Cuando por primera vez tuve a mi hijo en mis brazos, la felicidad invadió mi corazón y me olvidé de mi destino, un mundo en decadencia le esperaba a mi familia si tomaba esa decisión, pero mi esposa y yo lo decidimos, al construir esa casa donde viviríamos de ahora a adelante la sensación no se podía explicar, al verles los ojos a mi inocente hijo se me partía el corazón, me preguntaba qué hubiera pasado si tomaba otra apresurada decisión.

Siempre recordaba el día que decidimos nombrar a mi hijo, mi esposa decía "Gian" mi madre decía "Joel" y finalmente nos decidimos por un nombre único "Antonie" ya que mi hijo iba a ser valiente como sus padres.

Recuerdo el primer ataque de mi enfermedad, en la cual todos preocupados me llevaron al medico, recuerdo cuando el doctor me diagnostico cáncer pulmonar, recuerdo que mis días felices había sido interrumpido por una enfermedad terminal, nunca abandone la esperanza, siempre sonreía, de algún modo quería darle fuerza a mi familia, me disgustaba ver sus rostros tristes.

La batalla con esta enfermedad fue de gran peso, nunca me debilité, quise mantenerme fuerte, hasta que ella pudo mas que yo, al final no lo logré, el día que morí, mi hijo estaba en la sala de espera mientras mi madre intentaba consolarlo, mi esposa estaba destrozada llorando en mis pies, hasta que di el último suspiro, al cerrar los ojos mi vida paso por mi mente, cada momento, cada risa, mi matrimonio, el nacimiento de mi hijo, al final de todo eso una luz esperaba tras un túnel, corrí hacia esa luz pero por mucho que corría no avanzaba, la luz estaba cada vez mas lejos, quizás todavía no era la hora de llegar, debía esperar que el destino terminase y allí podría descansar en paz y ese destino lo debía terminar mi hijo.