Se dice que la esperanza es lo ultimo que se pierde, en mi caso, ya era ese punto donde ni esperanza me quedaba en ese momento.
Pasaron varios dias luego de haber sido elegida por el duque Albert, antes de partir me despedi de Sara que habia sido como una hermana mayor para mi:
-No pienses que eres mejor que yo solo por haber sido elegida. Me dijo Sara con una sonrisa, sus ojos estaban un poco llorosos, se que estaba tratando de ser fuerte.
Al darme cuenta, le dije con una sonrisa:
- Yo tambien te voy a extrañar, no te preocupes, como voy a ser tan hermosa como usted my lady.
Las dos nos reimos un poco tristes por nuestra separacion y luego nos abarazamos.
Tambien me despedi de la maestra Sol que habia sido como una madre para mi, luego me despedi tambien de Margaret.
Las otras doncellas ni siquiera bajaron para despedirse, probablemente, era porque estaban confundidas y enojadas de como yo, una habitante del pueblo mas odiado del mundo pudo ser la elegida.
El carruaje arranco y alce mi mano para despedirme de las mujeres que habian sido como mi segunda familia, ellas hicieron lo mismo.
Mientras iba en el carruaje, la sierva que iba conmigo me dijo:
-No se preocupe doncella, la ciudad de Oro es muy hermosa, la mitad de su poblacion es muy alegre, tambien hay mas habitantes de Meriela que residen en la capital.
Me tranquilice un poco al darme cuenta de que al menos ya no iba a hacer la unica de mi pueblo en una ciudad nueva.
La ciudad de Oro es una ciudad hermosa, es la capital del reino, la monarquia y la mitad de los nobles residen aqui.
El viaje duro aproximadamente 10 horas, por lo que me habia quedado dormida.
-Doncella, despierte, ya llegamos. Me dijo la sierva que iba conmigo, tocandome un poco para despertarme.
Cuando desperte, hice mi mayor esfuerzo para volver totalmente en si.
Al salir del carruaje, vi que estabamos enfrente del palacio de los albert.
Los Albert eran la familia mas adinerada y poderosa del reino, tambien pertenecian a la corte suprema, el duque Albert era la mano derecha del Rey, por lo que probablemente le ayudo a subir de rango.
Dude en si seguir o no, cuando escuche la voz de la sierva:
-Vamos doncella, bienvenida a su nuevo hogar.
Al escuchar sus palabras, no podia creer, que de vivir en una zocha, pase a vivir a un palacio.