Todos los marineros estaban limpiando los tablones de la cubierta, parecerían grumetes, pero solo estaban preparando la cubierta para realizar el ritual a la Diosa de los mares.
"Limpien como si estuvieran limpiando la mala fortuna de su cuerpo, cada trapeada es un mal día que es arrasado por las olas del océano!!" Grito Dima
La limpieza se ejecutó con mucha diligencia, para todos los marineros de este ritual dependía su vida, por lo que trabajaban con todo lo que su cuerpo podía darles.
"Según la tradición, el ritual comenzará al finalizar el atardecer y terminará al comienzo de la noche, cuando el sol se ponga en el horizonte tanto el mundo de los vivos como el mundo espiritual se conectaran" Explicaba Dima, mientras limpiaba la cubierta junto a los otros marineros.
"Hay que apurarse, cuanto antes dejemos preparada la cubierta mejor!!" Grito Ron trabajando como lunático, tratando de contagiar a los otros marineros con su ejemplo.
"Todos en el barco nos despediremos de nuestros camaradas caídos al unísono, repitiendo mis palabras, entendido?" Grito Dima las intrusiones de la única parte importante de este ritual.
Todos los hombres trabajando unidos con todo su espíritu en una misma tarea, ciertamente crea una atmósfera especial, cuando terminaron todos se sintieron muy satisfechos al ver la cubierta tan limpia.
El capitán trajo de su camarote una caja llena de contenido para hacer rituales, todos los barcos la tenían y en general las usaban dos veces por viaje, cuando se llegaba a puerto y cuando sé salía, pero también se podían usar en este tipo de situaciones.
Dima agarró la caja y empezó a preparar la mesa para el ritual.
Una vela de color rojo y una de color negro fueron colocadas sobre la mesa, la de color negro iban al costado derecho y la de color rojo al izquierdo, en el medio una bandeja de plata fue colocada.
Dima sacó de la caja dos frascos, uno contenía arena roja y el otro arena negra. Los dos frascos fueron vertidos sobre la bandeja de plata en los extremos opuestos a los de las velas de sus respectivos colores.
"Ya solo falta el alma del barco, capitán" Dijo Dima con cierto respeto, cuando la bandeja se llenó de los dos colores.
El capitán con mucho cuidado sacó una caja chiquita de su bolsillo y se la entregó a Dima, la caja parecía estar hecha de plata y contaba con la inscripción La Vieja Ana escritas en oro.
Dima abrió la caja, en el interior de la misma únicamente había una astilla de madera del tamaño de una aguja, tomándola pregunto:
"Que deseo pide para el barco, capitán?"
"Dele al que no tiene, lo que supo tener" dijo Wiliam con firmeza.
Dima procedió a escribir con la astilla el deseo del capitán sobre la arena con los dos colores y luego guardó con mucho cuidado la astilla en el estuche, para devolverlo al capitán.
"Ya únicamente falta esperar a que llegue la hora de inicio y todos podamos recitar la despedida a los viajeros" Dijo Dima mientras prendía las dos velas.