Kalair Zad, tan solo escuchar su nombre alguna vez significo una sentencia de muerte, fue el primer y único amor de Redhand en la tierra, su novio, Alonzo, fue la primera víctima de Red, ¿por qué?, por la enfermiza obsesión que provocaba en los hombres, y cuando uno de aquellos estaba destinado a ser el asesino más letal de la historia del Gremio de Asesinos, se esperaba un desenlace de ese tipo.
Redhand alguna vez se llamó Orion Boras, mitad ruso, mitad japonés. Un bicho raro euroasiático que basaba su vida en la violencia y en la venganza. Nadie podía desafiar a Redhand, pues era un matón, fuerte y de ánimo volátil.
La obsesión de Orion por Zad comenzó a los 15 años, y como no fue correspondida, el joven Red se enfermó. Pasó un año en el que Orion cortejo inútilmente a Zad, y cuando Alonzo llegó y con tan poco esfuerzo se ganó el amor de Kalair, la historia marcaría un antes y después para la supervivencia de la humanidad.
Si Zad hubiera correspondido a Redhand, no se habría vuelto un asesino, el Gremio no lo habría reclutado, y el mundo se hubiera enfrentado a la bacteria de Zarkov, o peor después, abría sucumbido a la venganza de Adán, Kain y Azsael.
Entonces es paradójico aquello, Zad al no amar a Orion salvó al mundo, pero se condenó a vivir junto a un asesino sociópata, a amarlo locamente cuándo él era ineludiblemente un villano.
Redhand mató a Alonzo luego de verlo besar a Kalair, dejó de ser Orion en ese momento, sus ojos se tornaron rojos a momentos, su fuerza se volvió sobrehumana durante tan solo un instante, lo suficiente, sin embargo, para bañar a todos los presentes con la sangre y vísceras de Alonzo.
Entonces fue llevado en custodia por una patrulla de extraños policías, que lo llevarían al Gremio.
Kalair no vería a Redhand hasta dos años después, la escoltaría a ella y a su marido, el magnate Julius Onell, en un viaje de negocios a Moscú.
Kalair no reconocería a Redhand hasta que el mismo se presentó.
-¿Kalair Zad?- le preguntó, aunque ya sabía que era ella, había tomado el trabajo a sabiendas y con placer de reencontrarse con su vieja obsesión.
Kalair miró al hombre, no tenía nada parecido a Orion, era enorme, su cabello era blanco y peinado hacia atrás, usaba gafas negras, pero las facciones que se veían le resultaron muy atractivas.
-Si, esa soy yo- le sonrió como nunca lo había hecho con Orion Boras;-¿me conoces?-.
-He leído sobre ti, eres una de las mujeres más influyentes del 2018-.
-bueno, ese reportaje es un poco exagerado-.
Uno de los otros guardias se acercó y puso su mano en el hombro de Orion, "Red no molestes a la señora del jefe".
Una especie de frio helado cruzó la espalda de Kalair, no podía ser ese Red, pero algo en su guardaespaldas le resultó tan jodidamente atractivo que se superponía al recuerdo de Alonzo siendo decapitado frente a ella. "Imposible", pensó, "no se le parece en nada"
El viaje en avión continúo por varias horas.
En cierto momento Kalair se puso de pie y se dirigió al baño, eligiendo el camino que daba a aquel Red enorme y de cabello blanco.
-Señorita- dijo Redhand, con cortesía.
Kalair vio en ambas direcciones, y al notar que no había testigo tomo a Red de la corbata y lo jaló al baño.
-Dime, Red, me has mirado, digo, con esa mirada tan sexy durante el viaje-.
-es inevitable- Redhand la había hecho caer en el juego, Kalair no podía resistírsele, como no lo había hecho ninguna mujer desde que era Gar'Dal Dark Dreams.
Kalair se empino hasta alcanzar los labios de Redhand al que atrajo con su corbata, se besaron largamente. Red acaricio su espalda con ternura, pero Kalair quería ser más intensa y pego un agradable apretón en el paquete del asesino.
-muéstrame esto- le dijo Kalair, que, ante el afirmativo de Red, le abrió el cinturón y le bajo el pantalón;-es hermoso- le dijo al instante que le comenzó a agitar el pene velozmente;-así que soy irresistible-.
-Absolutamente;-respondió Red que se atrevió a acariciar las tetas de Kalair, había ansiado tanto ese momento y todo lo que necesito fue nacer de nuevo. Ahí, justo ahí, Orion murió definitivamente.
Kalair levantó su pierna por sobre la taza del baño y se encaramo en el pene de Redhand, gimió ahogadamente tratando de ser silenciosa, no necesitó moverse, Red la tomó del trasero y la movió como si se tratara de una muñeca liviana, era tan fuerte. El constante sube y baja de los brazos de Red le parecieron tan fascinantes que le hizo olvidar a todos los hombres con lo que había tenido sexo, en ese momento se sentía como si la estuviera desvirgando.
Red sabía que su esperma era por esencia incompatible con una humana normal, así que no se preocupó por eyacular con fuerza en la vagina de Kalair, que ahogó otro grito mordiendo el hombro de Red.
-Dime tu nombre- le exigió Kalair a Redhand;- por favor dime tu nombre-.
-Mi nombre es Redhand-.
Kalair se heló, no podía ser ese Redhand, pero se sintió embriagada con las caricias del asesino, olvidó todo, y continuaron con otra ronda de pasión desenfrenada.
-Antes se me conoció como Orion Boras- le susurró al oído.
Kalair quiso gritar desesperada, pero en vez de un gritó le salió un gemido y busco sin importar nada los labios de Redhand.
Así fue como la muerte encarnada enamoro al deseo hecho mujer.
Parecía irrisorio, que tan brutal acto de odio pasase a ser el cimiento de un amor que duraría 5 años, y que trascendería brevemente la muerte.
Redhand descubrió su mejor lado, su humanidad en Seradriel.
Kalair Zad se daría cuenta de que nunca había amado a nadie hasta que un bestial Zaharzim se toparía en su camino.
***
El Gremio de Asesinos se había por fin disuelto, la muerte de Redhand y las perdidas en la Batalla de San Pedro, fueron tan duras para la organización que había hilado el destino de la civilización durante miles de años, que todas sus partes eligieron sus propios caminos en un mundo que agonizaba por la herida que Adán Al Khaled había dejado en el corazón del mundo.
Talia Zad, la hermana menor de Kalair, que había sido miembro importante de la Sociedad de Árbol Eterno murió en medio de la batalla, al igual que Frank Siegger El Buitre del que no se encontró rastro.
Kalair quedó sola, con tan solo sus propias habilidades para resistir en un mundo en el que ella era un trofeo para cualquiera de los enemigos de Redhand.
Redhand había muerto, había enterrado su cuerpo mutilado de vuelta en Chile, en el pueblo en que crecieron, y su lapida decía: "Aquí yace Orion Boras, quien salvó el mundo con un amor más grande que su fuerza".
Tan solo una semana le tomó a Kalair decidir que el mundo ya no era atractivo para ella, que seguiría a Redhand hasta dónde fuera.
Despertó sumergida en las aguas de Zurkarak, salvada por la mano amiga de un tal Borgol, que como ella había despertado en Xera luego de morir, juntos se abrieron paso por muchas aventuras en este lugar extraño, pero al enterarse que este mundo lo reinaba Gar'Dal Dark Dreams, Kalair supo que Redhand estaba allí, en la torre del mundo, y allá iría.
Pero se toparía con Zaharzim, un encantador medio elfo de cabellos morados y ojos anaranjados que le enseñaría a amar, pero su naturaleza demoniaca se revelaría, y aunque Kalair lo aceptaría, Zaharzim perdería el favor de su maestro, Gar'Dal, y acosado por Noche Sangrienta, un demonio omnisciente bajo las órdenes del Rey Demonio, que se manifestaba como cielo negro plagado de ojos, haría huir a Zaharzim, volviéndolo a su estado más básico, el de un vampiro Licantrópico.