Antes que nada, quiero advertir a las personas de sentimientos vulnerables que, no les recomiendo este contenido.
Son situaciones difíciles desde cualquier punto de vista.
Hay muchos momentos violentos que, afectarían a algunas personas.
Pero, necesarias para conocerme.
Dado que, abarca, desde mi educación.
La que me fue dada, la heredada de mis abuelos y la que yo misma, como madre, he dado a mis hijos.
Los puntos de vista de mí misma de niña, hasta mi yo de adulta.
Me disculpo de antemano.
No es fácil buscar entre la maraña de recuerdos para armar el rompecabezas.
Comenzamos.
Su madre, mujer abnegada, siempre creyendo en su matrimonio, un divorcio, en aquellos tiempos era tan mal visto que, prefirió seguir su matrimonio, su calvario, y el de todos sus hijos.
Tuvo muchos.
Ella trabajaba limpiando casas y cocinando para alguna familia con buenos recursos. Que, le ayudaban y le traían cosas de EL PASO, una ciudad vecina en ESTADOS UNIDOS.
Vivían en un ciclo continuo de calma, alcohol, embarazo, enojo, malos tratos, violencia, golpes a la madre, mi padre, siendo el hijo mayor, siendo un niño, defendiendo a su madre… terminaba siendo golpeado también, si la ira de mi abuelo no se apagaba, golpeaba a los demás también.
Que es lo que hace un niño que vive un ciclo así, cada año de su vida.
Con la angustia de morirse de ganas de crecer.
De volverse un hombre, para romper con el ciclo.
Lo que todo abusador olvida es que… los hijos crecen.
Se vuelven fuertes, aprenden a superar sus miedos.
Su dolor queda marcado, tatuado en cada rincón de su cuerpo.
Siempre, llega un momento que si bien a veces tarda, siempre llega.
El momento en que, el hijo, supera la fuerza de su padre y lo detiene.
Eso fue lo que pasó en una ocasión.
Mi padre, siendo muy joven, encontró a su padre golpeando nuevamente a su madre.
Peleó con él para detenerlo.
Y mi abuelo.
Siendo el cobarde que siempre fue, sacó una navaja y lo amenazó.
Mis datos no son precisos en totalidad.
Mi madre me contó los hechos.
Cosas que mi padre alguna vez le confió.
Enojado, mi abuelo se marchó, solo para volver con la policía.
Acusó a su hijo de querer matarlo.
La policía se lo quiso llevar, la angustia de sus pequeños hermanos sorprendió a los policías.
Ellos, abrazaban de las piernas y todo lado posible a su hermano.
Lloraban y rogaban a la ley que no se lo llevaran.
Si lo hacían, ellos no tendrían quien los defendiera y quien les diera de comer.
Aquellos policías se compadecieron de la familia, pidieron a mi abuela denunciar a su marido.
Al verse acorralado y ella intimidada, como siempre.
Se dio a la fuga.
Para comenzar algún nuevo ciclo.
La vida como padres o madres no es fácil.
Pero, la vida como hijos, tampoco lo es.
Si bien, han cambiado los tiempos y las condiciones de la mayoría ha mejorado, no lo ha sido para todos.