Lyndon podría decirte cuánto ha caído en el fondo del abismo, por la tragedia. Desde el comienzo, sus múltiples desgracias lo aprisionaron, hasta ya no poder con más y decidir marcharse de la ciudad.
Las cosas, eventualmente, mejoran; aunque él no pueda evitar dejar de sentirse deprimido en su nuevo hogar, por los exorbitantes pensamientos del ayer.
Quizás Lyndon no pudo verlo en el momento, cuando un choque cambió su vida, para bien o para mal; porque nada es sencillo en la vida.
Solo cuando los ruiseñores cantaron, él encontró a aquel quien posee la verdad detrás de la avenida Valladolid y el consuelo necesario, para su herido corazón.