Mailo bajó del escenario para beber agua, aún no terminaba de tocar, solamente que no sentía el ánimo y energía de otras noches, su pasión por la música era grande, pero no era día de que Mailo tocará, aún así le pidió a Tania que lo dejará en un intento de buscar consuelo en su música como siempre hacía, lamentablemente, esa noche no estaba funcionando de escape como otras veces.
Se sentía nervioso, preocupado, el estudio había estado todo el día cerrado, no había visto a Alec en todo el día, Mailo sinceramente deseaba que Alec no se hubiera visto con Luke y que él no lo hubiera lastimado más.
Tania miró a Mailo con abierta preocupación desde el otro lado del bar, Mailo solo asintió y sonrió falsamente en su dirección, en ese momento vio como la mirada de la beta se dirigía a otro lugar, Mailo siguió su mirada hacía la puerta para encontrar que Alec estaba allí, buscando alrededor, sus hombros estaban tensos, todo él parecía estarlo en realidad, su expresión era furiosa, la furia creció en los ojos azules cuando toparon con Mailo.
Se alejó del escenario para dar un par de pasos hacia Alec cuando al mismo tiempo este comenzó a avanzar como una estampida hacia él, Mailo se quedo quieto y desconcertado mientras varias personas alrededor del bar comenzaban a murmurar. Claramente pensando habría una pelea.
Mailo sintió por primera vez temor hacía el alfa, dio un paso atrás y casi tropezó, pero fue tomado bruscamente del brazo por Alexander, quien un segundo después lo llevo contra la pared más cercana, Mailo hizo una mueca ante el sonido de una silla pateada y levantó la cabeza para que su mirada topará con la del otro.
Un nudo de miedo se formó en su garganta.
—¿A… Alec?
El alfa apretó su agarre en los brazos de Mailo, no causando un verdadero dolor, pero si haciendo crecer su miedo.
—¿Por qué tenias que meterte, Mailo? —gruñó en su cara— ¿Por qué sentiste la necesidad de meterte en mis asuntos?
—Alec, yo… yo… —Su voz comenzaba a traicionarlo.
—¿Por qué fuiste a buscar a Luke? ¿Qué le dijiste? —cuestionó.
Mailo se retorció en sus brazos.
—Yo… estaba. Estaba preocupado por ti, le dije que… Somos amigos, Alec, no quiero ver que te lastimen así, él-
Alec se apartó de Mailo.
—No somos amigos —lo interrumpió, mirándolo con ira—. Eres tan solo un niño que se mete en mi vida sin permiso, que me persigue sin nunca dejarme en paz, ¡no eres mi amigo, Mailo! ¡No eres nada para mi!
Mailo sintió como su corazón comenzaba a romperse a partir de las grietas ya existentes, el nudo en su garganta pareció crecer haciéndole más difícil hablar.
—Alec, lo siento…
—¡No tenias porque buscar a Luke! ¡No tenias ningún maldito derecho de entrometerte!
—Pero… pero él te lastimo y yo… solo quería… Solo… —Mailo comenzó a tartamudear.
—¿Qué querías, Mailo? —gruñó furioso, volviendo a entrar a su espacio personal— ¿Qué mierda querías? ¿Querías que terminará con él para que te buscará a ti? ¿Es eso?
Mailo sintió sus labios y manos temblar, miró alrededor encontrando nada más que lastima e interés malicioso por la situación, Tania y Ana lo miraban con pena, pero también con una resolución que no entendió.
Volvió su mirada a Alec, había algo cercano al odio en sus ojos.
—Yo… yo no… solo quería ayudarte, Alec yo quería ayudarte.
—Mentira —escupió—, lo hiciste por ti, porque piensas que de alguna forma te querré ahora que ya no estoy con él. Déjame decirte algo, Mailo. —El alfa lo miró con tanto enojo, que Mailo se encogió sobre si mismo— Yo no te quiero, ¿me escuchas? No siento por ti algo más allá que fastidio y molestia. Yo jamás estaré contigo. Nunca amaría a un beta tan desesperado como tú.
Un sollozo se escapó de su garganta mientras su corazón parecía terminar de romperse, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas.
Mailo miró a Alec a los ojos.
—Lo sé.
Alec entonces retrocedió, se alejó como si volviera a estar consciente de él mismo, miró a Mailo con arrepentimiento, pero todavía había enojo en sus ojos.
Tania se acercó.
—Alexander, ya basta. —Lo tomó del brazo e intento guiarlo lejos de Mailo.
—Gritarle a un pobre chico para desahogarte no solucionará ninguno de tus problemas —reprochó la mujer mayor.
—Deja de actuar como un imbécil —dijo Ana.
Mailo siguió el recorrido de los tres hacía la puerta, y notó por primera vez que Luke estaba allí también, miraba a Mailo con lastima, lo vio acercarse a Alec para decirle algo, después ambos salieron del bar juntos.
Mailo bajó la mirada y limpió las lágrimas en sus mejillas, contuvo un sollozo porque no quería humillarse más de lo había hecho frente a un bar repleto de personas.
Sintió un brazo envolverlo desde los hombros, alzó brevemente sus ojos para descubrir a Alondra, quien parecía haber llegado en algún momento, la alfa lo llevó hasta el cuarto de descanso.
—Oh, Mailo —susurró—, mi primo de verdad es un idiota.
«No, yo soy el idiota». Avergonzado, Mailo limpió sus lagrimas.
Tania había vuelto en algún momento, acarició su mejilla y lo miró con pena antes de salir junto a Alondra para darle un momento a solas para recomponerse.
Mailo sintió un peso doloroso sobre su pecho, necesitando aire salió del cuarto de descanso hacia el callejón tras el bar.
Cerró sus ojos y se puso en cuclillas sin poder dejar de llorar.
Repentinamente sintió una mano en su hombro, sobresaltado miró hacia arriba para encontrar a un alfa mayor y desconocido frente a él.
—¿Estas bien? —preguntó en voz baja— Vi lo que ocurrió allá adentro, no podía dejarte sólo… Fue horrible lo que ese idiota te hizo.
Mailo limpió sus lagrimas y lo miró sin saber que decir, negó.
—No fue su culpa… yo me inmiscuí en algo que no me correspondía, él solo…
El alfa frente a él sonrió con suavidad antes de inclinarse sobre Mailo.
—Es tan triste que creas eso —dijo llevando su mano hacia la cabeza de Mailo—. Sé que soy un desconocido, pero me gustaría ayudarte… ¿me dejarías hacerlo?
El hombre parecía tan amable, había un interés claro en sus ojos, una extraña dulzura que calentó el corazón adolorido de Mailo, luego de largos segundos de indecisión, Mailo asintió.
El alfa sonrió antes de alejarse para mirar tras él, un lujoso auto negro estaba estacionado frente al callejón, Mailo lo miró sin entender.
—¿Qué tal si me dejas llevarte a casa para que te cuide como alguien talentoso como tu se merece? —preguntó con amabilidad.
Mailo asintió sin pensar, mirando el coche negro.
—Esta bien.
El alfa sonrió de forma peculiar antes de llevar a Mailo hacía el auto.