Chapter 47 - La guardería

La puerta poco a poco empezó a abrirse maravillando a los dos niños, mientras corrían hacia la salida y tocaban los estantes de madera.

—¡Mira!, ¡Mira!, ¡Era verdad!, ¡Está todo hecho de madera!—Gritó Apolo emocionado mientras tocaba las estanterías vecinas provocando que algunas cabezas salgan a recibirlo

—¡Sí, mira, los libros parecerían estar escritos en otro idioma!—dijo Hermes con emoción, tomando uno de los libros de una estantería y dejándolo. La cabeza de la estantería de la cual Hermes tomó el libro se quedó mirando al niño con sospecha, parecía dudar en pedirle hacer los acertijos.

—¿Qué hacen, mocosos? ¡Los van a matar!—Gritó Adam enojado corriendo a devolver los libros a los estantes y tomando a los chicos por detrás de las túnicas para que no escaparan—Escuchen bien: no toquen ninguna estantería y no las escuchen. ¡No hagan nada raro y solo síganme!.

Los dos chicos con algo de miedo asintieron, pero parecían buscar soltarse del agarre de Adam para poder salir corriendo.

—Los niños van a estar bien, son de la guardería—Respondió alguien con una voz bastante alegre.

Adam se dio la vuelta y miró hacia la fuente de la voz: era el monje que había salido para ver el escándalo que habían montado los niños.

—¿Qué es la guardería?—preguntó Adam mientras controlaba que los niños no se vayan corriendo otra vez.

—Estúdialo, no debo responder tus preguntas…—Respondió el monje mirando a Adam con pena—Las túnicas grises son de la guardería y no podemos darle nuestros libros a los niños que viven ahí. Así que no te preocupes tanto, héroe, nadie les hará nada.

Adam miró las túnicas de los chicos, por la iluminación de la cueva y tener su mente en otro lado, el joven no noto el problema con el color de las túnicas de los niños, pero ahora se daba cuenta de que podrían llamar la atención de los guardias. No obstante, ambos niños contaban con un carnet de identificación de los pisos medios por lo que deberían andar bien.

—¿Qué es la guardería?—preguntó Adam mirando a los dos chicos mientras continuaba sosteniendo sus túnicas para que no escaparan.

—Donde vivimos, ¿nos dejas ir, grandote?—preguntó Hermes con algo de molestia por el agarre.

—Si, pero no escapen…—Respondió Adam con voz cansada—Los bibliotecarios de esta zona son más peligrosos que las estanterías últimamente, así que si se escapan muy lejos tal vez los maten…

—¿En serio?—preguntó Apolo con miedo mirando con desconfianza los pasillos—¿Dónde están los maniquís? Estamos solos acá: ¡Es peligroso!.

—¡Bastante peligroso!—agregó Adam asentando la idea—Además el viejo con dientes afilados de la cueva les puso una bomba en la cabeza, por lo que si se alejan mucho de mí les explotara la cabeza y se convertirán en unos libros.

—¿Eh? ¿Pero por qué?—Dijo Hermes llorando mientras tocaba su cabeza tratando de sentir algo anormal.

—No lo pienses mucho, únicamente vamos a completar la misión y volvemos...—Respondió Adam con voz cansada, mientras soltaba a los chicos y se ponía a caminar para adelante. Sin embargo, ahora el joven héroe se dio cuenta de que había otro problema y era que no podía caminar porque tenía pegado en sus piernas a los dos chicos asustados.