Abuelo, creo haberte dicho que detesto las citas a ciegas, no hace ni una semana de la última última me programaste", me quejo.
'La última vez fue la primera, y si mal no lo recuerdo tuve que enviar unas disculpas a la familia Kim por tu mal comportamiento para con su hijo, hazlo adecuadamente una vez y te dejaré en paz', su voz sale ruidosamente por el celular.
'Bien, donde dijiste que era?', pregunto con fastidio.
'Mi secretario te enviará la ubicación, y Jina por favor no me hagas pasar vergüenza de nuevo', exclamó.
'Veré que hago, no prometo nada, puede que sea un pervertido con quien me estés enviando', le dejo saber claramente.
'Por tu culpa iré a la tumba prematuramente', se hace el agraviado.
'Creo que ya pasaste la fecha de caducidad abuelito' me burlo de él y me corta la llamada.
Le pido a mi conductor que cambie la ruta y en vez de ir a casa, me dirijo al café Books and chilling.
La fachada es hermosa, con tema de algún tipo de biblioteca extranjera, me agrada; me adentro en el lugar y se vuelve aún más bello, el aroma a libros penetra en mis fosas nazales y me da cierto tipo de paz.
Veo algunas parejas conversando en varios rincones del lugar y a lo largo diviso a un hombre sentado solo, por su porte parece ser joven, agradezco en silencio que no sea un hombre que ya puede ser mi papá buscando su segunda o tercera esposa.
Mientras me acerco siento la silueta del hombre familiar, una sensación de haberle visto antes; me detengo a su costado esperando alguna reacción.
El hombre eleva su mirada hacia mí y todo el aire deja mis pulmones, mis piernas quedan estáticas mientras mi corazón comienza a correr deseperadamente.
'No creo me dije cuando me mencionaron tu nombre, pero realmente eres tu', habla con sarcasmo.
Todo pensamiento coherente me abandona, mis manos comienzan a sudar, creo que me tiemblan las piernas; él está ahí sentado a mi par, viendo mis ojos y yo solo puedo pensar en lo guapo y varonil que se ve, en lo mucho que lo extrañé sin darme cuenta, quiero correr a sus brazos.
'Ha pasado mucho tiempo', es lo único que logro decir.
'Cierto, siéntate por favor', me señala la silla frente a él.
Por inercia me muevo hacia la silla, me siento despacio tratando de asimilar la situación.
'¿Cómo has estado?', pregunto casi en un susurro.
'No creo que eso realmente te interese, vayamos al grano mejor', duro golpe, pero no le reprocho, me lo merezco.
'Bien, si así lo deseas, así será', contestó con toda la dignidad que me queda.
'¿Por qué?', la pregunta sale de sus labios y yo comienzo a sentirme mal.
'¿Porqué qué?'
'¿Porqué quieres casarte?, siempre dijiste que nunca te casarias', aquí vamos.
'Mi abuelo insiste en que debo hacerlo y además en que debo dejar descendencia para hereder el la empresa familiar', contestó con una seguridad que no poseo.
'Tu nunca has sido obediente, ¿no esperas que te crea verdad?', dice fríamente.
'Creo haber sido exacta al decirte vía mensaje de texto que no deseo más que un matrimonio ventajoso para ambas partes, e incluso que no espero un trato dulce ni amor, simplemente respeto y espacio', digo algo irritada, ya me estoy recuperando de la conmoción.
'Si, lo recuerdo, sigues siendo la misma', sonríe con sorna.
Me duele, me duele al punto de sentir mi corazón sangrar, pero me lo merezco por lo tanto no tengo derecho a quejarme o sentirme mal, yo me lo busque.
'Si no hay nada más qur decir me voy, tengo mucho trabajo que hacer', tardo de huir, es lo que mejor se hacer.
'Siempre llena de trabajo, como en los viejos tiempos; antes de que consigas huir respondeme la última pregunta, ¿por qué lo hiciste?', pregunta tratando de no sonar pesaroso.
Me congelo al instante, esa pregunta era justo lo que trataba de evitar, siento mis ojos llenarse de lagrimas, un nudo en la garganta y me lleno de reproche hacia mí.
'No hay un motivo, simplemente lo hice', trato de convencerme de que es lo correcto.
'Realmente no cambias cierto, siempre con la mente fría justo como tu corazón', se levanta y sale a zancadas del local.
Mi cuerpo tiembla descontroladamente, camino rápido hacia el baño y me encierro en un cubículo; las lágrimas salen frenéticas de mis ojos y siento mi alma arder de dolor.
Cinco años han pasado desde la última vez que lo vi, cinco años de sufrimiento y dolor, cinco años de tortura y soledad, cinco años en total amargura.
***
Hace cinco años
'Jinaaa!!! Aquí, pensé que no vendrías hoy, ¿cómo sigue tu la abuela?', me pregunta con tristeza.
'Esta bien, solo fue un bajón de azúcar, no pensaba venir hoy pero mi abuela no dejó de quejarse y reprocharme no ser obediente, ya la conoces', le respondo con una sonrisa.
'Oye, yo tenia algo urgente que decirte, pero no logro recordarlo en este momento', había la olvidada Mire.
' que raro, tu no sueles olvidar casi nada', le dijo con sarcasmo.
Me lanza una mirada de reproche y me regala una de sus más cautivadoras sonrisas y yo le sonrio igual.