Cariin nunca había entendido como terminó en su situación actual con su padre, el hombre al que más había querido desde la muerte de su madre en su niñez de esta forma, odiandole hasta los huesos, su hermano Jonathan, el siempre correcto, la miraría con despreció profundo en la mirada, y Jeremy negando que alguna vez había habido algo entre ellos, no es que alguna vez lo hubiese admitido, quien querría ser el prometido de alguien como yo, habría podido soportar cualquier cosa menos que lo que me estaba pasando justo ahora, me encontraba en el salón, el mejor salón del castillo de mi madre, con el cabello húmedo y que se me pegaba en las mejillas por la copa de vino que fue vertida sobre su cabeza, recorría desde su frente hasta sus mejillas, había cerrado los ojos y apretado fuertemente los puños, Miranda, la típica rubia de plástico que solo era belleza y no inteligencia se reía desde un costado, junto con el resto de invitados que eran sus amigos y los que no, solo aquellos que tenían una edad más madura mantenían la calma y fruncian el entrecejo, Lia quien le había vertido la bebida encima la miraba como si ella fuera la peor persona que pudiera existir en el mundo, claro porque yo era malvada, siempre buscando una forma de fastidiar y humillar a Madizon, y Madizon se reía muy secretamente escondiendo su cara en el pecho de Jeremy fingiendo que estaba asustada de mis acciones, era un hada, vestida de color dorado y sus ojos transmitían una tristeza dolorosa. Odiaba, odiaba todo lo que estaba pasando.
Había sido muy tonta al creer que Madizon era su amiga cuando a sus espaldas se estaba viendo con Jeremy Malfoster quien era su prometido, pero es más, siempre le hacia pensar que el era solo su amigo y se echaba a llorar cuando los encontraba juntos, diciéndole que todo era culpa de ella, entonces Jeremy culparia a Cariin por ser tan mala con Madizon, incluso si no hubiera dicho una palabra desde el inicio, ella irrumpió en su tranquila vida como un torbellino y estúpidamente pensó que tendría una hermana con la que podría compartir secretos y ser mejores amigas, eso era lo que anhelaba con su inocencia de niña, porque pensó eso si, Madizon tenía una edad similar a la de ella misma solo eran cuatro meses de diferencia, no decía esto que su padre había engañado a su adorada madre cuando tenía cuatro meses de estar embarazada de ella misma, tonta, si tonta y otra vez tonta, siguió repitiendo en su cabeza, y a pesar del dolor que sentía en lo profundo de su corazón y se calaba en sus huesos levantó la mirada, una mirada firme, valiente que ocultaba todas sus emociones en lo más profundo, evitó que vieran en ella lo que pretendían, su miedo, tristeza y humillación.
—¿Qué esperas lograr con esto Lía?— preguntó en un tono plano, como si no fuera a ella a quien le hubieran humillado hacia solo unos segundos. Lia la miró un poco desconcertada por la pregunta unos segundos antes de decir.
—No es obvio estoy manchando tu vestido como lo hiciste maliciosamente con el vestido de Madizon— refunfuño creyendo que en verdad estaba realizando una buena acción, no se dio cuenta de las miradas de las mujeres quienes estaban a su alrededor y consideraban que Lia Madgualler no sería su mejor candidata a nuera si seguía actuando de tal manera en un evento público. Si Lia también era tonta, suspiré y negué con la cabeza casi imperceptiblemente.
—¿Cuándo me viste hacer tal cosa?— le volví a preguntar mientras tomaba un pañuelo que me ofreció un camarero humildemente para secar el vino que aún bajaba desde mi frente hasta mi escote en el vestido de color dorado brillante que llevaba esa noche.
—Lo he visto justo ahora, no te hagas la inocente— me dijo aun enojada era sorprendente mirar lo que pasaba frente a sus ojos, cualquiera pensaría que Lia era amiga de Madizon, pero no lo era Lia era mi amiga, de Cariin Mafuchet, nos conocíamos desde que teníamos memoria, Cariin no podía creer que ella le hubiera hecho esto, para que más su hermano Jonathan le miraba como una paria que había arruinado el nombre de su familia, parecía que el había olvidado los días en que la cargaba en sus brazos y le decía que la protegería de cualquier cosa.
—Madizon— la llama y la chica fingió temblar de miedo al escucharla llamándola —di, yo manche tu vestido— pregunte muy seriamente, nunca dejaría que Madizon arruinara mi reputación más de lo que ya estaba, pero como siempre ella solo habló a medias.
—Yo... no... — siempre le había funcionado, dejar que el resto de las personas malinterpreten y no decir la verdad.
—Basta— dijo Jeremy con voz fría mientras me miraba aquella mirada me provocaba un profundo dolor—ha sido suficiente deja de molestar a Madizon—, pero ya era suficiente yo era su prometida y el no me defendía es más no creía en mi en lo absoluto, había desperdiciado años de mi vida en un intento de ser perfecta para el.
"Liberalo", oí una voz en mi cabeza susurrando, "vamos hazlo a nadie le importas", negué con la cabeza ya que no era capaz de responder, muchos seguramente notaron que había algo malo en mí, quizás no puedan entender, pero este lugar, este salón y las personas que se reúnen aquí no son normales, no son precisamente humanas. Eran vampiros de distintas castas y yo también debía ser uno de ellos, pero no, había salido defectuosa no había problemas antes de cumplir 16, pero habían pasado ya 4 años y no había sido capaz de despertar como vampira en lo absoluto.
"Vamos" repitió la voz una vez más asustadome y a todos los que me rodeaban porque se habían alejado en cosa de segundos de mi lado, ¿por qué ?, porque no me salía nada bien a mi hoy era mi cumpleaños, esta era mi fiesta y de Madizon claro, ya que mi padre insistía en hacernos pasar por mellizas. "Ellos quieren lastimarte", decía cada vez revolviendome el cerebro y despertando algo que sentía como oscuro y malvado en mi interior, siempre había logrado controlarlo, no deseaba que aquello me dominará y me conviertiera en algo que no soy. Entonces, solo paso, fui incapaz de mantenerlo bajo control, esa oscuridad que parecía consumirme de a poco recorriendo cada centímetro de mi sangre, sentí mis dientes crecer con dolor lastimandome los labios, mi uñas perfectamente recortadas alargarse y teñirse de negro oscuridad, mi cabello atado se había soltado ocultando mis orbes completamente rojos de sed de venganza por lo que me habían hecho, no era solo ahora había sido de esta forma toda la vida, solo que antes no había sido capaz de entender porque el padre que me amaba ya no quería mirarme, él hermano que me mimaba no me dirigía la palabra, y el prometido siempre pendiente me ignoraba, todo era por ella, lo había puesto en mi contra, y le odiaba.
Al levantar la mirada, todos pudieron ver que Cariin Mafuchet la vampira defectuosa se había despertado al fin, miraba a su familia con un odio profundo y terrorífico, a unos les helaba la sangre si es que eso era posible, mientras a otros no les importaba nada más que ver un drama interesante, ya que Martín Mafuchet no era un Vampiro por nacimiento era un convertido que había heredado de su primera esposa su apellido, por lo tanto Madizon aunque había despertado como vampira no era muy fuerte por su sangre humana heredada de su madre. La diferencia del poder entre ambas era obvio ahora mientras el aura que rodeaba a Cariin les hacía sentir que debían respetarla, Madizon solo podía hacer que sintieran lástima por ella.
En ese momento su padre la miró y no evitar pensar en qué de veía exactamente igual que su madre Ariela Mafuchet, se veía fuerte, dominante e incomparablemente hermosa. Madizon la miró con mucho odio, esta nueva aura la hacía ver como una reina de la oscuridad majestuosa, pura y llena de frialdad, mucho vampiros jóvenes la observaban con intenciones de poder convertirse en su esposo, si, no habían tantos linajes vampiricos tan puros como el de los Mafuchet sería un honor poder casarse con ella, el despertar fue como si un diamante hubiese sido pulido haciéndolo deslumbrante. Por supuesto nada de esto le importaba a Cariin justo ahora.
—Madizon— llamó a la otra vampira con una voz tan fría que todos parecieron congelarse en ese mismo momento —podrías explicar porque yo manche tu vestido— esas palabras ni siquiera parecían un cuestionamiento sino una orden y lo era, su padre había sido convertido por su madre y Madizon heredado tal sangre, por lo que Cariin podía comandarla como si fuera su esclava a través de su sangre.
—No puedes parar ya— le reclamó Jeremy al notar lo que Cariin estaba haciendo, si Madizon se retorcía entre sus brazos porque prefería soportar el dolor de ir en contra de la orden de Cariin que decir la verdad, eso hasta que ya no pudiera soportarlo, y así fue Jeremy no podía interponerse ni hacer nada por Madizon, lo que pasaba entre una familia de sangre, solo podían actuar quienes compartieran la sangre de la familia, no había lugar para que un extraño interfiera, por alguna razón Jonathan no dijo una sola palabra esta vez, y su padre Martín no podía decir nada, su casta era tan baja como la de Madizon.
—No lo hiciste, no manchaste mi vestido— dijo al fin Madizon luchando por respirar, entonces se detuvo la presión y puso respirar fácilmente, comenzó a toser fuertemente, en un momento así, Jeremy, el grupito de superficiales y más habrían corrido en su ayuda, pero esta vez todos estaban un poco desconcertados por lo que dijo, en verdad Cariin no había manchado su vestido de manera intensional, no significaba todo había sido un teatro, y lo era, quienes tenían más años de edad podían ver fácilmente a través de lo que había pasado, pero los Vampiros más jóvenes pensaban que Cariin había obligado a Madizon a decir tal cosa, no entendían que lo que acababa de hacer Cariin era obligarla a decir la verdad.
Los murmullos eran muchos como para que incluso con su sentido auditivo pudiera entender que decían y no le importaba desde ahora ya no le importaba más, como podía importarle a ella la nueva Duqueza Mafuchet las habladurías de unos insignificantes vampiros sangre impura. Comenzó a caminar hasta el podio donde todos podían verle para dar un discurso por su celebración.
—Bueno tal parece que les hemos dejado ver un momento de mal gusto, pero sigan disfrutando de la fiesta ya que estoy cumpliendo 20 años justo hoy— comenzó a hablar con un poco de sarcasmo, antes de hablar seriamente, no revelaría el hecho de la sangre impura de Madizon aún no, dejaría que los demás lo notarán por sí mismos — como dicen es una edad en que los jóvenes pretendemos disfrutar de la libertad, por ello me gustaría decirles que pretendo terminar mi compromiso con Jeremy Malfoster en vista que no se ha desarrollado un correcto enamoramiento entre nosotros, no somos tan tradicionales no es así, disfruten de su merienda— dije levantando una copa de sangre antes de beberla y disfrutar por primera vez de su sabor era realmente adicto.
Por supuesto Cariin no noto al invitado, no realmente invitado que se encontraba esa noche en el salón, desde una esquina algo sombría estaba Marcus Blancortye, la fiesta le había parecido aburrida y se había escondido para dormir desde el inicio, más no esperaba sentir un aroma tan dulce en medio de sus sueños, miro alrededor, pero fue incapaz de saber de donde provenía tal empalagoso y dulce aroma, solo sabía que esa persona debía estar allí, más no se atrevió a moverse de donde estaba, le molestaba que todos comenzarían a rodearlo y molestarlo con preguntas y pláticas sin sentido, por esa no e tendría que olvidarse de encontrar a esa persona.