo dice a manera de despedida.

- Si ese es el caso, entonces que te vaya bien. – Madre se despide.

- Su Santidad, perdone mi intromisión, pero si gusta, podría quedarse a almorzar, la comida estará lista muy pronto. – interviene Bliselda.

- No te preocupes, – realizo una pequeña sonrisa – debo ir a la Catedral en este momento, de lo contrario, sería complicado reunirme con mi maestra. – hablo en tono de disculpa.

- Entiendo, en ese caso, espero que Su Santidad tenga un buen día. – se despide con educación.

- Gracias.

- Permítame acompañarla hasta la puerta. – agrega Rútila.

- De acuerdo. – me marcho acompañada de la sirvienta.

En el camino, Rútila se tomó el atrevimiento de pedirme una bendición, la cual hice intentando mostrarme amable, aunque realmente odio hacer ese tipo de cosas. Al ingresar nuevamente a mi carruaje, no puedo evitar descargar mi enojo golpeando la pared interior con fuerza; el último comentario de Madre me ofendió muchísimo, ¿Cómo puede decir eso enfrente de su propia hija? Por ese tipo de cosas, es que jamás voy a lograr llevarme bien con ella; en varios momentos, he llegado a pensar que en verdad me detesta. Con pensamientos de rabia e insatisfacción, me dirijo a la Catedral Episcopal de la Diosa Fenicia.

◇◇◇

Al cabo de un tiempo, consigo llegar a mi destino y reunirme con mi mentora; sin embargo, antes de hablar sobre cualquier cosa, me invitó a almorzar, por lo que no tuve más remedio que aceptar, ya que negarme seria irrespetuoso. Para ser sincera, yo quería discutir el asunto de mi matrimonio con Agis, para luego regresar a su lado y comer juntos, pero eso ya no va a suceder. En consecuencia, ahora mismo me encuentro en un comedor sumamente grande y lujoso, acompañada de Ania y varias monjas que se encargan de servir los alimentos.

- Mi niña, quiero decirte que me hace muy feliz comer aquí contigo, no lo hacemos desde hace tiempo. – lo dice con una alegre sonrisa.

- Es verdad, siempre me ha gustado almorzar contigo, maestra. – hablo con tono animado.

- Entonces, que tengas buen provecho, mi niña. – luego de estas palabras, toma una cuchara y empieza a comer.

- Si… – también hago lo mismo.

Durante el almuerzo, charlamos sobre temas triviales, reímos un poco, y disfrutamos de la deliciosa comida. Debo decir que eso ayudó mucho a disipar la ira en mi interior, y olvidar los pensamientos negativos sobre mis padres, por lo que al final fue un buen momento. Posteriormente, mi mentora y yo nos reunimos en sus aposentos, pues ella entiende que el asunto a tratar es importante.

- Y bien mi niña, ¿Sobre qué quieres hablar conmigo? – mi mentora va directo al punto.

- Maestra, he venido a convencerla de hacer público mi matrimonio con Agis; – hablo en tono serio – ya estoy cansada de mentir e inventar excusas, también quiero dejar de sentirme inferior ante las demás, al no poder usar mi gargantilla. – lo digo con honestidad mientras toco mi cuello – Además, creo que cuento con la suficiente influencia para lograr que él sea aceptado por todo el mundo. Estoy segura de que si explico las cosas con claridad, las personas lo entenderán.

- Comprendo, quieres mostrar abiertamente tu amor por mi niño Agis; – se muestra considerada – sin embargo, me temo que aún no puedo permitirlo… – realiza una pausa – sería muy precipitado, y podrían presentarse varios inconvenientes.

- ¿Por qué? No lo entiendo, ¿Por qué es tan difícil decirlo a todo el mundo? – la cuestiono con exaltación.

- Cálmate mi niña, – muestra una expresión tranquila – aunque tengas bastante influencia, todavía habrán personas que no lo aceptarán, y no permanecerán indiferentes; sin duda, tomarán medidas con la intención de dañar a mi niño Agis, ya sea atacándolo físicamente, o creándole mala reputación. – lo dice con rostro serio.

- Si eso llegase a ocurrir, yo y las demás lo protegeremos; – respondo con rapidez – además, Agis es muy fuerte, también es capaz de defenderse. En lo que respecta a las críticas, él y yo estamos dispuestos a hacerles frente.

- No se trata de eso, – mi maestra sacude la cabeza en negación – mi niña, Agis es un hombre talentoso, inteligente y poderoso, una rara combinación; como tal, yo y otras personas esperamos grandes cosas de él. Sí mi niño se ve en vuelto en polémicas y problemas, en el futuro tendría dificultades para asumir cargos importantes, su autoridad sería cuestionada, causando rechazo y desconfianza; por eso es mejor evitar cualquier inconveniente, mientras logra reunir suficientes méritos para que sea reconocido. – habla con tono prudente.

- Maestra, ¿Quieres usar a Agis para los propósitos de la iglesia? – pregunto con tono severo.

- Lo mal entiendes mi niña, – sonríe con astucia – busco lo mejor para él, que alcance su máximo potencial, y use su fuerza para el bien de todas las razas. – se muestra motivada – Ahora más que nunca se requieren personas como mi niño Agis, capaces de hacer frente a poderosos enemigos, y dar esperanza al mundo; por eso he tomado estas medidas.

- ¿Hablas de la Gran Guerra? – la cuestiono con inquietud.

- En efecto, – asiente – mi niño Agis puede convertirse en un gran apoyo, liderando a los mejores caballeros, en lugar de luchar y morir como un soldado raso, ¿Lo entiendes mi niña? – me pregunta retóricamente – Por eso es necesario que demuestre su fuerza asesinando a esos 5 Extranjeros. Por supuesto, voy a proporcionarle todo lo que haga falta para asegurar su victoria y supervivencia; al fin de cuentas, él tiene en sus manos tu corazón, y yo te considero como mi hija. – dice esto mientras se acerca, y acaricia mi rostro con cariño – Tengo confianza en que va a lograrlo, y entonces haré público tu matrimonio con él.

- Ya veo… – respondo con incertidumbre.

Hasta ahora, no había pensado demasiado sobre el futuro, solo he estado disfrutando estos momentos felices; sin embargo, mi mentora tiene razón, dentro de unos años, estallará una cruenta guerra, donde todo el mundo tendrá que pelear para sobrevivir. Siempre he creído que de alguna manera u otra, las 10 razas nos las arreglaríamos para salir victoriosos, como si tal cosa no tuviera nada que ver conmigo; no obstante, luego de luchar frente a frente contra esas abominaciones, entiendo que el éxito requiere sacrificios, por tanto, cientos de vidas han de perderse, para que dicho objetivo siquiera esté a nuestro alcance. Naturalmente, los primeros en morir serán los débiles e incompetentes; del mismo modo, personas ingeniosas y poderosas también perecerán, aun cuando se esfuercen al máximo, pues la vida es muy injusta. En este escenario, si mi Agis tuviera que combatir en una posición inferior, sus posibilidades de supervivencia serian escasas.

- Me alegra que lo entiendas; – levanta mi rostro para que la vea a la cara – sé que mi niño también cuenta con el apoyo de la Princesa Imperial; pero la guerra es impredecible, tal vez los soldados de Ferruarum, no sean suficientes para garantizar su supervivencia en un campo de batalla caótico. – sonríe con confianza.

- Yo… – me muestro vacilante – no quiero que él muera, incluso sería mejor si no lucha, ¿podrías hacer que Agis se quede a proteger una ciudad? – lo digo con ansiedad.

- Es el deber de un hombre luchar por la supervivencia de sí mismo y los suyos. Cuando se abra la Puerta de la Fatalidad, todo el mundo estará bajo ataque; – dice esto mientras se aleja y vuelve a tomar asiento – no hay ninguna garantía de que sea mejor pelear tras los muros de una ciudad. ¿Recuerdas lo que ocurrió en Villa Limes hace años? Aquella vez, la villa sobrevivió gracias a los refuerzos de la División de Fuerzas de Élite, pero, en la guerra, no siempre se cuenta con apoyo, ¿Entiendes?

- … – solo puedo bajar la cabeza y guardar silencio ante esas palabras.

Es cierto, si aquel día no hubieran llegado los refuerzos de la capital, la villa habría sido destruida, y probablemente todos estaríamos muertos. Si los monstruos consiguieron derribar los muros, el resultado sería el mismo con los refugios subterráneos. Escapar de los problemas no es la solución, el único camino es prepararse y hacerles frente. Dicho esto, de ahora en adelante voy a ser más consciente de lo que depara el futuro, no se puede vivir ignorante de los obstáculos, cuando sabes que más adelante hay una montaña.

- No te angusties, todavía hay tiempo, – habla con amabilidad – por ahora, preocúpate por la misión actual, asesinar a los 5 Extranjeros; y si es posible, te pido que castigues a los traidores de las 10 razas.

- Si, maestra. – respondo con esperanza.

- Hace un par de semanas me dijiste que estaban cerca de descubrir el método para romper la maldición de mi niño Agis, ¿ya lo lograron? – me cuestiona una vez más.

- Si, desde hace varios días, pero ha sufrido un efecto secundario de los grilletes, no puede lanzar hechizos, así que necesita más tiempo para recuperarse al cien por ciento. – le cuento la verdad.

- Ya veo… – se muestra un poco triste – aun así, es muy loable que lo consiguieran, ustedes lograron algo que ni siquiera los mejores Curanderos pudieron alcanzar con todo su esfuerzo; sin duda, es una clara muestra de genialidad. – me felicita a Agis y a mí – Cuando mi niño Agis mejore, dile que venga a visitarme, lo recibiré en cualquier momento, quiero hablar con él sobre ciertos temas, además de proporcionarle el equipamiento necesario para eliminar a esos Extranjeros. – habla con firmeza.

- Está bien maestra, se lo diré cuando llegue a casa. – respondo con obediencia.

- Durante la misión, es posible que estos individuos, intenten persuadirlo con ideas absurdas, – habla en tono severo – así que me gustaría que me informes sobre su comportamiento para…

- ¡Agis jamás se convertiría en un traidor! – interrumpo las palabras de mi mentora.

- Tranquila mi niña… – agita las manos con lentitud, pidiendo que modere mi tono.

- Lo siento… – lo digo con vergüenza.

- Sé que mi niño Agis no es una persona que se dejaría engatusar por un Extranjero; sencillamente, percibo que todavía tiene muchas dudas y desconfianza respecto al tratamiento que damos a estos individuos; solo deseo disipar todas sus inquietudes. Por eso te pido que me informes, para hablar con él de mejor manera. – se explica.

- Si eso es lo que mi maestra quiere, entonces lo haré; pero, ¿Cómo debo hacer esos informes? – pregunto con duda.

- No tiene que ser nada complicado, solo debes hablarme por el Dispositivo de Comunicación sobre cualquier conducta extraña, nada más. – lo dice con tono casual.

- Entiendo… – hablo con un poco de nerviosismo.

- Mi niña, no te hagas ideas erróneas, confío plenamente en Agis, solo quiero enseñarle algunas verdades de este mundo. – lo dice con amabilidad al notar mi expresión facial – Él desconoce muchas cosas, pero lo oculta detrás de una seguridad basada en conocimientos escritos. Piensa que puede compensar su ingenuidad leyendo libros, y empapándose de información variada; sin embargo, está tomando el camino más largo, solo quiero ahorrarle un poco de tiempo. – lo dice con una sonrisa.

- Si, maestra. – asiento en comprensión.

- ¿Tienes alguna otra cosa que discutir conmigo? – me pregunta esto, dando por terminado el tema.

- No, eso era todo… – respondo con timidez.

- Entonces puedes marcharte, ahora mismo debo atender otros asuntos… – hace una pausa – espero a ver resuelto todas tus inquietudes. – dice esto mientras se levanta nuevamente.

- Si maestra, gracias por permitirme algo de su tiempo. – me pongo de pie.

- No es nada, mi niña... – luego de estas palabras se acerca y me da un abrazo – Puedes marcharte.

- Si… – salgo de la habitación.

Mientras camino por los pasillos de la catedral en dirección a mi carruaje, me doy cuenta de que estos momentos de paz y tranquilidad son preciosos e invaluables; cuando acaben, Agis, las chicas y yo, enfrentaremos situaciones difíciles, que solo se irán complicando a medida que pase el tiempo; tengo que disfrutar esta situación al máximo. Debo decir que este último mes ha sido de ensueño, experimenté por primera vez en muchos años, lo que es tener una familia, aunque realmente no tenga lazos de sangre con ninguno; también siento que mi perspectiva ha cambiado un poco. Antes, solo me importaba Agis, pero ahora, también me preocupo por Leonora, Camelia, Leta, Aurora, y el resto de las chicas; realmente, las veo como mis preciadas y confiables compañeras. Obviamente, es igual con el señor Egeo, Juno, Ceres, Luzbel, Víctor, y básicamente, todos los integrantes de la familia Jardiel; aunque, no puedo decir lo mismo con Bayardo, las mujeres de Víctor, así como Festo y su par de damas.

Tan pronto llego a la mansión, lo primero que hago es buscar a mi amado Agis, y lo beso en la boca con todo mi amor; durante toda la mañana, mi corazón y mente enloquecen por él. Cuando estoy con Agis, me siento completa, que tengo todo lo que necesito; realmente, quisiera que este momento perdure para siempre.

◇◇◇

Perspectiva: Leonora.

Hasta hace un par de meses, pensaba que me encontraba en el mejor momento de mi vida de casada: aunque Agis todavía sufría esa terrible maldición, teníamos citas, nos divertíamos realizando paseos por la ciudad, y hacíamos el amor todos los días; en resumen, mi felicidad estaba en su punto máximo. En lo concerniente a la maldición, confiaba en que tarde o temprano, los curanderos hallarían la manera de romper el maleficio, solo debía ser paciente y cuidar a Agis con todo mi amor. Sin embargo, la aparición de la Santa de la Curación, Katherine Berdún, acabó con mi racha de alegría, dando paso a una terrible depresión, comparable a la que experimenté cuando mi mamá y hermana, fueron asesinadas por un Extranjero.

Mi derrota ante Katherine, no solo implicó descender en la Jerarquía, también supuso un duro golpe a mi moral, pues significaba incumplir a la promesa que le hice a mi papá, de ser siempre la primera esposa, además de faltar a las costumbres de mi raza; en resumen, me convertí en una despreciable perdedora. Siendo la Princesa Imperial, la magnitud de mi fracaso es aún más grave; como resultado, comencé a odiarme a mí misma, llenándome de pensamientos negativos, carcomiendo mi cordura poco a poco. Afortunadamente, Agis estuvo a mi lado, aun cuando le mostré mi peor faceta; gracias a él, soy capaz de mantenerme en pie, y sobrellevar todo eso. Por supuesto, el principal motivo, es que voy a ser la primera en darle un hijo; de esta manera, puedo decir que estoy cumpliendo mi rol como esposa correctamente, y tal vez, las críticas sean menos severas.

Aunque actualmente ocupo la segunda posición en la Jerarquía de Esposas, en mi país, perder implica caer al último lugar; ser la segunda no sirve ni de consuelo, solo hará que mi familia se sienta aún más avergonzada. Desde que la casa Helladius está al mando del Imperio Ferruarum, la Emperatriz siempre ha ocupado el lugar de la primera esposa; como aspirante a ese cargo, soy una deshonra, y no quiero imaginar la reacción de papá cuando se entere. A pesar de que envío cartas constantemente a mi país, he omitido este detalle, pues quiero hacerlo personalmente, y teniendo a mi hijo en brazos, con la esperanza de apaciguar o compensar mi error, ya que si consigo tener un niño, sería un gran acontecimiento, pues ninguna mujer de la familia Helladius, lo ha logrado en siglos; en consecuencia, me encuentro un tanto apurada por embarazarme y confirmarlo.

En este momento, Agis se encuentra en el patio de la mansión, practicando sus hechizos con calma; por supuesto, las chicas y yo lo acompañamos. También esta Katherine, quien llegó hace unos minutos, y lo primero que hizo, fue besarlo descaradamente; en verdad, esa mujer me irrita. Francamente, me duele ver su condición actual, y me preocupa que pueda lastimarse de gravedad, pues a veces se producen fuertes explosiones. Katherine dice que solo necesita tiempo para recuperarse de ese estado, además de entrenar constantemente. Por fortuna, Agis mantiene un buen ánimo, y no se rinde ante nada; supongo que mi apoyo, así como el de las demás, sin olvidar la visita de sus familiares, han contribuido grandemente en su motivación.

- [Arte Especial: Lanza de Fuego] – Agis activa un hechizo.

En lugar de generarse una lanza llameante, se produce una fuerte explosión, haciendo que Agis ruede por el suelo. Obviamente, todas corremos con angustia a revisar su condición, y curarlo si es necesario.

- ¡Agis! ¡Querido! ¡Espero que no esté herido! – todas hablamos al mismo tiempo.

- Mi Amor, ¿Estás bien? – pregunto con tono preocupado.

- Sí, estoy bien, no se preocupen preciosas. – lo dice con voz dolorida, mientras lo ayudamos a levantarse.

- Aun así, déjame revisarte… – interviene Katherine – mmmm, parece que no fue nada grave, pero, puedo lanzar un hechizo para aliviar el dolor. – dice esto luego de observar el cuerpo de Agis con detenimiento.

- No es necesario, tendré cuidado la próxima vez. – realiza una sonrisa.

- Si… – Katherine responde con simpleza – ¡Ah! Agis, quiero decirte algo. – hace un gesto de recordar.

- ¿Sí? – se muestra curioso.

- Hace rato hablé con mi maestra, fui a verla para discutir sobre hacer público nuestro matrimonio, por eso no pude venir a almorzar… – hace una pausa – en resumen, me dijo que lo hará cuando termines la misión de matar a los 5 Extranjeros, ¿no te parece increíble? – habla con felicidad.

- Por supuesto, ya lo suponía, jejejejeje. – Agis ríe con gracia.

- ¡Oh! También me dijo que tan pronto te recuperes, debes ir a visitarla, mi maestra quiere darte equipo nuevo, y todo lo que necesites para acabar con esos bastardos. – se muestra animada.

- Ya veo... – Agis hace una expresión de incertidumbre – no te preocupes, lo haré.

- Mi Amor, no tienes que estar nervioso por la misión, y nadie está presionando por tu recuperación, recuerda que puedes contar con nosotras siempre. – digo esto con tono amable.

- ¡Es verdad! ¡Puedes contar con nosotras para lo que sea! ¡No hay afán, necesitas tiempo para estar al ciento por ciento! – varias de las chicas pronuncian palabras de aliento.

- Gracias chicas, por eso me estoy esforzando tanto. – sonríe una vez más – ahora voy a continuar mi práctica. – se aleja de nosotras y se sienta en el césped a meditar.

El método de entrenamiento de Agis es bastante sencillo: lanza un hechizo, y como obviamente va a fracasar, medita unos 15 minutos para volver a intentarlo; esto es con el fin de evitar cometer 2 penalizaciones consecutivas. Aunque realmente no es necesario meditar, él dice que así mejora su concentración e imaginación, por lo que, desde su perspectiva, es más eficiente. Pese a tomar tales medidas, todavía es posible que sufra un castigo por Agotamiento, ya que el flujo de Poder Mágico en su cuerpo se encuentra alterado, y a veces un solo hechizo consume todas sus Unidades Mágicas. Naturalmente, nosotras no interrumpimos su meditación, por lo que nos alejamos de él y hablamos en voz baja de temas triviales.

Unas cuantas horas más tarde, Agis concluye el entrenamiento para pasar tiempo de calidad con nosotras y su familia. Debo decir que la presencia de Juno, Egeo, Víctor y en general, todos los parientes de Agis, genera un ambiente muy alegre y acogedor, por lo que puedo olvidar mi situación; adicionalmente, esto es aún mejor para Agis, que debe sentirse muy frustrado al ser incapaz de lanzar hechizos correctamente. Por otro lado, he logrado desarrollar una excelente relación con cada uno de los parientes de mi hombre, agregando que me han proporcionado excelentes concejos de maternidad, tanto para el embarazo, la crianza y otras cuestiones. Entre charlas y chistes, la tarde se pasa en un instante.

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Siendo las 11 de la noche, Agis decide que ya es hora de dormir, después de un día agitado; por supuesto, cuando digo "dormir", es en sentido figurado, porque realmente eso no sucederá hasta la madrugada, pues en la noche, elige a una de nosotras para tener sexo, como todo buen esposo. Ya que Agis prometió embarazarme, soy su elección predilecta favorita, como suele decirme a veces; en consecuencia, estoy preparándome para tener una velada apasionada y excitante.

En esta ocasión, he optado por tomarlas cosas con calma, en lugar de lanzarme a la acción de una vez; también quiero usar una poción de fertilidad que compré a un alquimista reconocido de esta ciudad. Soy consciente de que las pociones, bebedizos y demás prácticas esotéricas para el embarazo, no son tan efectivas como dicen; no obstante, pienso que deben servir de algo; creo fervientemente que con insistencia, un poco de suerte, y el pequeño impulso que proporcionan estos suplementos, podría embarazarme rápidamente. Recurro a esto, porque odio ver un resultado negativo en el Artefacto, me hace pensar que soy una mujer incapaz e inútil; otro punto a destacar, es que entre más fallos se acumulen, Agis podría creer que no me encuentro en condiciones, y retractarse de ello.

Para excitar a mi Agis aún más, estoy vistiendo una túnica azul cielo con cuello en v, que llega hasta mis muslos, posee un cinturón de tela del mismo color, además, cuenta con mangas largas y anchas; en términos generales, es un atuendo de cortejo Gelum. He notado que a él le encanta verme usar este tipo de prendas; esta vez quiero complacerlo, que disfrute mucho más de lo habitual, y olvide su condición, la misión y otras cosas que le generen estrés. Completamente preparada, bebo la poción de fertilidad, y salgo del baño para mostrarle lo mejor de mí. Agis, que se encontraba esperándome sentado sobre la cama, se sorprende al verme con esta prenda; tal vez sea el efecto de la poción, o soy yo, pero su mirada me enciende muchísimo.

- Leonora, te ves bellísima... – dice esto mientras se pone de pie, se acerca, toca mi cuerpo y luego me da un beso apasionado.

Este comportamiento audaz de Agis me hace amarlo cada vez más, y sobre todo, siento que le gusto, que soy la única en su mente ahora mismo. Después de romper su maldición, parece un hombre nuevo; no sé qué le ocurrió mientras dormía ese día, solo puedo decir que me encanta como es ahora: no contiene sus caricias ni elogios para nada, y a la hora de hacer el amor, se siente mejor que nunca; incluso me costó seguirle el ritmo al principio.

- Mi Amor, yo te amo, esta vez quiero que disfrutes de un momento especial, solo para los dos… – lo digo con voz seductora y guiño el ojo – siéntate… – lo empujo sobre la cama.

Rápidamente activo mi [Almacenamiento], saco un Artefacto Mágico que reproduce una melodía relajante, uso el hechizo [Silencio] para no molestar a nadie, y empiezo a bailar con erotismo, mientras me desvisto con lentitud. Simultáneamente, Agis mueve sus manos, tocando cada rincón de mi cuerpo, a su vez, besa y lame mis pechos, mi boca, y genitales; naturalmente, eso me pone aún más caliente, por lo que no puedo evitar realizar unas cuantas exclamaciones de placer; por supuesto, continuamos así por un tiempo. Como una buena esposa, acaricio su miembro y procedo a hacer una excitante felación; aunque suene muy pervertido, me gusta saborear el órgano viril de Agis, por lo que siempre lo hago. Al cabo de varios minutos, nuestra lujuria llega al punto más alto, ya no puedo contenerme más; me acuesto en la cama con las piernas abiertas, y suplico a mi hombre que me penetre.

La satisfacción que experimento al hacer el amor con Agis es indescriptible, mi mente se pone en blanco, y solo deseo más y más de esa sensación; obviamente, muchos gemidos y balbuceos escapan de mi boca, no puedo controlarlo, es la única forma en la que soy capaz de expresar lo bien que se siente. Agis y yo continuamos teniendo sexo durante horas, en las cuales tuve muchos orgasmos, y él eyaculó repetidas veces dentro de mí. Aunque sé que es mi propia ilusión, la calidez en mi interior, me hace pensar que una nueva vida se está gestando, por lo que no puedo evitar sonreír con deleite, mientras acaricio mi vientre. Soy consciente de que realizar esta acción, genera incomodidad a mi hombre, pero me es imposible reprimirlo, porque forma parte de mi naturaleza como mujer, además, es una alegoría de lo increíble que es la procreación. Con la semilla del hombre y un fértil útero femenino, un nuevo ser crecerá, para continuar el legado de sus padres, algo simplemente maravilloso, un milagro de los 6 Dioses.