Lucas y Ricardo se dirigían a la cocina para poder realizar su rutina, por suerte para los marineros a bordo de tanto cocinar, las habilidades culinarias de los dos grumetes fueron mejorando con el tiempo.
"Que miserables, como no nos van a dejar disparar las armas" Dijo Ricardo, mientras un pescado era cortado prolijamente por la mitad, revelando una hilera de espinas en un solo costado
"Si lo piensas, el barco debería tener los almacenes llenos de pólvora y balas" contestó Lucas, mientras las cáscaras de batatas volaban por los aires de la velocidad que tenía con las manos
"Prácticamente, deberían estar de la misma manera con la que salieron del puerto, si no tuvieron nunca un incidente donde requieran pólvora"
"Tal vez, el capitán tema que en estas aguas tenga que usar demasiado" comente Ricardo
"Ya van muchos días navegando por estas aguas, cada vez que pasa una semana nos dicen que falta otra más" Dijo Lucas con algo de duda "Solo espero que no nos quedemos sin comida"
"Mientras haya pescado en las aguas y la diosa de buena fortuna no creo que tengamos problemas con la comida…"Comentó Ricardo cortando sus pescados en cuadraditos.
"... Pero si te soy sincero, ya estoy harto de comer siempre pescado, cada vez entiendo más por qué el cocinero decía que nadie tiene papilas gustativas en este barco"
"Mataría a unos moluscos …" Murmuró Lucas mientras cortaba en cuadrados las batatas.
"Si no nos hubiésemos desviado, a estas alturas tendríamos que estar en Los Álamos" Comentó Ricardo poniendo a cocinar su pescado"Estaría disfrutando de la vida del marinero en puerto..."
"En un bar radiado de mujeres que buscaran robar mi salario y de otros marineros que quisieran contar sus anécdotas para olvidar sus problemas"
"Y sobre todo estaría con una mesa llena de comida bien hecha y alcohol que no supiera a agua meada…"
"Ja, ja, ja. ... Aunque la verdad nunca complete ningún viaje, así que solo puedo imaginarlo" rio Ricardo
"Yo estaría tratando de ver como me las ingenio para que me vuelvan a tomar de iniciado en la iglesia local, para que así no me manden de nuevo al océano" Dijo Lucas, tirando sus batatas al fuego.
Los dos grumetes continuaron completando sus repetitivas tareas con normalidad y pronto la tarde estaba por terminar.
Ya bastante cansados los dos decidieron gastar su tiempo libre durmiendo, porque mañana tendrían que despertarse dos horas más temprano que el resto para poder realizar la práctica de tiro.
Lucas con las piernas bastantes cansadas se dirigió hacia su red, en la misma se puso a mirar el techo esperando que el cansancio haga el resto y el sueño venga a apoderarse de él.
Mientras tanto de forma contemplativa, Lucas se puso a pensar en como ya se había acostumbrado bastante a la vida a bordo de este barco.
Ya tenía bastantes personas a las cuales él podía considerar como amigos y bastantes anécdotas que lo acompañaría toda su vida.
Finalmente, Lucas vivía en paz, capas la vida de grumete no era la vida más emocionante del mundo, pero era una vida bastante feliz.
Lucas creyó que si no fuera por los peligros del océano esta sería su vida perfecta.