Supervisé la tarea de Jessica en horas de la tarde. Le hallé restregando las baldosas de la ducha apenas entré. La mujer no dudó en dedicarme una mirada llena de odio y desprecio. No me importó en lo más mínimo, ella cumplía con su tarea y el asunto se hallaba solventado. Tampoco me provocó el verla en ropa interior, aparentemente mi lascividad era selectiva.
Lo siguiente fue terminar mis labores con la planta eléctrica. El cableado dañado se hallaba en varias zonas, algunas de ellas eran difícil de acceder y maniobrar. Posterior a ello fue el proceso de ensamblar todas las piezas y hacer las pruebas.
No encendió de inmediato, la maquina lanzó varios estallidos que me asustaron bastante antes de arrancar y proceder a hacer la conexión para el refugio. Había cortado el suministro exterior y dejado solo en de la planta. Con un fuerte ronquido la energía eléctrica se hizo presente en focos amarillos por todo el lugar.
—¿Lo logro? — Se escuchó la voz de Nicole desde la habitación.
—¡Si! — Gina desde algún lugar.
—¡Electricidad! — La voz de Carol saliendo a la sala junto a Marta para conectar las consolas y encender la televisión.
—Gracias Shun, esto ha sido lo mejor en días enteros— Mi madre me abrazó con ternura.
—Aprovechen y carguen todo lo que puedan, solo serán tres horas. Después de eso, la apagaré hasta mañana.
—¿Tres horas? — Preguntó Nicole revisando un reloj de pared viejo, eran las ocho de la noche, significaba que estaría encendida hasta las once— ¿Por qué solo tres horas?
—No tenemos suficiente combustible, además de que no sé cuánto del gas de esta cosa se esté filtrando adentro. Hay gasolina como para cuatro días con la planta eléctrica, en ese lapso de tiempo lo ideal es que saliéramos y consiguiéramos más. Comenté viendo a mi tío y a Samantha— Eso mientras vemos como conectarnos a la energía externa, si es que todavía funciona. Pero yo no soy experto en el tema.
—Enciéndelo— Comentaba Marta ante Carol que conectó la televisión.
La pantalla entonces se llenó de interferencia y señal perdida, así fue en los siguientes veinte canales, hasta que uno mostró películas programadas y nada de noticias. De sesenta canales solo tres funcionaban, ninguno daba información sobre el mundo exterior. Aquello solo aumentó la tensión dentro de nosotros y la sensación de que el mundo como lo conocíamos ya no era el mismo en la superficie.
Los teléfonos tomaron carga y se encendieron, pero el wifi y la señal móvil no conectó. No importó cual equipo fuese, la historia siempre fue la misma. Natalie se ocupó en encender el refrigerador, hacer hielo, algo de batido con el uso de la licuadora. Cocinó y almacenó cuanto pudo. El ambiente se llenó de una alegría como no había desde días atrás.
Esperé que fuesen las once de la noche para proceder a apagar la planta eléctrica, lo cual poco importó, pues las computadoras tenían batería, al igual que los celulares y consolas portátiles. Y me moví a ducharme para dirigirme a la habitación de mi tía.
Fui rápido con aquella ducha, en especial porque ahora el agua y la radiación de la misma era una preocupación que me rondaba la cabeza. Salí con mi paño alrededor del cuerpo y la ropa seca en un brazo. Entré a la habitación de mi tía ante la vista de mi madre y cerré la puerta detrás de mí.
Mónica me esperaba sentada sobre la cama con el paño puesto y el rostro cabizbajo— Shun ¿de verdad no puedo usar nada por debajo? ¿Ni el blúmer?
—Nada Mónica, no es un castigo si no es de esa manera— Expresé. Mónica chasqueó la lengua antes de quitarse la ropa interior sin apartar su paño. No vi nada, pero aquello fue seductor. Era el hecho de saber que ella debajo de aquello se hallaba completamente desnuda, y que ante cualquier movimiento podría verla.
—Acuéstate para darte el masaje y salir de esto.
—¿No es divertido el juego cuando no llevas el control Mónica? — Pregunté mientras me acostaba boca abajo y dejaba a un lado mi ropa. Me tapé hasta la cintura con la sábana, quité el paño debajo de esta y giré para ponerme boca abajo.
—No es igual a que me quieras ver el culo Shun, una cosa son mis nalgas, pero con esto…— Hizo un silencio— Con esto me vas a poder ver el coño si me descuido.
No había escuchado que Mónica llamase así a su intimidad antes, pero fue excitante que lo admitiese— Espero, ya quiero tener la oportunidad de verlo.
—No es de juego muchacho.
—Mónica, espero por el masaje— Alegué sonriente, ella asintió con la cabeza y aplicó un poco de crema antes de comenzar a pasear sus manos por mi cuerpo, algunas veces con fuerza, otras más suave y como enfocada en ciertas zonas.
Para entonces yo giré mi cabeza y con los dedos jugueteé con el paño que cubría sus piernas. Se había preocupado en sentarse de forma tal que la tela cubriese sus zonas, pero aquello quitaba la diversión.
Pronto mis dedos pasaron de su paño a sus piernas— No hagas eso Shun,
—¿Por qué? — Pregunté mientras dejaba que las yemas de los dedos rozaran sus piernas. La piel era suave, y no tardó en que los poros de su piel se abriesen.
—No debes.
—Pero parece que a ti te gusta— Comenté.
—Hace rato que no me tocan así, pero eso no significa que debas— Podía decirlo, pero notaba como sus manos casi temblaban con mis roces y sus ojos se entornaban ante la sensación— ¿qué sucede si alguien entra? Van a pensar que yo, que me gusta y que, quiero que— Cortó su frase en seco.
—Yo cerré bien la puerta, además Mónica, quieres que meta mis dedos aún más profundo ¿verdad? ¿Qué pasaría si sigo más profundo y toco toda tu vulva y te hago llegar con mis dedos?
—¿Qué? — Reaccionó de pronto y se levantó de la cama— ¿Estás loco Shun?
—¡Mónica! — hablé en un tono bajo, pero con autoridad— Recuéstate contra la cama.
—Pero Shun— casi parecía que rompería en llanto, pero obedeció acostándose boca abajo contra la cama. La toalla apenas cubría su trasero, así que fue fácil levantar un poco y dejar expuestas sus nalgas. Sin embargo, debido a que tenía las piernas cerradas, era imposible ver más allá. Decidí no presionarla más. Solo me senté en la cama a su lado y tomé una de sus nalgas con mi mano derecha.
—Este es tu castigo, voy a manosear tu trasero.
—¿No era suficiente con tenerme así? ¿casi desnuda?
—Mónica ¿No te gusta que te agarré el culo? — Pregunté, sin embargo, no hubo respuesta, por tanto, lo apreté con un poco más de fuerza, apartando su nalga y exponiendo su agujero oscuro— Te pregunté si te gustaba que te agarre el culo.
—Eres mi sobrino Shun— Apreté más fuerte y con la izquierda tomé su otra nalga. Podía no decirlo, pero toda su piel se hallaba expuesta y esperando más caricias y tacto, incluso su agujero se dilataba y movía ante la experiencia— Si, si me gusta que me agarres el culo Shun, pero sabes que va a ser un problema si alguien sabe de esto— Giró su rostro hacia mí— nadie Shun, nadie puede saber que me agarraste el culo.
—Nadie se va a enterar Mónica, nadie va a saber que te agarraré el culo cuantas veces quiera en el momento que yo quiera— Le masajee un poco más aquellas nalgas antes de detenerme ante su obvia excitación. Si deseaba a mi tía, el camino era tomarla poco a poco, si lo hacía demasiado rápido podía recuperar sus sentidos y defenderse de un modo que yo no previese. Era mejor dejarla con la excitación del momento y fantaseando con más, así no lucharía. Controlé mi impulso de idiotez y aguanté yo también mis ganas al salir de aquella habitación— Fue un delicioso masaje Mónica, espero más como ese mañana en la noche.
Salí con un nivel de excitación que era difícil de describir. Afuera todo se hallaba oscuro salvo por Marta, Carol y Gina, quienes cuchicheaban desde el sofá con un teléfono en mano. Las tres me miraron y quedaron en silencio total, yo comprendí que era algo fuera de mi incumbencia y me dirigí a mi habitación. Deseaba acostarme y pegar mi miembro al trasero de Samantha bajo las sábanas. Quizás tocarme hasta llegar y dormir.
Al entrar encontré fue a Samantha dormida y a mi madre sentada en la cama leyendo algo en su celular. Me deslicé y lancé encima la sábana antes de quitarme el paño y posicionarme entre las dos mujeres. Mi madre me observó y comentó— ¿Vas a dormir desnudo?
—El bóxer está húmedo— Mentí.
—Entiendo. Debes estar cansado, hoy hiciste algo grandioso.
—Mi abuelo parecía que hubiese pensado en todo— Respondí.
—No en todo, ya viste que la electricidad falló y no hay señal aquí abajo. Él era así porque estuvo en la guerra, y en los años sesenta hubo muchos indicios que de que otra guerra estallaría. Compró primero en terreno pensando en el refugio. La idea de la casa sobre este fue mucho después, de cuando perdió una finca. Pero supongo que tienes razón, pareciera que mi papá pensó en todo. Sin embargo, de no ser por ti habríamos muerto aquí abajo.
—Gracias— respondí con sinceridad.
—Lo cual me apena por eso pedirte un favor Shun.
—¿Un favor? — Giré para verla.
—Es una tontería, pero cuando vayas allá arriba, a la superficie. Por favor tráeme ropa. Me la he pasado todos estos días con este camisón, casi se me puede ver todo.
—¿Eso? Pero si luces excelente así mamá— Comenté— Se nota que tienes una muy buena figura— Expresé convenido.
—Gracias tesoro, la verdad me gusta pensar que todavía conservo algo de mi buena época.
—¿Hubo una época mejor? Está dificil de imaginar, tienes unos senos y un trasero para causar envidia.
—¿Tú crees?
—Estoy muy seguro, no me culpes, pero a veces no puedo despegar los ojos, tu sabes…
—¿De verdad? ¡Qué terrible eres Shun! Bueno, no me importa si fueses tú el único que me mirase, pero hoy tu tío me dedicó varias miradas que me fueron incómodas. Por favor, si es posible quiero algo de ropa.
Mi tío Sergio. Podía permitirle tener a Jessica, pero no me agradó en lo absoluto lo que Natalie comentó. Probablemente ella también lo notó en mi mirada— Quizás solo fue mi imaginación, tu sabes como soy— Se disculpó mi madre.
—No, descuida, te buscaré ropa— Comenté— ¿Y qué te gustaría usar?
—Un par de blusas, un pantalón quizás, tu sabes para poder estar en la casa durante el día.
—Si es por mi te busco una minifalda— Sonreí imaginándome aquello. Era una fortuna que no se notase mi erección debido a la oscuridad. La lujuria se hallaba consumiendo mi cerebro en ese instante y difícilmente pensaba coherentemente.
—¿De verdad me imaginas con una minifalda? No, no, no me atrevería a algo como eso— Sonrió apagando su celular para acostarse. Yo por mi parte no paraba de fantasear, pero el cansancio me venció de forma abrupta.
Extrañamente soñé con alienígenas y un grupo de hombres lobo que me perseguían y yo debía esconderme, Fue algo totalmente sin sentido, pero al despertarme me percaté de inmediato que era tarde. Mi madre no se hallaba en la cama y afuera de la habitación se escuchaba algo de ruido. Pese a todo eso, lo que más me impactaba era Samantha, quien se hallaba despierta a mi lado con su pierna contra mi miembro. No tuvo ningún reparo en mover su muslo contra mi erección matutina y sonreír de forma malvada.
—Y bien ¿Lo harás?
—¿Lo haré? ¿hacer qué?
—Masturbarte obviamente, estabas durmiendo desnudo.
—¿Y tú estabas esperando solo para verme masturbarme? — Pregunté sentándome un poco en la cama.
—Cada quien tiene su perversión ¿no? Pero si no te gusta me dices y me voy sin dejarte ver nada.
—¿Me dejarás ver Samantha?
—Depende de qué quieras ver, mira, estoy completamente desnuda bajo la sábana— Expresó mostrándome la ropa interior blanca en su mano. Yo respiré profundo y busqué de ver bajo las sábanas, pero fui detenido por su mano— No, no, solo podrás elegir, si quieres ver mi zona de abajo o mis senos. No ambos.
—¿Es en serio? — La decisión era difícil, deseaba ambas cosas, su vulva tan húmeda como el día de ayer, pero por otra parte nunca había visto sus pezones desnudos, y tenía enormes ganas de aquello— Tus senos, elijo tus senos.
—Bien— Samantha se acostó boca arriba y dejó que la sábana bajase por su pecho. La enorme forma de sus senos se abrió paso y de pronto vi aureolas un poco oscuras y un par de pezones duros y casi marrones expuestos.
No dudé en sacar y exponer mi miembro duro ante aquella vista y comenzar a mover de arriba abajo mi mano. Mi virilidad se hallaba caliente y yo me encontraba absorto en la visión de aquellos senos magníficos y los pezones tan duros y firmes.
Mi hermana pasó una de sus manos apretando su pezón izquierdo y la otra se escurrió bajo las sábanas y comenzó a jugar con su entrepierna bajo la misma.
—¿Te estás tocando? — Pregunté solo para confirmar, pero Samantha se entregaba a la lujuria de una forma que yo nunca había presenciado antes
—Tu elegiste solo ver mis senos, no podrás ver lo que hago aquí abajo— Comentó moviendo sus piernas y mano con violencia. Yo solo podía ver el movimiento de las sábanas e imaginar. Pero era suficiente, me hallé a un par de minutos ante la cúspide de mi excitación y derramé toda mi carga sobre mi propia mano y parte de la sábana.
Samantha en cambio tardó casi medio minuto más en lograr llegar a su punto álgido. Arqueó la espalda y giró su cuerpo sobre la cama lanzando una exhalación profunda. No tardó en colocarse la ropa bajo las sábanas y levantarse— Recuerda limpiar tu desastre, Shun.
—Si mañana elijo ver tu zona ¿te masturbarás frente a mí? — Pregunté, ella rio un poco antes de responder.
—¿Y quién te dijo que mañana te permitiré ver algo? — Y con esto se retiró.
La sola experiencia me llevó al límite y desee tocarme nuevamente, pero estaba exhausto. Entonces por un momento la idea de cogerme a Samantha se me hizo tentadora y posible, y mi mente divagó en la lujuria del tema. Solo debía de hacer las cosas de forma correcta para lograrlo, aunque no tenía mucha idea sobre el plan de acción. Sería cuestión de arriesgarme y probar.
Las cosas allí abajo, en el refugio se estaban tornando interesantes, en especial con mi tía Mónica y mi hermana Samantha, aunque por otro lado había una enorme carga de responsabilidad y cosas por hacer allí adentro. Pero si aquella carga era necesaria para obtener los beneficios, pues estaba dispuesto a soportarla con total agrado.
Ser el hombre del hogar significaba que yo debía velar por la integridad de todos los miembros, pero también existían beneficios de tal posición y yo los estaba descubriendo, en especial la cuota de poder y decisión frente a las situaciones.
Ese día no hubo mucho por hacer, se encendió la fuente eléctrica a las siete de la noche y permaneció hasta las diez de la noche en punto. Vi tres películas que Carol colocó, ayudé a servir la comida, supervisé los valores de radiación del agua y el bunker en general, y esperé paciente a que mi madre y Mónica finalizaran los trajes para salir a la superficie. La tarea les tomó más tiempo del esperado, pero mi ideal era que aquellos trajes quedaran bien hechos, no la velocidad, aún más habiendo solventado un poco la situación del agua y la electricidad. Todo era un día normal como cualquier otro, o eso pensé, fue una conversación que tuve en horas de la tarde lo que cambió todo.
Inició porque me acerqué a la cocina donde estaba mi madre cocinando y mi tía de pie frente al mesón cosiendo una sección de los trajes, pasé al lado de Mónica y tomé su trasero con mi mano apretándolo. La mujer saltó sorprendida y me miró con los ojos muy abiertos, pero guardó total silencio.
—¿Cómo van esos trajes? — Pregunté, mi tía se hallaba pálida ante mi atrevimiento, en especial porque Samantha de pronto apareció y sentó casi a un lado de ella.
—Ya casi los terminamos ¿Verdad Mónica? — respondió Natalie mientras calentaba y removía la carne en salsa.
—Si— Respondió la aludida mientras mis dedos cada vez jugaban un poco más profundo y apretaban. Lo peor es que justo detrás de nosotros estaba el sillón con mi tío Sergio, Jessica y los niños viendo una película. Mónica estaba asustada, aun así, empinó un poco su trasero con disimulo, casi como si aquello fuese un movimiento natural para hallarse más cómoda.
—Solo nos falta la sección de las mangas y los guantes. Los cosimos por aparte, pero hay que ahora ensamblarlos. También hay que colocar una pestaña donde se encuentra el cierre por el que ustedes entrarán. Yo no había pensado en eso, fue tu tía quien lo comentó.
—Sí, me tardé más de lo esperado, pero ya hoy los tenemos listos, Shun— Respondió Mónica mirándome. Ante su respuesta yo retiré mi mano de la parte inferior de su trasero y tomé un pedazo de jamón que ya comenzaba a dañarse y debía terminarse.
Esperé a que la comida estuviese caliente para comer junto a mi hermana Samantha, Natalie y Mónica se retiraron a la habitación a terminar de coser los trajes, mientras que Gina apenas probó algo de comida por hallarse casi ensimismada en un juego nuevo en su consola portátil.
Fue entonces cuando Samantha, luego de terminar su comida decidió hablar— ¿Ya dominaste a Mónica o todavía estás en el proceso?
—¿Qué? — Casi me atraganto con un poco de jugo ante sus palabras.
—¿No las terminado de dominar todavía?
—No sé a qué te refieres Samantha.
—A dominarla para que sea tuya, te dejó tocarle todo el trasero a pesar del miedo que tenía de ser descubierta, casi te está pidiendo a grito que la domines. Creo que está casi tan necesitada de atención como mamá.
Guardé silencio, ciertamente Mónica se dejaba tocar porque sentía placer con aquello, incluso si había un peligro adherido al proceso. Pero yo no lo había analizado de esa forma— ¿Casi tanto como mamá?
—¿De verdad no lo entiendes Shun? Pensé que ya lo entendías, anoche mientras hablabas con mamá y sugeriste que usara una minifalda, ella incluso se lo planteó mentalmente.
—Estabas despierta…
—Haces mucho ruido al entrar y te mueves demasiado para entrar a una cama. Claro que estaba despierta.
Hice silencio y tomé algo más de jugo, Samantha me miraba casi de reojo, era obvio que esperaba que yo dijese algo, pero no sabía bien qué decir, salvo varias preguntas que tenía en la cabeza— ¿A qué te refieres con dominar?
—Dominar a una mujer, conquistarla para que sea tuya, no solo en términos de corazón, sino mentalmente.
—¿Se puede?
—¿No lo ves con Mónica ? — Mi hermana se cruzó de brazos, luego esperó unos segundos y habló nuevamente— Mira, llamá a mamá, colócale cualquier tarea tonta, que haga cualquier cosa por ti, cuando ella termine felicítala un poco y elógiala, puedes decirle incluso algo pervertido en el proceso. Dedícale una mirada un instante y déjala ir. Importante, llámala Natalie, no mamá.
—¿Natalie? ¿Qué tiene eso que ver? — Pregunté.
—No le recuerdes el lazo sanguíneo, envíale en cambio una clara señal de superioridad, tú hazme caso y observa con atención.
Lo pensé detenidamente antes de levantar mi voz— ¡Natalie! — Le llamé con la voz en alto, mi madre salió de la habitación de su hermana y me miró, luego se acercó poco a poco.
—¿Qué sucede Shun?
—¿Sabes dónde están las galletas con chocolate? Me provocó una, pero no las veo, y sé que tienes todo organizado.
—Ah, eso tontito, están por acá— abrió una compuerta inferior y empinó su cuerpo dejándome toda su cola ante mí. No se hallaba expuesta, aún el camisón le cubría, pero sus piernas si estaban a la vista, y la sola silueta me encendieron.
—Diablos Natalie, me gusta verte así, se marca bien la forma de tu cuerpo— Tragué saliva ante mi propia lascividad y atrevimiento. Mi madre giró la cabeza para verme, alzó su cuerpo con las galletas en mano y me las entregó.
—Serás bobo, hace años que no tengo tan buen cuerpo, ya me gustaría levantar miradas, así como dices.
—Gracias— Recibí el paquete— Pues tienes mi mirada, te aseguro, fue difícil despegarla de allí.
—¡Jah, que atrevido eres! — Y se retiró con una enorme sonrisa. Yo por mi parte la observé irse hasta cerrar la puerta de la habitación de Mónica, vi las galletas y las dejé sobre el mesón y analicé la situación. Era muy semejante a lo sucedido con Mónica días atrás, se dejó elogiar de una forma atrevida y lo desvió a un juego insignificante.
—¿Qué fue eso? — Pregunté a Samantha.
—Te dije, a las mujeres nos gusta ser deseadas, que nos miren, que nos mimen, que nos escuchen, especialmente porque nos preocupamos mucho por todo y necesitamos desahogarnos, pero también queremos a veces ser dominadas, que nos tomen con fuerza y hagan suyas. Claro está, que eso no sucede normalmente entre la misma familia.
—A eso me refiero.
—¿Conoces el síndrome de Estocolmo?
—Claro, pero aquí ninguno fue secuestrado.
—No, pero según los estudios el síndrome de Estocolmo no se da por el ser secuestrados, sino por ciertos factores que van atados al proceso, entre ellos están: la interacción humana que se da con el secuestrador, la sensación de peligro y el componente hormonal.
—Explícame— Le dije. Ella sonrió gustosa de poder hacerlo, aparentemente era una información que consideraba de valor, pero estaba ávida de compartir.
—¿Has visto que en las películas el protagonista siempre se queda con la mujer? No importa si es ficticio o de la vida real. De hecho, recuerdo una película donde un hombre es secuestrado en Colombia. La mujer de este hombre va a hasta un mercenario para que rescate a su esposo y viaja junto con este, por razones locas termina enamorándose del mercenario y se acuesta con él. Aun así, el mercenario rescata a su esposo y la mujer se va con su pareja a vivir nuevamente. ¿Por qué crees que sucede eso?
—No lo sé, pensaba que se debía al hecho de ser películas.
—Ante la sensación de peligro el cuerpo humano segrega ciertas hormonas. El cuerpo de las mujeres también, y segregan algunas que nos dicen que debemos primero que todo aparearnos, porque si estamos a poco de morir o en peligro, pues aparearse es nuestra meta como especie, deberíamos dejar una descendencia. Hay otras hormonas que nos indican quienes son los machos alfa de la manada, con quien nosotras como mujeres tenemos mayor porcentaje de probabilidades de sobrevivir, y nuestro instinto nos llama hacia ese personaje.
—Las feministas van a estar muy enojadas contigo Samantha.
—Es cuestión de biología, de bioquímica en este caso, no pueden negarlo, aunque lo quieran. Por eso aman a Thor en las películas, o al de Superman o al de Acuaman, sus músculos le dicen a su cerebro que ese hombre puede protegerlas del peligro. A otras les gusta el capitán Sparrow porque su necesidad no incluye tantos músculos, quizás astucia. A otras les gusta el señor Darcy, cuando la necesidad incluye dinero y estabilidad.
—Entonces me dices que existe una situación de peligro por lo del refugio y la bomba.
—Y la radiación que está allí afuera, y el hecho de no saber si el mundo se fue a la mierda— Sentenció mi hermana.
—Bien, eso, y segundo existe un componente de necesidad que necesita ser llenado.
—Mientras esas dos cosas existan las mujeres buscarán a su alfa, y allí muy poco importa el lazo sanguíneo que tengamos. Todos tenemos necesidades Shun. ¿Sabes cuánto tiempo lleva mamá sin algo de cariño?
—¿De verdad?
—Jornadas de trabajo de setenta y dos horas de papá. Si es que de verdad eran jornadas así de largas. ¿Crees que eso no causa mellas en una relación?
Lo recordaba bien, mi padre, Anton llevaba unos tres años trabajando largas jornadas, luego llegaba y dormía por casi un día entero y compartía otro con nosotros. Era casi como verlo una vez a la semana con algo de suerte. Mi madre mientras tanto se encerraba cada vez más en su celular, las series de turno y en su trabajo como profesora. La combinación no era buena.
—¿Y tú que necesidades tienes? — Le pregunté.
—¿Yo? Mis necesidades son muy particulares, pero no quiere decir que vaya a decírtelas. Puede que mañana encuentre a un mayor alfa allí afuera, hermano— Se levantó de la silla y retiró hasta una habitación. Yo me quedé pensativo frente al paquete de galletas envueltas en chocolate. Si mi hermana tenía razón, las implicaciones eran enormes.