-Noventa y uno, noventa y dos, noventa y tres-Contaba mientras intentaba imaginar a las ovejas saltando, cosa que no estaba funcionando.
¿Qué esta pasando? Se lo deben de estar preguntando, les doy la respuesta: El señor John esta teniendo una fiesta entre sus amigos, hasta acá se siente el olor a cigarro y a alcohol, me había acostado muy temprano ya que no tenia nada que hacer. Estaba muy frustrada era viernes, se supone que tendría que salir a divertirme con amigos que claramente no tengo, pero acá estoy en una casa donde hay viejos asquerosos abajo mientras hacen quien sabe que.
Trate de todo, de contar ovejas, escuchar música, leer un libro, pero era imposible, no podía dormir ya que la música estaba muy alta, y sumando que en la habitación contigua a la mía se estaban divirtiendo ya que se sentían gemidos, estaba en mi punto limite de paciencia.
Sali de mi habitación, trate de ser lo mas cuidadosa posible para que las personas que estaban en la sala no me vieran, solo quería ir a la cocina por un vaso de leche tibia y así intentar dormir, aunque lo veía como un caso imposible, aunque mañana sea sábado, no quiero pasar todo el día durmiendo, tenia miedo de algo malo llegara a pasar. Al llegar a mi objetivo deje las luces apagadas y solo ilumine mi camino hasta la heladera con mi celular.
—¿Qué haces, pequeña escurridiza?—Quede paralizada en mi lugar, pensé que había sido lo suficientemente discreta para que nadie me viera, estaba acabada, tenia miedo—Se que eres tu Alisha.
Me di vuelta cuando escuche bien su voz, la imagen que tenia frente a mi era sumamente atractiva, estaba en un traje negro, su camisa su pelo estaba desordenado, sus labios estaban entre abiertos y el olor a alcohol llegaba hasta mi nariz, estuvo tomando pero aun así se veía muy bien—Solo quería un poco de leche caliente para poder dormir.—Hable finalmente, mi voz solo salió en un susurro. El simplemente me miro mientras se acercaba lentamente hasta quedar a centímetros de mi boca, no se porque quería besarlo.
—Así que no puedes dormir, mmh—Su mano estaba en mi mejilla, estaba muy nerviosa—¿Quieres que te ayude a dormir?—Mierda, eso solo me puso mas nerviosa al imaginarme un montón de cosas que no debía.
—Con un vaso de leche bastara.
—¿Estas segura? Puedo hacerte dormir rápidamente.
Mierda, si antes estaba nerviosa en estos momentos lo estaba aun mas, sus manos estaban fuertemente en mis caderas mientras que su respiración chocaba en mi cuello, eso solo aumentaba el deseo de besarlo y quizás de algo mas que un inocente beso, al parecer era consciente de todo lo que me generaba por lo cual usaba eso a su favor.
—Ven, vamos a tu habitación antes de que alguien mas venga a la cocina, la casa esta llena de gente—Se alejo de mi para poder tomarme la mano y así guiarme hasta mi habitación, al pasar por la sala me escondió con su cuerpo, pude ver bastantes hombres de traje y mujeres en poca ropa, por un momento se me paso por la mente de que Damien allá estado con alguna de esas mujeres, pero borre rápidamente al llegar a mi habitación, cerro la puerta con tranca cuando los dos estábamos dentro.
Se deshizo de su saco y su corbata, a su camisa simplemente la desprendió tres botones haciéndolo ver aun mas atractivo, sus zapatos los dejo en alguna parte de la habitación, sacudió su pelo, y camino hasta mi cama, palmeo el lugar a su lado.
—Ven, pequeña, hablemos.
Me dirigí a paso lento, estaba nerviosa, no sabia el porque estábamos los dos solos en mi cuarto, sumando que el se había acomodado en mi cama como si pensara permanecer mucho tiempo en ella, eso solo me confundió aun mas ¿El no pensaba dormir acá, no?
Sus brazos me recibieron de la mejor manera, me apretó contra el, sentía el olor a su perfume junto con el olor del alcohol y aunque era una mezcla extraña era lo que menos me importaba en estos momentos, me sentía protegida en sus brazos y por muy raro que suene me sentía querida de alguna manera.
—¿No te puedes dormir por el ruido?—Hablo luego de unos minutos de silencio, asentí en respuesta—Mi tío suele hacer estas fiestas para conseguir mas socios y así poder beneficiarse, sus reuniones son algo escandalosas
—¿Suele hacerlas muy seguido?—Negó con su cabeza—Menos mal, no podría soportar todos los viernes así.
—¿Cómo te sientes?—Su pregunta me toma por sorpresa—Has estado acá unos días, no se como era tu vida en tu anterior casa, mi tío nunca nos dijo nada sobre ti.
A decir verdad desde que llegue acá solo me sentía mal y fuera de lugar, pero nunca me puse realmente a pensar en como estaba, pero tampoco tenia tiempo para eso, la universidad ocupaba la mayor parte de mi tiempo y cuando no era eso estaba evitando a toda costa a Josh y eso era yendo a la biblioteca que tiene esta enorme casa que al parecer tenia bastantes libros románticos.
—Estoy bien—Conteste al final.
—Mentirosa—Susurro cerca de mi cuello—Desde que llegaste no has echo mas que evitar cruzarte con algunos de nosotros, pero principalmente evitas a mi tío, te encierras en la biblioteca y pasas horas ahí metida—Quede abrumada, nunca pensé que el se daría cuenta de lo que hacia.
—No trato de evitarlos, simplemente no nos cruzamos—Sentí su risa por primera vez y mierda, que hermosa que era.
—Alisha vivimos en la misma casa, no nos cruzamos porque nos evitas, pero me gustaría que dejaras de evitarme a mi, aunque no voy a negar que se me hace jodidamente sexy verte leer—Me ruborice—Mierda me encanta cuando te pones roja por mi culpa.
—No se de lo que hablas, no los evito y Damien, deja de verme mientras leo—Lo mire a los ojos intentando no ponerme roja de la vergüenza.
—Ven, vamos a dormir—El se acostó en la cama y por consecuencia yo quede a su lado, me acomodo en su pecho, sentí su corazón latir rápidamente, sus dedos daban suaves caricias en mi cabeza haciendo que me diera sueño.
—No puedes dormir conmigo.
—Shh, duérmete, señorita— Mis ojos se sentían pesados, las caricias que me estaba proporcionando estaban haciendo efecto, y por primera vez desde que llegue a esta casa estaba tranquila de dormir, estaba segura de que no pasaría nada malo si Damian estaba ahí. Estaba cayendo en un profundo sueño por lo que no sabia si lo que había escuchado era real o solo parte de mi imaginación.
—Mi pequeña, no sabes cuanto desearía que yo fuera tu prometido.