Después del final sólo queda el principio. El mundo finalmente ha alcanzado la paz. La batalla entre el bien y el mal ha llegado a su fin y se ha llegado a un acuerdo. Ambos lados dejaran a la Tierra en paz. Aquellos que eligieron vivir en el terreno terrenal deben cumplir con el nuevo tratado de paz que establece: Ningún bando tiene derecho a reclamar esta tierra. Tanto Dios como el Diablo coincidieron en que esta paz era importante para la preservación de la raza humana, así como para la continuación de la existencia de las criaturas celestiales conocidas como ángeles y demonios. Todos los súbditos acordaron a este alto a las armas y vivirán en paz compartiendo esta hermosa tierra. Y es así como todos los que se quedaron en la Tierra tuvieron que aprender a vivir en tranquilidad entre todas las razas, ya fueran humanos, ángeles o demonios. Durante mil años se respetó esta paz, pero en lo profundo de las sombras el corazón de muchos no estaba de acuerdo en que la Tierra fuera compartida. Se tenía que llevar a cabo una batalla decisiva y se le tenía que dar la Tierra al ganador.
Nuestra historia comienza justo cuando esos oscuros susurros comenzaron a tomar fuerza y comenzó a formarse una alianza para acabar con la prometida paz en la Tierra.
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Emilia era una bella joven, descendiente directa de uno de los arcángeles mas conocidos y respetados. Ella era la hija del arcángel Miguel, el infame general del ejército celestial de Dios. El día de su nacimiento sus padres esperaban un ángel varón. Alguien que continuaría como el próximo general de los cielos, pero en cambio lo que nació ese día fue una hermosa mujer. Sus ojos verdes como esmeraldas y su cabello rojo anaranjado similar al color fugaz del atardecer. Los sirvientes y la partera que habían asistido en el parto estaban asustados. Temían que Michael no aceptara al ángel femenino como su heredero. Temían el rechazo de él, pero estaban completamente equivocados. En el momento en que Michael sostuvo a su hija en sus brazos, supo que estaba destinada a la grandeza. Hombre o no, este ángel se convertiría en el próximo general del ejército de Dios. En ese momento el se prometió a sí mismo que entrenaría a su hija para hacerla digna y asegurar que nadie dudara de su destino.