Chereads / Cásate con mi hijo / Chapter 6 - Capítulo 6. La residencia Firestorm

Chapter 6 - Capítulo 6. La residencia Firestorm

June observó la lluvia caer por el vidrio de la ventana. Aiden manejaba con cautela. Cientos de emociones recorrían su cuerpo. Su día había dado un giro de 180 grados muy de repente. Jamás imaginó ir en el mismo auto que su jefe; el mismo con el cual no tenía una buena relación.

—¿Por qué vives en el residencial Firestorm? —inquirió Aiden sin poder contener la curiosidad.

Antes de responder June abrió el chat de Marcus sin percatarse. —El señor Firestorm me ofreció uno de sus apartamentos.

Aiden la observó por el rabillo del ojo. —Mi padre hizo el residencial para la familia.

June limpió la humedad de la ventana con la mano. El sonido de las escobillas acompañaba el repiqueteo de la lluvia. Aiden encendió el aire para disminuir la humedad.

—Lo sé. Él me dijo que ustedes casi nunca pasaban ahí.

—Hablas de mis hermanos. Yo siempre he estado allí —objeto él.

Después de veinte minutos vislumbraron el residencial. Aiden bajó el vidrio para que vieran su rostro los de seguridad. Las puertas se abrieron enseguida. La lluvia seguía cayendo sin cesar. June se abrazó el cuerpo, temblaba de frío.

—¿Cuál es tu departamento? —preguntó Aiden.

Ella señaló el segundo departamento con el dedo. Aiden se parqueó en frente mientras ella buscaba la llave en su bolso. La llave no se veía por ningún lado. June revolvió sus cosas una y otra vez, su cartera tampoco estaba. Minutos después recordó. Había dejado su cartera en la oficina, dentro de la cartera siempre guardaba las llaves del departamento.

—¡Ah!

—¿Qué sucede?

—Olvidé las llaves en la oficina.

Aiden arrugó la frente. —¿Y no tienes un repuesto?

La llave en su oficina era su llave de repuesto. La semana pasada había perdido la original. Aiden se llevó una mano a la cabeza, perdía la paciencia con mucha facilidad.

—No te preocupes. El señor Firestorm…

Iba a decir que el señor Firestorm siempre tenía una llave de repuesto; pronto recordó que él ya no estaba ahí.

El rostro de Aiden se oscureció. —Mi padre ya no está aquí para salvarte. Debes recordar eso.

Sin previo aviso una lágrima silenciosa rodó por la mejilla de June, ella agachó la cabeza para ocultarla con su cabello. Si Aiden Firestorm no hubiera hecho ese comentario, ella seguiría esperando al señor Firestorm en la puerta de su casa.

June se limpió la lágrima con el dorso de su traje blanco y abrió la puerta de golpe. Aiden la tomó del brazo antes que ella se moviera. —¿Estás loca? ¿Piensas dormir bajo la lluvia?

June permaneció con la cabeza gacha. Se mordió el labio para contener las lágrimas. Aiden estiró el brazo y cerró la puerta de golpe.

—Eres demasiado impulsiva —informó él—. Hay dos habitaciones en mi apartamento. Regresaré mañana por tus llaves a la oficina.

Aiden giró la manivela y comenzó a acercarse a una casa en el fondo de la residencia. June se sentía patética, pero no podía rechazar su oferta.

—No tienes que ir mañana. Es tu día libre —comentó June—. Yo puedo ir.

Aiden oprimió un botón. Una puerta de color plateado se elevó en el aire para revelar una pequeña cochera.

—También es tu día libre.

Un gato blanco saltó de la nada cuando June bajó del auto. —Artemisa. ¿Qué haces aquí?

—Ha estado aquí desde la mañana —expresó Aiden no muy feliz.

June inclinó su cuerpo y tomó la gata en su regazo. Aiden caminó hasta la puerta trasera, sacó la llave, la insertó en el picaporte y le dio una vuelta.

Clack… La puerta se abrió.

June restregó sus zapatos en la alfombra; comenzó a caminar dentro del departamento pero Aiden la detuvo con un brazo, y señaló sus zapatos blancos. Ella parpadeó.

Aiden puso los ojos en blanco. —Tus zapatos. No puedes entrar con ellos.

En efecto, Aiden había cambiado sus zapatos por unas pantuflas. Él tomó un par de pantuflas extra y se las entregó a June. Ella las tomó e hizo una mueca de disgusto con el rostro. Retiró sus zapatos y se colocó las pantuflas sin decir nada. Su pie pequeño cubría la mitad del zapato. Preferiría entrar descalza.

Aiden tomó sus zapatos y los dejó junto a la entrada. June arrastró los pies por la madera, temía perder una pantufla en el proceso.

—¿No hacen esto de dónde vienes?

June dobló el cuello. Aiden la miraba con una risa burlona en el rostro y los brazos cruzados. En esa postura Aiden se veía muy apuesto. Ella fijó la mirada al frente.

—No.

Aiden pasó por su lado. Ella iba detrás admirando cada detalle. Al igual que en su oficina, el departamento de Aiden desbordada armonía. Un sofá y dos sillones de color azul adornaban la sala. Una mesita pequeña estaba colocada en medio de los dos sillones. Una lámpara estaba junto al sofá. Las paredes eran de color blanco.

—Puedes dormir aquí. —Aiden abrió la puerta del segundo cuarto. A la par había otra puerta, June supuso esa era la habitación de él.

—Gracias —musitó June avergonzada.

Artemisa saltó desde su regazo, y entró a la habitación con elegancia. June permaneció estática, Aiden tampoco se movió. En ese instante un celular sonó. June tardó varios segundos en reconocer el sonido de su propio móvil. Lo sacó de su bolsillo tan rápido como pudo; el móvil se resbaló de su mano, pero lo atajó a tiempo.

Frunció el ceño al ver el destinatario. «Marcus», leyó. Sin pensarlo dos veces oprimió el botón rojo para colgar la llamada.

—Buscaré algo para que cambies tu ropa —anunció Aiden mientras abría la puerta de su habitación.

June lo vio desaparecer. Después de pensarlo por varios segundos decidió entrar a su habitación y esperar a Aiden. Se sentó sobre la cama y analizó la habitación: paredes blancas, un estante de libros, una ventana sin cortina, y sábanas blancas cubrían la cama. Un tapete de color gris cubría todo el piso. June tuvo la impresión que la habitación no solía ser usada. ¿Acaso Aiden no tenía amigos? o, ¿una novia?

Sacudió su cabello. Aiden Firestorm era su jefe, no debía entrometerse en su vida privada.

Aiden regresó con una camiseta y unos pantalones largos.

—Es lo único que tengo. —Se disculpó él y le entregó la ropa. —Puedes tomar una ducha si quieres. —Aiden señaló la puerta del baño dentro de la habitación.

—Gracias —repitió June.

Aiden se rascó la cabeza. —¿Tienes hambre?

June ladeó su cabeza hacia un lado. —Pensé que no te agradaba.

—No me agradas, June. Solo estoy siendo cortés. —Aiden acomodó su corbata.

Ella arqueó las cejas al escuchar su nombre; se puso de pie y se acercó a Aiden. —No importa cuanto me odies, las personas siempre terminan cayendo en mis encantos.

El celular de June sobre la cama, sonó una vez más; vio por el rabillo del ojo el nombre de Marcus. Debía contestar, de lo contrario Marcus sería capaz de llegar al residencial en su búsqueda.

June tomó la ropa en el regazo de Aiden y estiró el brazo para alcanzar su celular.

—Lo siento, no tengo hambre. —June caminó hacia el baño. —¡Ya deja de llamarme! —dijo a Marcus.

*

*

*

Aiden no solía ser curioso, pero no puedo evitar ver el nombre de Marcus

en el celular de June. Él y Marcus solían ser cercanos. Lo conocía como la palma de su mano.

Aiden sacó su celular del bolsillo, buscó el contacto de Marcus y escribió: «Alejate de June».

Dejó caer su celular en el sofá de la sala, y se llevó una mano a la frente. En realidad no odiaba a June, pero su personalidad le recordaba demasiado a su padre. Prometió no pensar en él, mientras tanto el destino se burlaba en su cara por medio de los dulces ojos de June.

La puerta de la habitación donde estaba June se abrió de pronto. Aiden levantó la vista. June asomó su cuerpo, su cabello mojado le tapaba un poco el rostro; la camiseta le cubría el cuerpo hasta las rodillas dejando sus piernas al descubierto. Aiden volteó la cara, avergonzado. ¿Por qué no se había puesto el pantalón?

—¿Tienes pastillas para el dolor? —Aiden escuchó los pasos de June acercarse.

Bajó la mirada para ver a June. La joven sostenía la cabeza con una mano, su rostro estaba pálido.

—¿Estás bien?

—Migraña. —murmuró.

June perdió el equilibrio hacia el frente. Los reflejos de Aiden lo ayudaron a sostenerla antes de que cayera al suelo. Los brazos desnudos de la joven sudaban frío.

—Tienes fiebre. Llamaré a un doctor.

June le golpeó el pecho con su mano varias veces. —No… una pastilla.

Aiden frunció el ceño no muy convencido. Al final ayudó a June a sentarse en el

sofá. La joven tenía los ojos entrecerrados. Aiden corrió a la cocina y buscó la caja con medicamentos. Minutos después regresó con una pastilla y un vaso con agua.

June tomó la pastilla torpemente. Su otro brazo no quiso moverse. Aiden la ayudó a beber el agua, colocó el vaso sobre la mesa y regresó a June. La joven cerró los ojos.

El pecho de June subía y bajaba con dificultad. Aiden inclinó su cuerpo y levantó el cuerpo de June con ambas manos. La llevó hasta la cama, luego la cubrió con el cubrecamas.

—Cásate con mi hijo —murmuró June—. ¡Qué tonterías!

Aiden no comprendió sus palabras. Ignoró el comentario y encendió la calefacción.

Related Books

Popular novel hashtag