-Alguien la apuñaló en el cuello, jovencita.
Mis ojos se ensanchan, y lentamente me vuelvo hacia el anciano caballero parado junto a mí. Él presiona el botón para que el elevador suba y me mira. Sonrie y señala mi cuello.
--Su marca de nacimiento --dice.
Mi mano sube instintivamente a mi cuello, y toco la marca del tamaño de una moneda de diez centavos, justo por debajo de mi oreja.
--Mi abuelo solía decir que la ubicación de una marca de nacimiento era la historia de cómo una persona perdio la batalla en su vida pasada.
Supongo que usted fue apuñalada en el cuello. Sin embargo, apuesto a que fue una muerte rápida.
Sonrió, pero no puedo decidir si deberia estar asustada o divertida. A pesar del comienzo tan morboso de su conversación, no puede ser tan peligroso. Su postura curvada y su porte inestable delatan que no tiene un dia menos de ochenta años. Da unos pocos pasos lentos hacia una de las dos sillas de terciopelo rojo que se encuentran colocadas contra la pared junto al elevador. Gruñe mientras se sienta en la silla y luego alza la mirada hacia mí de nuevo.
--¿Va a la planta dieciocho?
Mis ojos se estrechan mientras proceso su pregunta. Él, de algún modo, sabe a qué planta voy, incluso aunque es la primera vez que he puesto un pie en este complejo de apartamentos, y definitivamente es la primera vez que he puesto los ojos sobre este hombre.
--Sí, señor --digo con cautela---. ¿Trabaja usted aquí?
--De hecho lo hago.
Hace un gesto con la cabeza hacia el elevador, y mis ojos se mueven hacia los números iluminados que hay sobre nuestras cabezas. Once pisos antes de que llegue. Rezo para que lo haga rápidamente.
--Aprieto el botón del elevador --dice--. No creo que haya un título oficial para mi posición, pero me gusta refererirme a mí mismo como un capitan de vuelo, considerando que envio a las personas a una altura de hasta veinte pisos.
Sonrió ante sus palabras, ya que tanto mi hermano como mi padre son pilotos. --¿Cuánto tiempo ha sido capitán de vuelo en este elevador? --pregunto mientras espero. Juro que este es el ascensor más malditamente lento con el que me he encontrado jamás.
--Desde que fui demasiado viejo para encargarme del mantenimiento de este edificio. Trabajé aquí treinta y dos años antes de convertirme en capitán. Ahora hace más de quince años que he estado enviando a volar a la gente, creo. El propietario me dio un empleo por lástima, para mantenerme ocupado hasta que muera. ---Sonríe para sí mismo---. De lo que él no se dio cuenta es que Dios me dio muchas y grandes cosas para cumplir en mi vida, y justo ahora, estoy tan atrás que nunca voy a morir.
Me encuentro a mí misma riendo cuando las puertas del ascensor finalmente se abren. Extiendo la mano para agarrar el asa de mi maleta y me giro hacia él una vez más antes de entrar. --¿Cuál es su nombre?
--Samuel, pero llámame Cap ---dice---. Todo el mundo lo hace.
--¿Tiene alguna marca de nacimiento, Cap?
Sonríe. --De hecho, sí tengo. Parece que en mi vida pasada me dispararon justo en el trasero. Debo de haberme desangrado.
Sonrió y llevo la mano hasta mi frente, dedicándole un correcto saludo de capitán. Entro en el elevador y me vuelvo para enfrentar las puertas abiertas, admirando la extravagancia del vestíbulo. Este lugar parece más un hotel histórico que un complejo de apartamentos, con sus grandes columnas y sus suelos de mármol.
Cuando Andrew dijo que podía quedarme con él hasta que encontrara un trabajo, no tenía ni idea de que vivía como un adulto de verdad. Pensé que sería similar a la última vez que lo visité, justo después de que me graduara en la escuela secundaria, cuando él había empezado a trabajar para conseguir su licencia de piloto. Fue hace 4 años, y en un complejo de dos plantas incompleto. Eso es lo que esperaba.
Desde luego no esperaba un edificio muy alto justo en el centro de la ciudad de San Francisco.
Encuentro el panel y presiono el botón del piso dieciocho, luego alzo la mirada a la pared de espejos del elevador. Pasé todo el dia de ayer y la mayoría de esta mañana empacando todo lo que poseo de mi apartamento en San Diego. Afortunadamente, no poseo mucho. Pero después de haber hecho un solitario viaje de ochocientos kilómetros, el cansancio es bastante evidente en mi reflejo. Mi pelo se encuentra en un nudo flojo en la parte superior de mi cabeza, asegurado con un lapicero, ya que no pude encontrar un lazo para el cabello mientras conducía. Mis ojos normalmente son tan marrones como mi pelo color avellana, pero ahora mismo, parecen diez sombras más oscuras gracias a las bolsas que hay debajo de ellos.
Busco en mi bolso para encontrar un tubo de bálsamo labial ChapStick, con la esperanza de salvar mis labios antes de que acaben con un aspecto tan fatigado igual al resto de mí. Tan pronto como las puertas del elevador empiezan a cerrarse, se abren otra vez. Un tipo se precipita hacia los ascensores, preparándose para seguir cuando reconoce al viejo. ---Gracias, Cap ---dice.
No puedo ver a Cap desde dentro del elevador, pero lo oigo gruñir algo en respuesta. Él no suena tan ansioso por hacer una pequeña charla con este tipo, como lo estaba conmigo. Este hombre parece estar a finales se sus veinte como máximo. Me sonríe, y sé exactamente qué pasa a través de su mente, considerando que acaba de deslizar la mano izquierda en su bolsillo.
La mano con el anillo de bodas en ella.
---Planta diez ---dice sin apartar la mirada de mí. Sus ojos caen al escaso escote que muestra mi camiseta, y luego mira la maleta a mi lado. Presiono el botón del décimo piso. "Deberia haberme puesto un suéter".
---¿Mudándote? ---pregunta, mirando descaradamente mi camisa otra vez.
Asiento, aunque dudo que se dé cuenta, considerando que su mirada se encuentra en ninguna parte cerca de mi cara.
---¿Qué planta?
"Oh, no, no lo haces". Extiendo la mano por detrás de mí y cubro todos los botones en el panel con mis manos para esconder el botón iluminado de la planta dieciocho, y entonces presiono cada botón entre las plantas diez y dieciocho. Él mira el panel, confundido.
--No es asunto tuyo --digo.
Él se ríe.
Cree que estoy bromeando.
Arquea una oscura y gruesa ceja. Es una bonita ceja. Está unida a una bonita cara, la cual está unida a una bonita cabeza, la cual está unida a un bonito cuerpo.
"Un cuerpo casado".
Idiota.
Sonríe seductoramente después de verme revisarlo, sólo que yo no estaba revisándolo de la forma que piensa. En mi mente, me preguntaba cuántas veces ese cuerpo ha estado presionado contra una chica que no era su esposa.
Siento pena por ella.
Él está mirando mi escote otra vez cuando alcanzamos la décima planta. --Puedo ayudarte con eso ---dice, asintiendo hacia mi maleta. Su voz es agradable. Me pregunto cuántas chicas han caído por esa voz casada. Camina hacia mí y alcanza el panel, presionando valientemente el botón que cierra las puertas.
Sostengo su mirada y presiono el botón que abre las puertas. --Lo tengo.
Asiente como si entendiera, pero hay un brillo malicioso en sus ojos que reafirma mi aversión inmediata hacia él. Sale del elevador y se vuelve para mirarme antes de alejarse.
--Hasta luego, Chloe --dice, justo mientras se cierran las puertas.
Frunzo el ceño, incómoda con el hecho de que las únicas dos personas con las que he interactuado desde que entré en este complejo de apartamentos ya saben quién soy.
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