Chereads / Harry Potter: Red Weasley El Extraño Mago Rojo / Chapter 233 - 229) Aprovechando los disfraces

Chapter 233 - 229) Aprovechando los disfraces

Volví a la guarida después de mi llamativo anuncio y me quité la calabaza de la cabeza antes de entrar. Esto, por supuesto, sorprendió a las chicas que ya estaban allí organizando el lugar, sacándoles un susto a más de una.

"¡Vengo por sus almas!" proclamé, extendiendo mi mano hacia adelante lentamente. "Ahora acérquense, que les daré el beso de la muerte."

"Red, esos son los dementores" dijo Hermione, poniendo los ojos en blanco.

"¡Eyy! Yo puedo besar hasta la muerte a quien quiera" repliqué, cruzándome de brazos con toda la teatralidad que un esqueleto puede tener. "¿Y cómo sabes que soy Red y no un demonio que ha venido a reclamar sus almas?"

"Nadie hace cosas tan estúpidas como tú" respondió Hermione sin siquiera mirarme, tratando de ocultar que, al principio, cuando aparecí, realmente se había asustado.

"Pues mala suerte para ti, porque no soy Red. Él está por allá" dije, señalando la puerta.

En ese momento, un Red 'auténtico' entró cargando una caja, sonriente como siempre.

"¡Ey, chicas! ¿Dónde pongo... ¡Madre santa, un demonio que viene por nuestras almas!" gritó, soltando la caja y señalándome con dramatismo. Luego, se llevó una mano al pecho, arrugó el rostro en un gesto exagerado y finalmente cayó de espaldas antes de "explotar" como un globo sangriento.

"¿Ven...?" dije, girándome hacia las chicas con una sonrisa, aunque, con mi cabeza de esqueleto, la expresión solo parecía que tenía la boca abierta.

Algunas de las chicas no pudieron evitar reírse, perdiendo el miedo inicial. Incluso las que estaban más alejadas se acercaron, curiosas, para verme en mi forma esquelética.

"¿Cómo lo hiciste? Se ve tan real" dijo Tracey, acercando la mano, aunque no llegó a tocarme. Su expresión era una mezcla de asombro y asco.

"Uy... Hermione, vas a tener que besar a un esqueleto. ¡Qué asquito!" se burló Parvati, riéndose.

"¡Cállate!" respondió Hermione, sonrojándose, aunque la sorprendí mirándome los dientes expuestos con curiosidad.

"Tranquilas, chicas. Si quieren tocarme..." empecé a decir, acercando las manos a mi propio cuerpo y retirándome el disfraz con un movimiento teatral. "Esperen a que tenga algo de carne que apretar. ¡Ahora sí, échenle ganas!" abrí los brazos en un gesto invitador.

Lamentablemente, la intención de las chicas de abalanzarse sobre mí se esfumó en cuanto el disfraz fue retirado, y toda su atención se centró en la prenda que sostenía en mi mano. Antes de que pudiera reaccionar, el disfraz desapareció tan rápido como un suspiro.

El disfraz pasó de mano en mano, pero todas las chicas dudaban en ponérselo. Al final, fue Parvati, demostrando su espíritu de buena Gryffindor, quien terminó usándolo. Ahora, frente a nosotros, se encontraba como un esqueleto viviente.

"¿Cómo se siente?" le preguntó su hermana, sacudiendo su brazo con curiosidad.

"Normal... creo. Es raro, pero no duele ni siento ningún problema" respondió Parvati, agitando los brazos y flexionando las piernas para probar el movimiento.

"Además, mientras lo usas, no necesitas comer, beber o dormir" añadí mientras me acercaba. "Pero no dejes que le dé la luz del sol, o el disfraz se retirará automáticamente."

Dicho esto, pasé mis manos por sus costillas, más por curiosidad que otra cosa. Ya lo había hecho conmigo mismo antes, pero no era lo mismo.

"¡Red! ¡Pervertido!" gritó Parvati, golpeando mi mano y cubriendo sus costillas esqueléticas. Si no fuera puro hueso, seguramente se le habría notado su sonrojo.

Todas las chicas me miraron con ojos acusadores. Incluso Hermione parecía considerar seriamente lanzarme uno de los baldes que había por ahí a la cabeza.

"¿Qué me miran? ¡Aquí las pervertidas son ustedes! ¿Acaso me vieron tocando algo indebido? Son solo huesos. Tengo curiosidad. ¿O acaso creen que los huesos son algo sexy?" repliqué, levantando una ceja con teatralidad.

"Pero… ahí están" balbuceó Parvati, avergonzada.

"Estaban. Ahora solo eres un montón de huesos. Sin ofender" respondí, acercándome a ella de nuevo y tocando su cúbito y radio para demostrar mi punto. Luego pasé a acariciar las falanges de su mano con cuidado. "No hay nada de malo, no estoy profanando tu cuerpo... ni mucho menos tu cadáver... ¿Entienden? ¡Porque sigue viva!"

"Sí… pero…" titubeó Parvati, y aunque su forma esquelética no mostraba emociones, su actitud resultaba una mezcla extraña de ternura y algo espeluznante.

"¿Ven que estoy haciendo algo indebido?" pregunté a las demás chicas.

"No... creo."

"Supongo que no."

"Yo también quiero tocar" dijo otra, dando el paso hacia adelante.

Las chicas parecieron relajar sus posturas y finalmente me dieron su perdón al entender que no había nada inapropiado. La curiosidad por el disfraz las había ganado. Sin embargo, Hermione seguía un poco molesta, creía que tocar los huesos de alguien seguía siendo demasiado intimo. Y aunque que no lo decía, parecía debatirse internamente entre rechazar la idea o ceder a la tentación de usar el disfraz e intentar que la toque.

"Ven, no hay nada de malo" insistí, pasando mis manos nuevamente por las costillas de Parvati, luego por su mandíbula inferior, por su fémur... su cadera...

Parvati parecía contener la respiración inexistente, llevándose su mano esquelética a la boca, como si quisiera evitar emitir algún sonido. Incluso las demás chicas, que habían empezado a tocarla también, se detuvieron al verme, sintiendo que algo en todo esto empezaba a volverse... raro, o incluso... sucio.

Aunque Parvati no estaba sintiendo placer físico real, mentalmente consideraba mis actos como 'sexuales'. La idea de lo que estaba ocurriendo parecía encender algo en su mente, y era evidente que no sabía cómo manejarlo.

Finalmente, incapaz de soportarlo más, Parvati se quitó el disfraz de golpe, creando una escena incómoda. Cuando todos volvimos a mirarla, una de mis manos estaba en su cuello y la otra había quedado presionando fuertemente contra su entrepierna por no decir adentrándose en ella. Por suerte, la ropa evitó que fuera mas profundo y la niña perdiera su doncellez.

*Cof* *cof*

Tosí, intentando aliviar el silencio tenso que se había instalado en la sala. Aparté las manos rápidamente, mientras Parvati, ahora con su rostro encendido y sus ojos ligeramente nublados, intentaba recomponerse.

"¿Dónde está Lavender?" pregunté, desviando desesperadamente el tema. "Acabo de hacer un anuncio para la fiesta de esta tarde. Quería saber cómo va el asunto del show. Quizás estos disfraces puedan servir."

"Probablemente sigue dormida. Estuvo trabajando hasta muy tarde anoche" respondió Hermione, pero su mirada asesina me decía claramente que la conversación esto no había terminado.

Intenté responderle con una mirada de disculpa, aunque no muy convincente. De todas formas, eso ya no importaba mucho. Al escuchar sus palabras, un plan malévolo empezó a formarse en mi mente. Y todos sabemos bien lo que pasa cuando eso ocurre.

...

En el dormitorio de Gryffindor, Lavender se retorcía en su cama, despertándose lentamente. Aún medio dormida, notó que todas las cortinas de las ventanas estaban cerradas, dejando el lugar en penumbras. Esto era extraño. Si recordaba bien, cuando se levantó por un instante, antes de que sus compañeras salieran, las cortinas estaban algo entreabiertas. Sin embargo, pensó que tal vez habían sido sus amigas quienes las cerraron, probablemente para que pudiera dormir mejor. Solo esperaba que eso no la hubiera hecho levantarse demasiado tarde; tenía mucho por hacer.

"Lavender..." La voz se escuchó débilmente, con un eco extraño que resonó por toda la habitación.

"¿Eh?" (Lavender)

"Lavender..."

"¿Quién...?" preguntó en voz baja, pero al girarse, la imagen frente a ella la dejó helada. "¿¡Red!?"

Lavender estaba confundida, creyendo que seguía soñando. Frente a ella, flotando a pocos centímetros del suelo, estaba Red. Su cuerpo era translúcido, etéreo, y su mirada irradiaba una melancolía que nunca había visto antes.

"Lavender..." volví a llamarla, mi voz resonando como un susurro distante.

"¿Qué te pasó?" preguntó, sintiéndose abrumada mientras intentaba convencerse de que todo era un sueño. "Esto no puede ser real..."

"Morí, Lavender", respondí con tono solemne y triste.

"No..." dijo Lavender con un hilo de voz, su cuerpo temblando mientras las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas. "¿Por qué? ¿Cómo sucedió esto?"

"Eso ya no importa", contesté, con mi figura espectral, inclinándome ligeramente hacia ella. "Solo quería verte... Tú eres la razón por la que no pude abandonar este mundo."

"¿Qué? ¿Por qué... por qué eres un fantasma?" (Lavender)

"No podía partir... No podía avanzar sin descubrir lo más preciado de todo..." Hice una pausa, dejando que el silencio incrementara la tensión.

"¿Qué es?"(Lavender)

"El amor", dije, mirándola a los ojos. Aunque mi mirada era ahora más fría y etérea, seguía siendo intensa. Me acerque lentamente hacia ella, flotando como si no existieran barreras físicas entre nosotros.

"Pe-pero... ¿y Granger?" preguntó Lavender, nerviosa, aunque empezaba a sentir que su mente estaba nublada, atrapada entre el miedo y algo que no podía identificar.

"Ella era importante... pero nunca fue el motivo por el que mi alma quedó atrapada. No podía partir sin experimentar el néctar de la vida misma... el amor verdadero."(Red fantasma)

Con mi mano espectral, acaricié su mentón, provocando que se estremeciera al sentir un frío extraño, el cual no notó que no era el que realmente desprenden los fantasmas. Su corazón latía frenéticamente. Estaba paralizada, incapaz de decidir si su agitación era causada por el miedo o la excitación que la invadió al escuchar mis palabras que no dejaban de retumbar en sus oídos.

"¿Yo...?" preguntó en un susurro apenas audible.

"Tú... Si tan solo hubiera podido tenerte, mi alma no estaría condenada. No habría dolor en mi existencia", dije acercándome aún más.

Lavender cayó hacia atrás, su cuerpo vencido por la confusión y las emociones que se arremolinaban dentro de ella. Sus piernas, temblorosas, no pudieron sostenerla mientras me veía acercarme, flotando como si la gravedad no tuviera control sobre mí. Ahora parecía convencida de que esto era un sueño. Todo se sentía demasiado irreal, demasiado parecido a las fantasías que había alimentado durante tanto tiempo, aunque era la primera vez que vestía su ropa de cama en uno.

"¿Yo?" preguntó, su voz temblorosa, cargada de nervios y expectación.

"Sí, tú..." respondí, mi tono impregnado de una melancolía profunda. "No hay veneno más fuerte ni mar más ancho que represente la angustia de este corazón muerto... La ironía de no verlo en vida, de comprenderlo solo en la muerte, cuando nuestros cuerpos ya no pueden sentir el calor del otro."

Extendí una mano hacia la suya, una sombra etérea buscando un contacto imposible. Lavender se estremeció al sentir el frío que emanaba de mí, un frío que, paradójicamente, parecía abrasador, como si en lugar de helarla, incendiara cada fibra de su ser.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, y su mente viajaba de vuelta a las historias románticas que tanto amaba, esas que yo mismo le había presentado. Ahora, todo lo que había leído parecía palidecer frente a la intensidad de este instante. Aunque nunca había fantaseado con un fantasma, sentía que ese frío espectral ardía en su corazón, llenándolo de una pasión que nunca había conocido.

"Yo también..." susurró con dificultad, como si cada palabra le costara un mundo.

"¿Qué?" pregunté, incrédulo.

"Yo también hubiera querido estar en el lugar de Hermione... Ser tuya..." confesó, su voz quebrada. "Y evitar que esto te pasara."

"Qué cruel es el destino," murmuré, acercándome más, viendo como parecía perder racionalidad en sus ojos. "Mostrándome esto cuando ya no hay vuelta atrás. Si hubiera podido tenerte, Lavender... jamás estaría atrapado en este plano. No habría más penas en mi existencia." Mis palabras se llenaron de una tristeza iracunda mientras me inclinaba sobre ella, flotando apenas a centímetros de su cuerpo.

"Red..." jadeó, extendiendo una mano temblorosa para tocar mi rostro, aunque su palma me atravesó.

"No sabes lo que es estar atrapado entre la vida y la muerte," continué, esforzándome por mantener mi voz cargada de anhelo teatral. "Tenerte tan cerca, escucharte decir estas palabras… no imaginas cuánto deseo poder tocar tus manos…"

Mi frío "ser" parecía envolverla, como un abrazo imposible. Sin embargo, las cosas tomaron un giro inesperado cuando su rostro se iluminó con una mezcla de lujuria y fervor.

"¡Red!" gimió alto, aunque no como una señal para detenerme, sino como un reflejo de lo que parecía sentir.

Me acerqué más, continuando con la broma, aunque empezaba a sentir que el control de la situación se me escapaba. "Besar esos labios... poder amar tu cuerpo…" susurré, mientras mantenía la ilusión de que mi gélido cuerpo presionaba contra el suyo. Pero lo que siguió me tomó completamente por sorpresa.

"¡Sí, Red! ¡Hazlo… tómame!" gritó, dejando salir un torrente de emociones. Este era el mejor sueño que había tenido, pues en ningún de los anteriores había llegado tan lejos, siempre se despertaba.

Su cuerpo intentó aferrarse al mío, con sus brazos y piernas rodeándome como si quisiera atraparme. Aunque mi disfraz hacía que fuera intangible, su fervor era palpable. Lavender no se detuvo, moviéndose de manera que hasta la ilusión de mi forma era atravesada por ella.

Acercaba su cuerpo contra el mío, aun si lo atravesaba, lo restregaba contra mi, en especial sus caderas que parecían desear que las mías se unieran a esta lucha. Ella era muy consciente del sexo, en especial luego de leer el libro que le regalé, en el cual, aunque no todas las escenas picantes eran muy detalladas, si acumulabas las suficientes podías tener unas ideas muy claras. Su cabeza también se acercaba, queriendo besarme, incluso si su rostro se congelaba al atravesar el mío no le importaba.

"No importa que seas un fantasma, ¡tómame, dame tu amor! lléname... deja que tu ser antinatural marque mi cuerpo de formas que nadie a hecho..." Gritó llena de una lujuria teatral que me sorprendió. Si pudiera ver o sentir a través de la ropa podría notar lo excitada que estaba, tan mojada.

"Lavender…" intenté interrumpir, pero no parecía escucharme. Sus movimientos se volvían más desenfrenados, sus palabras más cargadas de una pasión desbordada.

"¡Profana mi cuerpo vivo con tu existencia inmortal! ¡Profáname! ¡Atraviesa mi cuerpo con tu 'lanza' espectral, penetra mi nucleó como ningún ser vivo podría hacerlo!" exclamó con tal dramatismo que mi mente no podía procesar si esto aún era parte de mi broma.

"Lavender…" repetí, tratando de recobrar el control, pero mi voz se ahogaba entre sus jadeos y palabras cada vez más explícitas.

"Deja que tu incorpórea semilla se abra paso a mi habitación de bebes y que ataque mis huevos... que se adentre y congele todo rastro de la vida que pude haber dado... que destruya mi ser y me fuerce a engendrar un ser contra natura, nacido de vivos y muertos... profana mi ser, mi útero, mi feminidad... házmelo hasta que no sea mas que un saco de carne desecho adicto a tu gran vara fantasmal..."(Lavender)

"..." Ya no sabía si decir algo o quedarme en silencio, y finalmente opté por lo segundo. Me quedé inmóvil, observando cómo su cuerpo atravesaba el mío de forma salvaje, hasta que comenzó a convulsionar. Aunque carecía de un verdadero sentido del tacto, pude percibir de alguna manera la humedad que se deslizaba entre nosotros en esta unión extraña e irreal.

"... Y luego... iré a la torre de astronomía... y saltaré... así estaremos juntos para siempre," susurró, atrapada en los últimos ecos de su clímax.

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