Era agosto en la ciudad y el inicio de las clases estaba próximo. En una universidad local un joven con un aspecto desalineado de cabello negro con un ligero fleco que cubría una parte de su frente y ojos de color café claro hablaba con la rectora del instituto buscando ser aceptado.
— Realmente me gustaría estudiar aquí, de verdad que ser arquitecto es mi sueño desde pequeño — comentaba el joven.
— Lo entiendo, pero debes comprender que las inscripciones fueron hace un mes y los exámenes para nuevos alumnos ya pasaron también — respondió la rectora, que era una señora de alrededor de 50 años, con un cabello negro con contrastes blancos por las canas y cuyos ojos negros eran cubiertos por unas grandes gafas.
Al escuchar esto el se desilucionó, no dijo nada por unos segundos mientras bajaba la cabeza y veía hacia el piso brillante de la oficina, entonces mordió su labio inferior levanto la mirada y replicó — Podría siquiera ver mi documentación y si surge alguna vacante estaría dispuesto a aplicar por ella —
El joven entrego el folder con sus documentos, la rectora sólo asintió y lo recibió, aunque por dentro pensaba [realmente no puedo hacer nada, aún si existiera alguna vacante hay muchos más en la fila de espera por aplicar para ella].
Triste y decepcionado bajo por la escalera hacia el primer piso pensando [se acabó, mi esperanza de un nuevo comienzo resultó ser un fracaso] salió del edificio y se dirigió hacia la puerta principal del instituto, de repente escucha una voz.
—¡Joshuaaa! Espera—