—¿Estoy en una especie de sueño? —preguntó Mahina, sin poder creer que su hermana hubiera dicho eso.
—Deja de ser boba. —Kiana no podía creer la reacción de su hermana, al confesarle que tenía una relación seria.
—¿Por qué no me habías dicho nada? —Mahina asimilaba la información.
—Quería estar segura de que fuera algo… verdadero.
—¡Debo conocerlo!
—Si, pronto.
—¡Tienes una relación formal! Te has convertido en todo lo que juraste destruir.
— Debo irme, luego seguimos platicando. —Kiana huyó del lugar.
Lo único que pudo hacer Mahina, fue contemplar cómo su hermana salía de ahí y todas las frases anti amor que la escuchó decir llegaban a su mente.
"La formalidad de una relación solo la hace aburrida"
"El amor de pareja apesta"
—Sin duda hasta la más terca puede sucumbir ante el amor —habló en voz alta y cerró la puerta de su casa.
Se dispuso a tomar una ducha, se sentía tan emocionada por Kiana. Su mente comenzó a divagar ¿Cómo sería el chico que le había robado el corazón a Kiana? Sin duda alguien muy valiente y especial.
Con esas alocadas ideas terminó de ducharse y desmaquillarse correctamente, se puso cómoda y lo próxima que quería hacer es descansar, ya que había vivido demasiadas emociones por ese día.
Al despertarse en la mañana, su rutina comenzaba. Se ducha, secó su cabello a la perfección y sacó uno de sus uniformes y se preparó un poco de café, sin duda esa mañana pintaba maravillosa.
Se peinó y terminó de arreglarse. Beso a sus mininas, y se dirigió a la salida de su hogar.
Miró su reloj, aún tenía mucho tiempo de sobra, pero le gusta siempre llegar puntual.
Esa era la nueva Mahina, nada comparada con la antigua impuntual, ingenua y despreocupada, Mahina del pasado.
Movió la cabeza, como si esa simple acción la hiciera quitarse de la mente varios recuerdos.
Se subió a su auto y así seguía la misma rutina.
Condujo mirando las calles, nada "nuevo" llamaba su atención.
Entonces llegó a su destino.
Entró por la amplia puerta trasera y saludó a todos sus compañeros y comenzó sus actividades labores.
Picando, emplatando, sazonando, con algo de estrés, pero mucha satisfacción, y así su jornada laboral terminó.
Mahina se quitaba su delantal y se dirigía a su locker, tomó su celular.
Le asombró ver que tenía cientos de llamadas perdidas, no reconocía ese número. Se metió a los mensajes de WhatsApp y ahí pudo leer.
"¡MAHINA NECESITO CONTARTE!"
"Es urgente verte"
"¿A qué hora sales del trabajo? Vine a campo di Fiori, supuse que no podría verte. Me urge contarte algo"
—Michelle —susurró la chica.
Mahina, simplemente no entendía ahora que le daba por querer su "amistad", tenían mucho tiempo sin verse y en el pasado ella sí creyó que Michelle era sincera.
Ahora era más claro que las intenciones de su "mejor amiga" hacia ella nunca fueron buenas.
Pero la antigua Mahina, la que la quería y se desvivía por Michelle, le gritaba que le marcará.
Mahina se tomó un momento para analizar toda la situación, y su lado "tonto" como ella le decía, ganó. Tomó su celular y le marcó a Michelle.
—¡MAHINA! —Escuchó el grito en la otra línea.
—Hola ¿Dime?
—Necesito verte, ¿puedes hoy?
—Una disculpa, tengo unos compromisos, pero mañana a las siete y media podemos hablar unos minutos —explicó la chica.
—Mañana nos vemos, entonces te veo a las siete y media. —y la llamada se cortó.
La castaña se le quedó viendo a su móvil ¿Qué mosco le había picado a Michelle?
Como sea, lo sabría mañana.
Así que con agotamiento mental, salió de su lugar de trabajo.
Llegó a su hogar pico algo de fruta, jugó con sus gatitas, se duchó y al acostarse se quedó profundamente dormida.
A la mañana siguiente se preparó y como de costumbre fue a trabajar.
Trato de hacer todo de manera excelente.
—Mahina shht —Jaime llama a Mahina en voz baja.
—¿Si?
—A Caleb le gustas —susurró.
—Lo conozco hace dos meses.
—¿Y? Dije que le gustas, no que te quiere proponer matrimonio.
—OK. —respondió la chica restando importancia y prefirió seguir en sus asuntos.
Al terminar su turno, e ir por sus cosas a su locker, miró su celular y ahí estaba cientos de mensajes de Michelle, el último decía que estaba afuera del lugar esperándola.
—Mahina, ¿te gustaría acompañarnos a la noche de karaoke?, solo será un rato. Mañana todos entramos temprano al trabajo. —Caleb trataba de sonar casual.
—Si, claro. —respondió Mahina, y por primera vez en dos meses ponía atención a lo bien parecido que era Caleb—. Solo voy a platicar algo rápido con una amiga.
Así tendría la excusa perfecta para no estar más de quince minutos con Michelle.
—Te acompañamos —sugirió Jaime.
—Claro.
Así que Caleb, Jaime, Mahina y cinco compañeros más salían a encontrarse con Michelle.
Mahina no tardó ni dos minutos en identificar su esbelta y larguchona figura.
—Mahina, ¿vamos por un café?. —Propuso Michelle, en cuanto Mahina estuvo cerca de ella.
—Lo siento tanto, hoy también tengo planes —le dijo apuntando ligeramente a sus compañeros, que estaban a su espalda.
—Preséntame.
—¿Perdón?
—Que me presentes tontita, siempre es bueno conocer nuevos colegas. —la pelirroja guiñó el ojo.
Mahina se volvió a sus compañeros e hizo una señal con la mano, pidiendo que se acercaran, y así fue como comenzó a presentarles a Michelle.
—Un gusto conocerlos a todos. Bueno Mahina, mi insistencia en verte es que quiero pedirte que seas… mi dama de honor ¡Me voy a casar! Mi novio me propuso matrimonio —soltó una animada Michelle.
—Felicidades —decían los compañeros de Mahina, con incomodidad.
—No sé qué decir… yo te deseo lo mejor, pero no sé si pueda ser tu dama de honor. —En ese momento Mahina estaba muy arrepentida de haber llevado a todo su grupo de "amigos" del trabajo.
—Vamos, me lo debes, así como yo fui dama de honor en tu boda.
—¿Dama de honor? —se escuchaban pequeños susurros provenientes de sus compañeros, solo Jaime sabía que estaba divorciada.
En ese momento, Mahina deseo, con todas sus fuerzas, que la tierra se la tragara. Había olvidado lo imprudente que era Michelle.