"Entonces... ¿seré parte de tu harén de esclavas?" -preguntó tímida, pero con una chispa de expectativa en su voz.
"No son esclavas... pero sí." Le dedicó una sonrisa juguetona. "Ya sabes demasiado, así que es eso o la muerte. Y créeme, no quiero empezar con la necrofilia..." bromeé.
"Entonces, no tengo otra opción..." bajó la mirada, sus mejillas encendidas. "Me rindo a tu voluntad... amo." Su voz temblaba, pero estaba cargada de emoción.
"Está bien, bienvenida a la familia, Lav". Abrí los brazos, invitándola a acercarse. "Pero recuerda, esto tiene que quedar entre nosotros. Por ahora, no puedes decirle nada a nadie, ni siquiera a Hermione. Ella no está lista para saberlo... no todas son preciosas niñas pervertidas como tú". Extendí mi mano y apretar su mejilla suavemente.
"No le diré nada..." murmuró. Pero luego titubeó, como si algo más la tormentara.
"¿Qué pasa?"(Red)
"Yo sé que soy solo... una amante. Tu esclava... tu agujero para follar..."(Lav)
"Para." La detuve con firmeza. "¿Qué con todo eso?"
"Es que... ¿no voy a ser nada más que eso?" Bajó la mirada, su voz quebrándose ligeramente. "Yo... también quería enamorarme... tener un novio que me quisiera de verdad..." Su tono tenía un déje de esperanza, pero esa chispa se apagó rápidamente. "Está bien... si solo soy tu juguete. Una pervertida como yo no merece más... puedes hacer lo que quieras conmigo."
"Lavanda, cálmate." Apreté su mano con suavidad, inclinándome hacia ella. "Te daré amor, no solo placer. La mayoría de las chicas en mi vida lo reciben, y no serás la excepción. ¿Crees que me tomaría mi tiempo contigo si solo fueras un entretenimiento momentáneo? Aunque tengamos que mantener esto oculto por ahora, No solo satisfaceré tus deseos pervertidos. También cuidaré de tu corazón. Pero hay algo que quiero de ti a cambio."
"¿Qué?" susurró, con lágrimas comenzando a acumularse en sus ojos.
"Tu fidelidad." Mi voz era firme, pero cálida. "Aúnque suene hipócrita, te quiero a mi lado, ahora y siempre."
"Sí... te sé fiel." Sus lágrimas comenzaron a caer, pero esta vez eran una mezcla de alivio y felicidad. Por primera vez, parecía sentirse liberada de la carga de ocultar su verdadera naturaleza.
"Está bien, basta de lágrimas." Sonreí mientras limpiaba sus mejillas. "Ahora eres mi mujer, y no quiero verte llorar sin una buena razón."
Ella se tomó un momento para calmarse y arreglarse, esforzándose por mostrarse lo mejor posible. Aunque sus ojos estaban algo hinchados por el llanto, se veía hermosa a su manera.
"Entonces..." dijo con un tono más sereno pero con un brillo travieso en sus ojos. "¿Vas a marcarme como tu mujer?"
"¿Lo dices metafóricamente o literalmente, como con el ganado o un tatuaje?"
"Solo si tú quieres... amo." Sus mejillas se encendieron, pero había un entusiasmo innegable en sus palabras.
"No creo que sea conveniente por ahora..." admití, aunque la idea me tentaba. "Tendremos que encontrar formas discretas si llegamos a eso. No quiero arriesgarme a que alguien lo descubra."
"Pero..." Sus ojos se clavaron en los míos, titubeando antes de hablar. "¿Vas a violarme ahora, no?"
"Eso no sería violación si tú también lo quieres."(Lav)
"Podría resistirme..." susurró, dejando claro cuáles eran sus fantasías.
"Lavender, ¿de verdad quieres perder tu virginidad aquí y ahora? Porque si es así, por mí no hay problema. Pero recuerda que tenemos un espectáculo que dar, amigos que nos esperan, y cosas que hacer. De hecho, ya deben estar buscándonos."(Red)
"Cierto... el espectáculo." Su expresión cambió, recordando sus responsabilidades. Pero había un atisbo de decepción, como si quisiera pedirme algo más.
"¿Qué es lo que quieres hacer?" le preguntó, dándole espacio para expresarse.
"No quiero retrasar nada, pero... ¿podríamos hacer algo?" Su voz era apenas un murmullo, cargada de nerviosismo. "Quizá... mi pureza pueda seguir intacta, pero alguien tan lujurioso como tú no dejaría marchar este cuerpo sin... un castigo." Tomó mi mano y la presionó contra su cuerpo, temblando ligeramente mientras lo hacía.
La valentía que reunió para pedírmelo era evidente. Este momento era especial para ella, el instante en el que, finalmente, podía mostrarse tal como era, sin máscaras, sin juicios.
"Bien, si eso es lo que quieres..." Susurré, dejando que mi voz se volviera grave y peligrosa, mientras adoptaba una expresión perversa. Mis movimientos fueron lentos al principio, pero mis manos se alzaron de repente hacia ella. Lavender soltó un grito ahogado, su miedo mezclado con una emoción más profunda y oscura.
Con un tirón brusco, desgarré la tela que cubría su cuerpo, dejando al descubierto su feminidad. El frío del aire sobre su intimidad hizo que sus piernas temblaran, y su rostro se encendió en un rojo intenso mientras instintivamente intentaba cubrirse con las manos.
"¿Quién te dio permiso para esconderte?" espeté, mi tono tan duro como el acero. "No tienes derecho a ocultar nada, sucia esclava. Este cuerpo ya no te pertenece. Es mío. Todo. Así que muéstramelo."
Lavender se estremeció ante mis palabras, y su respiración se volvió errática. La mezcla de miedo, vergüenza y excitación parecía consumirla, nublando sus sentidos. Sus ojos parpadearon rápidamente, y por un momento pareció a punto de derrumbarse. Pero no. Esto era lo que ella había deseado, un sueño transformado en una intensa realidad que ahora la tenía al borde del delirio.
Con las manos temblorosas, dejaron de cubrirse y llevaron sus brazos hacia su rostro, escondiéndolo en un intento de sofocar su vergüenza. Sus piernas, inseguras al principio, se separaron con torpeza, revelándome lo que había estado oculto.
Un poco de vello enmarcaba unos labios húmedos y palpitantes, tan vulnerables como hermosos. Una imagen pura y cruda, tan atractiva que parecía casi diseñada para tentar. Aunque la visión era una invitación abierta, sabía que este no era el momento para comerme a Lav, pero no me impediría jugar un poco con ella.
Extendí mi mano, dejando que mis dedos rozaran suavemente su piel. Con un gesto cuidadoso, pero firme, separe sus labios dejándome ver su rosa interior. Su reacción fue inmediata: un temblor recorrió su cuerpo, acompañado de un jadeo suave que escapó de sus labios sin que pudiera contenerlo. Era la primera vez que alguien mas tocaba esa parte de sí y casi no podía resistir su instinto de alejarse o saltar sobre mi.
"Toda mojada y pegajosa... no puedo creer que alguien de tu edad sea tan sucia" Dije despectivamente, haciéndola sentirse humillada y excitada al mismo tiempo.
Empecé a deslizar mi dedo índice por esos labios, dando una vuelta completa, pasando por sobre esa pequeña protuberancia que la hizo estremecer al simple contacto.
"No entiendo como una puta como tu estuvo tan bien oculta entre las niñas puras. Parece hasta un insulto que alguien así pueda llamarse virgen" Dije presionando mi dedo contra su clítoris.
"KYAAaaa..." Lav gritó por el pinchazo de placer "Perdón... perdón..." Se disculpó sin razón, ni ella misma sabia por qué.
"Toda una puta" Repetí al verla llorar mientras que el resto de sus expresiones mostraban que claramente lo estaba disfrutando.
Seguí deslizando mis dedos por los bordes de esos labios una y otra vez, hacia arriba y hacia abajo, lo que era fácil con lo lubricado que estaba. Nunca introduje nada ni ejercí mucha fuerza o presión, aunque por sus reacciones parecía que lo quería mas que nada. El placer la fue invadiendo con cada desliz de mi dedo, acumulándose, pero nunca llegando al final, además de que había dejado desatendido ese pequeño botón luego de esos primeros toques.
"Por favor... Red... Señor... amo... por favor..." Suplicó incoherentemente.
"¿Qué? ¿Quieres algo? Lamento decirte que eres solo un juguete sexual, no tienes decisión en nada, ni siquiera lo que hago con tu cuerpo. Ahora calla esclava" Dije pellizcando su carne
Lavender mordió una de sus manos tratando de callarse. Lo que le había dicho había tocado esa fibra dentro de ella que le hacía disfrutar el ser dominada y reducida a un puro objeto sexual. Siempre se imaginó en situaciones así, pero nunca supo cuan intensas eran en realidad hasta ahora. La sensación era contradictoria: una mezcla de repulsión y éxtasis que la dejaba temblando de pies a cabeza.
A este punto, Lavender estaba al límite, temblando bajo la tensión que parecía consumirla desde dentro, pero no osó desafiar mi orden. Su cuerpo buscaba con desesperación alcanzar el alivio, pero yo no le permití cruzar esa línea, prolongando su tormento un poco más hasta que vi que parecía que se iba a desmayar.
"Ja... puta" Dije moviendo mi cabeza rápidamente para morder su clítoris y succionarlo levemente
Eso fue la gota que derramó el vaso. Un grito ahogado escapó de ella mientras su cuerpo se tensaba en una explosión acompañada de su aullido de liberación posterior. Sus manos se aferraron a las sábanas, y por un instante, pareció que había olvidado cómo respirar. Levantó su cadera contra mi cabeza y lanzo pequeños chorros de líquido sobre mi barbilla, antes de caer rendida, aturdida y con la mirada perdida, como si hubiera pasado un tiempo sin aire.
Mientras observaba cómo se recomponía lentamente, limpié sus fluidos de mi rostro y usé un toque de mis habilidades para restaurar parte de su energía. No quería que colapsara por completo; Después de todo, había más cosas que hacer.
"¿Y bien?" preguntó con una ligera sonrisa. "¿Fue lo que esperabas para tu primera interacción sexual?"
"Si..." Su respuesta fue apenas un susurro, pero sus ojos, ahora llenos de claridad y vergüenza, también reflejaban un hambre que no podía ocultar. Luego, como si la realidad de lo ocurrido despertara algo más profundo, agregó con emoción contenida: "¿Y ahora? ¿Qué vas a hacer conmigo?"
"¿Qué voy a hacer contigo?" repetí con una ceja arqueada, sorprendido por su intensidad. "¿Pensé que lo dejaríamos aquí por hoy?"
"¡No!" Respondió rápidamente, sus mejillas encendidas por la emoción. "Yo... no me refería a eso. Me refiero a qué harás para destruir mi voluntad... para quebrarme completamente."
Sus palabras me tomaron por sorpresa. Se sumergió de nuevo en ese modo frenético en donde sus perversas fantasías salían a la luz.
"¿Me drogarás con pociones para que mi mente ya no puedo pensar con claridad...? ¿Me volverás adicta a alguna sustancia para que no pueda dejarte jamás, obedeciéndote sin importar cuán inhumano sea, solo para obtener la próxima dosis...? ¿Me alimentarás solo con tu leche de hombre hasta que mi cuerpo se transforme en algo que solo pueda nutrirse de eso...? ¿O me pondrás un cinturón de castidad impidiéndome alcanzar el placer sin que me lo ordenes, volviéndome loca lentamente...?" Su voz se aceleraba con cada palabra, y sus ojos brillaban con un fuego febril, atrapada en sus propias fantasías mientras respiraba agitadamente.
"Yo... no planeaba nada de eso... todavía estamos en Hogwarts ¿Sabes lo complicado que sería hacer algo así sin levantar sospechas? Aunque no tienes idea de cuanto desearía poder secuestrarte como Gemma para poder hacerte todas esas cosas... Ahora yo soy el que está cachondo" Dije con mi voz cargada de lujuria, pero luego suspire "Pero no puedo hacer eso ahora... piensa en tu familia, ¿Crees que no se darían cuenta?¿Qué aceptarían algo así?" Le pregunte.
La niña pareció entrar en razón, calmándose un poco, pero también cayendo en una profunda decepción. Sabía que tenía razón, pero eso no hacía que le gustara más la realidad.
"¿No podrías hacer algo... pequeño?" preguntó en voz baja, casi con timidez. Su mirada mostró un rastro de esperanza, como si incluso una pequeña parte de sus fantasías pudiera ser suficiente por ahora.
"Algo pequeño, ¿eh?" Repliqué, llevándome una mano al mentón mientras lo pensaba. "Bueno... lo más sencillo sería lo del cinturón de castidad."
"¿Encantado para que no pueda quitármelo, haciendo que incluso realizar mis necesidades básicas se vuelva complicado, difícil, degradante y repulsivo?" Su rostro se iluminó al instante, como si la mera idea despertara toda clase de emoción.
"Creo que no entiendes lo que significa 'discreción', ¿verdad?" Solté una risa suave y negué con la cabeza. "Mira, todo eso es interesante y podríamos considerarlo... con la preparación adecuada. Pero por ahora, estamos limitados. Podemos intentar algo sencillo y poco llamativo", añadí mientras una idea comenzaba a formarse en mi mente. "Realmente, ¿crees que podrías manejar la privación del orgasmo? ¿La frustración constante, el deseo insatisfecho... todo?"
"Sí", respondió rápidamente, casi sin pensar, con una emoción tan palpable que no pude evitar sonreír.
"Está bien", acepté.
Extendí mi mano, y con un suave gesto activé un [pacto] que sellaría su destino por el resto del año escolar. Desde ese momento, Lavander no podría alcanzar el clímax sin mi autorización. Sentiría todo el placer acumulándose, la frustración ardiendo en su interior, pero jamás obtendría alivio sin mi permiso. Además, solo podría saciar esa necesidad siguiendo las condiciones específicas que yo impusiera.
Cuando el pacto quedó sellado, vi cómo sus ojos brillaban con una mezcla de temor y emoción. Era una sensación que no podía evitar considerar cruel y tentadora. Al intentar tocarse por primera vez bajo esta nueva condición, Lavender descubrió la impotencia de su situación. Aunque su cuerpo ardía de deseo, no podía alcanzar el alivio. En lugar de desanimarla, esa sensación parecía encender algo más profundo, instándola a intentarlo mas. Un círculo vicioso que la hacía sonreír tontamente incluso mientras su rostro enrojecía.
"Es suficiente por ahora", dije con calma. "Tenemos un espectáculo que montar, ¿recuerdas?"
Habría seguido así hasta que su caer rendida si no la hubiera detenido. Su carne ya se había puesto roja por su intenso manoseo y no quería que se lastimara, no ahora.
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2do Capítulo Adicional
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