El resto del viaje fue tranquilo, al menos hasta que...
"¿Qué es eso en el cielo?", preguntó Lavender, con una expresión confundida.
Algunas chicas se acercaron a la ventana para ver de qué hablaba, y surgieron murmullos llenos de curiosidad. Dentro de nuestro compartimiento, algunas lograron distinguir algo en el cielo, mientras que otras no. Mi vista era mejor que la de los demás, así que alcancé a ver el coche volador de mi padre. Ginny casi lo reconoció también, pero pronto la conversación volvió a su curso, olvidando ese incidente.
El tren estaba por llegar a su destino, y era momento de cambiarnos. Como único hombre en el compartimiento, salí para dejar que las chicas se cambiaran con tranquilidad, como todo un caballero. Penélope y Gemma, sin embargo, tuvieron que ir al compartimiento de los prefectos, donde habían dejado su equipaje.
Mientras esperaba en el pasillo, me puse a reflexionar. Nadie parecía haber notado la ausencia de Harry y Ron en el tren. Hermione había pasado más tiempo conmigo que con ellos, y Ginny ya no veía a Harry como su 'héroe'. Mis hermanos... quizás a nadie le importó demasiado no verlos.
Una vez que todos nos habíamos puesto las túnicas, solo faltaba esperar unos minutos más hasta que el tren llegara a la estación de Hogsmeade. Al bajar, una vez más, vimos a Hagrid con su linterna, llamando a los de primer año. Me despedí de Ginny y Luna antes de dirigirme a los carruajes junto a los demás alumnos. Como era de esperar, los carruajes no podían llevar a todos, así que nuestro grupo tuvo que separarse. Durante el trayecto, observé los thestrals, y me pregunté si alguien más en el grupo también podía verlos, aunque nadie mencionó nada al respecto.
Al llegar al castillo, nos reunimos en el Gran Comedor, observando cómo las mesas se iban llenando poco a poco, a diferencia del año anterior, cuando el lugar ya estaba completamente lleno al entrar. Tomé mi lugar en una posición que me permitía ver bien la selección. Pansy se sentó a mi lado con discreción, seguida por Millicent, y poco después, Daphne y Tracey se sentaron frente a nosotros.
Tuvimos que esperar un poco, tiempo durante el cual los alumnos hablaban entre ellos. Pansy intentaba parecer seria e ignoraba las miradas de lo demás de la mesa de Slytherin. Se estaba tomando su papel en serio, intentando aparentar madurez, quizás queriendo proyectar más clase que antes. Hablamos un poco, y me pregunté que tanto mas cambió en su actitud desde la visita que le hice en el verano, si habrá tomado clases de etiqueta o algo así para ser una mejor "Lady Parkinson".
Finalmente, vimos a la profesora McGonagall caminar hacia la gran puerta, y todos nos concentramos en lo que estaba por suceder.
La puerta se abrió, y la estricta profesora entró, seguida por los niños de primer año. Avanzaron hasta el frente de la mesa de los profesores, donde el Sombrero Seleccionador comenzó su tradicional canción, igual de estridente que el año anterior.
La selección empezó. La profesora McGonagall explicó el proceso, aunque mi hermana Ginny ya sabía que no había ningún gran misterio, como algunos de los niños pequeños probablemente pensaban. Aun así, estaba algo nerviosa, aunque confiada. Después de todo, la había entrenado para ser superior a muchos de sus compañeros.
Los nombres fueron pronunciados uno por uno, pero no presté mucha atención hasta que llegaron a quienes me importaban.
"Luna Lovegood", anunció la profesora.
Luna se sentó en el taburete, y el sombrero no tardó en dar su veredicto.
"¡RAVENCLAW!"
La mesa de Ravenclaw estalló en aplausos, y yo también aplaudí. Al ver mi entusiasmo, los demás en nuestro compartimiento hicieron lo mismo, y algunas chicas de "El Nido" o "La Guarida" también se unieron a las felicitaciones. Fue un momento curioso, porque incluso algunos profesores parecieron sorprendidos al ver tantas mesas diferentes celebrando a una nueva alumna.
Después vino la selección que realmente me intrigaba. Mi presencia y acciones habrán cambiado la casa a la que irá.
"Ginny Weasley", dijo McGonagall.
Mi hermana se sentó, y el sombrero cayó sobre su cabeza. A diferencia de Luna, Ginny tardó mucho más. Desde mi lugar, la vi fruncir el ceño y murmurar algo, como si estuviera discutiendo con el sombrero. La tensión aumentaba hasta que finalmente el sombrero pareció tomar una decisión.
"¡GRIFF—!" comenzó a gritar, pero antes de que pudiera terminar, Ginny, con furia en los ojos, arrancó el sombrero de su cabeza y lo lanzó al suelo. Sin pensarlo dos veces, lo pisoteó repetidamente con el pie, como si intentara aplastar una cucaracha.
El salón entero quedó atónito. Nadie reaccionó, ni siquiera McGonagall, que tardó unos segundos en salir de su asombro antes de tomar a mi hermana del brazo y alejarla del sombrero.
"¡SLYTHERIN! ¡SLYTHERIN!" gritó el sombrero en cuanto tuvo la oportunidad, su voz temblando de miedo e insatisfacción.
Ginny, ignorando cualquier reprimenda de la profesora, caminó con el pecho en alto hasta nuestra mesa, dirigiéndose directamente hacia mí. Nadie podía creer lo que acababa de suceder. Incluso sin el sombrero hablando, todos pensaban lo mismo: mi hermana era una auténtica Gryffindor... porque nadie más habría tenido el valor de hacer algo así.
Aunque no recibió aplausos, Ginny causó una conmoción que dejó a muchos en silencio. En nuestra casa, algunos tal vez despreciaban la idea de tener a otro Weasley entre ellos, pero nadie se atrevió a decirlo en ese momento. Solo observaban con incredulidad.
McGonagall limpió el sombrero y continuó con la ceremonia, aunque su expresión mostraba lo molesta que estaba, en su interior claramente que agradecía que alguien con el temperamento de Ginny no hubiera terminado en Gryffindor.
Luego de una selección de los niños de Hogwarts hubo un anuncio particular muy interesante, pero debido a que mi interés estaba en Ginny y Luna lo ignore completamente.
Finalmente, la ceremonia terminó, y aunque Ginny probablemente recibiría una reprimenda por su comportamiento, aquello no ocurriría de inmediato. Harry y Ron, fieles a su estilo, provocarían un caos que desviarían la atención de todos. Snape ya no estaba en la sala, y luego de que Dumbledore anunciara el banquete, tanto él como McGonagall también se retiraron. Brindo por los caídos que se habían sacrificado.
Durante la cena, las chicas conversaron con mi hermana y con la pequeña Astoria, que también había sido seleccionada para Slytherin. Aunque le preguntaron sobre lo sucedido durante la selección, mi hermana no respondió. Algunos estudiantes intentaron acosarla, como lo hicieron conmigo en mi primer año, pero fueron disuadidos por dos razones: el miedo a mí, ya que lanzaba miradas asesinas a cualquiera que se acercara o dirigiera una palabra fuera de lugar a mi hermana, y la protección de las chicas, que cuidaban a las nuevas como si fueran madres pájaro defendiendo a sus crías.
Mi hermana, por su parte, se mantuvo algo distante de mí durante la cena. Hablaba principalmente con las chicas de nuestro compartimiento y las de su año, lanzándome miradas furtivas de vez en cuando, lo cual me ponía nervioso. Se aseguraba de hablar en susurros, claramente para que yo no pudiera escuchar lo que decían.
Finalmente, la cena concluyó, y todos nos dirigimos a nuestras respectivas casas. En el camino, me crucé con Gemma. Ella fue muy cuidadosa y atenta con mi hermana, pero conmigo seguía mostrando esa actitud culpable. Decidí hacer algo al respecto.
[Esta noche, cuando todos se duerman, ve a mi habitación]. Ese fue el mensaje que le envié.
Me despedí de mi hermana, que se dirigía a los dormitorios de las chicas, mientras yo me encaminaba a la habitación que había usado el año anterior. No era realmente una habitación como tal, asi que ahora era un espacio vacío. Al llegar, tuve que sacar mi propia cama y demás muebles de mi [inventario]. Por suerte, había guardado mi equipaje, de lo contrario, habría terminado en la habitación compartida con Malfoy. Hablando de eso, olvidé darle su equipaje a Ginny y a Luna. Les enviaré sus cosas poco a poco usando [Regalo] mientras espero a Gemma.
...
Pasada la medianoche.
Estaba sentado sobre la cama cuando vi la puerta abrirse. Ahí estaba Gemma, con la mirada baja. Entró en silencio, cerrando la puerta tras de sí sin siquiera mirar atrás. Entonces, con un movimiento lento, aflojó su túnica, dejándola caer al suelo y revelando su cuerpo desnudo.
Había querido hablar primero sobre su actitud, pero la escena frente a mí hizo que cambiara mis prioridades. Gemma se acercó con una sonrisa seductora y comenzó a quitarme la ropa. No iba a rechazar su cuerpo, ese par de pechos perfectos ni ese trasero tan tentador, así que respondí con pasión.
Antes de darnos cuenta, llevábamos una hora enredados en un desenfrenado sexo salvaje . Cuando finalmente ya no pudo más, la dejé acostada, jadeando a mi lado, mientras que yo bebía un jugo para recuperar líquidos. Una vez que la vi más tranquila y capaz de producir palabras coherentes, decidí que era momento de hablar.
"¿Qué te pasa?" pregunté, observando cómo Gemma reaccionaba apretando las sábanas con fuerza entre sus manos. "Me estás ocultando algo", añadí, entrecerrando los ojos con molestia, esperando descubrir en que me traiciono y cuál sería el castigo que le daría.
Gemma se levantó de la cama, todavía desnuda, y retrocedió unos pasos. Por un instante pensé que intentaría escapar, y estuve listo para cerrar la puerta con magia si era necesario. Pero no era eso. Su nerviosismo la hacía tambalearse entre la valentía de hablar y el miedo que la consumía. Caminaba hacia adelante con decisión solo para retroceder enseguida, como si fuera incapaz de afrontar lo que tenía que decir.
"Dilo ya", exigí, en un tono aún más frío.
Gemma comenzó a llorar, abrazándose a sí misma mientras caía de rodillas frente a mí, que seguía sentado en el borde de la cama, impasible.
"¡Perdón!" sollozó entre lágrimas, casi ahogándose en su propio llanto.
"¿QUÉ HICISTE?" Exigí gritando, con un tono aterrador que resonó en la habitación. Por suerte, había lanzado hechizos de insonorización antes de que comenzáramos a follar.
"Yo... yo... ¡Estoy embarazada!" gritó con la poca valentía que pudo reunir, las palabras estallando en el aire como un trueno.
Mis ojos se abrieron con sorpresa, algo que pocas veces me ocurría. No lograba procesar del todo lo que acababa de escuchar. No podía creerlo, no quería aceptarlo. Gemma y yo siempre habíamos usado hechizos anticonceptivos, por lo que no había posibilidad alguna. Sin embargo, antes de que la rabia me invadiera, antes de que comenzara a sospechar que me había traicionado, ella continuó hablando.
"Te vi con Granger... que era tu novia..." seguía llorando, su voz rota por los sollozos. "Tenía miedo, miedo de que me dejaras en cualquier momento. La última noche del año pasado, antes de que dejáramos Hogwarts, fingí hacer el hechizo anticonceptivo... pero en realidad... ¡yo solo no quería que me dejaras! ¡No quería perderte!" gritó, cada palabra llena de angustia mientras escupía lágrimas y saliva al suelo, abrazando su vientre como si eso pudiera protegerla.
"¿¡QUÉ HICISTE QUÉ!?" rugí, levantándome de un salto con una expresión irreconocible, mis emociones desbordándose.
"¡PERDÓN!", se disculpó de nuevo, levantando la mirada para que sus ojos rojos y llenos de lágrimas se encontraran con los míos.
"¡IDIOTA!" grité con furia dandole una bofetada.
El descontrol de mis emociones había desatado mi alineamiento oscuro, y mis garras aparecieron. El golpe no fue solo brutal, sino que dejó surcos rojos en su rostro debido a los cortes que mis garras provocaron.
"Perdón, perdón", seguía pidiendo entre sollozos, con la cara ensangrentada. "Por favor, solo no me dejes... yo... por favor...no quiero deshacerme de mi bebé", imploraba, tirada en el suelo, abrazando su vientre con desesperación, rogando clemencia por la vida de su hijo, esperando lo peor de mi, ignorando por completo el dolor de su rostro.
"¡CÁLLATE!" le grité, caminando de un lado a otro, tratando de calmar el torbellino de emociones dentro de mí.
"Por favor, perdona a mi bebé. No sabrás nada de él, no afectará tu vida... no sabrás nada de mí", murmuró, resignada a desaparecer de mi vida si con eso podía mantener al niño en su vientre.
"¡Te dije que te callaras!" le grité, señalándola con un gesto de reproche. "Escúchame bien, Gemma. Jamás, en esta vida, trataría de deshacerme de un hijo por nacer que lleva mi sangre. ¿Entendiste?" dije, mirándola directamente a los ojos.
*Glup.* Tragó saliva con miedo, aunque en sus ojos pude ver una pizca de alivio. "Lo siento... me iré de tu vida", susurró con angustia.
"¡Ni se te ocurra mencionar eso tampoco!" respondí, con un tono aún más severo. "Si antes no tenías escapatoria, ahora prácticamente estarás encerrada a mi lado si intentas alejarte lo más mínimo de mí o llevarte a mi hijo", sentencié, volviendo a sentarme en la cama, mientras trataba de controlar mi respiración y calmar el ritmo frenético de mi corazón. "No te golpeé por el niño ni porque te odie y te quiera lejos", añadí, respirando hondo, intentando mantener la calma. "Te golpeé porque fuiste una tonta."
Gemma permanecía en el suelo, con el rostro cubierto de sangre, sin saber cómo reaccionar. Aunque ella había imaginado muchas veces cómo resultaría esta conversación desde que se enteró, no estaba preparada para la realidad de lo que acababa de ocurrir.
"¿Tienes idea de lo que has hecho?" le pregunté, extendiendo la mano hacia su rostro para comenzar a curar las marcas que mis garras habían dejado en su piel.
"Perdón…" murmuró, con la voz quebrada.
"Ya cállate…" le respondí, aún con la rabia a flor de piel. "Si tan solo hubieras esperado unos años más, en tu último año, al menos. ¿Por qué tenía que ser ahora? ¿Pensabas que te obligaría a deshacerte del niño? Piensa un momento. ¿Qué crees que va a pasar cuando los Farley descubran que su hija, que ni siquiera ha terminado Hogwarts, está embarazada de un Weasley? ¿Qué crees que harán? ¿Cómo se podría ocultar algo así?" le solté con dureza. "¿Crees que es fácil ocultar un embarazo? ¿Un bebé? Estoy en segundo año, por dios…"
Gemma temblaba en el suelo, ahora más asustada. Ocultó su situación a su familia porque yo era su máxima prioridad, pero ahora que lo pensaba, ella los conocía bien, de que eran capaces, se dio cuenta de que tal vez su familia era la verdadera amenaza, no yo.
"Por favor, ayúdame… no puedo permitir que me quiten a mi bebé", dijo, arrastrándose hacia mí, agarrándose de una de mis piernas y apoyando su rostro en mi rodilla.
"Esto es tan complicado", me quejé mientras me paraba, suspirando, pero no sin antes acariciar suavemente su cabeza.
Comencé a caminar de un lado al otro, con el ceño fruncido mientras trataba de encontrar una salida a esta situación. Mi mente giraba frenéticamente, evaluando cada posibilidad, cada consecuencia. Podía sentir cómo las preocupaciones que antes me agobiaban empezaban a perder importancia, mientras nuevos miedos y responsabilidades emergían, golpeándome con una fuerza inesperada.
Gemma me observaba, inquieta, sus ojos fijos en mí mientras caminaba de un lado a otro en la habitación, esperando mi decisión con el corazón en la garganta.
Después de lo que pareció una eternidad, me detuve. Había pasado por una especie de catarsis. Algo en mi interior se había resuelto, y aunque la situación seguía siendo complicada, sentí que había tomado algunas decisiones importantes. Sabía que habría sacrificios por hacer, pero ya no había vuelta atrás.
Me acerqué a la cama una vez más y me senté en el borde, con las manos entrelazadas frente a mí.
"No te preocupes", dije finalmente, mi voz algo más calmada. "Me encargaré de que estemos bien. Aunque tengamos que hacer algunos sacrificios en el camino."
"Haré lo que sea por tenerte a ti y a él", respondió, susurrando mientras acariciaba su vientre con ternura.
"Acércate", le dije, agotado. No físicamente, sino mentalmente agotado por todo lo que estaba ocurriendo.
Gemma se acercó a mí, todavía desnuda, pero ahora no la miraba con deseo como hace unos instantes. Mi mirada ya no se fijaba en su coño, sino en su vientre. Cuando estuvo frente a mí, extendí la mano, tocando su abdomen suavemente, acariciándolo con los dedos mientras mis pensamientos divagaban en todo lo que habia alli. Este bebé lo cambiaría todo.
Pero entonces, algo inesperado ocurrió.
[Habilidad Auxiliar: "Editar hijos" adquirida]
"¿¡Qué!?"
[---Pantalla de edición---]
[---Físico---]
Nombre completo: [Establecer]
Sexo: [Hombre] [Mujer] [Asexual] [Hermafrodita] [Otro (Crear/Personalizar)]
Raza: [Humano] [Mago] [Espíritu Sanguinario] [No-muerto/Espectro] [Elemental Alquímico/Gólem] [Otro (Crear/Personalizar)]
Aspecto: {[Parecido a la madre ?%] [Parecido al padre ?%]} [Otro/Personalizar]
Características adicionales: [Establecer]
[---Mental---]
Personalidad: {[Parecido a la madre ?%] [Parecido al padre ?%]} [Otro/Personalizar]
Gustos/Aficiones: [Establecer]
Fobias/Miedos: [Establecer]
Preferencia sexual/Fetiches: [Establecer]
Características adicionales: [Establecer]
[---Talento---]
Talentos: [Establecer]
Características adicionales: [Establecer]
[---Otro---]
Otros: [Establecer]
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Ahí lo tienen, chicos. Les doy la oportunidad de crear al primer hijo o hija de Red. Ustedes eligen qué quieren, comenten sus opciones en la parte correspondiente y los más votados ganarán. Si hay empate, elegiré yo a discreción.
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4to Capítulo Adicional
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