Me disculpe con ellos.
Arruiné su noche, e hice daño a FRED.
Pero, trataría de que todo mejorara.
Esto ha de haber sonado demasiado falso, como la sonrisa que trate de mantener mientras evitaba que mis ojos dudaran.
No dure mucho tiempo más trabajando ahí, cada día era una cruel batalla para mí.
En definitiva, renuncie.
Aunque, permanecí en contacto con JUAN Y FRED por algún tiempo después.
Nunca imaginara que esto era el comienzo de algo más duro.
Luego de un tiempo, entre a trabajar en un almacén de paquetes grandes o mayoreo.
Yo sabía que mi ex trabajaba ahí, pero, también uno de mis amigos, así que, por él fue que me anime a entrar a esa empresa.
Además, nuestros departamentos, no tenían relación uno con el otro.
Así que, debía estar bien.
En ese lugar, me toco entrar en el departamento de ropa.
Recuerdo que, era un almacén de verdad muy grande.
En la entrada, había un muchacho que checaba las membresías que tenías que tener para poder entrar a comprar, ese chico, tenía el don de hablar hasta por los codos, hablaba tanto que, me mareaba.
No me caía bien, algo en él, me molestaba.
A pesar de que yo lo evitaba, siempre buscaba la forma de acercarse a mí.
Siempre con una sonrisa, bastante normal en su presentación, solo sobresalían sus pecas a pesar de ser moreno claro.
Se peinaba como niño regañado.
Se enteró del día de mi cumpleaños, mi color favorito y logro que le aceptara una rosa de plástico bien larga, batalle para guardarla.
Nunca imagine que sería el primer y el ultimo regalo que recibiría de él.
Al fin de todo, logro que le diera poco a poco aceptación.
Yo siempre fui de la idea de que, al ver a una persona, sin siquiera intercambiar palabra.
Tu eres capaz de determinar más o menos el tipo de persona que es.
Por eso, lo detestaba.
Quizá fue por costumbre, que, se hizo más llevadero.
Como una losa que vas cargando en el camino.
O una piedra en el zapato.
Comenzamos a platicar.
Me acompañaba al salir del trabajo a donde tomaba mi camión hacia mi casa.
Poco a poco se fue metiendo en mi vida, porque, creí que quizá si lo intentaba, algo bueno pasaría.
Una de las veces, estábamos sobre un puente, el, comenzó a cantar, una canción vieja, de bonita letra.
Aunque, cantaba fatal en realidad, trate de sostener una sonrisa.
Lo deje terminar con su serenata, este gesto me pareció lindo.
Además, de un tiempo para acá, me conformaba con lo que llegaba a mi puerta, en realidad creí que no merecía más.
Yo provenía de un hogar destruido, y lo que menos quería era repetir era la historia.
Además, la sociedad dicta que lo normal es casarse algún día.
Y a las personas que no lo lograban, era más fácil criticarlas por solteronas.
En ese tiempo era así.
Y viviendo tanto tiempo con mi mascara, lo sabía, era más fácil seguir la corriente y sonreir que dar explicaciones.
Me jure que haría todo lo posible para que no pasara de nuevo.
Al cabo de un tiempo de noviazgo, en el que no había ido más que una vez a la casa de él.
Este es un foco de alerta que, muchas veces, no vemos o no queremos ver.
Yo, mantuve contacto con FRED por teléfono durante algunos años.
Una de las veces, le comenté de mi novio, me felicitó, porque, a pesar de lo ocurrido, parecía que yo iba por buen camino.
Lo invite a visitar mi trabajo, una gran tienda departamental por mayoreo.
Y de paso, le presentaría a mi novio.
FRED, estuvo de acuerdo.
Este encuentro fue más fácil de lo que había imaginado.
FRED, siempre amable, se esforzó porque fuera relajado y fluido el trato, la conversación.
Fuimos a mi lugar de trabajo, en la entrada se encontraba mi novio.
Los presente, FRED fue amable con él, mi novio no tanto, recuerdo su mirada acusadora.
Se veía muy molesto, algo agresivo.
Otro foco de alerta que debí tener en cuenta.
FRED y yo, pasamos por toda la tienda, comimos en el comedor del mall.
Cuando nos despedimos, cada uno se fue a su casa.