Chapter 11 - Episodio 2 parte 4

« No puede ser. No puede ser. No puede ser.»

Ese era el único pensamiento que cruzaba por su cabeza en ese momento.

« ¿Qué debo hacer?»

El "Señor", había vivido toda su vida como un beta ante los ojos de los demás, sin embargo el Rey descubrió que era un omega y entro en celo delante de él, finalmente pasando la noche juntos.

Su cabeza estaba completamente en blanco, no podía recordar lo que había sucedido.

Escucho el crujido de la cama, unos pasos acercándose lentamente al mismo tiempo que podía escuchar su corazón latiendo fuertemente, agitado y desconcertado.

El Rey parado frente a él, podía ver como su pequeño cuerpo temblaba de miedo, una mirada perdida y desesperado sin saber que debería hacer. Se agacho, lo abrazo y lo cargo en sus brazos, lo recostó sobre la cama y le dijo...

—Puedes descansar en este lugar todo el tiempo que quieras, puedes comer lo que desees hasta que tu nuevo hogar este listo.

« ¿"Mi nuevo hogar"? ¿Acaso piensa encerrarme en este lugar para siempre?»

Ante tal pensamiento que recorrió por su cabeza, no pudo evitar palidecer.

—Volveré en un momento.—No tienes permitido abandonar esta habitación en mi ausencia.

« Yo definitivamente...»

—Volveré en un momento.

« ...¡Debo escapar de este lugar!»

Episodio 2 parte 4

« ¡Maldición! ¡Cómo pudo haber pasado esto!»

Estaba muy enfadado consigo mismo, solo podía maldecir al Rey con todo su ser en ese momento.

« Debo hacer algo para poder escapar de este lugar antes de que vuelva, pero no puedo mover mis piernas... ¡Maldición!»

Al ver sus propias piernas temblar con el mínimo movimiento que hacía no podía evitar maldecir.

De repente se escucho el chirrido de la puerta abriéndose. Podía ver a un anciano entrando, estaba acompañado de varias sirvientas que se encontraban detrás de él.

—Espero que haya amanecido bien, Señorita. Por ordenes del Rey hemos venido a servirle para que pueda sentirse cómoda en este lugar.

—¿Quién es usted?

—Disculpe mi falta de modales. Yo soy el Eunuco del Rey. Vine a vestirle apropiadamente hasta el regreso de Su Majestad, pero antes de eso debemos hacer unos pequeños arreglos.—dijo mostrando un pequeño destello en su mirada.

Las sirvientas se apresuraron en rodear por completo al "Señor", mostraban el mismo pequeño destello en su mirada al igual que el Eunuco.

—¿Qué... están haciendo?

« Tengo un mal presentimiento sobre esto.»

—No se preocupe, señorita. Déjelo todo en nuestras manos.—dijo el Eunuco con una sonrisa escalofriante.

—¡Ahhh...! ¡No se acerquen!

••••••••

Entrada del Palacio Onyang Haaggung

« Al fin llegue al palacio.»

Pensó Tae-Bum dando un pequeño suspiro, estaba exhausto después de haber corrido durante todo el camino hacía el palacio sin tomar un pequeño descanso.

Tenía una mirada tranquila, sin embargo la cabeza de Tae-Bum se había convertido en un completo desastre desde que despertó.

« ¡No puedo creer que haya pasado la noche con ese hombre! ¡Su rostro y cuerpo no es de mi gusto! ¡Cómo pude acabar de esa manera! ¡Incluso mi trasero y espalda me duelen mucho! De solo pensar que yo pase la noche con él...»

No podía recordar nada de lo que sucedió anoche, su mente estaba completamente en blanco, sin embargo podía sentir como su cuerpo estaba adolorido con solo moverse un poco.

—Cierto, debo encontrar a Su Majestad de inmediato.—dijo recordando de repente.

A pesar de sentir todo su cuerpo adolorido, luego de despertar, corrió de nuevo con todas sus fuerzas motivado por un pensamiento...

« Necesito saber lo que sucedió entre ellos dos. Después de todo me deshice de todos los guardias del palacio para que pudieran estar a solas durante toda la noche.»

Pensó Tae-Bum con una gran sonrisa.

Corría por los pasillos del palacio sin idea alguna de donde podría estar, lo buscaba en cada rincón. Cansado, se detuvo cerca de un estanque para poder descansar, estaba agotado.

« Solo descansaré un momento, y luego...»

Tae-Bum quedó atónito al ver una silueta acompañado de sirvientas estaba parada en el puente del estanque, se acerco lentamente para ver quien era.

No lo podía creer. Unas largas pestañas y un largo cabello dorado, un rostro tan hermoso como el de una mujer, un cuerpo muy delicado y unos hermosos ojos de color rojo que miraban fijamente el estanque.

No podía dejar de mirarlo. Observaba su hermoso rostro, podía ver que estaba deprimido, aquella hermosa mujer se da cuenta de su presencia, se voltea a verlo lentamente hasta que sus ojos se encontraron.

Tae-Bum la miraba con admiración, nunca había un rostro tan hermoso, de repente su rostro calmado y triste cambio a uno completamente opuesto. Estaba sumamente enfadado con él.

—¡Tú!—gritó señalándolo.

Las sirvientas voltearon en dirección a Tae-Bum. Al ver como era señalado por la "hermosa mujer", Tae-Bum entro en razón. No era una mujer, era el hombre omega de ayer.

—¡No creas que escaparás! ¡Juró que te mataré en este instante!

—¿Qué?—respondió, con un rostro pálido.

El Señor corrió inmediatamente hacía la dirección de Tae-Bum, tenía una mirada asesina y muy escalofriante. Las sirvientas y el Eunuco seguían al Señor, corrían detrás de él.

—¡Señorita, no debe correr de esa manera! ¡Su vestido se ensuciará!—grito el Eunuco.

« Me costo mucho vestirlo de esa manera, como el Rey me sugirió. ¡Si se ensucia el Rey se enojará conmigo!»

Pensó el Eunuco, llorando por dentro.

—¡Ni se te ocurra escapar, bastardo!—dijo el Señor, ignorando las palabras del Eunuco.

« ¡Que humillante! ¡Me obligaron a vestirme de mujer y ahora tengo que caminar por el palacio con esta horrible apariencia!»

Pensó el Señor.

—¡¿Por qué a mí?!

El Señor apretó los dientes y frunció el ceño con mucho enojo, diciendo...

—Por tu culpa...

—¿Qué?

—Por tu culpa... ¡Pase la noche con el Rey por tu culpa!

« Si no me hubiera llevado a la habitación del Rey, no habría pasado la noche con ese bastardo. ¡Todo esto es su culpa!»

—¡Maldito, juro que te mataré!

Seguía maldiciendo y corriendo a pesar del dolor que sentía en sus piernas, no miraba lo que sucedía a su alrededor, solo quería atrapar a Tae-Bum.

—¡¿...?!

En medio de los gritos que maldecían sin parar a Tae-Bum, tropezó con una pequeña piedra, no pudo evitar caer, sus piernas aún estaban adoloridas. Los sirvientes no tardaron en acercarse hacía él de inmediato.

Tae-Bum escucho el sonido que causo al momento de caer, se dio la vuelta y lo vio tirado sobre el suelo. Preocupado, se acercó rápidamente hacía él.

—Oye, ¿estas bien? No debiste de correr de esa manera.

—¡Rápido, llamen al médico! ¡La señorita se lastimo gravemente!—dijo el Eunuco.

Todas las sirvientas estaban en pánico.

—Jajajajaja.

De repente se escucho una extraña risa.

—Oye, ¿estas bien? ¿Te dañaste el cerebro?—preguntó Tae-Bum.

—Joven Señor Bae, debe mostrar respeto a la Señorita.—dijo el Eunuco.

—Al fin te atrape, bastardo. Jajajaja.—dijo el Señor riéndose.

Tae-Bum sin entender lo que decía, se paro y dijo...

—Llamaré al médico. Al parecer la Señorita se daño gravemente la cabeza.

« Solo está balbuceando tonterías.»

—¡¿...?!

Tae-Bum intento dar un paso, pero cayó al suelo.

—Joven Señor Bae, ¿se encuentra bien?—preguntó el Eunuco preocupado.

—Sí. Al parecer... alguien agarró mi pierna.—dijo sentándose sobre el suelo.

—¿...?

El Eunuco no entendía lo que decía, se levantó y vio su pierna atrapada por una mano que se aferraba obstinadamente a su pierna. El Señor había agarrado su pierna, pensaba que eso evitaría que escape.

—Señorita, suelte la pierna del Joven Señor Bae, por favor.

—Nunca. Por su culpa... Por su culpa tuve que pasar toda la noche con el bastardo del Rey. Si no hubiera sido por él, yo...

—Tú, bastardo traidor. ¿Qué es lo que acabas de decir?—dijo una voz tosca detrás de ellos.

« Esa voz... »

—Repite lo que acabas de decir, bastardo.—dijo el General Choi, presencio lo que había sucedido desde la distancia, agarro con fuerza el largo cabello del Señor y lo tiro con fuerza.

« No esperaba que el General Choi apareciera justo ahora. Debo arreglar esta situación antes de que suceda algo malo, pero el General Choi no escucha a nadie que no sea el Rey. Debo llamar al Rey.»

El Eunuco miro a una sirvienta de reojo, asintió la cabeza, la sirvienta entendió lo que quería decir el Eunuco y escapó del lugar sin que se diera cuenta el General Choi.

—General Choi, suelte a la Señorita en este instante. De lo contrario, se lo informaré al Rey en este instante.—dijo el Eunuco.

—¡Como te atreves a darme ordenes, maldito anciano!—dijo golpeando fuertemente al Eunuco, tirándolo al suelo.—¡No solo es un traidor, si no también un sucio sodomita! ¡Se atreve a vestirse de mujer y deambular con esa apariencia frente a todos en el palacio!

—General Choi, debes calmarte.—dijo Tae-Bum.

—Cállate. Si dices una sola palabra más también te mataré en instante.

« Su fidelidad hacía el Rey es muy fuerte, no esta pensando con claridad. Debo hacer algo antes de que pueda hacerle más daño a este omega.»

Pensó Tae-Bum, sin dejar de mirar fijamente al General Choi. No podía bajar la guardia en ningún momento.

—¡Escúchame bastardo traidor, nadie puede ofender el nombre del Rey en mi presencia! ¡Te mataré en este instante, sucio sodomita!

« Maldición, aunque lo intento con todas mis fuerzas, no puedo mover mis piernas. Me duelen demasiado, pero si no hago algo ahora me matará.»

Pensó el Señor.

—El Rey estará muy agradecido cuando le entregue tu cabeza.—murmuró el General Choi mostrando una leve sonrisa.

El General Choi saco la espada con la que había jurado lealtad eterna al Rey, cuando era pequeño, apuntó con la punta afila de su espada al cuello del Señor.

—¡...!

Estaba asustado, sus manos empezaron a temblar, mordió su labio con fuerza, no podía sentir miedo en ese momento. Apretó sus manos con fuerza e intentó arrastrarse por el suelo lo más lejos que pudiera del General Choi.

No se atrevía a mirar hacía atrás, no quería ver un rostro como el del General Choi antes de morir.

« ¡Debo escapar!»

Pensó el Señor.

« ¡Su enfermiza lealtad al Rey lo a cegado por completo! ¡Ya no puedo quedarme de brazos cruzados!»

Pensó Tae-Bum, sacó sigilosamente su espada intentando de que el General Choi no se diera cuenta de sus intenciones, sin embargo el General Choi se dio cuenta al instante.

Alzó su espada apuntando hacía la espalda del Señor, quería atravesarlo, sería una muerte lenta y dolorosa para él, pero eso no le importo, solo quería verlo muerto en ese instante.

Bajo su espada con fuerza y rapidez.

Las sirvientas que ayudaban al Eunuco inconsciente, cerraron fuertemente los ojos asustadas al escuchar un sonido muy fuerte detrás de ellas. Asustadas se voltearon a ver que estaba sucediendo.

Veían las dos espadas chocando entre sí, Tae-Bum lo detuvo. Se miraban fijamente entre sí, no apartaban sus espadas, el General Choi empujaba con fuerza su espada, Tae-Bum no retrocedió ni por un segundo.

—Apártate.—dijo el General Choi enfadado.

—No. No dejaré que lo asesines.—contestó Tae-Bum de manera fría e indiferente.

El esfuerzo era inútil, no podía contra Tae-Bum.

Un simple beta contra un alfa, era imposible de que pudiera ganarle, el General Choi lo sabía. Alzó su espada y retrocedió unos pocos pasos, pero no se rindió.

Tae-Bum se puso en guardia, estaba dispuesto a proteger al Señor de cualquier daño que intentará hacerle el General Choi hacía él.

Se podía sentir en el aire la tensión entre ellos dos, algunas de las sirvientas solo podían quedarse mirando su pelea, al mismo tiempo que otras ayudaban al Eunuco. No se atrevían a intervenir.

—General Choi, te ordenó que te retires.

—¡Como te atreves! ¡Solo el Rey puede darme ordenes!

« El Rey. Yo solo puedo obedecer al Rey. Bae Tae-Bum... ¡Como te atreves a darme ordenes!»

Pensó el General Choi enfadado, apretando fuertemente sus dientes.

Estaba al borde de perder la cordura que le quedaba, no podía controlar su temperamento o sus acciones por completo.

Escucho unos pasos que se acercaban, podía ver como una gran sombra se acercaba hacía él. Inmediatamente movió su espada, apunto al extraño que estaba detrás de él.

En el momento en el que vio su rostro no podía creerlo, era la persona que más admiraba y había jurado lealtad eterna, era el Rey de Joseon frente a él.

—Cómo te atreves a apuntarme con tu espada, General Choi.—dijo con un tono indiferente.

—¡...!

El General Choi no pudo evitar palidecer al escuchar su voz y ver su rostro frente a él, al mismo tiempo que apuntaba el cuello del Rey con su propia espada.

« ¿Qué hice?»

Próxima parte: 11 de Marzo