"Una luna nueva es buena para pedir y dar oportunidades, una luna creciente es buen
motivo para cerrar ciclos y una luna llena es buena excusa para invitar a salir a alguien."
Yo nací en Manchester, pero mis padres no, habían nacido en un lugar pequeño ubicado
en Wiltshire, en el momento en que la abuela Mary muere, ellos deciden que debemos
mudarnos a su casa; fue una gran pelea entre ellos, primero, pues mi madre no quería
esto, pero luego de tantas discusiones accedió.
Para mi mala suerte mi madre accede y nos tendríamos que mudar, mis amigos y mi sitio
de confort, fueron desplazados quedando solo legalidades y los intereses de papá sobre
la mesa.
¿Por qué legalidades e intereses?, pues este era un caso donde, amo a mi hijo, pero no a
la mujer que ama mi hijo, ellos escapan, hacen una vida lejos y tienen un hijo; bueno está
bien, también amo al hijo de mi hijo, pero sigo sin querer a la madre de mi nieto, enfermé,
voy a morir y sé que heredará todo mi hijo, pero aun después de muerta le cobraré todo a
ellos.
En su testamento colocó como clausula: Para acceder a la herencia que dejo a mi hijo, él
y su familia deberán vivir siquiera un año en mi casa partiendo desde mi muerte.
De esta ultima parte no me enteré hasta tener días en la casa; dejando 17 años atrás, nos
mudamos a Castle Combe, debo reconocer no era feo el lugar, era un lugar muy
acogedor, se sentía la paz, la alegría y la amabilidad de todos sus habitantes, pero aquí
no conocía a nadie, aquí no crecí, aquí era un perfecto desconocido para todos y todos
para mí.
Sin embargo, como eran personas amables, nos dieron una muy bonita bienvenida en el
centro del pueblo, pancartas y pastel, caras y caras nos abrazaban y daban bienvenida;
mi madre y mi padre si conocían; es decir, era u lugar de nacimiento y aunque muchos se
mudaron, como ellos, otros seguían aquí.
Nos aproximamos a la casa y tengo que decir que la abuela Mary era muy sencilla y sin
excentricidades; su casa era muy similar a todas las demás a pesar de tener dinero.
Descargamos, ordenamos, nos repartimos habitaciones y nos acostamos. Yo sin decir
una palabra, ellos muy platicadores.
Mamá no parecía estar molesta ya con papá; en cambio a mí, me hervía la sangre, la
molestia era hacia ambos, con papá por proponer e insistir sobre mudarnos y con mamá
por acceder, ¿Cómo era posible que no me hubiesen preguntado siquiera que opinaba?,
después de todo si, tenía 17, pero yo podía haber dado mi punto de vista.
[…]
Acostado aun sin dormirme, pensando en todo lo que había que cruzar para llegar a
Manchester de nuevo, mi puerta se abrió, mi luz la encendieron, apenas logré ver una
mano pues me encandeció la luz y pasé mi sabana por encima de mi cabeza; además no
quería hablar con ninguno.
Escuché los pasos acercarse, se sentó a un costado en mi cama y de inmediato reconocí
quien era.
—Estas molesto, lo sé… Mudarnos tan repentinamente y apartarte del lugar donde
naciste y creciste, siempre hemos tratado de evitarlo, pero este es el caso en que no
puede ser así.
Mi padre esperando un comentario mío se quedó ahí más de 30 minutos, pero yo ni
movimientos hice, creí haber oído el crujir de su puño, se levantó, se dirigió a la puerta y
apagó la luz.
—Lo lamento, Owen —oí decir mientras cerraba la puerta.
Me quité la sabana fruncí el ceño; sobre la mesa de al lado mi cama estaban mis
audífonos y iPad, los tomo y me quedo dormido.
Al día siguiente, era de suponerse que tendría que bajar a verles (Aunque yo no quería),
mamá tenía el desayuno listo, al verme se alegró.
—Owen, es tarde pero come… Terminaré aquí e iremos al colegio —dice mi madre
mientras levaba los platos.
Mientras mi padre leía el periódico comí, en total silencio se mantenía todo, era tan hostil,
tan explosivo mi comportamiento en ese momento que si decían algo quizás les hubiese
faltado el respeto.
Al parecer mi padre lo sabía, de reojos sobre el periódico lo vi ojearme un par de veces;
terminé de comer, salí y me monté en la camioneta.
Una Ford F100, de 1953, de color gris, papá era en Manchester mecánico para una
compañía; un día frente a nuestra casa un hombre venia conduciéndola y se le apagó el
motor, mi padre que venia del trabajo se le acercó e intentó darle una mano, mientras yo
observaba desde la ventana; de un momento a otro este tipo explotó.
— ¿Sabes algo?, Te regalo esta carcacha.
Mi padre no aceptó por supuesto, pero este no accedía a solo que le dieran la mano con
el auto, en un momento muy raro aquel hombre le dio la espalda a papá y yéndose arrojó
las llaves de espaldas; mi padre la recogió, empujó la camioneta al garaje y pasó días
trabajando en ella, hasta que la sacó, posteriormente estuvo meses en el garaje
nuevamente en espera de que su dueño viniese de nuevo por ella, cosa que no pasó,
pasaron meses, años y el hombre no regresó nunca, papá al paso de 3 años empezó a ir
al trabajo en ella.
[…]
Mamá entró a la camioneta y en cuestión de minutos ya estábamos en la escuela; fuera
de oficina del director estuve alrededor de una hora, hasta que mi madre salió junto al
director, este señor me miró; no tenía cara de agradarle, respiró hondo y sacando un
papel de su carpeta comentó:
—Ese es tu horario, sígueme para conocer el colegio.
A aquel largo paseo poco le presté atención pues vine a reaccionar cuando dijo el
director:
—Esta será tu clase, Owen.
Pasé y me senté, sinceramente no tuve ninguna simpatía por saber quiénes eran mis
compañeros y al parecer ellos por mí tampoco, nada interesante veía en ellos, solo
esperaba el timbre para irme.
Sonó el timbre, pero para mí mala suerte era el de almorzar, no el de salida; recogí mi
comida y me senté en una esquina solitario, cuando de pronto un chico se sentó en frente;
Un chico fuerte, con cabello corto y ojos cafés claros, serio y nada amigable me miró
mientras comía; yo poca atención le prestaba.
—Así que eres el nuevo en el pueblo, bueno aquí en castle combe soy yo el que mundo;
solo quise pasar y saber si te opondrías —levanto mi mirada—. Me importan poco, tú y tu
pueblo.
Digo mientras le miro a los ojos, su cara parece no contener un poco más su rabia y justo
cuando intenta golpearme levanto mi bandeja y la golpea, ambos nos ponemos de pie
totalmente listos para pelear.
—Basta —se oye decir y ambos inmóviles quedamos, el director nos observa.
Él se retira, yo me vuelvo a sentar; no pasaron 5 minutos cuando otro chico se acerca,
con bandeja en mano se sienta.
—Viejo, acabas de poner en ridículo a Yosward, esto no se quedará así —interrumpo
colocando mis brazos sobre la mesa—. Disculpa ¿Quién eres? ¿Quién es Yosward?
Pregunto totalmente chocante; me miró, se llevó unas papitas a la boca y sonrió.
—Yosward es capitán del equipo de futbol de la escuela, yo solo soy Brady, asisto a tu
curso.
—Pues ese Yosward, Brady… Me importa poco —digo levantándome.
Era obvio que estaba aprovechando que nadie me conocía para hacer cosas que jamás
hice en mi antigua escuela.
Voy al aula esperando estar solo, pero ¿Cómo podría estar solo en un instituto de
formación? sí, fue un poco ingenuo de mi parte. Tan pronto entré, observé dos chicas,
pero poca atención les presté; cuchicheaban, quizás de mí, quizás no era así; no estaba
para estas cosas, me incomodaba el pleito en el que me había metido.
Pasaron las horas y salgo de clases; mamá siempre olvidaba pasar por mí en Manchester
¿Qué impediría que aquí no lo hiciera? eran posibilidades que de cien, tal vez en una lo
recordaría, por tanto, al salir cogí mi bolso y me dirigí a casa.
No conocía el pueblo, pero sería una buena idea, pues iría conociéndolo de una vez y
después de todo se dice que preguntando se llega a roma, yo solo quería llegar a casa,
no creí que fuese tan difícil.
Por supuesto que no me tropecé con Yosward a ir saliendo, salí tan rápido que no di
chance a ello; noté un par de jugadores al frente del colegio, mas sin embargo hice caso
omiso y seguí mi camino mientras me echaron miradas intensas y poco amigables.
De acuerdo con lo que logré ver de ida me iba guiando para llegar a casa, el problema
era que no había visto mucho y detallado menos, era como caminar ciego sabiendo solo
como se sentí tu casa. Por primera vez en todo lo que llevaba en castle combe (Que no
era mucho), sentía felicidad; el por qué era desconocido para mí mismo, lástima que esta
duraría poco.
Al ir caminando escuche voces agrupadas acercarse, pero no a mis espaldas, parecían
venir de enfrente, por eso me sorprendieron. Al dar dos pasos más los veo, era Yosward
y tres más de sus compañeros jugadores, tan pronto los detallé, en sentido contrario me
eché a correr.
Con persecutores atléticos no tenía muchas formas de escabullirme, pero de llegada al
pueblo vi un bosque; hacía unos minutos mientras caminaba lo había vuelto a ver;
mientras huía mi primera idea fue esa y la usé. Adentrándome en el bosque quien sabe
que conseguiría, pero lo que me interesaba era que ellos pensaran que: a mí no me
conseguirían atrapar en él. Y así fue, al entrar de resbalón por una semi-caída en picada,
estos se quedaron inmóviles; ninguno fue capaz de bajar.
Sucio y algo adolorido me encontré luego de caer, aun mas perdido; sin dudarlo, pero
reconfortado al saber que les había perdido por un rato. Ahora mi situación solo había
cambiado un poco, pero seguía con las condiciones iniciales. No quedaba más que
adentrarme al bosque, era más fácil que subir el acantilado por el que acababa de
descender.
Entre arboles gigantes, el verde de las hojas, el marrón de los tallos y el semi-negro de las
sombras del bosque se perdía la vista; la mía entre arbustos y matorrales divagaba sin ver
la salida mientras caminaba. En cierto punto luego de caminar tanto y casi sin darme
cuenta, al mover unas ramas que obstruían el mi vista casi caigo por otro acantilado; de
mayor tamaño su caída. Por suerte me sostuve de aquellas mismas ramas que me
impedían el ver; por varios segundos observé aquel hermoso paisaje que ofrecía el
bosque en la poca andanza del humano, y sin dudarlo en aquel punto poco seguro.
La noche se acercaba y si seguía allí no llegaría a casa, salí de aquel lugar y me halle
cerca de una carretera, la seguí pues a algún lado me llevaría, y lo importante era salir del
bosque aun estando con luz del día. Sin darme cuenta aquella impresionante aventura
parecía que acabaría; al detallar un poco el ambiente, entre tantas casas y calles me
pareció divisar la mía, tan pronto lo hice me apuré pues ¿Quién no se alegraría al ver su
casa?, pero después de todo cabos sueltos aún quedaban.
Al ir llegando a casa, justo en la esquina se posaban Yosward y sus amigos; yo sucio,
cansado y con ganas de llegar a la casa simplemente los vi y continué; Yosward se rió
fuertemente al verme pasar.
—Detente Dascend, tenemos cuentas pendientes —dijo prepotentemente—. No las
tenemos, pero si me puedo detener.
No tenía ni idea como había conseguido mi apellido, mas sin embargo me detuve; al
hacerlo de inmediato le di la cara, sin dudarlo se fue contra mí.
—Podrás ser inteligente Dascend, pero no más que nosotros; fue una gran idea bajar el
acantilado, algo loco, pero astuto; mas sin embargo nosotros sabíamos que vendrías a tu
casa —Interrumpo—. Si no lo suponías, tendrían que enviarte de nuevo a la primaria.
Sus acompañantes a tres pasos de nosotros se ríen; el voltea y de inmediato triunfa el
silencio, era como si los hubiese intimidado con solo una mirada ¿Tal era el nivel de
control que ejercía en ellos? Era increíble. Vuelve a mirarme, aquella mirada de rabia aún
más intensa me toca por causar aquella risa entre ellos; aquella era más fuerte que la del
comedor, en aquel momento que Yosward se decidía en golpearme pasó mi madre, por
suerte me vio, se detuvo y abrió la puerta.
— ¿Owen, que haces aquí? —apenas se entiende lo que dice por el sonido del motor—.
Hablando con unos amigos, no tienes de que preocuparte.
Esta era una mentira tan descarada que ni yo mismo me hubiese creído, pero esa era mi
idea.
—No Owen, puedes hablar con ellos mañana, ya es tarde.
Con una sonrisa en la cara los miro mientras subo a la camioneta, tan pronto subo mi
madre arranca, y es cuando digo que: Cuando menos esperas el 1% de las posibilidades,
ese 1% está ahí para decepcionarte una vez más.
—"Fui por ti al colegio, no estabas".
Me quedo callado; me dio risa, pero si esperaba que solo por salvarme de esa nos
reconciliamos, pues se equivocaba; llegamos, bajo de la camioneta, entro y de inmediato
subo a mi habitación; desde mi alcoba oigo:
— ¿Dónde estaba?
—En la esquina, sucio y con otros chicos, parece que le querían golpear —se oye una
tasa caer al suelo y romperse—. ¿Cómo?
Paso al baño y descuido la conversación, me limpio toda aquella mugre y aquel sudor con
un muy merecido baño de agua tibia, pero al salir aun el cansancio había quedado; sí,
también hambre, pero no bajaría a hacerme comida con ellos ahí, me recuesto sobre la
cama y me quedo dormido; la idea era: Acostarme y levantarme más tarde a cocinar algo,
pero el cansancio era tan fuerte que sin interrupciones duermo hasta el día siguiente.