Chapter 66 - La despedida

Adam salió por la pintura y caminó por los pasillos, todo parecía tan normal como siempre y la calma del mercado indicaba que lo más probable es que la purga tampoco sería hoy. No obstante, el mago era bastante real y su advertencia también parecía ser genuina, por lo que era mejor no ignorarla.

Al llegar a las escaleras los guardias parecían estar despreocupados y solo miraban a la gente subir y bajar las escaleras. De forma aleatoria, los guardias de vez en cuando paraban a una persona para pedirle su identificación como para demostrar a los demás que eran útiles, pero no parecían estar preocupados por un ataque inminente.

Al ver que todo estaba en orden, Adam bajó las escaleras un poco más tranquilas y caminó hasta llegar a la estantería del viejo sin ojos. Al llegar, el joven notó que la estantería era un poco diferente a como la recordaba.

El joven no se había molestado en voltear a verla cuando salía de la cueva, por lo que no se había dado cuenta antes de los cambios en las decoraciones del viejo sin ojos.

Múltiples mini-champiñones de varios colores decoraban toda la estantería y en el medio de la estantería, se encontraba una estatuilla con la forma de Adam: era el sitio más llamativo de la estantería, por lo que era fácil notarlo.

Además, el viejo sin ojos había rodeado a la estatuilla con champiñones grandes y coloridos, como tratando que la estatuilla resaltará aún más en la vista de los bibliotecarios.

El viejo sin ojos se formó en la estantería y sacó los ojos para mirar a Adam de arriba a abajo:

—¿Finalmente decides emprender tu peregrinación a los pisos superiores, joven héroe?

—Si— Respondió toscamente Adam—Me crucé con un mago que me dijo que la purga sería hoy, por lo que es mejor ir a buscar a mi padre pronto.

—Si quedas atrapado en el conflicto, recuerda que no puedes entrar a mi cueva—Advirtió el viejo sin ojos con preocupación—Dudo que te pase algo malo cuando ocurra la purga, pero de todas maneras: ¡Ten cuidado y trata de escapar! No habrá refugio seguro en estos pisos.

—Gracias por el consejo—Comentó Adam con una sonrisa—Supongo que no volveremos a vernos: no planeo regresar a estos pisos en el futuro…

—Si de verdad me quieres: ¡No regreses nunca, muchacho!—Grito el viejo sin ojos con una sonrisa alegre—En su lugar, lee el libro negro y crea la mayor cantidad de mapas que puedas, usa tu vida creando mapas y yo seré feliz.

—Probablemente, lo termine leyendo solo para sumar libros mágicos—Comentó Adam, aunque por el momento no tenía pensado estudiar otro idioma de cero.

—¡Esa es la actitud, muchacho!—Comentó el viejo sin ojos de forma alegre—Sabrás todo acerca de tu pasado cuando visites a tu padre.

—Supongo que llegó el momento de afrontar la verdad...—Murmuro Adam un poco nervioso por el encuentro.

—No te preocupes tanto—Comentó el viejo sin ojos con una sonrisa—Estoy seguro de que sentirás que te sacas un peso de encima cuando te enteres de tu pasado.

Cuando el viejo sin ojos dijo eso, el monje comenzó a formarse sobre su estantería y con una sonrisa le dijo a Adam:

—Suerte en tu aventura, joven. El destino de los bibliotecarios es descubrir los secretos de esta biblioteca. Estoy feliz de que finalmente hayas crecido al punto donde decidas viajar para descubrir esos secretos.

—Gracias por ayudar en tantas ocasiones, monje— Comentó Adam.

—Suerte descubriendo tu pasado, Adam—Comentó el viejo sin ojos con algo de tinta en los ojos.

—Gracias, viejo, me ayudaste en muchos momentos difíciles, siempre lo recordaré—Comentó Adam con una sonrisa alegre y algo de lágrimas en el rostro.

Cuando Adam se despidió, el viejo se escondió en su estantería: parecía no gustarle mucho las despedidas, por lo que no quería hacer las cosas más largas. Pero para su sorpresa, el monje comenzó a reírse y dijo con algo de ironía:

—Parece que el viejo estaba más preocupado con avisarle a esa oveja sobre tu marcha, que de despedirse de ti, muchacho. Hazme un favor y diles a los guardias que vengan a mi estantería antes de bajar por las escaleras.

—Bueno—Comento Adam de forma aturdida.

Acto seguido, Adam comenzó a caminar hacia las escaleras. El muchacho estaba algo aturdido y reflexionaba sobre las palabras del monje en el camino, pero antes de que pudiera llegar a alguna conclusión importante, se cruzó con los guardias de las escaleras mirándolo con sospecha.