Kim Hajin volvió a mirar a su alrededor, contemplando su entorno con una sonrisa llena de pesar, burlándose de sí mismo al darse cuenta de el lugar donde se encontraba. Este lugar era donde todo había comenzado, aquí había llegado después de ser transportado a este mundo y el lugar que más evitaba.
La mazmorra 'El Templo de los lamentos'.
Esta era una mazmorra de rango E, que estaba compuesta con monstruos de rango bajo tipo espíritus, y su JEFE era una Basheen. Era una masmorra algo especial, por que era una mazmorra nombrada apesar de tener un bajo rango. Kim Hajin sospechaba que tenía algo que ver con su aparición en ese mundo. Volvió a mirar la pequeña cueva donde estaba, en realidad no entendía que lugar era ya que en la novela que había leído nunca hubo mención de ella. En su vida pasada no había investigado mucho mientras se limitaba a buscar una salida y un lugar seguro, y durante lo cuatro meses que estuvo ahí logró encontrar muy poca información.
Sabía que era un templo. Y los que adoraban ahí no parecían creer en un dios, si no que creían en una clase de "guardián" y según lo que entendió, ese "guardián" los protegía en la oscuridad. Este era un ser misterioso, las figuras en los murales lo plasmaban como una figura indestingible en las sombras, con luces comp estrellas que formaban una corona o un "halo". Lo más extraño para Kim Hajin era que lo adoraban como a un dios aunque no lo consideraban uno.
Recordando la novela, se le hizo más curioso el hecho de que aún recordaba una novela que había leído hacía más de 12 años, Kim hajin ni siquiera recordaba el rostro de sus padres y los recuerdos de la mayoría de su vida antes de llegar ahí. Después de vivir prácticamente en la desesperación total y la tortura constante de las masmorras esos 12 años, él juraba que lo único que aún persistía en recordar, era su nombre.
Examinando su cuerpo lo primero que notó fue la forma de sus manos, que eran suaves y justas, eran las manos de un joven de secundaria que solo se vivía estudiando, leyendo novelas y jugando con sus amigos. Hacía tanto tiempo que había visto sus manos así, no supo cuando pero sus manos habían tomado la forma de garras, duras y tozcas con uñas tan largas y afiladas como cuchillas, capaces de atravesar acero como si fuera tofu. Después de luchar contra monstruos y demonios no supo cuando pero su forma había cambiado tanto, en esos momentos el se había alegrado, pues de esa forma podía asegurar más su vida.
Pero si hubiera sido así, no habría tenido que pasar de mazmorra en mazmorra después de morir incontables veces como para acostumbrarse a la muerte. Y tomar un suicidio como una salida si estaba harto de un determinado lugar o para matar a su enemigo que solo "moriría con él" acuestas si era necesario.
Kim Hajin sabía que había regresado a su yo que había quedado atrás hace doce años en su vida pasada. Joven, tierno y débil.
Pero no estaba molesto, por qué vio algo que en su última vida no había visto y de hecho solo logró escuchar accidentalmente una vez de unos cazadores antes de ser asesinado por ellos, claro, eso fue entes de que se transformara por completo en un monstruo como los demás que habitaban las mazmorras y comenzara a matar a todos lo que se le atravesaran, ya fueran los monstruos de la mazmorra o los cazadores que entraban del mundo exterior. De hecho tenía más tendencia a matar a los cazadores, por qué su primer muerte fue a manos de un cazador, después de haber sobrevivido a duras penas contra los monstruos.
Lo que Kim Hajin vió frente a él le hizo no poder mantener su acostumbrada indiferencia, ira y desesperación que había mantenido por doce años. Hasta quería sonreír de alegría.
"Ja"
Kim Hajin solo pudo soltar una risa seca, mientras examinaba la pantalla traslúcida que había aparecido frente a él.
[Estado: #@+#
Nombre: Kim Hajin.
Raza: Humano/???
Edad: 17 años.
Nivel: 1.
Exp: 0/100.
HP: 10/10
Fuerza: 10.
Agilidad: 10.
Resistencia: 9.
Inteligencia: 12.
Suerte: 5.]