Se estiro en su cama todo lo que podía mirando el techo con esos ojos tan azules como el mar, hoy se celebraba los 6 año de su hermana, ya le tenía su regalo preparado para dárselo.
Sonrió gustosa, hoy era unos de esos que debía alegrarse, quería que su Hermana estubiera feliz en su cumpleaños ya que no todos los días se cumple 6 y ese era un momento muy especial para la pequeña Anna.
Salio de su cama volviendoce a estirar, esa ves debía soportar a sus tíos ya que en esos días se avían quedado para ayudar en los preparativos de la fiesta y como no sus primos tubieron la oportunidad de molestarla como siempre lo hacen.
Caminó a su clóset, para sacar un conjunto de ropa; un pantalón de jeans marron, camisa blanca. Se metió al baño para darse una ducha fresca y relajante.
Una ves fuera del baño y terminada de vestirse con un saco negro y zapatos de vestir marron oscuro, se acomodo el cabello antes de salir de la alcoba y tomar rumbo a las escaleras.
-¿Lista para la fiesta primita?- miro con una mueca a su primo Agustín, últimamente estaba más tranquilo que su hermano gemelo Jacob.
Bajo las escaleras con rapides y entro a la cocina encontrandoce con todos allí, suspiró frustrada antes de sentarse lo más lejos de sus tíos; tomó uno de los panqueques colocándolo en su plato y virtiendo un poco de miel a este.
-Nieve querida- su querida tía habló.
-¿Que decea tía?- pregunto con pocas ganas.
Parecía que ni en el cumpleaños de su hermana estaría tranquila.
-Quería saber si es posible que tu llevaras a los niños al centro comercial, tu sabes por qué te lo pido, tu tío luego irá a por ustedes-
Mastico con fuerza ante el pedido mirando a la mujer quien se creía mejor que su madre.
-Como usted diga.- Sabia que si se negaba sus padres la castigaria por ser grosera con un familiar.
Los niños gritaron con alegria al saber que volverían a salir de nuevo. Nieve tan solo los miro molesta sabiendo que tendría que soportar a los gemelos todo el día.
A la hora de salida, dejo que los mocosos se despidieran de los padres para salir por fin de la casa. Fueron a la primera parada de autobous para poder tomarlo y no tener que ir caminando asta el centro comercial; por supuesto los padres de los gemelos se acordaron de darle dinero para que estos pudieran comprarse algo, ella llevaba un poco de su ahorro para ella y su hermana.
En el autobus Agustín y Jacob se la pasaron discutiendo que se comprarían y demás, su hermana iva vastante callada parecía pensar, en algo por los pocos gestos que vio.
-¿En qué piensas?- pregunto a la mas pequeña del grupo.
La niña also la mirada al escuchar a su hermana mayor hablarle, se la quedo mirando solo un momento antes de encogerse de hombros.
-Solo pensaba si papá y mamá se acuerdan de que hoy es mi cumpleaños.- Sonrió ante aquello.
Habeses su hermanita era adorable, más cuando hacia aquellos pucheros.
-Por supuesto que se deben de acordar Anna, ellos te aman y nunca se olvidarian de algo tan importante como es tu cumpleaños.- acaricio los hermosos rizos chocolate de la pequeña. – ahora deja de preocuparte por eso, hoy traje vastante dinero para lo que quieras comprarte.- miro por la ventana del bus.
-¡Enserio!- La escucho entusiasmada en su voz.
-Tambien podremos como lo que quieras, al final es tu cumpleaños y lo festejaremos a lo grande.-volvió a sonreír.
Miro a los asientos de adelante.
-¿Escucharon? – Los miró seriamente a los gemelos , quienes asintieron.- espero que se comporten, no quiero que lo arruinen con sus bromas pesadas.– los dos rubios volvieron a asentír.
-Por supuesto prima – dijeron al unísono.
-Eso espero. – murmuró.
Se la avían pasado caminando, viendo las tiendas que más llamaban la atención a los gemelos y a Anna quien se había comprado un osito de peluche con una luna sosteniendo, Jacob se terminó comprando un nuevo juego para su pley y Agustín una camiseta de su equipo favorito de basquet con el nombre del basquetbolista en la espalda.
Luego de algunas compras más, fueron a ver una película al cine, la cual eligieron los niños, entre peleas por supuesto, quien terminó ganando la mas pequeña del grupo.
-Fue muy aburrida, esa princesa era una tonta por quedarse con el príncipe – había hablado Agustín con aburrimiento.
-¡Tu eres el tonto! – grito Anna, apuntandole con un dedo.
-¡No, tu eres la tonta! – le debolbio el grito.
-Basta los dos, es suficiente de peleas – dijo molesta. – Agustín que hemos dicho antes, nada de peleas ni bromas.
-Bueno, bueno, lo siento – expresó molesto Agusti. – ¿Donde iremos ahora? – pregunto un poco más calmado.
-Iremos a comer – pronunció mirando a su alrededor. – podrán pedir lo que quieran.
Con afirmaciones entre los tres más chicos, tomaron rumbo a buscar algún restaurante para poder alimentarse, porque las palomitas y las gaseosas no iban a llenarlos del todo. Mirando alrededor y tomada de la mano de la pequeña Anna quien se la veía muy feliz.
-¡Mira hermana! – Anna jalo de su manga con desesperación. -¡Es un oso!.
Giro en dirección donde apuntaba la niña y vio un oso tamaño adulto, con un moño rojo.
-¡Lo quiero, Lo quiero! – chillo auforica.
Incomoda ante el pedido de su hermanita, no es que pudiera no comprarle, había traído vastante dinero que hasta le podría comprar otras de las muñecas que tanto le gustaba. Rascando su nuca habló.
-¿Estas segura que entrará en tu alcoba Anna?, tienes muchos osos en tu habitación – la vio hacer un puchero tan tierno y quien no se resistiría a esos ojitos azules. Suspiro. – Ok, te lo comprare – afirmo. – Chicos no se alejen, iré por el oso – anuncio antes de alejarse asia la tienda sin soltar a la niña quien iba contenta saltando de alegria.
Antes de entrar miro si todabia estaban los gemelos en el mismo lugar.
La pequeña campanita que en la puerta colgaba sono anunciando su entrada al local, una señora salió, joven de unos treinta o más; cabellos teñido de un azul eléctrico, de ojos cafés claros, figura delgada y piel clara, parecía amable ante la vista de Nieve. La mujer sonrió con simpatía antes de acercarse.
-Muy buenas tardes señoritas, ¿en qué puedo servirle? – Pregunto una anciana de cabellos canosos, que parecía alguien amable a la vista.
-Muy buenas tardes señora - saludo con educación asía la mayor y apunto al gran oso - Quería saber el precio del oso -.
La anciana sorprendida dirigió su mirada al oso de peluche antes de responder.
-Oh, ese peluche no está a la venta - dijo con pena la mujer adulta - Ya está reservado para alguien más - sonrió suavemente.
Nieves miro con un encogimiento de hombros a la anciana.
-Oh, as escuchado Anna, el oso ya tiene dueña - dirigió está ves la mirada a la niña - ¿Que tal si compramos otro? - le propuso a la pequeña.
-!Pero hermana¡!Yo quería ese peluche! - Chillo berrinchuda Anna con un puchero en sus labios.
-Anna - Advirtió su hermana, la nombrada basilo por lo bajo, mientras la anciana miraba todo y pensaba.
-Pero hoy es mi cumpleaños y yo...- La mirada que le dio Nieve fue suficiente para callarla.
-Niñas calmanse, les mostrare algo que les gustara - se giro con una sonrisa - espérenme aquí un momento ya vuelvo.