Miré con satisfacción a la chica inconsciente sobre la cama, sintiéndome bien conmigo mismo por mi trabajo bien hecho, pero esto no terminaría aquí.
Hice desaparecer mi ropa y luego abrí las piernas de Penélope para colocarme encima de ella, dejando nuestros rostros a la misma altura. Decidí traerla de vuelta al mundo consciente dándole pequeños besos a lo largo de su cuerpo: sus labios, su cuello, sus pechos.
Penélope se fue recomponiendo rápidamente, mayormente por la aplicación revitalizante de mi poder usada en cada toque de mis labios. Para cuando sus ojos borrosos empezaban a abrirse, mis manos ya habían viajado por todo su cuerpo desnudo y ahora estaban apretando sus pechos suavemente mientras mis besos volvían a subir a su rostro.
"¿...mMhnhm... Q-qué...?" despertó confundida, débil y sintiendo un calor conocido y desconocido a la vez.
Cuando sus sentidos se reactivaron lo suficiente para darse cuenta de lo que le estaba pasando, intentó levantarse con la fuerza que tenía, pero en ese instante la besé con gran pasión, metiendo mi lengua directamente en su boca. Mis manos la abrazaron, aferrándome a ella e inmovilizándola en cierta medida.
Penélope sintió una mezcla de miedo, confusión y placer al ser besada y tocada de esa manera. Intentó descubrir qué estaba pasando pero rápidamente se fue perdiendo en esas emociones, y el beso unidireccional se volvió bidireccional al poco tiempo, con ella participando activamente en esa pelea de lenguas.
Mis manos volvieron a atacar sus pechos mientras ella aún no estaba completamente en sus cabales, amasándolos y pellizcando suavemente sus pezones. Los niveles de excitación la mantenían en un estado de semiconfusión que me permitían hacer todo esto y ella lo sabía. Poco a poco se estaba dando cuenta de lo que sucedía pero sentía que no tenía las fuerzas para resistirse; tenía esa picazón en su interior que solo crecía y las pequeñas descargas de placer que le producía aleatoriamente consumían cada fuerza que podía llegar a acumular.
Penélope disfrutaba y sufría de esta situación; su cuerpo quería cada vez más de este placer abrumador pero en su cabeza no podía dejar de pensar que esto estaba mal. Su lucha interna se vio interrumpida por la sensación de algo duro y caliente tocando y frotando su zona más especial que ya desde hace tiempo estaba bastante mojada, haciéndola estremecer.
Le tomó un momento darse cuenta de lo que estaba sintiendo ahí abajo, pero cuando lo hizo, sintió cómo esa cosa dura y caliente había dejado de frotarse y ahora estaba empujando hacia ella. Abrió mucho los ojos y trató de gritar algo al sentir que era abierta de golpe. Ni muy rápido ni muy lento, esa cosa se abrió paso a su interior arrasando con todo a su paso.
Ni siquiera pudo gemir adecuadamente debido a la lengua que aún invadía su boca; solo pudo lagrimear en silencio al perder su pequeño tesoro. El pequeño dolor de esa inserción la había despertado por unos segundos, pero la avalancha de sensaciones que vinieron después le hicieron perder la razón una vez más.
Mi cadera se retiró poco después de hallarme dentro de ella para volver a empujarla una vez más, haciendo que la ahora mujer emitiera unos quejidos muy eróticos. Ese fue solo el comienzo de la acción. Comencé a follarla sin darle casi espacio para descansar, mi pene entraba y salía de ella constantemente, lubricado con sus jugos y un poco de sangre.
Mis labios casi no se separaron de los suyos hasta que noté su necesidad de respirar; al soltarla y alejarme pude ver su rostro completamente rojo y su respiración agitada.
El placer que le estaba produciendo era algo que ella jamás esperó; sentía que esto debería haber sido algo desagradable y doloroso, pero todo dolor se vio abrumado por esa sensación que recorría todo su cuerpo haciéndola querer gritar a todo pulmón.
Sus palabras a medio formar se vieron detenidas otra vez por mi culpa, pero no porque sus labios fueran atacados nuevamente. Yo había bajado mi cabeza a su pecho y ahora me encontraba con uno de sus pezones en mi boca, succionándolo.
"AGhhh..." soltó un gemido mientras ponía sus manos en mi cabeza. Nunca había pensado que sus pezones podían sentirse de esa manera y sus uñas se clavaron en mi cuero cabelludo.
Penélope estaba sufriendo una sobredosis de placer; sus sentidos estaban en una sobreestimulación tan alta que sentía que podría sufrir un infarto en cualquier momento. Esa vara ardiente que fundía su interior, sus pezones siendo exprimidos, su cuerpo siendo manoseado, los sonidos que ella misma producía sin control, el fuerte olor a sexo que empezaba a sentir... todo la estaba abrumando hasta que ya no pudo más y esa sensación, como la que sintió cuando me la comí, volvió pero mucho más fuerte.
"¡AGGHHHHHH...!" Gimió con fuerza mientras su espalda se arqueaba y sus caderas temblaban hasta el punto de no sentirlas.
Se tensó durante unos instantes antes de caer nuevamente sobre la cama, esperando que el mareo se esfumara lentamente. En ese pequeño momento de lucidez post-orgásmica, pensó en lo que acababa de pasar y lo que vendría ahora, pero no esperaba descubrir que yo, en realidad, nunca me había detenido.
Esa sensación de placer abrumador desapareció solo para ser reemplazada por un placer creciente. Mi pene seguía entrando y saliendo de su interior sin detenerse ni un segundo. Mis labios volvieron a los suyos y ella no tenía ni la fuerza física ni la voluntad para detenerme.
Ella sintió todas esas emociones una vez más, pero de forma más controlada que la vez anterior. Se sentía abrumada, pero aún conservaba algo de razón, y en cierto modo, esto le permitía disfrutarlo aún más. El beso ya no se sentía tan invasivo y ahora ella podía ser más partícipe de este intercambio de saliva, lo cual hizo, aunque no sabía por qué.
Seguimos así por un tiempo hasta que ella volvió a correrse y yo también, haciendo que el placer en ella fuera aún mayor al sentir algo caliente manchando su interior ya ardiente. Y aún cuando eso pasó, ella pudo entender que ese no iba a ser el final cuando mis caderas solo se detuvieron por unos instantes antes de empezar a moverse de nuevo.
Poco a poco, nuestros movimientos se volvieron más salvajes cuando ella empezó a mover sus caderas en sincronía con las mías, haciendo que chocaran con más fuerza cada vez. Nuestros besos se volvieron cada vez más desenfrenados, mis manos apretaron sus pechos con fuerza mientras que las suyas arañaban mi espalda.
Empezó a disfrutar que succionara sus pezones, dejándome cada vez más tiempo alli, sujetando mi cabeza con sus brazos y empujándome contra ellos. Sus piernas también rodearon mi cintura, no dejándome retroceder mucho hasta que obtuvo su liberación.
Ella misma no se dio cuenta cuando cambiamos de posición, pero no le importó; a este punto, lo único que quería era seguir así hasta morir. Cualquier pensamiento era callado con los sonidos de sus propios gemidos, cada vez más animales que humanos. Con sus manos y rodillas sobre la cama, recibió mi polla desde atrás, escuchando el sonido de aplausos mojados con cada una de mis embestidas.
Nunca supo cuántas veces había sentido ese placer tan adictivo de correrse, pero había sucedido tantas veces que por momentos pensó que ese era el estado natural en que debía estar. Asimismo, la sensación de que me viniera en su interior también empezó a ser algo que anhelaba, como si la razón de su existir fuera esa.
El placer que antes desconocía se había convertido en su único que pensaba. Sin darse cuenta, empezó a sentirse como una completa puta, escuchándose suplicar por más, por hacerlo más duro, por ser llenada. Las palabras que antes la habrían avergonzado ahora solo la excitaban más, y cada vez que encontraba fuerzas, las gritaba sin dudar.
Ya no le importaba nada más que seguir así, ni sus deseos ni las consecuencias, solo quería seguir follando.
"¡¡¡SÍ!!! ¡CORRÉTE DENTRO OTRA VEZ!....¡LO NECESITO!.... ¡¡¡LO NECESITOOHHH...!!!
...
Fueron unas horas de puro sexo salvaje y animal, el cual solo pudo llevarse a cabo debido a mi poder que revitalizaba constantemente a Penélope para que pudiera seguir atrapada en ello.
Ella disfrutó hasta el último momento, cada manoseo, cada beso, cada lamida, cada momento pegajoso... Llegó un punto en que solo sentir cómo mi leche ingresaba en ella le hacía correrse, hasta esa última vez que me vine dentro de ella y terminó cayendo inconsciente por el placer.
Fue allí cuando la dejé dormir, aunque si hubiera querido, podríamos haber seguido. No me alejé de ella, seguí a su lado, abrazándola, viendo su cuerpo desnudo y su respiración fuerte.
Eileen había vuelto en algún momento y nos estuvo gritando por follar en su casa y cama, pero en nuestro momento salvaje la ignoramos. Para evitar que sus gritos e insultos pudieran despertarla, insonoricé la habitación.
Esperé tranquilamente hasta que luego de casi seis horas, Penélope despertó. Parecía aún exhausta pero satisfecha al mismo tiempo, mirando a su alrededor con lentitud, tratando de discernir dónde estaba y qué sucedía. Logró comprenderlo luego de sentirse desnuda bajo las mantas y oler ese olor residual tan fuerte que había quedado, pues no había limpiado nada.
Ese olor fue el catalizador para que los recuerdos de lo sucedido volvieran a ella y restregara sus piernas entre sí. Se sentía vacía, sucia, aunque no en un sentido literal, pero al mismo tiempo satisfecha. Involuntariamente se pegó a mí y nos terminamos abrazando instintivamente.
"Buenos días"(Red)
"..." Ella no respondió, solo quedó con su cabeza apoyada en mi pecho.
"¿Agua?" Dije, entregándole una botella que saqué de mi inventario.
Ella la agarró y bebió de ella lentamente hasta casi acabarla antes de devolvérmela, y luego el silencio volvió, con ella intercambiando su mirada perdida entre ella misma, la cama y yo.
"¿Qué hago...?" Ella gimoteó, con algunas diminutas lágrimas en sus ojos, pero sin llegar a llorar, simplemente abrazándome con un poco más de fuerza.
"..." Ahora fui yo quien se quedó en silencio, viendo cómo Penélope sufría una angustia mínima. No parecía agobiada ni nada, solo levemente triste.
"¿Cómo...?" Preguntó retóricamente en un tono bajo y lento.
"¿Cómo qué?"(Red)
"¿Cómo sigo adelante? ¿Cómo te dejo? Todo lo que dije antes, ¿Qué sentido tiene ahora? ¿Qué hago? ¿Cómo conoceré a alguien luego de lo que me hiciste? Yo ya... estoy sucia..." Dijo, sin saber cómo explicar lo que sentía.
"No tienes que hacer nada de eso," dije mientras acariciaba su espalda.
"¿Esto es lo que me queda...? ¿Solo aceptarlo?" Dijo lastimeramente, pero sin alborotarse en absoluto; a este punto parecía un poco indiferente.
"Puedes hacer lo que quieras..."(Red)
"¿Pero cómo...? No puedo ser la misma después de esto... Incluso ahora siento que me estoy mojando solo con respirar ese olor..., y eso me hace sentir... tan puta. ¿Qué me hiciste?" Volvió a preguntar retóricamente. "¿Qué hago...?"
"Se mi mujer."(Red)
"¡Eso no es justo!" Elevó un poco la voz, pero no demasiado. "¡¿Porque tú puedes tener todo lo que quieres?! ¡Iba a dejarte y ahora me hiciste esto y... yo no puedo...!" Comenzó a llorar con más fuerza.
Interrumpí su llanto besándola, y funcionó muy bien. A pesar de seguir llorando levemente, rápidamente empezó a ser parte de ese beso, dejando que sus penas se diluyeran. Cuando nos separamos, ella seguía soltando unas pocas lágrimas mientras me miraba lastimeramente, quizás esperando que la consolara.
"Te amo, mi Penny," dije abrazándola una vez más para mantenerla cerca de mi calor. "Y no quiero perderte. Te haré la mujer más feliz del mundo, te daré todo lo que quieras y necesites..."
"..."(Penélope)
"No eres una puta. No te sientas mal por disfrutar lo que hicimos, fue algo hermoso... a su manera... y lo haremos muchas veces más." Dije y vi cómo se estremecía ante mis palabras, observando cómo involuntariamente movía su mano hacia su entrepierna.
"...pero... yo quería... mi vida..."(Penélope)
"...hmmm... ¿Por qué no hacemos un trato?" dije mientras dibujaba círculos en su cuerpo con mi dedo. "Sigamos con nuestra relación hasta que termine mi educación en Hogwarts... o hasta que tú te gradúes de Hogwarts. Déjame mostrarte lo que podemos tener juntos; si terminas viendo que te gusta, te quedas conmigo, y si no, podemos terminar. Esta vez te prometo no hacer nada para detenerte."
"..."(Penélope)
"Además, nadie tiene que saber lo que pasó entre nosotros. Para los demás, seguirás siendo la amable e inteligente estudiante de Ravenclaw, no la chica sucia que pedía más y más de mí," le susurré al oído, haciéndola sonrojar. "Y durante este tiempo podemos seguir haciendo esto... una y otra vez... tantas veces como queramos... sé que te gustó, a mí también, se sintió tan bien. Si somos pareja, es normal hacer este tipo de cosas; hagámoslo muchas veces más."
Mis palabras no recibieron respuesta verbal, pero sentía cómo Penélope se estremecía y los engranajes de su cabeza se movían. No dijo nada, pero se volteó para apoyar su frente contra mi pecho. Seguía diciéndole que todo estaría bien, dándole esperanzas y ofreciéndole todo de mí, logrando que restregara su cabeza contra mi pecho en un asentimiento silencioso.
Ella sintió que no tenía otro camino y terminó aceptando. A este punto, era su única opción; yo ya había tomado su virginidad y, a pesar de todos mis defectos, ella necesitaba algo que le brindara seguridad en este momento.
Continuamos abrazados un tiempo más antes de sellar nuestro trato con otra sesión de pasión. Solo que esta vez no fue salvaje como la anterior; no, esta fue lenta y amorosa. Con un beso profundo, prolongado pero suave, con nuestras manos entrelazadas y nuestros cuerpos moviéndose al ritmo de la música en nuestros corazones.
No fue ni corto ni largo, lo suficiente para que ambos nos corriéramos al unísono, algo que logré con mi habilidad. Luego de eso, hubo un descanso, una escena en la que nos vestimos lentamente sin separarnos casi nada el uno del otro, pasando unas horas más juntos. Finalmente, cuando pudimos despegarnos, envié a Penélope a su casa.