No puedes creerte lo que tus ojos están viendo. Andrés tiene una vagina de silicona cubierta con una toalla…
Haces uso del papel higiénico, tiras de la cisterna, te vistes correctamente y abres la puerta para poder salir del baño.
Estás dudando entre volver al salón y hacer como que nada ha pasado, o inventarte una excusa y salir de esta casa cuanto antes. Una urgencia en el hospital, por ejemplo.
Pones un pie fuera del baño, pero inmediatamente vuelves a entrar. Dejas una pequeña rendija abierta, apenas lo justo para poder asomar la cabeza y gritas al pasillo.
—ELENA ¿ME PUEDES AYUDAR CON LA CREMALLERA DEL VESTIDO, POR FAVOR?
—AHORA MISMO VOY —responde ella.
Cierras de nuevo la puerta y te pones a pensar. No acabas de estar muy segura de la opinión que te genera tu reciente descubrimiento, pero una cosa sí que tienes clara: vas acribillar a Elena a preguntas hasta que estés segura de dónde estás, hasta que sepas bien en casa de qué clase de chico te ha metido tu amiga. Quieres saber qué tipo de persona es Andrés, porque ahora mismo se te están pasando muchísimas cosas por la cabeza y no estás muy segura de que deberías pensar. Ya no digamos nada de lo indecisa que estás sobre lo que deberías hacer.
Elena da dos toques a la puerta y abres para dejarla pasar. Inspecciona la cremallera de tu vestido y se le pone cara de póker cuando se da cuenta de que está perfectamente suvbida.
Empezáis a hablar en susurros, para evitar que Andrés os escuché:
—¿Crees que Andy es un chico rarito? —preguntas.
—No Jacqueline, no lo creo —responde Elena.
—¿Tiene algún fetiche, o le va el bondage o algo por el estilo? —preguntas de nuevo.
—No.
—¿Le gustan cosas extrañas en la cama?
—No, Andy no es de esos. Es un chico de lo más normal y bastante clásico en esos temas.
—Bien —dices. La verdad es que te alegras mucho de haber despejado tu mayor duda con respecto a Andrés, pero aún hay una cosa más que quieres preguntarle a Elena— ¿Tú le quieres? ¿Te acostarías con él?
La cara de tu mejor amiga cada vez expresa más lo extrañas que le parecen tus preguntas, pero aún así sigue contestando con diligencia a todas y cada una de ellas.
—Qué va, Jackie. Le quiero muchísimo sí, pero como a un buen amigo. Casi como podría querer a un hermano si lo tuviera —contesta Elena—. ¿Pero a qué vienen todas las preguntas que me estás haciendo? —La curiosidad ahora ha superado a tu pobre amiga.
En ese momento abres la puerta del armario del lavabo y, levantando la toalla que habías dejado en su sitio, le muestras a Elena la vagina artificial.
—¡Oh! —Elena se ha quedado totalmente atónita.
—Entonces ¿Andrés es un tipo normal no? ¿Aunque tenga esto? —dices señalando lo que está dentro del armarito para confirmar tus propias conclusiones.
—Sí, ya te lo he dicho. Es un tipo de lo más normal, amable, bueno, justo, responsable…
—Pues si no es un pervertido ni nada por el estilo, creo que estrenaré mis senos bien turgentes con él.
—¡Vaya! —exclama Elena.
—¿Te parece mal? Si no te parece bien o no estás cómoda con la idea no haré nada de lo que tengo en mente.
—No, para nada, me parece estupendo. Pero antes tienes que saber que en el último año Andy y su novia no han mantenido relaciones sexuales. Seguramente esta es la razón de que tenga esto —dice señalando la vagina.
—En eso estamos iguales —dices encogiendo los hombros.
—¿Cómo que iguales? ¿Tú y Andrés no manteníais relaciones sexuales siendo pareja? - Elena casi no puede creer lo que le estás diciendo—. Eso no me lo habías contado nunca.
—Pues no, sólo tres veces.
—¿Qué? ¿Tres veces en dos años y medio?
—Sí, dos fueron por su cumpleaños y una cuando nos licenciamos en la carrera, después de la fiesta de graduación. Por eso decidí operarme el pecho, para gustarle más a Juan. Pensaba que tal vez el motivo de que no se acostara conmigo era que no le atraía sexualmente, o al menos no lo suficiente.
—Una vez más te digo que Juan no te merece. Si no le gusta esto —Elena señala tu cuerpo en un solo gesto que abarca de tu cabeza a tus pies— una de dos: o está ciego o es gay. Perdóname por lo que te voy a decir, pero menos mal que ha terminado contigo antes de que os casarais.
—Sinceramente, ahora mismo Juan es en lo último que estoy pensando —dices absolutamente convencida.
—Ah, otra cosa —continúa diciendo Elena—. También tienes que saber que Andy no quiere ninguna relación sentimental seria ahora mismo con ninguna mujer. Me lo ha confirmado esta misma mañana en el trabajo.
—Pues perfecto, porque yo no quiero nada serio ahora mismo con ningún hombre. Hoy sólo quiero sexo.
—Guau Jacqueline, me dejas de piedra. Me parece estupendo que pienses así —dice Elena.
—Sí, sólo me quiero divertir un poco. ¿Me ayudas con la cremallera?
—Jaja, ahora entiendo lo de la cremallera chica. Por supuesto que te ayudo.
Elena te baja la cremallera del vestido que tienes en la espalda.
—¿Y te importaría…?
—Tranquila Jackie, le diré a Andy que me tengo que ir y que os acabeis vosotros la botella de vino que acaba de abrir tranquilamente.
—Gracias.
Elena sale del baño pero, antes de que te dé tiempo a cerrar la puerta, pone la mano en el marco para impedirlo.
—Pero mañana quiero todos los detalles —dice mientras te guiña un ojo.
Elena va a despedirse de Andrés con una excusa mientras tú acabas de quitarte toda la ropa. Te quedas desnuda a excepción de los zapatos de tacón y sacas la vagina de silicona del armario.
Ahora te alegras mucho del hecho de que hace seis meses decidiste hacerte la depilación láser. Lo cierto es que lo hiciste para poder estar siempre lista para el momento en que surgiera una oportunidad de intimar con Juan y para poder sorprenderle, pero hoy estás lista para lo que pretendes hacer.
Elena ya se ha ido y solamente quedáis en la casa Andy y tú. Te sientas sobre la mesa del salón aprovechando que Andrés ha ido a la cocina, y te colocas de cara a la puerta con las piernas abiertas y la vagina de silicona encima de la tuya propia.
—He sacado otra bandeja de aperitivos —dice Andrés que viene hablando por el pasillo con una bandeja en las manos— para pasar mejor el vino, que ahora que se ha tenido que ir Elena va a ser mucho vino para solo dos personas. Ahora que con el estómago lleno es otra…
Cuando Andy entra en el salón y te ve se queda boquiabierto, totalmente paralizado. Diriges una rápida mirada a su entrepierna y te das cuenta de que empieza adivinarse un pequeño bulto.
—¿Qué estás…? —pregunta incrédulo.
—¿Cuál de las dos crees que te dará más placer? —preguntas seductoramente para que deje de hablar.
En ese momento sueltas la vagina de silicona sobre la mesa y abres aún más las piernas para dejar al descubierto toda toda tu desnudez.
Andy está visiblemente nervioso, incluso le caen gotas de sudor por la frente.
—Ehm, bueno, esto, pues… —tartamudea el pobre.
Rápidamente te levantas y le quitas la bandeja de aperitivos que trae de las manos.
—Dejemos esto aquí —susurras— nos van a hacer falta después.
Al soltar la bandeja con los aperitivos en la mesa te inclinas hacia atrás, de tal manera que rozas ligeramente tu trasero desnudo con su entrepierna, notando que el bulto de su pantalón aún ha crecido mucho más.
Se siente realmente duro y la sensación es deliciosa.