Chapter 7 - Capítulo 6: Joya afín

Al llamado del alba, Leandro despertó con la voluntad suficiente para comenzar su plan de escape, obviamente, empezando por hacer algo de ejercicio. El dolor que aquella carrera dejó en su cuerpo le imprimió una grave impresión.

Sus huesos crujían ante cualquier movimiento, sin embargo, tenía la suerte de aún no haber perdido la flexibilidad. Crhysaor era bastante joven, dieciocho años recién alcanzados que contrariaban su aspecto.

Se levantó del suelo con esfuerzo al escuchar cómo habrían la trampilla. Las piernas le temblaban y amenazaban con flaquear. Observó al espeluznante asesino de sonrisa amable entrar en la habitación, pero la expresión de Noah se congeló al verlo. Quedó inmóvil, pasmado en la entrada.

—¿Qué pasa? —preguntó Crhysaor, secándose el sudor con una sábana.

Noah pasaba por un súbito estado de mudez. Escudriñaba sus ropas con el ceño fruncido y la rígida sonrisa amable fue reemplazada por sincera confusión.

—Ah, buenos días, joven maestro. ¿Qué estaba haciendo...?

—Calentamiento.

—¿Estaba ejercitándose? ¿Usted? —inquirió, atónito.

—Sí. ¿Porqué, pasa algo?

—N-no, para nada —. Noah, que normalmente era tranquilo, estaba tartamudeando.

Crhysaor se encogió de hombros, sin entender la razón tras su estupefacción, y entonces reparó en el bulto que llevaba bajo el brazo. Ladeó la cabeza, curioso.

—¿Qué es eso? —preguntó señalándolo.

—Lo envía el padre Joseph.

—¿El padre de la iglesia? —. Frunció el ceño con un mal presentimiento.

—Sí, joven maestro —. Noah se acercó y le tendió el saco de tela blanca—. Le desea lo mejor en su viaje y le envía este presente esperando que le sea de ayuda.

—¿Le dijiste al padre que me voy?

—Por supuesto. Tuve que informarle el motivo por el cual me retiro del servicio.

«¿Se retira del servicio?» Exclamó la vocecita. «No es lo que pienso ¿verdad?»

—Ah —respondió—. ¿A dónde irás?

—Al norte con usted. ¿Acaso pensaba irse solo cuando ni siquiera sabe cocinar?

El razonamiento de Crhysaor se detuvo unos instantes, podía oír cómo los engranajes se detenían dejando refulgir la terrible idea, pero esa determinación en el rostro de Noah decía a gritos que, aunque se opusiera, lo iba a seguir cual chicle en un zapato.

—Ya veo...

En busca de distracción e ignorar esa espeluznante sonrisa, abrió el saco y apenas vio el interior, no pudo contener un silbido de asombro.

Había toda clase de cosas útiles: vendas, cecina, hierbas medicinales, frascos con rudimentarios desinfectantes, un par de dagas pequeñas y otras cosas imprescindibles.

Pero lo que más le alertó fue una carta, sepultada al fondo. Se sentó sobre la cama, dejándole a Noah el registro del saco y la abrió. El bulto era una joya negra, casi opaca, engarzada en un broche que pasaba fácilmente desapercibido. Al tocar la superficie pulida, sintió como el la piel de su pecho ardió.

—¡Agh!

La soltó con brusquedad, llevado por el instinto. Se llevó una mano al corazón, sin dejar de mirar aquella roca sobre las sábanas.

—¿Joven maestro? —. Noah, alertado por el repentino movimiento, lo miraba de forma extraña.

Crhysaor tragó largo, se mordió el labio y fingió no saber nada, sonriendo torpemente, pero estaba ansioso. Apenas tocó esa joya, estaba seguro de sentir una ligera quemazón que carcomió su piel.

—No es nada —desechó, alejándose de aquella joya, dirigiendo su atención a la carta:

"Querido Crhysaor:

Siento no haberte visitado en estos últimos días que estás débil de salud, pero la iglesia ha estado muy ruidosa debido a unos extraños movimientos sociales que han estado apuntando en nuestra contra, y por esa razón, estoy más ocupado que nunca. Pido por tu perdón.

He hablado constantemente con Noah para saber de ti, y me enteré que tienes amnesia por la fiebre. Tal vez no sepas quién soy más allá de ser el padre de esta iglesia. He querido hablarte, pero no sabría qué decir. Me presentaré de nuevo: mi nombre es Joseph, el encargado de esta iglesia de Yasher, el dios del sol. Desde que llegaste a mis manos hace diez años fuiste como un hijo para mí. Siempre he velado por tu seguridad.

Pero tendré que disculparme de nuevo. No tengo mucho tiempo para explicarte, pero puedes confiar en Noah, quien responderá en lo que pueda.

Me he enterado de que quieres salir de la iglesia, específicamente el Imperio Thyrtena. No tengo nada en contra con tu decisión, a excepción de que me parece algo apresurado y peligroso, teniendo en cuenta de que estás recién recuperado de la fiebre. Pero es tu decisión, no la mía. Te apoyaré hasta donde pueda.

La joya que envío junto a esta carta es una roca afín de tierra y un poco de mi poder divino. Si te la colocas y pronuncias la palabra "Voglir" ocultará tu apariencia del color de la joya y te cubrirá si tienes alguna reacción. Espero que te sea de utilidad.

En el saco verás otros artículos que podrás necesitar. Tal vez están algo incompletos porque los he preparado apresuradamente. Le he dado instrucciones a Noah sobre el camino hacia la frontera del condado Sperd. Él sabrá guiarte con precisión.

Por favor, visítame esta noche en los establos del ala oeste. Es luna llena, los sacerdotes de Yasher no rezarán por la supremacía de Edda. Al menos, permíteme despedirte. No te retendré porque sé que este lugar no tiene tus mejores momentos, y visitar tierras nuevas puede que sea una mejor opción.

Que la virtud de Yasher siempre guíe tu camino. Siempre tendrás un aliado en mí.

Con cariño,

Joseph."

«Parece que no tendrás que ser tan meticuloso con tus ojos después de todo» Canturreó la perezosa voz de su mente.

Cuando terminó de leer la carta, Crhysaor se sentió extraño. Después de todo, esas palabras fueron como el consuelo que llegó a anhelar en algún momento de su vida pasada pero ahora encajaban frías y de mal gusto. Su instinto refinado mascullaba que algo no estaba bien, le daba repulsión.

No nombró el suicidio, diciendo que padeció una fiebre. ¿Acaso Noah le dijo eso a propósito, el padre Joseph sabía del intento de suicidio y se hacía el idiota porque tenía amnesia, o ellos de verdad no sabían que fue intento de suicidio?

Tampoco entendía la razón por la que el asesino le habría ocultado aquello a Joseph, de haber sido así. En la novela nunca mentía sin una razón compleja. Noah era extremadamente sincero, incluso expresando sus disgustos.

«Es un asesino y no ha dicho nada» Rezongó su consciencia.

«Como si fuera tan sencillo decir de repente "Oye, soy un Finneal"» Contradijo.

Desvío otra vez sus pensamientos, ignorando a la vocecita. Era casi imposible que no supieran que Crhysaor intentó suicidarse.

Él recordaba claramente tener un frasco semi vacío de somníferos en la mano.

Al instante, toda la afabilidad que tenía el padre Joseph por los recuerdos del anterior Crhysaor se fue al piso. Sin embargo, no era como si pudiera hacer mucho en aquella situación, aunque odiara admitirlo, aún estaba a merced del padre Joseph. Guardó la carta en el saco y tomó la joya.

—Es una joya afín —dijo, mostrándosela a Noah—. Al parecer, ocultará mi apariencia.

—Ya veo, joven maestro —respondió luego de un rato, con extrañeza.

Crhysaor la miró con atención una vez más y volvió a rozar la superficie con la punta de los dedos, pero el ardor no se repitió.

«Tal vez fueron ideas mías» Pensó.

Ahora todo estaba listo para marcharse, sólo tenía que esperar a que llegara la noche. Comprobaría quién era realmente el padre Joseph para satisfacer su propia curiosidad y escapar de una vez por todas.