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Chapter 19 - Naruto gremory

[Capitulo 18]

Una poderosa explosión sacudió el campo de batalla, lanzando a Penemue por los aires. Había intentado retroceder al comprender lo que iba a suceder, pero la onda expansiva la alcanzó de lleno, envolviéndola en un torbellino de llamas y energía destructiva. La tierra tembló, y una onda de choque barrió el área, derribando a varios combatientes cercanos.

-¡Penemue! -bramó Baraquiel con preocupación, clavando los pies en el suelo para resistir la sacudida.

-¡Penemue-sama! -gritaron aterrados los Caídos al ver cómo uno de sus Líderes caía presa de la explosión.

La Cadre se elevó por el aire, casi inconsciente. Sin embargo, al escuchar las voces de sus subordinados, forzó su cuerpo a reaccionar. Abrió los ojos apenas lo suficiente para maniobrar en el aire y controlar su caída. Aterrizó pesadamente sobre sus rodillas, sintiendo un dolor punzante en su costado.

-¡Gah! -jadeó al darse cuenta de que varias costillas estaban rotas.

Su mente intentó procesar lo sucedido. No había visto a Naruto crear otro clon antes de la explosión. No tenía sentido... salvo que lo hubiese hecho en el instante en que repelió a Gabriel. Su mente analítica encontró la respuesta con un escalofrío: el heredero Gremory había dejado un clon explosivo en el humo para ganar un respiro.

Baraquiel, Kokabiel y los Serafines quedaron petrificados cuando una figura avanzó entre el polvo y los restos ardientes de la explosión. Las pisadas resonaron con lentitud, marcando su presencia como una sentencia de muerte. La expresión de Penemue pasó del dolor al puro terror.

-¿Cómo...? -logró susurrar.

Naruto estaba ahí, indemne, mirándolos con una calma escalofriante.

-Ninguno lo notó, pero cuando repelí a Gabriel, hice un Bunshin Daibakuha -explicó con serenidad-. Al sentir tu movimiento a mi espalda, simplemente me alejé y dejé el clon como carnada... Como dije antes, solo necesitaba un respiro.

El pelirrojo chasqueó los dedos.

¡PUFF!

Un nuevo clon apareció a su lado, provocando que la tensión en el aire se hiciera insoportable.

-He notado un patrón en esta guerra -continuó-. La mayoría usa su poder de forma cruda, arrojando ataques como si la victoria dependiera de quién golpea más fuerte. Hay otros que poseen habilidades únicas, pero las usan con descuido, cayendo en una rutina predecible. Y luego están aquellos que analizan, que entienden el flujo de la batalla y adaptan cada movimiento con precisión quirúrgica... -Los ojos rasgados de Naruto brillaron con un matiz carmesí oscuro-. Lamentablemente para ustedes... yo soy de esos últimos.

Antes de que alguien pudiera reaccionar, Naruto inclinó levemente su cuerpo hacia atrás, esquivando una lanza de luz que buscaba su cuello. Penemue, a pesar de sus heridas, había recuperado lo suficiente su movilidad para lanzar un ataque rápido.

-Pero qué desperdicio de energía... -murmuró Naruto.

Sin mover un solo músculo ofensivo, Penemue fue arrojada varios metros atrás con una fuerza invisible, estrellándose en los brazos de Baraquiel, quien tuvo que contener una exclamación al sentir la sangre de la Cadre manchar su armadura.

Los combatientes en el campo sintieron la incertidumbre reinar en sus mentes. Naruto no había levantado un dedo y, sin embargo, Penemue había sido herida.

-¿Qué demonios fue eso...? -susurró uno de los Caídos, temblando.

Naruto se cruzó de brazos, su mirada recorriendo a cada uno de sus enemigos con indiferencia.

-Me han visto usar Ninjutsu, un poco de Taijutsu y algo de energía natural para reforzarme, y aun así, han tenido dificultades para siquiera arañarme. -Su voz tenía un matiz de burla y decepción-. Pero eso fue solo un calentamiento.

Baraquiel sintió un escalofrío recorrer su columna. Penemue había sido golpeada con pura energía natural. Sin contacto físico. Sin un ataque visible.

-Bien... -Naruto flexionó los dedos lentamente-. Ahora que he reunido suficiente información sobre cada uno de ustedes... dejaré de contenerme.

El ambiente se tornó pesado.

-"¿Qué quiso decir con 'dejar de contenerme'...?" -pensó Gabriel con una sensación desagradable en el pecho.

-"No he sentido ningún cambio en su poder... ¿Qué planeas, Demonio?" -Rafael frunció el ceño con cautela.

De pronto, vieron cómo el clon a su lado hizo un sello de mano y desapareció en una nube de humo, revelando en su lugar un enorme shuriken de cuatro puntas. Naruto lo sostuvo con una facilidad inquietante y saltó a una gran altura.

La tensión explotó cuando lanzó el arma con una fuerza bestial.

-¡Fūma Shuriken: Kage Bunshin! (Clon de Sombra: Shuriken de Viento Endemoniado) -exclamó.

El shuriken se multiplicó en el aire, generando una lluvia de acero letal. Un instante después, Naruto llevó los dedos a su boca y exhaló una corriente de viento violento que impulsó los proyectiles a velocidad imposible.

-¡BARRERAS, RÁPIDO! -bramó Kokabiel.

¡BOOOMMM!

Los shuriken impactaron contra las barreras con explosiones demoledoras. Uno de los Caídos no fue lo suficientemente rápido, y su cuerpo fue despedazado en el acto cuando cinco shuriken perforaron su defensa antes de estallar. Sus gritos duraron un segundo antes de ser silenciados por la brutalidad de la explosión.

Baraquiel se movió con rapidez, desviando algunos shuriken con su espada de luz. Uno brilló frente a su rostro, obligándolo a esquivar antes de ser consumido en una explosión violenta.

-"Clonación... Transformación... Elemento Viento y Fuego... Sus ataques son demasiado versátiles" -pensó frenéticamente mientras esquivaba por puro instinto.

Gabriel se movía con urgencia, recordando cómo Naruto había sido sigiloso incluso sin visibilidad.

Rafael murmuraba una plegaria, su aura resplandeciendo con intensidad.

Cuando la lluvia de shuriken cesó, Naruto ya estaba preparando su siguiente ataque.

Rafael levantó los brazos con decisión.

-¡Recibe esto! ¡Shine Rain! (Lluvia Brillante) -exclamó.

A su alrededor, decenas de círculos mágicos se materializaron en el aire, y de ellos surgieron pequeñas estrellas fugaces que descendieron con la intención de reducir a Naruto a cenizas.

Naruto observó el ataque con frialdad. Sus ojos destellaron con un brillo peligroso.

-Hmp -Llevó sus manos al suelo-. Hagamos esto interesante.

¡Doton: Retsudo Tenshō! (Elemento Tierra: Ruptura del Pilar Terrestre)!

El suelo debajo de los Ángeles y Caídos tembló antes de que columnas de roca surgieran abruptamente, impactando las barreras de luz y dispersando su formación. Rafael sintió cómo su ataque se desvió en el caos.

Naruto desapareció en un parpadeo, apareciendo justo detrás de él.

-Hora de caer, Arcángel...

[Frente de batalla]

El campo de batalla ardía con el fulgor de la destrucción. El cielo estaba desgarrado por relámpagos dorados y explosiones de energía oscura. En el centro de la tormenta, tres figuras titánicas se enfrentaban sin descanso: Lucifer, Azazel y Elohim.

Lucifer se movía con una precisión letal, cada uno de sus ataques calculado para forzar a sus oponentes a exponer una debilidad. Pero no era una tarea fácil. Elohim, el dios bíblico, irradiaba un poder sacro capaz de pulverizar demonios con un simple gesto. Azazel, el ángel caído, combinaba velocidad y astucia, esquivando ataques con una agilidad casi imposible.

-No lo haces tan mal para un pacifista, viejo. -se burló Azazel, desviando con su lanza de luz una ráfaga oscura de Lucifer.

El Maou no respondió. En cambio, su mirada se afiló al ver cómo Elohim aprovechaba la distracción para lanzar un ataque sutil pero letal. Un enjambre de agujas de luz brotó de su palma, invisibles a simple vista, dirigidas a los puntos vitales de Lucifer.

Pero Lucifer no era un oponente común.

-Patético

El aire a su alrededor se distorsionó y, en un instante, las agujas de luz fueron devoradas por un vórtice de sombras. Sin perder tiempo, Lucifer extendió sus dedos y con un movimiento elegante ordenó el cielo.

El firmamento rugió.

Nubes negras se formaron de inmediato sobre sus oponentes. Elohim y Azazel alzaron la vista justo cuando lanzas de hielo llovieron con una velocidad devastadora.

-¿Eso es todo? -murmuró Azazel, conjurando una barrera de energía.

Pero Lucifer ya había anticipado su reacción.

El Maou movió su brazo con un gesto rápido y brutal, como si blandiera un látigo invisible. De las nubes ennegrecidas, estallaron rayos de pura oscuridad, serpenteando en el aire antes de descender como látigos infernales, desgarrando el espacio con un silbido ominoso.

El trueno sacudió el aire.

Azazel chasqueó la lengua, generando una barrera en el último momento. Los rayos lo golpearon con furia, pero su escudo resistió... por poco. Elohim, en cambio, recibió el impacto de frente.

Pero el dios no titubeó.

Las chispas doradas de los relámpagos se acumularon en su cuerpo, rodeándolo como si fueran simples motas de luz. Cada partícula era absorbida y manipulada con precisión aterradora. Su palma se iluminó con una energía sagrada imposible de contener.

Y entonces...

-Muere, Lucifer.

Un rayo de luz pura, un relámpago que atravesaba el tiempo y el espacio, fue disparado con una intensidad que hacía que el sol pareciera pálido.

Lucifer apenas tuvo tiempo de reaccionar.

Canceló su ataque, girando su cuerpo con rapidez para evitar ser incinerado. El relámpago le rozó el hombro y destrozó una parte de su armadura.

La explosión del impacto partió el suelo en dos.

El Maou aterrizó a unos metros, sus labios torciéndose en una sonrisa contenida. Era la primera vez en siglos que alguien lograba herirlo.

-Interesante...

Su cuerpo se regeneró de inmediato, pero el golpe de realidad estaba ahí. Elohim no era solo un dios, sino un ser que no podía ser subestimado.

Pero antes de que pudiera retomar la ofensiva, una nueva energía sacudió el campo de batalla.

Un poder imponente. Algo que hizo que incluso los dioses se detuvieran.

-¿Lo sientes, verdad? -preguntó Beelzebub, apareciendo a su lado con expresión seria.

Lucifer inhaló lentamente, sintiendo el cambio en la presión del aire. Un rugido de poder emergía desde otro punto del campo de batalla.

El aura de Naruto Gremory.

Asmodeus se cruzó de brazos, sin apartar la vista de Elohim y Azazel, pero sus palabras fueron claras:

-Parece que el niño ha decidido jugar en serio.

Lucifer entrecerró los ojos. Por primera vez, la guerra había dado un giro inesperado.

La verdadera batalla... apenas comenzaba.

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