Aparentemente hay estudios que indican que el sexo lésbico es superior al sexo heterosexual; puede ser verdad, después de todo, quiénes los sustentan parecen ser investigadores serios en instituciones de renombre.
Por otro lado, me es casi imposible no pensar que hubo uno que otro fetichista haciendo que una universidad pague por sus gustos y al final lo justificaba todo como un asunto academico. De ser así, claro, es deplorable, pero como alguien miembro de una familia en la que el fraude es un segundo idioma, es casi, CASI admirable en algún tipo de nivel.
Pero, en todo caso, si eso era verdad... no lo fue aquella noche.
Ninguna de los dos deseaba mencionarlo, pero algo cambió; nos encontramos de espaldas, poniendo de vuelta en su lugar las prendas de ropa que en un instante de pasión botamos como basura. Y por el modo en que nos estabamos vistiendo, casi se sentía que estabamos buscando algo que no debimos tirar en un contenedor de desperdicios.
—¿Así que... nos vemos mañana? —Jo me preguntó, al tiempo que noté como se colocaba de vuelta la blusa con la que llegó a mi hogar.
—Sí, sí, p-por supuesto...
Aquello no podía ser más incómodo... hasta que lo fue.
—Vamos a intentar esa nueva posición que vimos en internet y... —dijo mi primo abriendo la puerta de mi cuarto—. ¿Eh, Harry?
—¡Jake! —grité, asustada, apresurándome a subirme los pantalones que pocos segundos antes todavía se encontraban a la altura de mis tobillos—. ¿¡Q-qué haces aquí!?
—Aquí vivo —contestó—. ¿Y... trajiste a tu amiguita?
—¡Hola señor Sabroso! —mi Jo exclamó, extendiendo su mano.
—Zabrocki.
—¡Zabrocki! ¡Sí, eso!
—¿Qué haces tan temprano de todas maneras por aquí? —pregunté—. ¿No dijiste que estarías con tu novia?
—¿Jake, todo bien? —Y Allyson se posó a lado de Jake, en la puerta del cuarto—. Oh... oh, ¿estaban ocupadas?
—¡No, no! —la rubia y yo exclamamos —. ¡Sólo estabamos...!
—¿Haciendo la tarea? —mi maestra (santo cielo, MI MAESTRA ME VIO DESPUÉS DE FOLLAR) preguntó—. Porque sé que el pasar a un nuevo año puede ser difícil pero... no creo que sea suficiente como para hacer sudar a nadie.
Toqué mi frente; en efecto, estaba empapada. Eché un vistazo, y el rostro de Josephine también. Aunque francamente, no sabía distinguir si era a causa de la calentura previa, o de la presión de los ojos ajenos.
—Mira, Harry, realmente no es lo mío —Jake comenzó a hablar—, o bueno... no fuera de ciertos sitios web, pero no es algo que critique, vea como algo malo o me importe siquiera; sólo, para la próxima, no olvides cerrar la puerta con llave.
—Creo que mejor me voy —Jo me dijo—. F-fue... un placer verlos y... ¡me voy!
No era bonito estar ahí. ¿Qué tiene de raro que tu primo y tu profe estuvieran a punto de verte a tu novia y a ti en el tango horizontal?
Ugh, ¿no odian cuándo algunas preguntas se contestan solas?
Ni siquiera me dio un beso de despedida; sólo tomó su mochila al hombre, y salió de mi hogar, para jamás verla otra vez...
...nah, eso hubiera sido demasiado, pero, SÍ fue extraño. ¿Por qué? Miren, ella y yo nos compenetramos muy buen cuando se trata de rozar nuestras curvas las unas con las otras porque, pss, ese estudio debe tener algo de cierto. Esa tarde-noche, por otro lado, no fue así.
¿La mecánica? En forma. ¿Las jugadoras? Listas. ¿Las analogías mal pensadas? Preparadas como pajaritos a punto de volar por primera vez.
Pero hubo un nombre que no pude sacar de mi cabeza, excepto que lo hice, y salió de parte de mis labios.
—Levi... —dije, o más bien, murmuré, entre el constante intercambio de brillo labial entre Josephine y yo.
Hubiera puesto en la mesa de apuestas mi alma a cambio de que la rubia no hiciera un gran escándalo al respecto.
Pero, ahí me di cuenta que mi alma no alcanzaba para la oferta miníma.
—Espera —dijo, tras separar su boca de la mía—. ¿Dijiste algo?
—¿Eh? ¿Lo hice?
—Me sonó como... "¿Lety?"
—¿Lety? —no lo fue, pero vaya que se acercó—. ¡No, para nada!
—Pues... no conozco a nadie con ese nombre, ¿pero... tú sí?
Genial: ahora no sólo sospechaba que le era infiel, sino que lo hacía con la persona equivocada; podré ser de actitudes retorcidas, ¡pero al menos si me llega a despreciar que me desprecie por quién sí soy!
—Lo que dije en realidad —intenté encontrarme con una salida de ese atolladero a base de alguna mentira ingeniosa —, fue Ljubav.
—¿Perdón?
—Sí, eso es... la palabra serbia para "amor"; ya sabes, eres mi amor, moja ljubav.
—¿Eso... es verdad?
—¿Quieres revisar Google? ¡Yo misma revisaré por ti incluso! —me levanté y busqué mi celular, a lado de la cama.
—N-no, es... sí, te creo Harry...
Y en cuanto a cosas que arruinan el humor romántico, el decir un nombre de un tercero debe estar compitiendo por el primer lugar junto a comer burritos de pescado antes del sexo.
El resto, ya lo saben: intentamos seguir, y luego mi primo y mi profe nos interrumpieron.
Ahora, vamos a analizar el otro elefante en esa habitación, y no me refiero a mi tía abuela Constantina que fue nombrada la mujer más gorda de la ciudad de Smederebo, sino... Levi.
Porque saben, si una desea arrancar, debe evocar imagenes que te hagan emocionarte, y... no pude con la vista que Josephine me proporcionó, así que mi mente recurrió a él y... sí, pensando en él realmente sentí lo que no estaba sintiendo con la rubia.
Él estaba en mi cabeza, y no podía sacarlo de ahí.
¿Saben lo peor? (Bueno, quizá llamar a esto así es exagerado, porque cosas peores hay, y en abundancia: el Holocausto, idiotas que llaman al Holocausto "holocuento", las violaciones correctivas en Sudáfrica, la versión de Oprah de Un Viaje En El Tiempo y... vale, de nuevo: esas comparaciones me van a meter en problemas algún día) Lo peor es que me gustaría pensar que soy lo suficientemente madura y profesional para poder dejar de lado mis tonterías, y simplemente trabajar con Levi en el estúpido tema de Fareed, acabar con ello, seguir con mi vida, y ganarme una estrellita en mi hoja de vida.
Tenía mucho que ganar, si tan sólo no fuera... bien, pues yo.
—Chico, no puedo fingir que esto no me pone incómoda... ya no soy una niña, y sé que confías en mí, y que también crees que tengo harto talento, y... ¿qué? ¿Te gusta mi sonrisa? Jajajaja, ¡ay, lo sé! Pero... tengo que cortar contigo... y me refiero a otra vez, ¿cuántas veces ya vamos? Digo, esto es más profesional que amoroso pero... caramba, cuando me pongo a pensar en ello, sí me siento como una hija de puta. Eso otros me lo han dicho: maestros, los jueces de lo familiar, mi abuela cuando desconecté por accidente su respirador artificial para recargar mi celu porque se le estaba acabando la batería... pero, va, lo que trato de decir es...
Todo ese rollo más mareador que ver Un Filme Serbio (Advertencia amigis: NO vean Un Filme Serbio) no lo dije frente a frente, al menos, no a su frente, sino frente a mí, en el espejo del baño de mi casa, a la mañana siguiente, después de darme una ducha.
Y quizá me tomé demasiado tiempo porque mi tía no tardo en hacerme ese detalle notar con un dulce mensaje a la puerta.
—¡¿Qué estás haciendo ahí, govno yedno!
Mi conocimiento del idioma de mis antepasados es limitado, fuera de saber lo necesario para no levantar sospechas en los barrios bajos de Belgrado. Pero estaba casi segura que esas palabras significan "pedazo de mierda".
—¿Me estás diciendo si estoy en el escusado? —pregunté—. ¿O es que me estás diciendo "pedazo de mierda"?
—¡Lo qué sea! ¡Ya es tarde! ¡Vistete de una vez!
En todo caso, por lo menos ahora la audiencia en casa sabe una útil frase en la lengua de Ivo Andric.
Pero, lo que debía decirse, iba a decirse, o eso me propuse, y para no arruinarlo, anoté justo lo que mis labios pronunciarian literalmente en la palma de mi mano.
—Levi, creo que por la inegable atracción entre nosotros, lo mejor es que dejemos de vernos —repasé, caminando por las calles justo antes de llegar a la escuela.
Antes de que los abogados de la Fox Television pudieran decir "eso es un total plagio de un chiste de Los Simpsons", arribé a las puertas de Hopewell High, y arribó a mi el toque de Josephine.
—Buenos días, querida —me dijo tras besarme en la mejilla.
Vaya, cuando una oculta lo que se hizo durante el verano que involucra una aventura con un chico que de pronto resultó extender su estadía en tu maldita vida a alguien que no te ha demostrado otra cosa más que cariño y amor, los gestos más tiernos se sienten como espinas en los pantalones.
—Buenos días —respondí.
—¿Estás mejor?
—¿Mejor? ¿Por qué preguntas?
—Oh, no es nada —Jo ladeó su rostro—, pero ya sabes: lo de ayer, los invitados incómodos.
—¿Las chinches de mi colchón?
—¿Tienes chinches en tu colchón?
—No tantos como dijo el exterminador pero igual algo me pica al dormir.
—No me refería a eso —la rubia indicó, callándome con su dedo indice justo arriba de mis labios—, sino que íbamos bien y...
—Oh... ¡Oh, te refieres a mi primo y Allye!
—Creo que a la próxima deberíamos buscar un lugar más seguro.
—¡Pues pon tú la casa por una vez! ¡Al menos la tuya tiene un techo que no se está cayendo poco a poco!
—Puede ser —dijo, susurrando, con sus ojos entrecerrados —, y eso explicaría el yeso en mi cabello-
Bien... quizá ayer no estaba tan de humor, pero tras ese gesto, y ese modo en que acercó su rostro a mis oídos, ni nadando en las aguas de un invierno finlandés me hubiera bajado la calentura.
No, ese trabajo le tocaría a...
—Buenos días, señorita Milovic —me saludó Allyson—, señorita Hoult.
—¡Yo no me toco en las noches! —grité.
—...nadie sugirió eso —la pelirroja respondió—, y... gracias por poner esa imagen mental en mi cabeza; ciertamente no la necesitaba. Las espero en clase.
Se retiró, con una mirada de incomodidad casi al mismo grado que la mía.
Aquel día, nos tocó educación física; casi al final de la clase, después de hacer unos ejercicios básicos en las canchas de la escuela, cuando me separé del grupo para beber agua de un bebedero, noté una sombra eclipsando el sol mi alrededor.
Era Levi, el cual, en más de un sentido, eclipsaba mucho más en mi vida.
—Hola Harriet.
No debía lucir como si de verdad me afectara; tragué agua, alcé mi postura, y lo saludé con seguridad y confíanza.
—Lola Hely.
—¿Perdón?
—Ugh, quise decir, hola Levy —corregí tras una ligera palmada a mi frente—. ¿Qué hay de nuevo? ¿Les tocó educación física a ustedes también?
—No, estoy asignado hasta mañana, según mi horario de clases —contestó—, pero... b-bueno, sólo quería saber si, estabas trabajando en eso del tema.
—¿Esperas que tenga algo de un día para otro?
—Así fue durante el campamento.
—Oh, buen punto —tuve que asentir—, pero, esto es la escuela: no es como si lo estuviera tomando muy en serio.
—Ni yo.
—¿Entonces?
—Q-quizá... sólo...
—Va, no quiero tener que repetir esto de nuevo, Lev amigo —lo interrumpí —, es sólo que...
Quise apoyar una de mis manos sobre el bebedero, pero sin querer (o quizá, queriendo) presione el botón de la llave, y empapé el torso del chico.
—¡Oye, cuidado! —Levi exclamó.
Estaba empezando a creer que mi subconsciente debía dirigir vídeos musicales, porque la zona marcada por el agua era justamente las áreas que más le favorecían, resaltando sus bíceps, su abdomen, todo firme, bien torneado y digno de un atleta olímpico a punto de desempeñar una actuación digna de un oro, y tan antojable como carne sonando en un asador después de días de cuaresma.
—Fue mi dedo, lo siento —dije, sin desviar mi mirada un segundo.
—No me quiero resfríar —comentó, y se quitó la playera, revelando su torso desnudo que estaba mejor esculpido de lo que una habitación con poca luz en Nueva York me había sugerido—, ¡ten más cuidado! Apenas salgó de una pequeña gripe y lo que menos quisiera en mi primera semana de clases es... Harry, ¡HARRY, MIS OJOS ESTÁN ARRIBA!
—Lo sé, me vale.
—¿Qué dices?
—Dije, "lo sé, vale" —agité mi rostro, tratando de ganar algo, aunque fueses onzas de dignidad—. Eh, ¿querías decir algo?
—Es que quería saber si pudieras apresurar tu parte, dado que no me quiero retrasar este fin de semana.
—¿Qué? ¿Acaso tienes planes? —pregunté, algo sonrojada, y desviando mi mirada a un costado.
—En realidad, puede que sí —sonrió.
Me molestaba que lo hiciera de tal modo, en especial cuando ya estaba más que atrasada en el tema de dejar esto en el pasado; me emputó descubrir qué era lo que lo estaba haciendo sonreir en realidad.
—¡Amor! ¿Qué pasó? —una voz preguntó, aproximandose hacía nuestro bebedero.
—Un pequeño accidente con agua —Levi respondió—. Harriet, ¿conoces a...?
—¿...tu amiga? —dije.
—Mucho gusto dulzura —aquella chica de piel aceitunada y cabello rizado y oscuro se dirigió a mi ser—, Elena Botsaris, ¿y tú?
—¿Perdón? ¿Botsaris, dijiste? —reconocí ese apellido—. ¿No eres la capitana del equipo de animadoras?
—¡Oye! ¡Te conozco! ¡Eres la novia de la chica rubia! ¡Harper!
—Harriet.
—¡Oh, bueno! ¡Me acerqué! ¿No? —dijo tronando los dedos.
—A-algo... p-pero, ¿eres... amiga de...?
¿Necesite respuesta? Tras ver como se arrejuntaba a un costado de Levi y le besaba el cuello, supe que la había obtenido.
—Veras, Harriet, Harry —Levi comenzó a parlotear—, quería salir en una cita con Elena este sábado y... bueno, deseaba darle una rápida a algunas cosas para no tener que ponerme al día el lunes.
Ni siquiera recuerdo que dije; mi impresión no pasó más allá de lo rápido que se estaba adelantando a su nueva escuela, y de lo rápido que ciertas chicas le estaban dando la bienvenida a esta.
Pero, bueno, al menos eso aclararía el camino, ¿no? Después de todo: ya era la prueba definitiva que... que él me había superado.